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¿A quién le importa si España se rompe por el norte, por el sur, por el este o por el oeste?

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN

Mi amigo Francisco Rubiales publica hoy un artículo en su blog, https://www.votoenblanco.com/Y-si-la-independencia-de-Cataluna-fuera-buena-para-Espana_a9025.html que titula ¿Y si la independencia de Cataluña fuera buena para España? que merece ser leído con suma atención pues, no tiene desperdicio.

También, este fin de semana último, previo al aquelarre separatista del 11 de septiembre en Cataluña, en el que tienen la feliz ocurrencia de celebrar una derrota (la rendición de la ciudad de Barcelona a las tropas de Felipe V, en 1714, en la guerra de sucesión), conversaba con un amigo mío israelí acerca de la situación que vive actualmente España. Me preguntaba, entre otras cuestiones, acerca de a quién o quiénes beneficiaría que Cataluña y las Provincias Vascongadas se separaran de España, quiénes podrían tener interés en destruir España… También me decía que, es del género tonto obligar a ser «españoles » a quienes no quieren serlo, que mejor dejarlos marchar. Otra cuestión, para él sorprendente, es que una cantidad tan ínfima de españoles, residentes en Cataluña y las Provincias Vascongadas tengan tantísimo poder y capacidad de influir sobre los diversos gobiernos que se han ido sucediendo en el casi medio siglo que ha transcurrido desde la muerte del General Franco. Tampoco salía de su asombro cuando le comentaba yo que la actual situación de España no existía en aquella época denominada «transición» y que el problema de los separatismos fue creado por la nueva organización territorial que se puso en marcha con aquel maravilloso invento (mejor dicho, estafa) del «estado de las autonomías»…

Tanto mi amigo, Zamir, como la mayoría de la gente extranjera que procura estar bien informada, se ha «creído» el discurso separatista de catalanes y vascos y se piensa que son conflictos que vienen de siglos atrás, que se remontan muy lejos en el tiempo. También los que participan de tal idea sólo conocen una historia de España, la historia negrolegendaria.

Pues sí, a mi amigo Zamir le resulta un disparate de grado sumo que quienes diseñaron la Constitución Española de 1978, y la ley electoral, les dieran un poder inmenso a los enemigos de España y les otorgaran la enorme capacidad de influencia de la que disponen que, llega a tal extremo de poder chantajear permanentemente, de forma sistemática a los gobiernos que se han sucedido en las últimas décadas. Tampoco se explica mi amigo Zamir, que se acabaran transfiriendo a los 17 gobiernos regionales competencias tales como la enseñanza pública, la sanidad, la administración de justicia, etc.

En una larguísima conversación -enriquecedora por ambos lados- me preguntaba que de dónde venía el odio a España que profesan muchos españoles. Él pensaba que era cosa exclusiva de las regiones españolas donde mayor número de separatistas existe. Le tuve que explicar que en cada una de las regiones, denominadas «comunidades autónomas» se enseña una historia diferente de España (aunque básicamente todas parten de la leyenda negra antiespañola), se enseña odio a todo lo que huela a España, a su idioma (el común de todos los españoles, el de más de 500 millones en el mundo, la segunda lengua más usada en internet…), también se enseña a odiar la tradición, y una larga lista de tropelías, de despropósitos que comienza en el parvulario y llega hasta la universidad y es reforzado por las diversas televisiones, todas ellas en manos de la izquierda y de los separatistas.

Fueron minutos y minutos de conversación con mi amigo Zamir en los que a medida que avanzábamos estaba cada vez más estupefacto, atónito, no entraba en su cabeza -y sobre todo siendo israelí- que España hubiera creado semejante monstruo, de siete extremidades, lo hubiera amamantado, lo hubiera cebado hasta alcanzar el tamaño actual; no entraba en su cabeza que España es el único país del mundo con un sistema político pensado para que aquellos que quieran destruirlo dispongan de los instrumentos institucionales, culturales, financieros, del sistema de enseñanza pública, y de los medios creadores de opinión y manipulación de masas para hacerlo con total comodidad; se llama «estado de las autonomías».

