ANÁLISIS HISTÓRICO Y GEOESTRATÉGICO DE LA POLÍTICA OCCIDENTAL DEL CAOS EN ORIENTE MEDIO I PARTE
Por David de Caixal : Historiador Militar. Director del Área de Seguridad y Defensa de INISEG. Director del Máster de Historia Militar de INISEG / Universidad Pegaso. Director del Grupo de Investigación del CIIA (Centro Internacional de Investigación Avanzada en Seguridad y Defensa de INISEG-Universidad Pegaso. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid). Miembro del Grupo de Investigación de INISEG y “The University and Agency Partnership Program » (UAPP) proyecto universitario para la difusión de la Cultura de la Defensa de Estados Unidos.
Una enorme ira se desató el 23 de mayo de 1618 en el Castillo de Praga: nobles protestantes tomaron por asalto el palacio del rey de Bohemia y arrojaron a sus gobernadores por la ventana. Lo que los enfurecía tanto era la restricción de la libertad religiosa y la opresión por parte de los gobernantes católicos. La llamado «Defenestración de Praga» de hace 400 años se considera hoy el inicio de la Guerra de los Treinta Años. Con lo que podríamos establecer paralelismos entre ese conflicto histórico y la situación actual en Medio Oriente. Ciertos analistas norteamericanos han estado comparando el conflicto actual de Oriente Próximo y la Guerra de los Treinta años en Europa en el siglo XVII, y el profesor Larry Goodson del US Army War College es uno de los últimos especialistas en realizar esta apreciación sobre Oriente Medio. Incluso a pesar de que los paralelos entre Europa y Oriente próximo no son de ninguna manera exactos como afirma también el analista Steven MacMillan en su artículo sobre la política del caos en Oriente Medio, podríamos matizar que se ha convertido en una especie de punto de conversión dentro de los círculos geoestratégicos occidentales. La Guerra de los Treinta Años, es un complejo periodo histórico, que incluiría numerosas guerras y conflictos librados por una serie de bloques de poder. La Guerra comenzó cuando en 1618, cuando el futuro emperador del Sacro Imperio Romano, Fernando II en su papel de Rey de Bohemia, intento imponer el absolutismo católico romano en sus dominios y los nobles protestantes de Bohemia y Austria se alzaron en rebelión. La Guerra de los Treinta Años concluyó cuando una serie de tratados fueron firmados en 1648 conocidos como la Paz de Westfalia, estableciendo un nuevo orden político en Europa en la forma de los estados soberanos coexistentes. En julio de 2014, el ex – Director de Planificación Política del Departamento de Estado de Estados Unidos, y Presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, Richard Hass, comparo el Oriente Próximo actual con la Europa del siglo XVII, en su artículo “The New Thirty Years War” Es una región atormentada por una lucha religiosa entre tradiciones que se disputan su credo, pero el conflicto enfrenta también a militantes y moderados, impulsado por gobernantes vecinos que intentan defender sus intereses y aumentar su influencia. Los conflictos se producen entre Estados y dentro de ellos; resulta imposible distinguir las guerras civiles y las guerras por delegación. Con frecuencia los Gobiernos pierden el control a favor de grupos pequeños –milicias y similares– que actúan dentro de los límites fronterizos o traspasándolos. Las pérdidas de vidas son devastadoras y millones de personas pierden sus hogares. Esa podría ser una descripción del Oriente Próximo actual. En realidad, describe la Europa de la primera mitad del siglo XVII. En la Europa del siglo XVII, un levantamiento religioso local por parte de protestantes bohemios contra Fernando II, el emperador católico de Habsburgo, desencadenó la conflagración de aquella época. Tanto los protestantes como los católicos acudieron en apoyo de sus correligionarios, dentro de los territorios que más adelante llegarían a constituir Alemania. Muchas de las mayores potencias de aquella época, incluidas España, Francia, Suecia y Austria, quedaron involucradas. El resultado fue la guerra de los Treinta Años, el episodio más violento y destructivo de la historia de Europa hasta las dos contiendas mundiales del siglo XX. Hay diferencias evidentes entre los acontecimientos del periodo 1618-1648 en Europa y los citados de 2011-2018, pero las similitudes son muchas y dan mucho que pensar. Para empezar habría que señalar que La Guerra de los Treinta Años ha sido considerada por muchos historiadores como la “Primera Guerra Mundial” debido a que tuvo repercusiones a nivel global, como casi todo el mundo sabe, pero también a nivel militar. Y es que no puede olvidarse los constantes ataques que realizaron los barcos ingleses y franceses a los territorios del Caribe controlados por la monarquía española. Tres años y medio después del amanecer de la primavera árabe, existe la posibilidad real de que estemos presenciando la primera fase de una lucha mortífera, costosa y prolongada; dada la gravedad de la situación, podría muy bien empeorar. Además, las identidades nacionales compiten con frecuencia con las derivadas de la religión, la secta y la tribu, y cada vez se encuentran más rebasadas por ellas. La sociedad civil es débil. En algunos países, la presencia del petróleo y del gas disuade la aparición de una economía diversificada y, con ella, de una clase media. La enseñanza insiste en el aprendizaje memorístico, en lugar del pensamiento crítico. En muchos casos, los gobernantes autoritarios carecen de legitimidad.
