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ADRIANO MOREIRA. UN HOMBRE DE DERECHAS QUE SIEMPRE VIVIÓ “EN LA PARTE DE ARRIBA DE LA HISTORIA”. ADRIANO MOREIRA. A DIREITA DE UM HOMEM QUE SEMPRE VIVEU “ACIMA DA HISTÓRIA»

DAVIDE PEREIRA

ADRIANO MOREIRA durante más de un siglo de vida fue «todo o casi todo», dejando «100 años al servicio de Portugal»; una “personalidad fundamental del siglo XX y principios del XXI”; «uno de los más importantes pensadores políticos del Portugal contemporáneo», que deja un «legado de verdadero servidor público»; un “testimonio de vida difícil de igualar”.

Figura única en la vida pública portuguesa, tanto por su longevidad como por la singular trayectoria política que lo llevó de ministro de SALAZAR a senador del régimen democrático, académico pionero en resaltar y darle valor a las ciencias políticas y los estudios militares en la enseñanza superior, el primero El líder del CDS recibió ayer palabras de homenaje desde múltiples frentes.

En declaraciones en el Palacio de Belém, el presidente de la República destacó los «100 años de vida, 100 años de trabajo, 100 años de servicio a Portugal» de Adriano Moreira, un hombre «que lo fue todo o casi todo» – « académico, maestro de civiles y militares, luchador por la libertad y la democracia, luego reformador imposible en dictadura, aún revocando el Estatuto del Indigenato. Exiliado, retornado, presidente de un partido político, vicepresidente de la Asamblea de la República, consejero de Estado”. «Adriano Moreira nos dejó». 

En paz, sereno, en la historia, pero por encima de la historia, como siempre la vivió», dijo Marcelo Rebelo de Sousa.

Miembro del CDS desde fines de la década de 1970 y ex líder, Adriano Moreira también fue recordado por los presidentes centristas actuales y anteriores como una figura importante en el partido y en la sociedad portuguesa. 

Una «personalidad fundamental del siglo XX y principios del XXI», dijo Nuno Melo, hablando también de un «gran referente del CDS», un «ejemplo» a seguir. Paulo Portas, en una nota a la agencia Lusa, lamentó la pérdida de uno de los «más grandes sabios» y «mejores estadistas» de Portugal, definiendo a Adriano Moreira como «príncipe de la política» y «pensador de la diplomacia». Assunção Cristas, por su parte, destacó la “enorme coherencia” y “gran fidelidad a los principios en los que creía”. Uno de los más destacados fue la democracia cristiana. Ayer, el cardenal-patriarca de Lisboa, Manuel Clemente, también dejó un “homenaje de agradecimiento”: “Es una vida siempre muy fiel a sí misma, a sus sentimientos y pensamientos”.

El gobierno ya emitió una nota, al inicio de la noche, señalando al «abogado, académico, político, pensador atento al lugar de Portugal en el mundo, a las cuestiones de seguridad y defensa y a la realidad internacional», que se destacó «por su intervención política y cívica» y «con quien la democracia ha sabido reconciliarse».

El expresidente de la República Cavaco Silva también evocó al «portugués ilustre» y al «orgulloso Trás-os-Montes», «uno de los pensadores políticos más importantes del Portugal contemporáneo»: «Como mencioné en 2009, Adriano Moreira «pertenecía al linaje de los que permanecen fieles a su palabra y a su camino» – y en un tiempo tan volátil como el que nos tocó vivir, esto solo ya es motivo de admiración y alabanza.”

El presidente del PSD, Luís Montenegro, escribió en Twitter que la exconsejera de Estado deja “un legado muy rico de pensamiento sobre valores y principios sociales”. El exlíder socialdemócrata Rui Rio también reaccionó públicamente ante la muerte del político y académico: «Mi homenaje a Adriano Moreira, cuya integridad, conocimiento y valor intelectual siempre me han impresionado.

