Nick Giambruno
El congresista estadounidense Thomas Massie afirma que, si cada familia norteamericana decidiera comprar vehículos eléctricos sería algo parecido a que en cada casa hubiera 25 frigoríficos, con lo que esto supondría de gasto en energía eléctrica.
El congresista Thomas Massie, un ingeniero eléctrico, hizo esta afirmación mientras discutía con Pete Buttigieg, el secretario de Transporte, el plan del presidente Biden de que el 50% de los automóviles vendidos en EE. UU. sean eléctricos en 2030.
La red actual y futura en la mayoría de los lugares no podrá soportar que cada hogar tenga 25 refrigeradores, ni siquiera la mitad. Basta mirar a California, donde la red ya está cayéndose debido a la carga actualmente existente.
Massie afirma de manera correcta que la noción de una adopción generalizada de vehículos eléctricos en el corto plazo es una fantasía peligrosa basada en la ciencia política, no en la ingeniería sólida .
No obstante, los gobiernos, los medios de comunicación, el mundo académico, las grandes corporaciones y las celebridades pregonan una «transición» inminente a los vehículos eléctricos como si estuviera predeterminada desde arriba.
Están intentando conseguir su consentimiento para una estafa de proporciones casi inimaginables.
A continuación se presentan tres razones por las que está sucediendo algo siniestro con el gran impulso de los vehículos eléctricos.
Pero antes, una aclaración necesaria.
Sin duda, habrá oído hablar antes del término «combustibles fósiles».
Cuando una persona corrienteoye la expresión «combustibles fósiles», piensa en una tecnología sucia que pertenece al siglo XIX. Muchos creen que están quemando dinosaurios muertos para impulsar sus coches.
También son muchos los que han sido convencidos de que los «combustibles fósiles» destruirán el planeta Tierra dentro de una década y se agotarán pronto, a pesar de que, después del agua, el petróleo es el segundo líquido más abundante.
Ninguna de estas nociones ridículas es cierta, aunque haya mucha gente que han sido convencidas de su certeza por los medios de manipulación de masas. El uso de términos propagandísticos como «combustibles fósiles» juega un papel importante.
Orwell tenía razón cuando dijo que corromper el lenguaje puede corromper los pensamientos de las personas.
Sugiero eliminar los «combustibles fósiles» de su vocabulario en favor de los hidrocarburos, una palabra mucho mejor y más precisa.
Un hidrocarburo es una molécula formada por átomos de carbono e hidrógeno. Estas moléculas son los componentes básicos de muchas sustancias diferentes, incluidas fuentes de energía como el carbón, el petróleo y el gas. Estas fuentes de energía han sido la columna vertebral de la economía global durante décadas, proporcionando energía para industrias, transporte y hogares.
Ahora, pasemos a las tres razones por las que los vehículos eléctricos son, en el mejor de los casos, una estafa gigante y posiblemente algo mucho peor.
La premisa central de los vehículos eléctricos es que ayudan a salvar el planeta de enorme enemigo que es el CO2, el hidróxido de carbono porque utilizan energía eléctrica en lugar de gasolina o gasóleo, o alguna clase de gas.
Es sorprendente que haya tan poca gente que se haga la siguiente pregunta: ¿qué genera la electricidad que alimenta a los vehículos eléctricos?
Los hidrocarburos generan más del 60% de la electricidad en la mayoría del mundo occidental. Eso significa que existe una enorme posibilidad de que el petróleo, el carbón o el gas estén detrás de la electricidad que carga un vehículo eléctrico.
Es importante subrayar que el carbono es un elemento esencial para la vida de las plantas, los animales y los humanos que habitan el planeta Tierra. Es lo que los humanos y los animales exhalamos y lo que las plantas necesitan para sobrevivir.
Después de décadas de propaganda, la histeria malthusiana ha creado una percepción retorcida en la mente de muchas personas de que el carbono es una sustancia peligrosa que debe reducirse para salvar el planeta.
