El maestro irlandés que ha ido a la cárcel tras negarse a «llamar niña a un niño»
Fue arrestado por no acatar la orden judicial que le prohibía «enseñar o estar presente» en su escuela hasta la resolución del expediente disciplinario que el centro educativo había abierto contra él.
«Amo mi escuela, pero estoy aquí hoy porque no llamaría niña a un niño». Estas son las palabras camino de la cárcel de Enoch Burke, el maestro irlandés que se negó a usar los pronombres «adecuados» para referirse a un estudiante en «transición de género», por lo que fue primero suspendido por la escuela (una decisión que tachó de «irracional, injusta y desmedida») y más adelante arrestado tras perseverar en incumplir la orden judicial que le impedía acudir a su centro de trabajo.
La orden le prohibía concretamente «enseñar o estar presente» en el centro educativo Wilson, una institución cristiana protestante en régimen de internado, la más antigua del condado de Westmeath, fundada en 1761, donde Burke daba clases de Historia, Política, Alemán y Debate. Todo después de su insistencia en acudir cada día para sentarse en un aula vacía durante las horas lectivas con el argumento de que estaba allí para trabajar.
«They» por «he»
El pasado mayo el alumno y sus padres solicitaron a Burke que se dirigiera a «él» (he) como «ellos» (they), una denominación («they» es neutro en inglés) cada vez más aceptada socialmente y que previamente el estudiante y los progenitores habían acordado con la dirección del colegio. Pero el maestro se negó a aceptarlo. Esta negativa derivó en la apertura de un expediente disciplinario que conllevó la suspensión de sus funciones como profesor a la espera de la resolución del proceso.
Pese a esto, Burke continuó acudiendo a su puesto de trabajo en una actitud de «resistencia pacífica», ante lo que la escuela decidió poner el asunto en manos de los tribunales. Los abogados del colegio Wilson declararon tras el arresto del docente que la misma junta escolar tenía «el corazón apesadumbrado» después de que «no les quedara más remedio que pedir el encarcelamiento» de Burke porque continuaba asistiendo al centro, alterando el funcionamiento y el orden del mismo, apuntando que lo que buscaban era una «orden coercitiva» y no punitiva.
Tras el fallo emitido el pasado lunes, que condenaba al maestro a ingresar en la prisión de Mountjoy por desacato judicial, este dijo: «Es una locura que me lleven de esta sala a una celda, pero no renunciaré a mis creencias cristianas», sobre las que dijo que era «extraordinario y reprobable que las creencias religiosas de alguien» pudieran ser «tomadas como base para una acusación de mala conducta».
Burke, quien también fue protagonista en el pasado por denunciar la suspensión de por vida de la Universidad de Galway de la sociedad estudiantil cristiana a la que pertenecía. Añadió que sus creencias no eran faltas graves: «Nunca lo serán. Son importantes para mí. Nunca las negaré ni las traicionaré, y nunca me inclinaré ante una orden que me obligue a hacerlo. Simplemente, no me es posible hacer eso. Es contrario a las Escrituras, contrario a la ética de la Iglesia de Irlanda y de mi escuela», aseguró.
Dejando a un lado sus motivaciones personales y creencias, Burke afirmó que hubo «una reducción de la seriedad en los motivos para suspender a alguien», por lo que se había ensuciado su «buen carácter» y su «buen nombre», que dejaba «una mancha» en lo que consideraba «un registro de enseñanza intachable», antes de volver a lo que describió como una «violación de su conciencia».
Unos argumentos sobre los que el juez dijo no pronunciarse, solo sobre la «violación deliberada» de una orden judicial por lo que permanecerá en prisión «hasta nueva orden». Lo último que se escuchó de Burke tras el fallo condenatorio fue que amaba a su escuela, con su lema Res Non Verba, («acciones, no palabras»), pero que estaba allí (en el juzgado, camino de prisión) porque dijo que «no llamaría niña a un niño».