Cincinato, el cirujano de hierro, el «dictador» que renunció voluntariamente al poder en dos ocasiones, después de salvar a Roma.

De vez en cuando he escrito algún que otro artículo afirmando que «España necesita un Cincinato» que emprenda una cirugía de choque, de urgencia, de regeneración… Generalmente quienes saben de HISTORIA, y especialmente de Historia Antigua, tenemos noticias de quién fue CINCINATO y eso nos lleva a pensar que los demás también lo saben, craso error, un error imperdonable pues, como decía Albert Einstein «todos somos ignorantes, pero no todos ignoramos las mismas cosas», así que, hoy toca hablar de Cincinato.

Lucio Quincio Cincinato (519 a. C.-430 a. C.) fue un patricio, cónsul, general y posteriormente dictador romano durante un breve periodo de tiempo por orden del senado. Lucio Quincio Cincinato se convirtió en un modelo de virtud cívica para los romanos. Su rechazo a la ostentación y su disposición a servir a la república solo en tiempos de necesidad destacaban en una sociedad que valoraba profundamente el honor y el deber. Cincinato representaba la antítesis de la ambición desmedida y la corrupción, manteniéndose como un ejemplo de integridad y dedicación al bien común.

Aunque Cincinato ha sido considerado durante mucho tiempo como una representación heroica del ciudadano romano virtuoso, hay algunos historiadores que dudan de ello y afirman que no es más que un mito. Sin embargo, aunque hay muchos que no aceptan la historia como genuina, sostienen que no importa realmente si es o no verdadera. Como cualquier mito o leyenda, la historia del heroico Cincinato sirvió para unir a los ciudadanos de la incipiente República, demostrando que un ciudadano leal debe anteponer los asuntos del Estado a su propio interés.

Era un patricio, contrario al tribunado de la plebe y a toda ley escrita. Se había retirado disgustado a su finca negándose a intervenir en la política, debido a que su hijo Caeso se vio obligado a exiliarse por usar un lenguaje violento contra los tribunos. CINCINATO significa «cabello ensortijado»

Según la versión aceptada de la historia, Cincinato era un patricio y antiguo cónsul que había caído en tiempos difíciles y se encontraba cultivando una pequeña parcela de cuatro acres a lo largo de la orilla derecha del río Tíber, que más tarde se llamó Prata Quinctia en su honor. Corría el año 458 a.C. y la joven República romana estaba siendo asediada por sus vecinos. Esta vez se trataba de los ecuos, una pequeña tribu situada en el centro de Italia, al este de Roma. El ejército romano, bajo el liderazgo del cónsul Lucio Minucio Esquilino Augurino, un militar poco capaz, estaba atrapado en el monte Algidus, al sureste de Roma… Careciendo de alternativas (el cónsul Cayo Naucio Rútilo era igualmente incapaz), el Senado de Roma recurrió a Cincinato y le ofreció el cargo de «dictador». Se designaba un dictador o magister populi en tiempos de extrema emergencia, por un período de apenas seis meses durante el cual el mismo tenía completa autoridad.

Según el historiador romano del siglo I a.C., Livio, en su Historia de Roma, Cincinato estaba arando su campo (otros creen que estaba cavando una zanja) cuando se le acercó una delegación de Roma. El antiguo cónsul fue elegido por unanimidad porque «en él había un valor y una resolución a la altura de la majestuosa autoridad de ese cargo».

Después de un llamamiento para que los dioses bendijeran a la República y para que no se produjeran pérdidas o deshonor a su país debido a su avanzada edad, escuchó cómo la delegación le informaba del peligro al que se enfrentaba Roma. Con algunas dudas, Cincinato, que aún se preguntaba por qué había sido elegido, aceptó el nombramiento y partió con la delegación.

Al entrar en la ciudad, se dirigió a la asamblea, proclamando la suspensión de todos los negocios públicos y privados y ordenando el cierre de los comercios. A continuación, pidió a todos los hombres en edad militar que llegaran al Campo de Marte completamente armados y con cinco días de raciones. La victoria, según la leyenda, fue rápida y se alcanzó una paz limitada con los ecuos. Livio escribió sobre la batalla y las peticiones de los ecuos derrotados, «… no hacer de su exterminio el precio de la victoria, sino permitirles entregar las armas y partir». Desgraciadamente, los ecuos volverían en el 457 y el 455 a.C.; motivo por el cual algunos piensan que la historia no es completamente cierta.

En 15 días, Cincinato había abandonado su granja, conducido al ejército romano a la victoria y vuelto al arado. Por supuesto, no podía volver a casa sin celebrarlo. Tras un desfile de los comandantes enemigos derrotados, de los soldados romanos vencedores de Cincinato y de la exhibición del botín capturado, el carro del dictador victorioso recorrió la ciudad, empezando por el Campo de Marte, pasando por el Circo Máximo y subiendo por la Vía Sacra hasta el Templo de Júpiter, donde se hicieron los sacrificios correspondientes.

Tras la celebración renunció a la dictadura, que le había sido conferida para un período de seis meses, y a todos sus honores. Se negó a recibir cualquier tipo de recompensa y regresó a sus posesiones en el campo.

Segunda dictadura

Nuevamente fue investido en el 439 a.C. por el Senado con la dictadura, esta vez debido a la crisis surgida en la ciudad a causa de la conspiración tramada por los plebeyos, encabezada por el tribuno de la plebe Espurio Manlio… se rumoreaba que Espurio Melio estaba intentando una tiranía contra la República. Desde hacía un año, Roma estaba sumida en una terrible hambruna. Para supervisar el suministro de grano, el Senado romano nombró al antiguo cónsul Minucio, que se mostró incapaz de suministrar suficiente grano al pueblo. Muchos creían entonces que el acaudalado Melio compraba a propósito grandes cantidades de trigo fuera de la ciudad, con la esperanza de venderlo al pueblo de Roma a bajo precio (o incluso dándolo gratis), ganándose así su favor. Los patricios de la ciudad pensaban que estaba planeando establecer una monarquía.

