Negras tormentas agitan los aires, nubes oscuras nos impiden ver… y el PP nos pide que esperemos a que escampe y rezar para que no nos pase «na» pues, después de la tempestad viene la calma. ¿Y después qué?

En estos terribles momentos que sufre España, primero de todo es necesario subrayar que el máximo responsable de que el Gobierno de España esté en manos de socialistas, comunistas, separatistas y etarras, con Pedro Sánchez al frente, se llama MARIANO RAJOY que fue quien les abrió la puerta.

Tampoco está de más, en estos tiempos que nos ha tocado vivir, mejor dicho, sobrevivir, recordarles a algunos lo más elemental, lo más obvio: “Las más difíciles de explicar son las verdades evidentes que toda la gente ha decidido no ver”, como afirmaba Ayn Rand.

También viene a cuento traer a colación lo que decía Erasmo en su «Encomio a la estulticia» que “más vale tener gobernantes malvados que gobernantes estúpidos e ignorantes –por supuesto, mejor es tener buenos gobernantes- porque los primeros, los malvados, son previsibles: de ellos sabemos que sólo se puede esperar maldades. De los segundos, los estúpidos e ignorantes, nunca se sabe lo que nos puede llegar, puesto que, al ser ignaros y estultos, son absolutamente imprevisibles”.

Igualmente viene como anillo al dedo lo que afirma Carlo Cipolla, en “Alegro ma non troppo” que, un individuo estúpido es el tipo de persona más peligrosa que puede existir. Y añade que, el summum de la estupidez es el individuo que, causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener él ganancia personal alguna, o, incluso peor todavía, acaba provocándose daño a sí mismo.

Cualquiera que esté leyendo este texto, estará pensando inevitablemente en que, la causa fundamental de la situación que España está sufriendo se debe principalmente a que, quienes llevan las riendas son gente malvada, canallas e hijos de mala madre… pero, si se ahonda un poco, se llega a la conclusión de que, más que canallas son gente estúpida, aparte de mediocre e inoperante.

Diríase que la franquicia española de la “internacional de la estulticia” se ha hecho con el poder en el peor momento, para desgracia de los españoles. Diríase que la mayoría de nuestros conciudadanos que, hemos de pensar que no son estúpidos, ha subestimado el potencial dañino de la gente más estúpida de los que se presentaron a las últimas elecciones. Diríase que, han sido muchos los que se han asociado a individuos estúpidos y que les han entregado su confianza…

Algunos lo reconocen en privado (en público les cuesta todavía) y de momento no es de esperar que pidan perdón al resto de los españoles, por haber aupado al poder a semejantes estúpidos. Pero, otros (y no son cuatro gatos), sea por estupidez, sea por maldad, o por ambas cosas, todavía justifican y apoyan de manera entusiasta las estúpidas ocurrencias de sus líderes y no tienen la humildad suficiente para reconocer que, ellos con sus votos son los responsables de la tremenda corrupción, tanto económica como moral, del gobierno de Pedro Sánchez, de su despilfarro, de la enorme deuda pública que nos hipoteca a los actuales españoles y a futuras generaciones, por los siglos de los siglos; del deterioro constante de las diversas instituciones;… Sí, ellos son los responsables de que España camine hacia el abismo y se esté suicidando.

Si, entre otras cuestiones, algo se está produciendo en la actualidad es que los malvados, los canallas se están retratando, algunos sin recato de ninguna clase, e incluso jactándose de ello, tanto entre los fanáticos seguidores y afiliados de los partidos de izquierda, como entre los trovadores, aplaudidores y lameculos diversos de los medios de manipulación de masas (así hay que denominar a los periódicos, radios y televisiones aduladores del gobierno, generosamente regados con nuestros impuestos).

Pues sí, amigos, no hay cosa peor que un estúpido con poder. Claro que, generalmente, a los estúpidos también se les suele unir gente malvada, psicópatas, sin conciencia, sin escrúpulos morales, por aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

El esquema de pensamiento de quienes nos mal-gobiernan es como aquel niño que estaba jugando en la playa, e iba, una y otra vez, con su pequeño cubito en la mano, hasta la orilla del mar. Lo llenaba de agua y corría sobre la arena caliente para descargarlo en su piscina hinchable. Su padre observaba su ir y venir, y le regalaba una enorme sonrisa.

Transcurrido un buen rato, tras una larga ristra de viajes, el niño acabó llenando la piscina… Pero, para sorpresa de su padre, el niño no paró y siguió yendo hasta el borde el mar, y siguió echando agua en su piscina, a pesar de que, cada vez que vaciaba el cubito, la piscina rebosara y el agua cayera en la arena.