Isabel Moreira, hija de Adriano Moreira, también dejó un testimonio en las redes sociales, con un sentido mensaje dirigido a su padre: «Este amor siempre ha hecho de hoy el día que más temí en mi vida». “La plenitud de haberlo dicho, la plenitud de haber sentido, de que todo en nosotros tenga sentido, padre, mi amor, el amor de mi vida, gracias”, escribió.

Desde la prisión de Aljube…

Adriano José Alves Moreira nació en Grijó, Macedo de Cavaleiros (distrito de Bragança), el 6 de septiembre de 1922. Todavía no tenía dos años cuando sus padres se trasladaron a Lisboa, al barrio de Campolide, mudanza que no cortaría su profunda conexión con las raíces de Trás-os-Montes, que mantuvo durante toda su vida. 

En sus memorias, Adriano Moreira evoca las largas vacaciones que pasaba en su pueblo natal como un tiempo de absoluta libertad, destacando la figura tutelar de su abuelo materno. «Un hombre extraordinario, sensato, muy lúcido y muy inteligente», diría en una entrevista con Diário de Notícias, en 2016, revelando que estas experiencias lo hicieron «mucho más de Trás-os-Montes que de Lisboa».

Pero fue en Lisboa donde creció, ingresando primero en el Liceu Passos Manuel, luego en la Facultad de Derecho de Lisboa, donde se licenció en Ciencias Histórico-Jurídicas en 1944. Siendo aún becario en un bufete de abogados, firmó las listas del Movimiento de Unidad Democrática (MUD) para pedir elecciones y luego se involucra en el proceso iniciado por la familia del General Marques Godinho –quien había muerto en prisión tras participar en un fallido golpe de Estado contra el régimen– contra el entonces Ministro de Guerra, Fernando dos Santos Costa. 

Adriano Moreira acabará en la cárcel de Aljube, tras invocar el «secreto profesional» cuando la PIDE le pregunta quién le había hablado del proceso. 

Pasó unos dos meses en prisión, donde inició una amistad improbable que duró toda la vida: «Tuve, en mi sala, Historia de la Filosofía de Hegel y El Príncipe [de Maquiavelo]. Viene a mí, dice que se llama Mário Soares y dice “usted lee una literatura reaccionaria”. Y yo: «Estoy estudiando para miguelista». Y seguimos siendo amigos hasta hoy”, dijo a DN…. Ministro de Salazar.

Entre 1957 y 1959, Adriano Moreira formó parte de la delegación portuguesa ante la ONU, experiencia que lo marcaría profundamente. Sus posiciones sobre África, la defensa de las tesis del lusotropicalismo, llamaron la atención de António de Oliveira Salazar, quien lo invitó al gobierno.

Adriano Moreira se desempeñaría como Subsecretario de Estado para la Administración Exterior entre 1960 y 1961 y luego como Ministro de Asuntos Exteriores hasta 1963, coincidiendo con el estallido del conflicto armado en Angola. 

Un mandato marcado por la aprobación de una legislación que puso fin al Estatuto del Indigenato, que negaba la ciudadanía a los nativos de las colonias, el Código del Trabajo Rural o la creación de la enseñanza superior en Angola y Mozambique, pero también la apertura del Campo de Trabalho de Chão Well, en la isla caboverdiana de Santiago, donde funcionó el Campo Penal do Tarrafal (1936-1956) y donde, en años posteriores, serían detenidos muchos de los que luchaban por la independencia.

El mandato de Adriano Moreira en el Ministerio de Ultramar duró dos años, hasta que Salazar le pidió que cambiara la dirección de las políticas para África. «Su Excelencia acaba de perder un ministro», fue la respuesta, que él mismo cuenta en A Espuma do Tempo. Memoria del Tiempo de Vísperas.

Adriano Moreira vuelve así a la vida académica y asume la presidencia de la Sociedad Geográfica. En 1968 se casó en Sintra con Isabel Mónica Lima Mayer -matrimonio que cumplió 54 años el pasado mes de agosto-, con la que tuvo seis hijos.

