18 de julio de 1936: El día más largo del Alzamiento Nacional frente a los crímenes del Frente Popular que emponzoñaron la República. 

En la tarde del 17 de julio de 1936, sobre las 16,20 horas, un comando sublevado irrumpió en las dependencias de la Comisión Geográfica de Límites de África, y desde allí cursó un telegrama anunciando el triunfo de la rebelión contra la República.

A la una de la madrugada del 18, mientras Franco descansaba en la habitación nº 3 del Hotel Madrid, de Las Palmas de Gran Canaria, ―donde había llegado desde Santa Cruz de Tenerife para asistir al entierro del general Amado Balmes, comandante militar de Gran Canaria, fallecido el 16 de julio―, sus ayudantes le hicieron entrega del telegrama, reexpedido desde Tenerife, con el siguiente texto: «Jefe Circunscripción Melilla a Comandante General Canarias. Este ejército levantado en armas se ha apoderado en la tarde de hoy de todos los resortes del mando en este territorio. La tranquilidad es absoluta. ¡Viva España!: Coronel Soláns».

En esa misma habitación nº 3 me hospedé la fatídica noche del colosal pucherazo en las elecciones del 28-M de 2019. Viví varios años en Las Palmas en mis años mozos, y luego he vuelto allí en ocasiones, pero nunca se me había ocurrido alojarme en ese hotel y en esa habitación, dado que, además de que desconocía que Franco se hubiera alojado allí, mi ideología política pertenecía más bien al ámbito de la izquierda hasta no hace mucho.

Sin embargo, tuve mi «camino de Damasco», que me llevó a movilizarme contra la profanación de la tumba del Caudillo.

Será un guiño del destino, una casualidad o una recompensa a mis esfuerzos por defender su causa, pero lo cierto es que la primera noche que dormí en la habitación de Franco en el Hotel Madrid fue la del golpe de Estado del 28-M.

Se dice que Franco, al llegar al hotel, exigió una habitación donde hubiese un escritorio y una lámpara, que le fueron prontamente suministrados.

La habitación se conserva prácticamente igual, con cambios mínimos, de modo que hospedarse en ella es como hacerlo en un museo, en un monumento histórico. El escritorio y la lámpara siguen ahí, como mudos testigos del lugar donde posiblemente redactó el Manifiesto de las Palmas ―aunque éste aparece fechado en Santa Cruz de Tenerife el día anterior―, documento en el que el General llamaba al Alzamiento contra una República en manos de las hordas bolcheviques, que amenazaba la supervivencia de la Patria.

Era un llamamiento desesperado a una Patria en ruinas, destrozada por huelgas, asesinatos, persecución a los católicos, incendio de iglesias, violencia contra las derechas, separatismos, y una creciente amenaza de convertir a España en una dictadura bolchevique de cuño soviético.

Desde 1975, los izquierdistas herederos de los rojos del 36 han estado conspirando para volver al frentepopulismo de 1936, con el fin de retrotraer a España a la situación anterior a la Guerra Civil que perdieron, para tomarse cumplida venganza de la España nacionalcatólica que les derrotó, y para reanudar su proyecto de destruir nuestra Patria mediante una revolución emanada del marxismo luciferino, con la diferencia de que ahora no se la van a entregar a una Rusia soviética, sino al Nuevo Orden Mundial.

Aquí los tenemos otra vez, a los cojoneros milicianos insepultos, desenterrando momias, blasfemando sin límite, acosando y persiguiendo a los patriotas, apoyando los separatismos, rasgando nuestras banderas, destruyendo nuestros principios y valores, traicionando nuestra Patria, levantando su grotesco puño…

… Y ejecutando sus alevosos pucherazos, sus fraudes electorales, como el que les permitió acabar con la monarquía en el 31, o el que llevó al poder al Frente Popular en el 36, fraude apoteósico.

Han pasado más de 80 años, y aquí los tenemos nuevamente, dando una sucesión de golpes de Estado, formando un Frente Popular con los mismos partidos que conformaron «la chusma que se apoderó de la República» ―en palabras de Azaña―: PSOE, comunistas, ERC, PNV, BILDU…

Hoy como ayer: ante la situación de emergencia nacional que estamos viviendo,  en esta hora de trágicas tinieblas que devasta nuestra Patria, amenazándola con su disolución, he vuelto en mi imaginación a la habitación nº 3, para dejarme arrebatar por la ensoñación de qué bando, qué Manifiesto escribiría hoy Franco, ante unas circunstancias que son bastante parecidas a las que provocaron el Alzamiento.

Y ahí, en la cómoda que le sirvió de escritorio, a la luz de la lámpara, escribiría posiblemente otro Llamamiento Desesperado, convocando a la defensa de la Patria:

Franco confió la situación de las Canarias al general Luis Orgaz Yoldi, y a las once y veinte de la mañana subió en un automóvil en el patio interior de la comandancia, que le llevó a un pequeño embarcadero en la plaza de San Telmo, en la cual también se encontraba la Comandancia Militar.

Al despedirse de sus subordinados, les dijo: «Fe, fe, fe; disciplina, disciplina, disciplina». Eran poco más de las dos de la tarde cuando embarcó en un remolcador civil, que le transportó hasta el aeródromo de Gando, donde le esperaba un avión De Havilland, Dragon Rapide, de siete plazas, matrícula G-ACYR.

Tras escalas en Agadir y Casablanca ―donde pernocta―, al amanecer del 19 de julio el avión llega a Tetuán, donde se pondrá al frente del Ejército de África: la guerra había comenzado.

(Texto extraído del libro EL HIMALAYA DE MENTIRAS DE LA MEMORIA HISTÓRICA, de LAUREANO BENÍTEZ)

LAUREANO BENÍTEZ

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