Ni que decir tiene que tuve que explicarle a mi amigo Zamir que nunca a lo largo de la Historia hubo ningún reino con el nombre de Cataluña o de Euskadi, y que siempre fueron parte de España, desde la época en que España era una provincia de Roma, pasando por el Reino Visigodo, luego provincias de Castilla y de Aragón respectivamente (aunque hubiera un breve periodo en que Cataluña formara parcialmente parte del reino franco) … Así, tras muchos minutos, le expliqué que la época de la historia de España más parecía a la actual era la de hace un siglo, el momento en el que Don Alfonso XIII (bisabuelo de Don Felipe VI) le encargó al General Don Miguel Primo de Rivera que se hiciera cargo de la presidencia del Gobierno y pusiera orden para, entre otras cuestiones acabar con el separatismo, o mejor dicho los separatismos, aparte de la enorme corrupción, del enorme índice de criminalidad, etc. etc.

Mi amigo Zamir me insistía en que, los españoles deberíamos preguntarnos, quién podía tener interés en destruir España, que acabara fragmentada. Evidentemente, yo le respondí que el interés es de determinadas naciones, concretamente las que tienen economías más avanzadas que la española que, coinciden a su vez con las que han fomentado la leyenda negra antiespañola, y que fueron protagonistas especialmente importantes y apoyaron y promovieron de forma entusiasta la destrucción del imperio español… Hablando de protagonistas, no hay que olvidar cuáles fueron los principales: los que entonces se hacían llamar progresistas, aquí y al otro lado del Atlántico, de los cuales la izquierda española dice ser heredera.

Tras casi una hora de conversación, tanto mi amigo Zamir como el que esto les cuenta llegamos a la conclusión de que otro factor importante (si no el que más) es que, tanto en España como en cualquier país europeo, a la mayoría de la gente le importa un bledo lo que le ocurre a los habitantes del pueblo más cercano, o de la región vecina, o de la nación más próxima o menos próxima de eso que llaman «Unión Europea», respecto de la cual mi amigo y yo coincidimos en que está en declive y más con la invasión más o menos silenciosa de musulmanes y con el descenso enorme de la natalidad de los europeos autóctonos…

Añadía Zamir que, si la EU se acabara rompiendo, posiblemente comenzaría una «competencia» entre los distintos pases y volvería el sentimiento «nacional». De manera que las diversas banderas dejaran de ser un simple trapo usado en los diversos eventos deportivos.

Su afirmación me hizo responderle que la UE se puede decir que está ya rota, la crisis económica que afecta a Europa es brutal, la dependencia de los EEUU cada vez es mayor… es cuestión de tiempo que los países pagadores se acaben negando a subsidiar a los receptores, como son España, Portugal, Grecia, etc.

Sin duda, Europa se está suicidando colectivamente, la burocracia de Bruselas está hundiendo su industria, su agricultura, Europa cada vez es más dependiente energéticamente de países no europeos, y un largo etc.

Respecto de que a la mayor parte de europeos y a los españoles en particular les da lo mismo lo que ocurre en el pueblo de al lado, efectivamente, los «hobbits», como llama Jason Brennan a la mayoría de la población de los países occidentales, en su libro «Contra la Democracia», que generalmente deciden ser ignorantes de forma voluntaria, viven al margen de todo aquello que les pueda inquietar o causar problemas, o complicarles la vida y les importa un bledo si hay una banda de fanáticos que pretenden romper España, sea por el nordeste, o por cualquier otro lugar; es más, posiblemente ni siquiera sepan qué está ocurriendo en estos instantes y menos acerca de si Pedro Sánchez y sus secuaces (socialistas, comunistas, etarras y separatistas) tienen ya decidido, si logran hacerse nuevamente con el gobierno de España, pretenden destruir España. Ya digo, les importa un carajo… Como mucho, algunos «hobbits» estarán más o menos al corriente del «affaire Rubiales», por aquello de que, si no están informados de los chismorreos que repiten las televisiones hasta el hartazgo, no podrán luego entablar conversación con otros «hobbits» y «socializar» como dicen ahora los que pretenden ser más «modernos» evitando palabras españolas como alternar, o relacionarse…

Coincidíamos ambos en que los únicos que todavía parece que no se están viendo afectados, de momento (aparte de algunas naciones de la Europa del este), son los suizos que, según demuestran no son ignorantes voluntarios y no se desentienden de lo que sucede en la comuna vecina, o en el cantón vecino, o respecto de lo que se cuece en el gobierno federal, aunque ignoren cómo se llama su presidente.

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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