Del exilio en Brasil a Consejero de Estado.

Un año después, el 25 de abril, en una visita a Brasil, supo por el almirante Pinheiro de Azevedo de la orden de arresto que le esperaba en el Caluroso Verano de Lisboa. 

Exiliado, regresó a Portugal en 1977, mandando Ramalho Eanes su reintegro, con efecto retroactivo, en la Universidad de Lisboa y en el extinto Instituto Superior Naval de Guerra. 

Invitado por figuras como Diogo Freitas do Amaral, Adelino Amaro da Costa y su gran amigo Narana Coissoró, se incorporó luego al Centro Democrático y Social (CDS), que lideraría entre 1986 y 1988. Diputado entre 1980 y 1995, fue vicepresidente de la Asamblea de la República. En 2015, designado por el CDS, asumió el cargo de Consejero de Estado, cargo que ocupó hasta 2019, junto al actual Presidente, Marcelo Rebelo de Sousa.

Si la carrera política era un «deber cívico», como afirmó, la vocación asumida siempre por Adriano Moreira fue la vida académica, con foco en ciencias políticas y relaciones internacionales y estudios sobre seguridad y defensa. 

Vinculado durante muchas décadas a lo que hoy es el Instituto de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad de Lisboa (ISCSP), que él mismo dirigía, también desempeñó un papel importante en los estudios militares -no por casualidad, entre las muchas distinciones honoríficas que recibió se encuentran los más importantes de la Armada, Ejército y Fuerza Aérea. Condecorado en 2017 con la Gran Cruz de la Orden del Infante D. Henrique -para subsanar «una pequeña omisión histórica», dijo entonces el Presidente de la República-, este año, también de manos de Marcelo Rebelo de Sousa, recibió la Gran Cruz de la Orden de Camões. En julio de este año, se convirtió en el primer doctor honoris causa del Instituto Universitário Militar, en reconocimiento a la afirmación de las ciencias militares en el mundo académico.

Esta vez fue Adriano Moreira, a sus 100 años. El país está perdiendo a algunos de los mejores. A cambio, gana unos “cromos” en la televisión y en la política.

ADRIANO MOREIRA ao longo de um século de vida foi «tudo ou quase tudo», deixando «100 anos de serviço a Portugal»; uma «personalidade fundamental do século XX e do início do século XXI»; «um dos mais importantes pensadores políticos do Portugal contemporâneo», que deixa um «legado de verdadeiro serviço público»; um «testemunho de vida dificilmente igualável”.

Figura ímpar da vida pública portuguesa, quer pela longevidade, quer pelo percurso político singular que o levou de ministro de SALAZAR a senador do regime democrático, académico pioneiro na valorização da ciência política e dos estudos militares no ensino superior, o antigo líder do CDS recebeu ontem palavras de homenagem de vários quadrantes.

Numa declaração no Palácio de Belém , o Presidente da República destacou os «100 anos de vida, 100 anos de obra, 100 anos de serviço a Portugal» de Adriano Moreira, um homem «que foi tudo ou quase tudo» – «académico, mestre de civis e militares, lutador pela liberdade e democracia, depois reformador impossível em ditadura, ainda assim revogando o Estatuto do Indigenato. Exilado, regressado, presidente de um partido político, vice-presidente da Assembleia da República, conselheiro de Estado». «Deixou-nos Adriano Moreira”. 

Em paz, sereno, na história, mas acima da história, como sempre viveu», referiu Marcelo Rebelo de Sousa.

Militante do CDS desde o final dos anos 70 e antigo líder, Adriano Moreira foi também lembrado pelo atual e pelos antigos presidentes centristas como uma figura maior do partido – e da sociedade portuguesa. 

