Se echaron un pulso en Davos y ganó Milei por goleada. El presidente argentino fue veraz, alabó la libetad y a las empresas, mientras el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez mintió, como tiene por costumbre, y fustigó tanto a las empresas como a la libertad individual
Análisis brillante de Pedro de Tena sobre los caminos y métodos utilizados por Javier Milei para liberar Argentina del totalitarismo peronista (socialista) y emprender la ruta de la libertad, que es la que engrandece a los pueblos.
FUENTE: https://www.votoenblanco.com/
España, en manos del socialista Sánchez, que es marxista y de los peores, sin escrúpulos ni principios, está tan necesitada como Argentina de ese tipo de cambio hacia la libertad.
—
Hay un libro de Federico Sturzenegger titulado Yo no me quiero ir: claves y razones para apostar por la Argentina (Planeta Argentina 2013). Este imponente economista liberal, educado en Argentina y Estados Unidos, ha salido de la sombra mediática por ser el inspirador de un proyecto de reforma de la economía, la sociedad, la política y la cultura argentina que quiere poner en práctica el nuevo presidente Javier Milei y que, de hecho ya lo está haciendo desde el llamado Decreto Ómnibus.
Ocupó importantes cargos públicos desde sus comienzos como secretario de Política Económica de la República Argentina en 2001 en el gobierno de Fernando de la Rúa a presidente del Banco Ciudad de Buenos Aires con Mauricio Macri. También fue diputado nacional y finalmente Presidente del Banco Central de la República Argentina hasta 2018 bajo el mandato del propio Macri.
En el método Milei, lo que aparece inicialmente es el estudio detenido de los problemas de la nación argentina para hacer efectivas tres aspiraciones populares que conforman los cimientos de la República y la democracia: la defensa de la nación compartida, la prosperidad material de sus ciudadanos y la efectiva igualdad ante la ley haciendo inexpugnables los derechos a la vida, a la propiedad y a la máxima libertad compatible con la convivencia.
Es decir, es absolutamente necesario saber lo que funciona mal en un país, no en general, sino en detalle, minuciosamente, y determinar sus causas. Para ello hay que estudiar profundamente lo que va desviando a la Nación de su tradición democrática y próspera, de su aspiración al progreso real, material y moral y comenzar a hilvanar las soluciones escalonadamente sucesivas que habría que aplicar para que una degeneración como la argentina, (o como la española, pongamos por caso), sigan destruyendo su futuro.
Javier Milei cuenta que en su juventud dedicaba demasiadas horas al “arco”, a la portería de su amado fútbol y que, en una visita al supermercado con su madre, vio la barbarie de la inflación y decidió mutar los palos de arquero por el estudio esforzado de la economía. La inflación, es sabido, es el mayor crimen que se puede cometer contra los más pobres porque los saquea de forma inmisericorde y los hunde en la miseria más absoluta haciéndolos indiferentes, e incluso enemigos, del amor a la libertad y a la igualdad.
Federico Sturzenegger, a pesar de los problemas, no quería irse de Argentina, sino resolver sus dificultades y volver a situar a su República en la senda de la libertad maltratada obscenamente por los Kirchner, especialmente desde el mandato de la nefasta Cristina Fernández. Resumía así cuál era la situación:
“Efectivamente, en los años siguientes, el gobierno de Cristina nos fue adentrando en un laberinto cada vez más complejo e inentendible. Un laberinto que no sólo era económico, sino que también incluía un avance significativo sobre las libertades políticas e individuales. Para comienzos del año 2013, con ya 16 meses de recesión a cuestas, con inflación creciente, con un gobierno que removía jueces con la impunidad de un dictador, que cuando no podía removerlos cambiaba las instituciones para licuarles su poder o poder presionarlas, con la prensa maniatada o comprada, con la corrupción en niveles inéditos…y con un relato poderoso que parecía justificar todas las acciones del gobierno sobre la base de la construcción de una nueva sociedad, me pareció que había llegado el momento de plantar otra bandera. De explicar que otro camino es posible. Que hay otra Argentina que podemos construir”. (El parecido con el gobierno de Pedro Sánchez es inquietante).
