PÍO MOA
1. El 18 de julio de 1936, una parte del ejército, apoyada inmediatamente por una masa de población, se sublevó contra el gobierno del Frente Popular, impuesto en un proceso electoral fraudulento entre febrero y abril del mismo año. La causa inmediata de la rebelión fue el régimen de terror instaurado por las izquierdas: abolición de la autonomía judicial, cientos de asesinatos, incendios de iglesias, de obras de arte, de sedes de la oposición, de registros de la propiedad, okupaciones de fincas, atentados mortales entre los propios sindicatos izquierdistas…
2. La razón de fondo de la rebelión fue la propia composición del Frente Popular: partidos sovietizantes, separatistas y golpistas (Azaña, que había intentado dos golpes de estado al perder las elecciones de 1933). Este mero dato revela que tanto la unidad nacional como la libertad y la democracia corrían muy serio peligro.
3. El Frente Popular se había compuesto con los mismos partidos que se habían alzado contra la república en octubre de 1934 en un golpe concebido como guerra civil para sovietizar al país y, en el caso de Cataluña empujarla hacia la secesión. La derecha y Franco habían defendido el orden republicano y hecho fracasar el intento, que dejo 1.400 muertos e infinidad de destrucciones. Fracasado el golpe, aquellos partidos habían optado por el fraude electoral para ganar el poder y destruir así la legalidad republicana, es decir, la república y cualquier asomo de democracia.
4. La fuerza y activismo alcanzados por aquellos partidos, los odios políticos que habían cultivado en pro de su objetivo sovietizante y disgregador, imposibilitaban la convivencia en libertad y arruinaban al país. El alzamiento del 18 de julio trataba, por tanto, de salvaguardar la unidad nacional, los valores de libertad personal, propiedad privada y cultura cristiana, atacados por el Frente Popular en nombre de supuestas igualdades y “progresos” conducentes siempre a tiranías. Fuera de esa oposición común, los partidos del Frente Popular tenían objetivos diferentes u opuestos, que causarían auténticas guerras civiles entre ellos mismos.
5. Las fuerzas sublevadas se componían fundamentalmente de cuatro corrientes políticas: carlistas, falangistas, monárquicos y católicos (todos se proclamaban católicos, pero aquí nos referimos a los más ligados políticamente al episcopado). No eran fuerzas políticamente homogéneas ni mucho menos, pero lograron concordarse lo suficiente para evitar entre ellos choques graves.
6. Los partidos del Frente Popular habían destruido la democracia o lo que tenía de demócrata la república (un fraude generador de otros muchos es llamar “republicano” al Frente Popular y a su bando durante la guerra civil. Fraude extendidísimo, generador de otros muchos). Los sublevados habían concluido que con tales partidos era imposible una democracia y trataron de buscar otras salidas. La democracia, por tanto, no tuvo el menor papel en ninguno de los bandos. La cuestión era si iba a subsistir o no la unidad nacional y la cultura cristiana, incluida la libertad personal y la propiedad privada.
7. España arrastraba además, serios problemas político-sociales desde la invasión napoleónica: atraso económico (disminuido por el régimen liberal de la Restauración y el de Primo de Rivera);considerable analfabetismo (entre el 20 y el 30%); una agricultura poco productiva, entre el latifundismo del sur y el minifundismo del norte; problemas agravados desde el 98 por absurdos racismos separatistas; terrorismo anarquista; un socialismo golpista y totalitario… todo lo cual empeoró en la república por unas reformas a veces bien planteadas, pero aplicadas de forma ineficiente o caótica, y aliñadas con exacerbación de los odios sociales y campañas sistemáticas de descrédito de la España histórica y cultural.
8. Todos los problemas de fondo fueron resueltos en el franquismo, que evitó entrar en la guerra mundial, mantuvo la unidad nacional y la independencia, reconstruyó el país sin deudas exteriores, desafió y superó un criminal aislamiento exterior y creó una sociedad reconciliada, próspera, alfabetizada, culta e industrializada, en excelente salud social.
9. Sobre esos logros del franquismo volvió a ser posible una democracia no caótica ni guerracivilista como había sido la república. Y así lo decidió democráticamente el referéndum de diciembre de 1976, de la legitimidad franquista a la democrática. No obstante, las fuerzas que se sentían herederas del Frente Popular, acompañadas por el terrorismo separatista etarra, no cesaron de socavar la democracia y fomentar un revanchismo histórico hasta desembocar en la actual democracia fallida, con leyes totalitarias y en golpe de estado permanente que amenaza provocar un estado fallido como el impuesto por el Frente Popular en 1936.
10. Este proceso funesto se ha desarrollado bajo la bandera de una democracia de la que el Frente Popular de antaño y el actual han sido y son los peores enemigos. Una derecha “falta de formación histórica e ideológica” ha colaborado durante decenios en el proceso.
Pero la experiencia y la reflexión histórica deben servir para algo. La unidad nacional es el suelo de cualquier régimen, y desde luego de la democracia. Fracturarlo es empujar al conflicto social más radicalizado. Es imprescindible vencer en el plano político e ideológico al nuevo frente popular, para evitar tener que plantear la lucha en otro terreno. Y la recuperación de la historia es un elemento fundamental.
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