Uma «personalidade fundamental do século XX e do início do século XXI», referiu Nuno Melo, falando também numa «referência maior do CDS», um «exemplo» a seguir. Já Paulo Portas, numa nota à agência Lusa, lamentou a perda de um dos «maiores sábios» e «melhores estadistas» portugueses, definindo Adriano Moreira como «um príncipe da política» e um «pensador da diplomacia». Assunção Cristas, por seu lado, destacou a «enorme coerência» e a «grande fidelidade aos princípios em que acreditava». Um dos mais destacados era a democracia-cristã. Ontem, também o cardeal-patriarca de Lisboa, Manuel Clemente, deixou uma «homenagem agradecida»: «É uma vida sempre muito fiel a si própria, aos seus sentimentos e pensamentos.”

Já o governo emitiu uma nota, ao início da noite, apontando o «advogado, académico, político, pensador atento ao lugar de Portugal no mundo, às questões de segurança e defesa e à realidade internacional», que se destacou «pela sua intervenção política e cívica» e «com quem a democracia se soube reconciliar».

Também o antigo Presidente da República Cavaco Silva veio evocar o «português ilustre» e o «orgulhoso transmontano», «um dos mais importantes pensadores políticos do Portugal contemporâneo»: «Como já referi em 2009, Adriano Moreira «pertenceu à estirpe dos que permanecem fiéis à sua palavra e ao seu trajeto» – e num tempo tão volátil como o que nos coube viver só isso é já causa de admiração e louvor.”

Já o presidente do PSD, Luís Montenegro, escreveu no Twitter que o antigo conselheiro de Estado deixa «um legado riquíssimo de pensamento sobre valores e princípios sociais». Também o antigo líder social-democrata Rui Rio veio a público reagir à morte do político e académico: «A minha homenagem a Adriano Moreira, cuja integridade, conhecimento e valia intelectual sempre me impressionaram.

Quem também deixou um testemunho nas redes sociais foi Isabel Moreira filha de Adriano Moreira, com uma sentida mensagem dirigida ao pai: «Este amor sempre fez do dia de hoje o dia que mais temi na vida». «A plenitude de ter dito, a plenitude de ter sentido, de tudo em nós fazer sentido, pai, meu amor, amor da minha vida, obrigada», escreveu.

Da prisão do Aljube…

Adriano José Alves Moreira nasceu em Grijó, Macedo de Cavaleiros (distrito de Bragança), a 6 de setembro de 1922. Ainda não tinha dois anos quando os pais se mudaram para Lisboa, para o bairro de Campolide, uma mudança que não lhe cortaria a profunda ligação às raízes transmontanas, que manteve durante toda a vida. 

Nas suas memórias, Adriano Moreira evoca as férias grandes que passava na aldeia natal como um tempo de absoluta liberdade, destacando a figura tutelar do avô materno. «Um homem extraordinário, sensato, muito lúcido e muito inteligente», contaria numa entrevista ao Diário de Notícias, em 2016, revelando que estas vivências o tornaram «muito mais transmontano do que lisboeta».

Mas foi em Lisboa que cresceu, ingressando primeiro no Liceu Passos Manuel, depois na Faculdade de Direito de Lisboa, onde se formou em Ciências Histórico-Jurídicas em 1944. Ainda estagiário num escritório de advogados, assina as listas do Movimento de Unidade Democrática (MUD) a pedir eleições e, mais tarde, envolve-se no processo movido pela família do general Marques Godinho – que morrera na prisão depois de participar num golpe falhado contra o regime – ao então ministro da Guerra, Fernando dos Santos Costa. 

Adriano Moreira acabará na prisão do Aljube, depois de invocar «segredo profissional» quando a PIDE lhe pergunta quem falara com ele sobre o processo. 

Permaneceu cerca de dois meses na prisão, onde começou uma amizade improvável, que ficou para toda a vida: «Eu tinha, na minha camarata a História da Filosofia, do Hegel, e O Príncipe [de Maquiavel]. Ele chega ao pé de mim, diz que se chama Mário Soares e diz «você lê uma literatura toda reacionária». E eu: «Estou a fazer estudos para miguelista.» E ficámos amigos até hoje», contou ao DN…. a ministro de Salazar.

