Las personas aceptan las mentiras y maldades de la propaganda oficial no porque sean estúpidas… sino porque son perezosas.
CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS
“Cada vez que te encuentres del lado de la mayoría, es momento de hacer una pausa y reflexionar». Mark Twain.
Pues sí, la gente suele aceptar la visión política y socialmente correcta, la propaganda oficial cargada de embustes y maldades no porque entre los humanos predominen los tontos e incluso «egoístas» (aunque, por supuesto, estúpidos haberlos haylos)… los humanos, generalmente, se creen lo que los gobernantes les dicen que han de creer y es propagado por los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas, sencillamente por comodidad, por vagancia.
Esto no significa que los humanos en general, en sus vidas cotidianas, procuren hacer el menor esfuerzo posible, estén por lo general desocupados y estén la mayor parte del tiempo ociosos. Los humanos duermen menos que cualquier otro primate y, es más, el mundo probablemente estaría mucho mejor si nuestra especie se relajara un poco y descansara un poco más.
Cuando afirmo que la gente es perezosa, me refiero a que los humanos somos «pensadores perezosos».
Y, aunque tendemos a ser pensadores perezosos, en realidad no somos responsables, sencillamente no podemos evitarlo. El cerebro humano está diseñado para seleccionar conocimientos «fáciles», poco complejos, lo cual significa que tendemos a orientar nuestro pensamiento hacia lo que exige el menor esfuerzo mental, el que menos gasto de energía implique, probablemente porque nuestros ancestros en la escala evolutiva necesitaban toda su energía mental para lo que para ellos era importante: conservar su propia vida y la de sus familiares, encontrar comida y evitar ataques de fieras.
Si todo ello no fuera suficientemente determinante, además nuestras mentes también están programadas para conservar, asegurar, nuestra visión del mundo existente, de tal manera que las perspectivas que nos formamos a partir de nuestra perezosa preferencia por la simplicidad cognitiva, sin apenas dificultades, procuramos que se mantengan intactas, tal cual, y cualquier cuestión que las contradiga, o las ponga en cuestión en algún modo, por lo general será rechazada.
Ésta es la razón por la que, a pesar de los hechos, de las evidencias, la gente no suele cambiar de opinión, excepto en raras ocasiones.
Esta tendencia perezosa a seleccionar utilizando la simplicidad, realizando un escaso esfuerzo cognitivo y a defender las visiones del mundo que hemos ido construyendo como resultado de esa tendencia es lo que da lugar al sesgo de confirmación: la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos o ninguna consideración a posibles alternativas. Se trata de un tipo de sesgo cognitivo y el error de recurrir de forma sistemática al razonamiento inductivo (ir de lo particular a lo general), renunciando al deductivo (ir de lo general a lo particula). Las personas muestran esta tendencia cuando reúnen o recuerdan información de manera selectiva, o cuando la interpretan sesgadamente… pues creer, sentir, cosas que confirman nuestras ideas preexistentes sobre el mundo es más fácil que aceptar la posibilidad de estar equivocados y estar dispuestos a cambiar de opinión pues, tal actitud destruiría nuestra visión del mundo…
Si estás entre aquellos que han pasado de creer plenamente en la visión mundial propagandística dominante a darte cuenta de que todo lo que te han enseñado a creer sobre el mundo es una mentira, o tienes como máxima la frase de Mark Twain: “Cada vez que te encuentres del lado de la mayoría, es momento de hacer una pausa y reflexionar», entonces sabes sobradamente lo incómodo y perturbador que puede ser tener esta actitud. Nuestra psique está orientada a evitar ese trabajo y esa incomodidad porque hubo un tiempo, el de nuestros ancestros, en el que conservar energía era beneficioso para nuestra especie.
Este inconveniente, este lastre existente en nuestras mentes es explotado por los propagandistas, que nos ofrecen información al servicio de los gobernantes, de maneras que ellos saben que son aceptables y fáciles de digerir.
