Ómicron, la nueva variante del Covid-19 y los medios de información que «viven del pánico»
Buen fin de semana… y a disfrutar el «puentazo» si es que os lo podéis permitir. La relatividad es importante. No se asusten, no pretendo hablar de la teoría de Einstein. El número DOS por ejemplo, es simplemente un número, el resultado de sumar uno más uno. El número DOS no lleva implícito ningún juicio de valor. Dos euros (por ejemplo) no es mucho, sin embargo, dos cumpleaños en confinamiento, en arresto domiciliario, con la capacidad de movimiento reducida, empieza a ser ya una exageración. Y eso parece que es lo que nos tienen reservadas las autoridades. La mayoría de los científicos está de acuerdo en que la nueva variante del covid-19, que han bautizado como «ómicron», no es más peligrosa que las anteriores manifestaciones del COVID. Los virus suelen presentar mutaciones —sucede todos los años con la gripe— y esto no los convierte necesariamente en una terrible amenaza para los humanos. Incluso, si damos por verdad lo que la OMS afirma de que las vacunas están funcionando y nos están protegiendo, tal como supuestamente lo han hecho de las variantes anteriores. ¿Por qué, entonces, debemos tenerle miedo a ómicron? Quien esté al corriente de cómo funcionan los medios de información habrán llegado a la conclusión, hace ya mucho tiempo, de que la mayoría depende del caos y la desgracia. El miedo produce tres cosas «importantes»: vende; une —a veces artificialmente— a la sociedad contra un enemigo común y allana el camino para soluciones fáciles y prefabricadas, normalmente en forma de políticas totalitarias camufladas como «sacrificios temporales». Desde que tuvimos conocimiento de la maldita pandemia, yo he sido de los que consideraban necesario el uso de máscaras y si alguien me preguntaba, siempre he constestado que algo harían para frenar el covid-19 y que posiblemente provocan más beneficios que perjuicios, y no me he opuesto a ellas; tampoco me he opuesto a la recomendación de mantener lo que han dado en llamar «distanciamiento social» y respecto de la vacunación, aunque tuviera mis reservas, tampoco he luchado contra ellas. Sin embargo, me opongo rotundamente a los «pasaportes sanitarios» y a los intentos de convertir en obligatoria la vacunación. En tiempos de crisis, son la sensatez y la información veraz, las que conducen a que la población se mantenga unida, la única posibilidad de salvarnos; todo lo contrario de recurrir al apartheid sanitario, o al arresto domiciliario, o a la paralización parcial o total de la economía que, aparte de privación de derechos y libertades, solamente traerán miseria, y más y más desempleo, y más y más miseria… Los medios de información que acostumbran a inducir al pánico, que fomentan el terror, están rezando, suplicando por la llegada de una «nueva ola» del COVID-19, o se produzca una nueva mutación, simplemente para tener algo de qué hablar, ya que el miedo no es solo una emoción primaria, absolutamente tóxica y alienante, sino que para quienes dirigen la mayoría de los medios de información y creadores de opinión (todos en general muy bien pagados, generosamente regados con dineros de nuestros impustos) es principalmente un producto, su producto. ¿Necesitamos cuidarnos del COVID19, seguir tomando precauciones, seguir estando alertas, no confiarnos, no bajar la guardia…? Por supuesto, por nuestra propia vida y la de los que nos rodean. Como ante cualquier microorganismo patógeno. Como ante cualquier enfermedad infecto-contagiosa. Y, por supuesto, proteger a los ciudadanos más vulnerables, quienes están en mayor riesgo de contraer la enfermedad y morir… Pero, … ¿Es necesario parar la totalidad de la actividad del planeta, paralizar la economía, obligar a permanecer en sus casas a toda la gente, cada vez que el virus mute? No, rotundamente NO. Más vale que empecemos a aprender a vivir con él, como tantas veces lo hemos hecho, cuando la Humanidad ha tenido que hacer frente a epidemias terribles y mucho más letales, en múltiples momentos de la Historia. Así que, a cuidarse, a darse una buena vida, y a disfrutar del «puente» de la Constitución y de la Inmaculada Concepción… |
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