Nuestro Rey, Don Felipe VI debe impedir que Pedro Sánchez vuelva a ser presidente. ¡Majestad, actúe!
CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN
El Rey de España, según la Constitución Española de 1978, es el encargado de dar comienzo al proceso de investidura, una vez realizado el escrutinio general tras las elecciones, y después de haberse constituido las Cortes Generales; para lo cual debe entrevistarse con los portavoces designados por los grupos políticos que hayan conseguido representación en el Congreso de los Diputados. Una vez terminada esta ronda de contactos, el rey propone un candidato a la presidencia del Gobierno a través del presidente del Congreso de los Diputados. ¡Ojo! El candidato propuesto por el rey no tiene que ser necesariamente un diputado: puede ser cualquier ciudadano español mayor de edad, aunque nunca hasta ahora haya sido de ese modo. Cuando el rey haya propuesto un candidato, lo siguiente es celebrar la sesión de investidura en el Congreso de los Diputados. No existe un plazo de tiempo determinado entre la propuesta real de un candidato y la celebración de la sesión de investidura. En el acto de investidura, el candidato propuesto por el rey debería exponer ante el Congreso de los Diputados el programa de Gobierno que pretende llevar a cabo: sus objetivos a corto, medio y largo plazo, los procedimientos, recursos humanos y materiales a utilizar, e incluso, a ser posible no estaría de más que anticipara un presupuesto de ingresos y gastos…. Tampoco estaría de más que adelantara qué personas formarían parte del nuevo Consejo de Ministros. Si el Congreso de los Diputados otorga su confianza al candidato, por mayoría absoluta de votos afirmativos, el rey pasará a nombrarlo presidente del Gobierno. En caso contrario, se somete la misma propuesta a nueva votación 48 horas después de la anterior. En el segundo intento de investidura, la confianza se otorga si el candidato obtiene una mayoría simple de votos afirmativos. Si el candidato propuesto no obtiene la confianza de la Cámara Baja en las dos votaciones antedichas, dicha candidatura queda rechazada. El rey, previa nueva ronda de consulta a los grupos políticos, puede hacer sucesivas propuestas de candidatos a la presidencia del Gobierno o incluso volver a proponer alguno ya rechazado si entiende que ya cuenta con el respaldo suficiente. En todo caso, si transcurridos dos meses desde la primera votación de investidura ningún candidato ha obtenido el respaldo del Congreso de los Diputados, las Cortes quedan automáticamente disueltas y se convocan nuevas elecciones generales que se deben tener lugar 47 días después. Está en la mano del Rey de España promover la investidura de una persona decente para presidir el Consejo de Ministros, pues no existe ninguna norma que lo obligue a proponer obligatoriamente a alguien que sea diputado y miembro de alguno de los partidos políticos que han conseguido representación en el Congreso. Evidentemente, si Su Majestad, Felipe VI tomara tal iniciativa sorprendería a la mayoría de los capos, oligarcas y caciques de los partidos políticos y que, salvo excepciones tienen como objetivo servirse de los españoles, parasitar de nuestros impuestos, en lugar de tener afán y vocación de servicio. Sería de esperar que si Don Felipe VI actuara de tal manera habría muchos que dirían que es un tipo autoritario que pretende secuestrar la voluntad popular, y lindezas por el estilo, ¿A alguien le extrañaría que en tales circunstancias fuera nuestro rey criminalizado? Pero, todo ello debería importarle un bledo a Don Felipe VI, pues estaría en su perfecto derecho, tomaría una decisión perfectamente legal y además realizaría un enorme servicio a España que, a buen seguro, una gran mayoría de españoles aplaudiría a rabiar. Es evidente que a Don Felipe VI no se le escapa que la pretensión de Pedro Sánchez es volver a presidir el gobierno de España con el apoyo de quienes quieren destruir, no sólamente la España constitucional del 78, sino nuestra forma de vida, e hipotecar nuestro futuro y el de nuestros descendientes. Está en juego la supervivencia de España como Nación. España necesita que, un “cirujano experimentado” emprenda una profunda regeneración que debería ir más allá de pequeñas reformas que, se limiten a apuntalar el sistema, sin ir a la raíz de los problemas… Es hora de que nuestro rey dé un paso al frente, y ejerza de Jefe de Estado, con contundencia y sin complejos. Los españoles se lo agradecerán infinito. Don Felipe es la única esperanza que le queda a España para que retomemos el buen camino y nos homologuemos con los regímenes políticos más avanzados y las naciones más prósperas de nuestro entorno cultural, político, económico. Si Don Felipe VI no interviene, puede estar seguro de que quiénes pretenden romper España y hacer caer la monarquía, no dudarán en hacerlo; así que, Don Felipe VI tiene dos opciones: o propone al Congreso de los Diputados que dé su confianza a un «Cincinato», un «Cirujano que aplique un plan de choque» para sacar a España del atolladero, o estará abriendo la puerta a la tercera república.