Feijóo es Rajoy 2º
Ramiro Grau Morancho
La deriva bolivariana totalitaria del partido sanchista, antes PSOE, evidencia que vamos hacia una “dictadura memocrática”, similar a Venezuela, Nicaragua o Cuba, entre otros países en manos del comunismo.
Cualquier jurista, hasta de medio pelo, que tenga conciencia, y sentido crítico de la realidad, es consciente de que se está produciendo un golpe de estado jurídico, desde el mismo gobierno, un gobierno de traidores, en el que hay tres jueces, a más inri.
La burricie de Irene Montero no es solo responsabilidad suya, sino de todo el gobierno, y muy especialmente, de Pedro Sánchez, que es quien la nombró (art. 100 de la Constitución), y lo que es peor, la mantiene en el cargo.
En el ínterin, mientras se consuma el golpe de estado jurídico, reformando el Código penal –“socialista”, por cierto, de 1995, el código Belloch-, para eliminar los delitos de sedición y malversación de caudales públicos, siguiendo la doctrina de Carmen Calvo, de que el dinero público no es de nadie, y por lo tanto es del primero que lo coge, una especie de res nullius…, Feijóo está desaparecido, supongo que escondido en su casa, o debajo de la mesa de su despacho.
Eso sí, como es muy “valiente”, ha lanzado un tuit, que aunque no lo tengo a mano, viene a decir algo así como “no es eso, no es eso”, parodiando a Ortega y Gasset, ante el advenimiento de la segunda república.
Ahora, que vamos camino de la tercera, y de facto, ya estamos en ella, con un “rey” que ni pinta ni corta, convertido en un simple objeto decorativo, Pedro Sánchez se consagra como el dictador en ciernes de las Españas, ese conglomerado de pequeñas repúblicas independientes, pero subvencionadas, que él, como líder supremo, y aspirante a dirigente mundial, dirigirá con guante de terciopelo, y mano de hierro, al estilo de Maduro en Venezuela, u Ortega en Nicaragua.
La propia Constitución, que es muy previsora, pues fue redactada por buenos juristas, consagra dos vías para atajar esta situación, de deriva totalitaria:
Moción de censura, regulada por los arts. 113 y 114, por la que “El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura”.
“La moción de censura deberá ser propuesta al menos por la décima parte de los Diputados, y habrá de incluir un candidato a la Presidencia del Gobierno”.
Resulta obvio que solo dos partidos que podríamos decir nacionales, pueden presentarla:
- El PP, con 88 diputados,
- y Vox, con 52.
La suma de los 88 diputados del PP, los 52 de Vox, los 9 de Ciudadanos –ambos partidos ya han ofrecido públicamente su apoyo al PP-, y uno de Foro de Asturias, que están coaligados con el PP, daría un total de 150 diputados, salvo error por mi parte.
Y a ello podrían unirse todos los diputados con un mínimo de conciencia, dignidad y principios… (En el hipotético supuesto de que haya alguno).
De cualquier forma, sería una manera de demostrar que media España se resiste a ser pisoteada por la otra mitad.
Y supondría el aplazamiento del asunto hasta febrero de 2023, fechas muy próximas a las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo.
Para el caso de fallar este procedimiento, o de forma alternativa, principal o subsidiaria, veamos que dice el art. 102 de la Constitución:
“La responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo”.
“Si la acusación fuere por traición o por cualquier delito contra la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones, sólo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso y con la aprobación de la mayoría absoluta del mismo”.
Solo hay un partido no socialista, comunista o separatista, que dispone de una cuarta parte, exacta, de los miembros del Congreso, y es el PP.
En efecto, la cuarta parte de 350 diputados son 88 diputados.
Casualmente, el PP tiene 88 diputados.
Ergo, si no hacen nada, es porque no quieren.
¿A qué está jugando Feijóo?
El caciquismo gallego es distinto al del resto de España que, por supuesto, también existe.
¿Le viene grande el cargo a Feijóo?
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