Los patricios acudieron a Quincio Cincinato (que por aquel entonces tenía ochenta años), ya que veían peligrar sus privilegios.

El dictador acusó a Espurio Manlio de querer restablecer la monarquía, y le ordenó que se presentase ante él para ser juzgado. El jefe de la caballería del dictador dio muerte al tribuno cuando éste se negó a presentarse ante el tribunal. Lucio Quincio Cincinato apoyó la decisión de su lugarteniente, y de este modo su actuación logró evitar una guerra civil. Tras volver a conseguir sus objetivos, nuevamente renunció a la dictadura y regresó a sus labores agrícolas.

Años más tarde, el estadista y orador del siglo I a.C. Cicerón se refirió a Melio en su ensayo Las alegrías de la agricultura como un usurpador…

En estas horas amargas que sufren España y los españoles decentes, debido a la mediocre gestión económica de nuestros políticos, la mayoría corruptos, conviene rescatar la figura del patricio romano Lucio Quincio Cincinato, modelo de ciudadano virtuoso por su patriotismo y su templanza, sobriedad, moderación, mesura, austeridad

Los pueblos necesitan símbolos de estabilidad, personas virtuosas que transmitan confianza, especialmente en momentos de crisis, cuando las cosas vienen mal dadas, en situaciones adversas. Líderes que decidan con acierto y rapidez. Las gentes claman por cincinatos, mujeres y hombres, cirujanos de hierro como propone en «Oligarquía y caciquismo como forma de gobierno…» el aragonés Joaquín Costa, dispuestos a dejar el arado, su trabajo profesional, cualquiera que sea, su profesión habitual en servicio de la res publica, en el más noble sentido del término. Un Cincinato que inspiere confianza, con afán de servicio a la socidad y no con intención de servirse de ella, que de órdenes seguras, firmes, claras, exigentes para defender, salvar, proteger a la comunidad.

España está pidiendo a gritos un Cincinato que nos libere del gobierno de Pedro Sánchez y sus secuaces socialcomunistas, etarras, separatistas y quienes tienen como único objetivo la destrucción de España, de quienes quieren hundirnos. España está asediada por el paro, la recesión, los elevados gastos sociales, el endeudamiento de nuestras empresas, la baja productividad y la falta de confianza en las instituciones… España está necesitada, hoy más que nunca, de un Cincinato que logre la máxima aceptación de los españoles decentes, sirva de timonel durante el tiempo que sea necesario para impedir la destrucción de la Nación Española.

Feijoo, Abascal, e incluso Isabel Díaz Ayuso, están muy lejos de ser, de tenera actitud, voluntad de ser un CINCINATO. Urge un Cincinato con conocimientos económicos, experto y exitoso en la gestión de dineros ajenos, que goce del apoyo incondicional de los empresarios, de los profesionales liberales decentes y de los intelectuales también decentes… Un político al que no le tiemble el pulso si se trata de tomar medidas urgentes en situaciones de emergencia. Es la hora de un cirujano de hierro, de un Cincinato.

Y el más indicado, sin duda es Marcos de Quinto.

Marcos de Quinto Romero (Madrid, 26 de agosto de 1958) es un empresario, ejecutivo especialista en marketing. Entró a trabajar en Coca-Cola en 1982, ejerciendo como presidente de Coca Cola Iberia durante 14 años y también como vicepresidente de la división europea. Posteriormente, ejerció de vicepresidente a nivel mundial de The Coca-Cola Company entre 2015 y 2017, cuando anunció su salida de la multinacional, poniendo fin a una trayectoria de 35 años en la empresa. Entró entonces en el consejo de administración de Telepizza, donde permaneció un año, hasta 2018.

En 2019, Marcos de Quinto se unió al partido político Ciudadanos y fue elegido diputado en el Congreso de los Diputados de España por la provincia de Madrid, aunque su mandato fue relativamente breve, ya que dejó el cargo en 2020 tras desacuerdos con los dirigentes del partido.

Además de su carrera en Coca-Cola y la política, de Quinto ha sido un activo inversor y asesor en varias empresas, y es conocido por su enfoque pragmático y su capacidad para liderar en entornos competitivos y cambiantes, todo ello nutrido por una profunda inquietud humanista. Él se define como ejecutivo rebelde, deportista dakariano, liberal y activista anti-woke.

​Es promotor, junto a Juan Carlos Girauta, de la asociación cultural Pie en Pared, un think tank contra la denominada ‘izquierda woke’ y el separatismo.

Recientemente ha publicado «La otra vida del fugitivo» (Cántico, 2024), libro con el que irrumpe en el panorama literario llevando a la esfera pública su faceta más íntima y personal con una antología que recoge su creación poética cultivada desde sus años de juventud hasta la actualidad.

OTROS CARGOS

  • Miembro Consejo de administración (Grefusa, Refrige, Mutua Pelayo)
  • Presidente Ecoembalajes España, de la Asociación Española de Anunciantes, del American Business Council y del club de jurados de los “Premios a la Eficacia
  • Miembro de AECOC (Asociación de Fabricantes y Distribuidores), de AME (Asociación Multisectorial de Empresas, de APD (Asociación para el Progreso de la Dirección), de FIAB (Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas)
  • Consejero personal del presidente de la CEOE
  • Patrono en Curarte, Alimentum, Gaia, Coca-Cola, Race
  • Miembro de la junta de protectores del Teatro Real de Madrid desde 2009.

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