Entre 1957 e 1959, Adriano Moreira integra a delegação portuguesa junto da ONU, uma experiência que o marcará profundamente. As suas posições sobre África, a defesa das teses do lusotropicalismo, chamam a atenção de António de Oliveira Salazar, que o convida para o governo.

Adriano Moreira viria a exercer funções como subsecretário de Estado da Administração Ultramarina entre 1960 e 1961 e depois como ministro do Ultramar, até 1963, coincidindo com o eclodir do conflito armado em Angola. 

Um mandato marcado pela aprovação de legislação que acabou com o Estatuto do Indigenato, que negava a cidadania aos naturais das colónias, do Código do Trabalho Rural ou a criação do ensino superior em Angola e Moçambique, mas também a abertura do Campo de Trabalho de Chão Bom, na ilha cabo-verdiana de Santiago, onde funcionara o Campo Penal do Tarrafal (1936-1956) e onde seriam presos, em anos posteriores, muitos dos que lutavam pela independência.

A passagem de Adriano Moreira pelo Ministério do Ultramar durou dois anos, até Salazar lhe pedir para mudar a orientação das políticas para África. «Vossa Excelência acaba de perder um ministro», foi a resposta, que o próprio conta em A Espuma do Tempo. Memória do Tempo de Vésperas.

Adriano Moreira regressa, assim, à vida académica, e assume a presidência da Sociedade de Geografia. Em 1968 casa em Sintra com Isabel Mónica Lima Mayer – um casamento que completou em agosto último 54 anos -, com quem teve seis filhos.

De exilado no Brasil a conselheiro de Estado.

Um ano após o 25 de Abril, de visita ao Brasil, ficou a saber pelo almirante Pinheiro de Azevedo do mandado de captura que o esperava no Verão Quente de Lisboa. 

Exilado, regressa a Portugal em 1977, com Ramalho Eanes a mandar reintegrá-lo, com efeitos retroativos, na Universidade de Lisboa e no já extinto Instituto Superior Naval de Guerra. 

Convidado por figuras como Diogo Freitas do Amaral, Adelino Amaro da Costa e o grande amigo Narana Coissoró, ingressa depois no Centro Democrático e Social (CDS), que virá a liderar entre 1986 e 1988. Deputado entre 1980 e 1995, foi vice-presidente da Assembleia da República. Em 2015, indicado pelo CDS, assumiu funções como conselheiro de Estado, que manteve até 2019, já com o atual Presidente, Marcelo Rebelo de Sousa.

Se a carreira política foi um «dever cívico», como afirmou o próprio, a vocação sempre assumida por Adriano Moreira foi a vida académica, com enfoque na ciência política e relações internacionais e nos estudos sobre segurança e defesa. 

Ligado, desde há muitas décadas, ao que é hoje o Instituto de Ciências Sociais e Políticas da Universidade de Lisboa (ISCSP), que dirigiu, teve também um importante papel nos estudos militares – não por acaso, entre as muitas distinções honoríficas que recebeu estão as mais importantes da Armada, do Exército e da Força Aérea. Agraciado em 2017 com a Grã-Cruz da Ordem do Infante D. Henrique – para corrigir «uma pequena omissão histórica», afirmou então o Presidente da República -, recebeu já este ano, também das mãos de Marcelo Rebelo de Sousa, a Grã-Cruz da Ordem de Camões. Em julho deste ano tornou-se no primeiro doutor honoris causa do Instituto Universitário Militar, em reconhecimento pela afirmação das ciências militares no mundo académico.

Desta vez foi Adriano Moreira, aos 100 anos. O país vai perdendo alguns dos melhores. Em troca ganha uns “cromos “ na televisão e na política.

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Davide Pereira

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