Cualquiera puede observar esto en cualquier medio de información, ya sea radio, televisión o periódico impreso o digital, en todos ellos hay una incesante propaganda, anuncios publicitarios que promueven y divulgan lo política y socialmente correcto… a lo sumo, en algunos se diferencian los tipos de «sesgo de confirmación» a los que recurren quienes acuden para informarse a unos u otros medios (tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis).
Las denominadas redes sociales refuerzan esta dinámica, con «algoritmos» (instrucciones o reglas definidas y no-ambiguas, ordenadas y finitas que permiten procesar datos y controlar determinados procesos), que dividen a las personas en «cámaras de eco» que se refuerzan a sí mismas; evidentemente, os algoritmos son utilizados para controlar el funcionamiento de las redes sociales y de los buscadores de internet, supuestamente para facilitarle al usuario una experiencia personalizada. De este modo la propaganda gubernamental puede deslizarse fácilmente por sus gargantas sin la más mínima arcada, reprimiendo cualquier señal de náusea.
Como resultado de lo que se viene describiendo, el consentimiento, la servidumbre voluntaria, el pensamiento acrítico se fabrica en beneficio de una estructura de poder gigante que abarca a casi todo el mundo, utilizando propaganda que aprovecha los sesgos cognitivos existentes en nuestra conciencia, debido al condicionamiento evolutivo que surgió en circunstancias que ya no están presentes en la vida humana en el mundo moderno.
Ya no necesitamos buscar simplicidad cognitiva y preservar nuestras particulares visiones del mundo para conservar energía mental, para asuntos más urgentes, como evitar a depredadores, o salir ilesos de sus posibles ataques u otros peligros afortunadamente inexistentes.
No está de más subrayar que, en la actualidad nuestra existencia como especie se siente en ocasiones estúpidamente amenazada debido a esas antiguas adaptaciones, a pesar de que la situación sea radicalmente diferent. El hecho de que hoy en día nos sintamos psicológicamente acorralados en masa y con visiones del mundo catastrofistas y apocalípticas, significa que nuestra supervivencia depende de que superemos nuestra inercia mental hacia el aprendizaje de la verdad sobre nuestro mundo.
La civilización distópica a la que nos han llevado los gobernantes está diseñada para evitar que la gente tenga la osadía de atreverse a pensar, a cambiar de opinión, a aprender que existe otra realidad muy diferente a la que nos cuentan los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas… Además de los programas informativos, también están en la misma dirección los programas de entretenimiento, todos orientados a evitar que entendamos, comprendamos la verdad sobre nuestra nación, nuestro gobierno, nuestra sociedad y nuestro mundo, porque si todos tuviéramos una comprensión lúcida de cuánto mal nos están causando los poderosos durante todo este tiempo, es seguro que no permitiríamos que los poderosos permanecieran en el poder.
Pues sí, no podemos olvidar que nuestro condicionamiento evolutivo está en nuestra contra en esto que venimos hablando, al igual que muchas de nuestras tradiciones y nuestras particulares visiones del mundo. Claro que, todo ello no significa que cambiar el rumbo sea imposible.
Igual que sabemos que es posible perder peso y ponernos en forma incluso cuando nuestro condicionamiento evolutivo nos dice que comamos tantas calorías como sea posible y pasemos tanto tiempo como podamos descansando, e incluso cuando cada parte de nuestra sociedad, la propaganda gubernamental nos invita a consumir, consumir, consumir… también es posible superar los obstáculos para formar una visión sobria y más real de lo que nos rodea. Podemos hacer que nuestros cuerpos superen los obstáculos a nuestra salud porque somos una especie inteligente y queremos lo mejor para nosotros mismos, y podemos hacer que nuestras mentes superen los obstáculos para escapar de la perversa propaganda, optando, moviendo nuestra voluntad de la misma manera.
El tiempo que se avecina decidirá si la humanidad sigue atrapada en su antiguo condicionamiento animal o es capaz de ir más allá y sobrepasar la disfuncionalidad que vengo describiendo y se convierte en una especie consciente.
A pesar de los límites de los que adolecemos, estoy convencido de que poseemos la capacidad de elegir e ir en cualquier dirección. Sin duda, depende de nosotros si queremos ser y pensar de forma racional u optar por el capricho, el deseo… la comodidad y la vagancia.