Consideremos que esta falsa premisa fuera cierta y supongamos que el carbono es malo.
Incluso según esta lógica, los vehículos eléctricos en realidad no reducen las emisiones de carbono; simplemente las «reorganizan».
Además, para fabricar vehículos eléctricos se necesita extraer y procesar multitud de materiales, entre otros minerales y las llamadas «tierras raras», lo cual requiere una enorme energía en lugares remotos, energía que sólo los hidrocarburos pueden proporcionar.
Además, los vehículos eléctricos necesitan una enorme cantidad de elementos y metales raros, como el litio y el cobalto, que las empresas extraen en condiciones que no podrían ni remotamente denominarse como «respetuosas» con el medio ambiente.
Los estudiosos y expertos en el asunto que venimos abordando consideran que cada vehículo eléctrico requiere alrededor de un kilogramo de elementos de tierras raras. La extracción y el procesamiento de estos elementos raros produce una enorme cantidad de desechos tóxicos. Por eso ocurre principalmente en China, lugar en el que no importa mucho el deterioro del entorno.
En resumen, la idea de que los vehículos eléctricos son ecológicos es ridícula, aparte de un embuste.
Es simplemente la propaganda falsa, engañosa, que los gobiernos necesitan como pretexto para justificar los astronómicos subsidios de los contribuyentes a los vehículos eléctricos.
Durante muchos años, los gobiernos han regado generosamente con dinero público, o sea de nuestros impuestos, fuertemente a los fabricantes de vehículos eléctricos a fondo perdido, o con exenciones de impuestos sobre las ventas, préstamos a bajo o nulo interés, subvenciones, créditos fiscales y otras formas de trato de favor.
Según el Wall Street Journal , los contribuyentes estadounidenses subsidiarán los vehículos eléctricos con al menos 393 mil millones de dólares en los próximos años, más que el PIB de Hong Kong.
Para ponerlo en perspectiva, si ganaras 1 dólar por segundo las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año (alrededor de 31 millones de dólares al año), te llevaría más de 12.677 AÑOS ganar 393.000 millones de dólares.
Y eso sin considerar los inmensos subsidios y apoyo gubernamental que la industria del automóvil eléctrico ha recibido en el pasado.
Además, los gobiernos imponen regulaciones e impuestos onerosos, absolutamente abusivos a los vehículos de gasolina o gasóleo con la intención de que los vehículos eléctricos parezcan más atractivos y los ingenuos ciudadanos piensen que son más baratos.
Incluso, pese a este enorme apoyo gubernamental, los vehículos eléctricos apenas pueden competir con los vehículos de gasolina y gasóleo.
Como media, los vehículos eléctricos todavía cuesta al menos un 21% más que el vehículo de gasolina del mismo tipo.
Sin el apoyo del gobierno, es fácil imaginar que el mercado de vehículos eléctricos se evaporaría, ya que serían inasequibles para la gran mayoría de las personas.
En otras palabras, el mercado de vehículos eléctricos es un enorme espejismo, un gigante con pies de barro apuntalado artificialmente por una amplia intervención gubernamental.
Esto plantea la pregunta: ¿por qué los gobiernos están haciendo todo lo posible para impulsar una estafa obviamente antieconómica?
Aunque no haya dudas de que los gobernantes son ladrones corruptos y muchos de ellos también estúpidos, no duden ustedes que detrás de todo ello está en juego algo más nefasto y perverso.
Los vehículos eléctricos son máquinas de espionaje.
Recopilan una cantidad inimaginable de datos sobre el propietario del vehículo, información a la que los gobiernos pueden acceder fácilmente.
Los analistas estiman que los coches generan unos 25 gigabytes de datos cada hora.
No hace falta mucha imaginación, ni ser demasiado malpensado para para llegar a la conclusión de que los gobiernos acabarán integrando a los vehículos eléctricos en una red de control de alta tecnología más grande. La posibilidad de que algúnos «entrometidos» (o algo peor) abusen de dicho sistema es obvia.
