ITXU DÍAZ
Era febrero de 1999, el año en que murió el siglo, el humor, y la melancolía; sí, murió el siglo XX, Tip, y Enrique Urquijo. Mal año para el talento. Mal año para el buen gusto. Mal año para la felicidad. 25 años después seguimos echando en falta el ingenio de un tipo inimitable, de alguien que no actuaba sobre las tablas o en la pantalla, simplemente vivía. Tip, dijeron sus obituarios, es eterno.
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En uno de los momentos más surrealistas de la historia de la radio, Tip y Coll se vieron atrapados en una entrevista en catalán en Catalunya Radio, a pesar de reconocer al inicio del programa que no entendían tal idioma. Haciendo oídos sordos, la entrevistadora continuó hablando y preguntando en catalán, lo que provocó reacciones diferentes en el dúo.
La presentadora lanzaba preguntas en catalán sin descanso, mientras Tip y Coll repetían que no entendían ni jota. Al fin, Coll, visiblemente enfadado: “se lo quiero decir ya de una vez, porque ya me estoy cansando: yo, si no hablo catalán y no es mi idioma, ¿por qué me obligan a que lo entienda? ¿Por qué me hablan en catalán conociendo ustedes mi idioma?”. “Si no se me habla en mi idioma es un desprecio hacia el castellano que no admito de ninguna manera”, prosiguió Coll alzando la voz, “y a partir de este instante, ni traducido contestaré una pregunta que no se me haga en castellano”.
Tras un silencio larguísimo en el que se mascaba la tensión, la conductora del programa, intercalando español y catalán, le preguntó a Tip: “¿Y usted, Tip, quiere decir algo respecto?”. Y entonces apareció el genio inabarcable que nunca faltaba a su cita: “Que yo estoy muy contento con estos días, porque fin ya iba siendo hora de que lloviera, porque había una sequía tremenda. Y estoy encantado de que por fin esté lloviendo en casi toda España. Me encanta la lluvia. Así los trigales florecerán”.
Tras 20 años de pareja artística con Joaquín Portillo, eran el dúo Tip y Top, y tras su amistosa despedida a comienzos de los 60, Luis Sánchez Polack se unió a José Luis Coll para formar uno de los dúos humorísticos más divertidos de todos los tiempos, Tip y Coll. Fueron la risa española en los 70 y buena parte de los 80, siendo inolvidables sus apariciones en los programas especiales de Nochevieja durante las dos décadas.
Durante largos e intensos años e infinidad de programas de televisión y actuaciones en salas de toda España, acumulan un rosario de sketch inolvidables. Coll es el cliente de un oculista, Tip: “¿tiene gafas para sardinas?”. Y el oculista, entristecido: “¡Qué disgusto! ¡Se nos han acabado! En gafas para sardinas no nos queda nada. Nos las han quitado de las manos. Ahora, para usted sí, porque tengo unas para besugos que son una maravilla”.
De entre las formas de humor que el dúo trabajo, siempre zambullidos en insondables y tronchantes sinsentidos desplegados con todo aplomo y seriedad, destacan esos diálogos infinitos que resultaron tan característicos de la época televisiva, cima del humor absurdo español: “Hoy vamos a hablarles de la cabra carpetovetónica”, dice Tip, “que son las cabras que tenía Bethoven en la carpeta”. O el monólogo de Tip sobre la huelga: “¿Saben ustedes que lo que es una huelga? Porque si lo saben, huelga que yo se lo diga. Una huelga es una especie de manifestación corpórea con derecho a nada, y con izquierda a todo”. O, sobre el mismo tema, leyendo en la prensa vaticinios para el año 1989 en otro sketch: “Es de esperar que en el presente año no haya más huelgas, hasta nuevo aviso. En caso de que estoy vuelva a ocurrir, se tomarán las medidas oportunas para que esto no vuelva a ocurrir, hasta nuevo aviso”.
En la hora crepuscular de Tip y Coll, tras décadas de intensa actividad, ambos humoristas comenzaron a trabajar por separado, si bien coincidían a menudo en programas corales como Protagonistas de Luis del Olmo, donde se reunían una vez a la semana, o en la genial versión televisiva de aquella tertulia de cómicos que emitió Telecinco en 1993, Este país necesita un repaso, presentada precisamente por José Luis Coll. En este fugaz programa de televisión compartían plató con otros tertulianos duchos en el arte de la risa: Antonio Mingote, Antonio Ozores, Alfonso Ussía, Chumy chumez, Antonio Burgos, o Miguel Durán.
Aunque recibieron infinidad de ofertas para volver a juntarse como dúo, en los últimos años ambos solían rechazar las propuestas bajo el pretexto de que esa etapa ya era agua pasada. En la última entrevista documentada de Tip, en Cine de Barrio, el artista le confesó a José Manuel Parada: “ya no tiene sentido que volvamos”.
Quien más y más divertidas anécdotas de la frenética vida de Tip me ha contado, por supuesto, es su amigo Alfonso Ussía, que además ha escrito muchas de ellas en sus columnas a través de los años. Cuenta el escritor aquel día en que organizó, a petición de Don Juan, una cena con los integrantes de la tertulia radiofónica. Tip le entregó al conde de Barcelona un obsequio cuidadosamente en envuelto en papel de regalo. Al abrirlo, la sorpresa: era una lata de atún de la marca Isabel. Don Juan, entre risas, le dijo: “Es el mejor regalo que me han hecho”. Y Tip lo redondeó: “Pensaba traerle un par de ellas, pero el atún en lata se ha puesto por las nubes”.
En otra ocasión me relató Ussía cómo, en su incontenible y tronchante río de la risa, se dirigió así a un gordo, malencarado, y bigotudo guardia civil, en el arco de control de metales de Barajas: “Gracias, buena mujer”. Inolvidable también el día que presentó a Coll a la infanta Doña Pilar: “Aquí su Alteza, aquí su Bajeza”. O cuando coincidió por vez primera con Don Juan Carlos, al que espetó “¡yo a usted lo conozco de la tele!” para sorpresa del rey y estupor de los presentes.
Y es que “la gracia de Tip era sorprendente, nunca se podía saber de dónde podía brotar el chorro incontenible de todas sus elucubraciones”, como dijo de él el también añorado Antonio Mingote. “Era más ‘Codorniz’ que toda la colección de La Codorniz en la hemeroteca”, sentenció de él Antonio Burgos, también recientemente fallecido, “más Miguel Mihura que Mihura, más Tono que Tono”; “el genio del humor que”, concluye el columnista sevillano, “en las eternas dos Españas, consiguió el milagro de no tener ni un solo enemigo”.
“Tip tenía el secreto último del humor”, escribió Francisco Umbral, “que consiste en interrumpir la vida, el curso de las cosas, con una gallina, un par de gritos vacíos o una jarra vuelta del revés”, “se veían en Tip amenazantes progresos hacia una superación de sí mismo, y digo amenazante porque el humorista ya no respetaba ni su propio guión, sino que vivía de destrozarlo. Así, mediante destrozos sucesivos, nos llevaba muy lejos, hasta los límites del absurdo”.
Tip fue un genio del humor y un hombre bueno y querido por todos, uno de esos artistas que contribuyó a cohesionar a todos los espales con el hilo prodigioso de la risa. En uno de sus libros de versos, dejó lo que podría ser un epitafio, una broma, o todo a la vez: “El día que yo me muera / quiero estar vivo / para ver si a mi entierro / van mis amigos”.
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