Aunque nadie lo ha recordado, el partero del método original y civil para la reforma decisiva de la nación fue Mario Vargas Llosa cuando en 1987 optó por la reforma liberal de Perú para frenar su deriva totalitaria. Lo recuerda Sturzenegger subrayando el análisis del escritor en su artículo Hacia un Perú totalitario:
“El progreso de un país consiste en la extensión de la propiedad y de la libertad al mayor número de ciudadanos y en el fortalecimiento de unas reglas de juego -una legalidad y unas costumbres- que premien el esfuerzo y el talento, estimulen la responsabilidad, la iniciativa y la honestidad, y sancionen el parasitismo, el rentismo, la abulia y la inmoralidad. Todo ello es incompatible con un Estado macrocefálico donde el protagonista de la actividad económica será el funcionario en vez del empresario y el trabajador; y donde, en la mayoría de sus campos, la competencia habrá sido sustituida por un monopolio. Un Estado de esta índole desmoraliza y anula el espíritu empresarial y hace del tráfico de influencias y favores la profesión más codiciable y rentable.”
Vargas Llosa no lo consiguió en Perú, pero sí lo ha hecho, para muchos milagrosamente dado el poder inmenso de sus adversarios, Milei en Argentina. Tal vez la diferencia más llamativa ha sido la existencia de Internet y sus redes sociales, redes que los totalitarios de todo signo no logran controlar y que permite la expansión y circulación libre de las ideas al margen de los medios de comunicación tradicionales que pueden ser ocupados o comprados o vigilados por los gobiernos.
Añadía Sturzenegger que “Vargas Llosa contó cómo se había sumado a la vida política del Perú en 1987, organizando un movimiento de protesta que luego, casi sin quererlo, lo lanzaría a competir por la presidencia, durante las elecciones que terminaron depositando en el poder a Alberto Fujimori.”
Curioso es que tanto Milei como Vargas Llosa abrazaron causas imposibles a primera vista. El segundo, defendía a los banqueros libres de la obsesión nacionalizadora. El primero, ha defendido a pecho descubierto el capitalismo occidental, la “gran cosa mala” del izquierdismo multicolor y acéfalo de nuestros días. ¿Por qué? Porque habían estudiado a fondo al enemigo ideológico, marxismo, nacionalismo y en economía, el keynesianismo.
Ninguno de los dos hizo lo que hizo desde las estructuras de un partido. Segundo punto relevante del método. Al contrario, ambos optaron por la fragua de un movimiento civil anclado en la conciencia por un análisis concienzudo de la realidad de la vida del pueblo, por unas convicciones ideológicas y morales claras y sencillas de comprender y por la predicación continua de las mismas desde todos los foros posibles. Esta marea, iniciada originalmente en grupos reducidos pero muy activos y pedagógicos, logró crecer hasta el punto de casi ganar la presidencia de Perú y obtener brillante y desahogadamente la máxima autoridad política en Argentina.
No es que se desprecie la importancia de los partidos políticos, que son necesarios para muchas cosas, como se ha demostrado esta semana en el Parlamento Europeo con motivo de la vergonzosa amnistía a golpistas y a terroristas “buenos”. Se trata de que el movimiento primigenio de análisis, ideas, convicciones y voluntad de los que “no quieren irse ni rendirse” condense un mensaje claro que penetre en esos partidos y los alivie de sus artrosis burocráticas que les impide ver lo esencial para perderse en laberintos formales, jerárquicos y accidentales.
Pero para que se adentre en los partidos, siempre atentos a los votos y a los porcentajes, a lo inmediato y a lo cercano, el movimiento debe empapar antes a los ciudadanos que sienten su necesidad y los cambios que propone de forma que sea imposible que las cúpulas de los partidos ignoren o torpedeen el proyecto, sus ideas y sus metas. En Argentina, el realismo y la generosidad de todos han hecho posible que los partidos políticos asumieran reformas que ya se habían encarnado en el cuerpo nacional gracias al movimiento civil previo animado por Milei y sus allegados.
El tercer punto del método es la lluvia cultural constante lanzada a la conciencia de los ciudadanos libres de las propias alternativas generales y concretas. El poder filototalitario argentino pudo controlar muchas palancas, decisivas instituciones, varios instrumentos de poder, desde instancias judiciales a plataformas educativas, universitarias y de comunicación. Pero el surgimiento de las redes sociales y las nuevas tecnologías de transmisión de mensajes, ideas, actos y proyectos son, por ahora, incontrolables en su totalidad.
Se cree que el nazi Goebbels dedujo que el rumor de una falsedad (interesada y/o distribuida políticamente) podía viajar a más velocidad que el sonido y ser utilizada en provecho propio si se dominaba el arte de la propaganda. Pero en el siglo XX, las mentiras, las media…