No olvides que cualquier gobierno lo último que desea es que se produzca algo semejante a la huelga de los camioneros canadienses que se rebelaron contra la obligatoriedad de las vacunas.
Si los vehículos de los camioneros canadienses hubieran sido vehículos eléctricos, el gobierno habría podido acabar con la resistencia mucho más fácilmente.
Aquí está el resultado final.
Los fabricantes de vehículos eléctricos y los gobiernos que los riegan con dineros de nuestros impuestos de manera generosa, no quieren que el ciudadano medio tenga una verdadera libertad de movimiento o acceso a fuentes de poder e información independientes.
Quieren saberlo todo, mantenerte dependiente y tener la capacidad de controlarlo todo, tal como lo haría un granjero con su ganado. Piensan en ti en términos similares.
Es por eso que los vehículos de gasolina y gasóleo tienen que desaparecer y por eso están tratando de obligarnos a usar vehículos eléctricos.
En resumen, los vehículos eléctricos no son ecológicos, no pueden competir con los automóviles de gasolina y gasóleo sin un enorme apoyo gubernamental y probablemente sean una pieza crucial de la red de control de alta tecnología emergente.
La solución es simple: eliminar todos los subsidios y apoyos gubernamentales y dejar que los vehículos eléctricos compitan por sus propios méritos en un mercado totalmente libre.
Pero es poco probable que eso suceda.
En cambio, desgraciadamente la lógica perversa de la que venimos hablando nos lleva al conclusión de que los diversos gobiernos, liberticidas y totalitarios, sigan impulsando la fabricación de vehículos eléctricos cada vez más.
Si los vehículos eléctricos fueran simplemente un signo de distinción, seña de identidad de personas izquierdistas, «progresistas», nuevos ricos que pretenden demostrar que son más nobles que el común de los mortales, más virtuosos y que están salvando el planeta, eso ya sería bastante malo.
Pero el gran impulso de los vehículos eléctricos represente algo mucho peor.
Junto con las denominadas «ciudades de 15 minutos», los créditos-cuotas de carbono, las CBDC (moneda digital de banco central, o CBDC por sus siglas en inglés (Central Bank Digital Currency), es una nueva forma de dinero emitida de forma electrónica por un ), las identificaciones digitales, la eliminación gradual de los hidrocarburos y la carne, los pasaportes de vacunas, un sistema de crédito social ESG, ‘environmental, social and governance’ y la guerra contra los agricultores, los vehículos eléctricos probablemente son una parte más del Gran Reinicio: el futuro distópico que la elite global, los promotores del Nuevo Orden Mundial, han imaginado para la humanidad.
En realidad, el llamado Gran Reinicio es una forma de feudalismo de alta tecnología.
Lamentablemente, la mayor parte de la humanidad no tiene idea de lo que se avecina.
Peor aún, muchos se han convertido involuntariamente en soldados rasos de esta agenda porque se les ha engañado haciéndoles creer que están salvando el planeta o actuando por un bien mayor.
Esta tendencia ya está en marcha… y las próximas semanas, los próximos meses, los próximos años serán cruciales. Vamos a vivir una enorme catástrofe como ninguna que hayamos visto antes… y el tiempo para prepararnos es corto.
Fernando del Pino Calvo-Sotelo Una de las principales batallas que se está librando en Occidente…
MANOS LIMPIAS Al juzgado de Instrucción que por turno corresponda de Madrid Miguel Bernad Remón…
Miguel Bernad Remón, Manos Limpias Uno de los pilares básicos de nuestro sistema constitucional, es…
CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS Pues sí, el 20 de noviembre de 1975 el General Francisco…
CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS Mientras el gasto anual de Muface por paciente es de 1.014…
MIGUEL BERNAD REMÓN, Manos Limpias. Manos Limpias amplia la querella que tiene interpuesta ante la…