El padre se le acercó y le dijo en voz baja: “No te das cuenta de que la piscina ya está llena. Solo estás derramando agua en la arena”. El niño lo miró con ese gesto de censura que se dirige a quien no entiende lo evidente. “No te das cuenta de que quiero meter todo el mar en la piscina”.

La infantil arrogancia del niño, debido a su inmadurez, lo lleva a creer que es posible meter la inmensidad del océano en una piscina. 

Pues sí, aunque parezca paradójico, la capacidad intelectiva de algunos es muy peligrosa, especialmente la de quienes hoy se dedican en España a eso de la «política», de quienes pretenden hacerse un patrimonio a nuestra costa, de quienes parasitan y viven de nuestros impuestos, independientemente de su adscripción ideológica. Su indigencia, su precariedad intelectual tiende a hacerles creer que pueden resolver todos los problemas que se les ponga por delante, como si dispusieran de una barita mágica, o con sólo desearlo, tal como el niño que pretendía meter toda el agua del mar en una pequeña piscina hinchable.

Estamos hablando de una estupidez que lleva a la arrogancia. Y la arrogancia es la fuente principal del error. El premio Nobel de Economía Friedrich Hayek llamó a esta forma de pensar “La fatal arrogancia”.

En estas circunstancias terribles que nos han tocado en suerte, verdadera mala suerte como si a los españoles nos hubieran echado mal de ojo, tampoco hay que olvidar que, tal como algunos afirman, que un socialista y un comunista al fin y al cabo son iguales, lo único en que se diferencian es que, los socialistas tienen más paciencia.

El caso es que, lo que están demostrando Pedro Sánchez y los enemigos de España que lo sostienen en la presidencia del gobierno es que hacen suyo aquello de “cuanto peor, mejor”. Es por ello que llevan más de un lustro participando en una carrera desenfrenada, en múltiples momentos dando pasos de ciegos y a golpe de ocurrencia hacia el intervencionismo, la planificación centralizada de la economía, y la abolición –de facto- de la Constitución Española de 1978.

Las olas del mar y las mareas se mueven por infinidad de factores agregados que no pueden regularse, planificarse, metiendo agua en una piscina. Y la competencia, los mercados y la convivencia social son tan complejos e inmensos como el mar. El intento de llenar la piscina es un acto de arrogancia.

El esfuerzo regulatorio suele ser exactamente lo mismo. Y, todo esto es lo que, quienes nos mal-gobiernan no acaban de entender, cuando, llevados por su soberbia, y perversa ignorancia, dan prioridad a estupideces, en lugar de poner en primer lugar de su lista de prioridades el derecho a la vida y el derecho a la libertad, el derecho a la propiedad, y un largo etc. Claro que, lo mismo se puede decir de la supuesta oposición pues, en el fondo y en la forma tanto VOX como PP también son miembros del consenso socialdemócrata.

De veras, teniendo en cuenta que el Partido Popular es idéntico al PSOE, pero con unos cuatro años de retraso, y cuando llega al gobierno de España actúa igual que los socialistas y no deroga ninguna de las leyes aprobadas cuando está en la oposición, como hizo cuando Aznar era presidente, y posteriormente Rajoy, los españoles deben abandonar toda esperanza; y más todavía si añadimos que tampoco VOX tiene un programa de gobierno alternativo ni capacidad de influir sobre el más que posible gobierno que acabará, posiblemente, encabezando Alberto Núñez Feijoo…

Siendo realistas, hay que tener muy claro que esto no va a acabar mañana, la tormenta va a ser larga y prolongada pues los que dicen que, si logran desalojar a Pedro Sánchez emprenderán acciones regeneradoras, siguen empecinados en aplicar las mismas medicinas que los actuales gobernantes y no pretenden cambiar de rumbo.

De todos modos, prefiero no perder definitivamente la esperanza, no abandonar el optimismo, todavía quiero pensar que el pueblo español acabará más pronto que tarde, dando una vez más muestras de sabiduría y de bien hacer como ha ocurrido en otros momentos de la historia en la que la Patria estuvo en peligro, y tardemos más, o tardemos menos, los españoles acabarán desalojando del gobierno a quienes no acaban de entender (y posiblemente nunca lo logren) que los gobernantes sabios, sensatos, poseen humildad y no se dejan llevar por la arrogancia.

Claro que, para que no tarde demasiado tiempo en suceder, más valdría que algún «Cincinato», algún «Cirujano de Hierro» se lance cuanto antes al ruedo, como por ejemplo Marcos de Quinto y empiece por salir de su zona de confort y busque apoyos entre la élite empresarial, los intelectuales no progresistas, los profesionales liberales y los funcionarios decentes que, haberlos haylos.

Pues, de Feijoo y Abacal, no nos engañemos, poco o nada se puede esperar por más que recemos o acabe escampando momentáneamente.

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