Fuente: Historia Universal
Las guerras en Siria y el norte de Irak, Yemen y Libia son vistas aún como fenómenos independientes entre sí. Sin embargo, en cada una de estas guerras participan los mismos actores: desde el llamado Estado Islámico hasta las potencias interventoras Irán, Arabia Saudita y Turquía. Si no logramos terminarlas pronto, se hablará más tarde de una guerra única y uniforme, que si bien comenzó en diferentes lugares, más tarde, por su dinámica interna y la intervención de otras potencias, como Rusia, creció hasta convertirse en una única guerra. Primeramente la complejidad de las cambiantes constelaciones de alianzas y rivalidades, que fue típica de la Guerra de los Treinta Años. Los que hoy eran aliados podrían ser mañana enemigos. La situación es similar en el Medio Oriente de hoy. En ambos casos, las principales potencias regionales actúan desde un segundo plano. En el siglo XVI eran sobre todo España y Francia, hoy son Turquía, Arabia Saudita e Irán.
Los participantes exteriores, con lo que han hecho y lo que han dejado de hacer, han avivado aún más el fuego. La guerra de 2003 en Irak fue muy relevante, pues exacerbó las tensiones entre suníes y chiíes en uno de los países más importantes de esa región y, a consecuencia de ello, en muchas de las demás sociedades divididas de esa zona. El cambio de régimen en Libia ha creado un Estado que falla. El tibio apoyo al cambio de régimen en Siria ha preparado el terreno para una prolongada guerra civil. La trayectoria de la región es preocupante: Estados débiles que no pueden vigilar su territorio; pocos Estados relativamente fuertes y que compiten por la supremacía; milicias y grupos terroristas van obteniendo una mayor influencia y unas fronteras que se desdibujan. La tradición política local confunde la democracia con el abuso de la mayoría de los votos, pues se utilizan las elecciones como medios de consolidar el poder, no de compartirlo. Segunda Guerra de los Treinta Años, es una periodización utilizada en ocasiones por los historiadores para abarcar las guerras que tuvieron lugar en Europa durante el período 1914-1945, enfatizando de ese modo las similitudes del período de un modo integral. Así como la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) no fue en realidad una única guerra sino una serie de conflictos ocurridos en diferentes lugares y tiempos, y que más tarde fueron concebidas como un todo por los historiadores, la Segunda Guerra de los Treinta Años ha sido vista como una «Guerra Civil Europea» resultante del problema alemán exacerbado por nuevas ideologías como el fascismo, el nazismo y el comunismo. Incluso, desde la historiografía marxista, ha llegado a denominarse «Guerra de los Treinta Años por la sucesión británica«, y hubiera enfrentado a Alemania y Estados Unidos desde un punto de vista más económico que geopolítico El concepto tiene su origen en el libro de Siegmund Neumann «The future in Perspective» («El futuro en perspectiva») Los conflictos más importantes incluidos en este período serían la I Guerra Mundial (1914-1918), la Guerra Civil Rusa (1917-1923), la Guerra Civil Española (1936-1939) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Fuente: Una Pica en Flandes
La «nueva Guerra de los Treinta Años»
Ciertos individuos dentro del establishment de EEUU han estado comparando Oriente Próximo actual y la Guerra de los Treinta Años en Europa en el Siglo XVII, y el profesor Larry Goodson del Colegio de Guerra del Ejército de EEUU es uno de los últimos individuos que realizaron la comparación. Incluso a pesar de que los paralelos entre Europa y Oriente Próximo no son de ninguna manera exactos, se ha convertido en una especie de punto de conversación dentro de círculos geoestratégicos occidentales. Según la Enciclopedia Británica:
«Aunque las luchas que la crearon estallaron algunos años antes, se considera convencionalmente que la guerra comenzó en 1618, cuando el futuro emperador del Sacro Imperio Romano, Fernando II, en su papel de rey de Bohemia, intentó imponer el absolutismo católico romano en sus dominios, y los nobles protestantes de Bohemia y Austria se alzaron en rebelión». La guerra se propagó rápidamente hasta involucrar a la mayoría de las principales potencias de Europa que creyeron que existía una oportunidad de conquistar potencias vecinas o fueron atraídas al conflicto por una fuerza invasora de sus tierras, y es considerada por historiadores como uno de los períodos más destructivos en la historia europea. Aldeas, pueblos y ciudades fueron violados y saqueados por mercenarios que combatían por diferentes bloques de potencias, devastando el continente europeo. La Guerra de los Treinta Años concluyó cuando una serie de tratados fueron firmados en 1648 conocidos como la Paz de Westfalia, estableciendo un nuevo orden político en Europa en la forma de estados soberanos coexistentes (aunque algunos historiadores disputan la significación de la soberanía westfaliana). James Bissett, antiguo embajador canadiense en Yugoslavia, Bulgaria y Albania, describió el sistema westfaliano en 2007 como el «establecimiento de las doctrinas básicas de la soberanía – el principio de integridad territorial y de no interferencia en los asuntos de estados nacionales… El orden westfaliano ha sido frecuentemente violado, pero el pasar del tiempo no ha disminuido los principios en sí.»
Fuente: Teniente Coronel Ralf Peters
Los puntos coincidentes son la simultaneidad de conflictos internos e interestatales, las guerras de religión multipolares yuxtapuestas a guerras interestatales, y la incapacidad de las potencias de impedir que sigan aumentando las tensiones. A lo único que se puede aspirar es a contener el conflicto, a gestionar sus efectos lo mejor posible: por ejemplo, el terrorismo, pero no a conseguir la paz. Todos los intentos de injerencia exterior han desencadenado más tensiones y nuevos focos de tensión. Ejemplos: la guerra de Irak, la «primavera árabe» (orgullo de Obama), los intentos de parar la guerra de Siria. En general, los fallidos intentos de cambiar los regímenes o de negociar acuerdos de paz no han servido de nada o han ha llevado a una mayor debilidad de todos los estados que, mejor o peor, controlaban la seguridad interna. Ahora, ningún estado nacional puede estar seguro de no ser derribado por una guerra civil o el acoso de una potencia exterior. El descontrol y la inseguridad de la vida civil es lo cotidiano. Los polos de antagonismo anteriores a la guerra de Irak han saltado por los aires. Entonces el peligro era Irán y su bomba. Y la OPEP contra Israel. Ahora son múltiples y cambiantes, y probablemente duraderos. Los suníes, entonces considerados aliados de la estabilidad, son tan belicistas o más que los chiíes. No se puede predecir que dure treinta años, como la devastadora guerra europea del XVII, pero que la destabilización de la zona va a ir a más en los próximos años es harto probable.
Por ahora y en el futuro previsible – hasta que un nuevo orden local emerja o se establezca la extenuación – el Oriente Próximo será menos un problema por resolver que una condición que debe ser administrada. Como informé en algunos de mis artículos hace un año, este «nuevo orden local» podría tener la forma de una Unión de Oriente Próximo. Evidencia omnipresente indica que existen planes de por lo menos algunos estrategas dentro de EEUU de destruir la nación estado y balcanizar la región en restos de estados en disputa, micro-estados y mini-estados, que serán tan débiles y estarán tan ocupados combatiéndose entre ellos que sean incapaces de unificarse contra potencias coloniales extranjeras – sobre todo corporaciones multinacionales occidentales. Después de un prolongado período de destrucción y caos en la región, la gente en Oriente Próximo estará tan cansada de los horrores de la guerra que aceptará un orden impuesto por Occidente como un medio de terminar los combates, incluso a pesar de que las mismas fuerzas occidentales han sido responsables de la creación de gran parte del intolerable caos. La estrategia de la balcanización se remonta por lo menos a comienzos de los años 1990, cuando el historiador británico-estadounidense Bernard Lewis escribió un artículo publicado en la edición de 1992 de la publicación Foreign Affairs del CFR, titulado: «Rethinking the Middle East«. Visualiza la desintegración del potencial de la región «en un caos de peleas, enfrentamientos, combates entre sectas, tribus y partidos«. Incluso a pesar de que Lewis escribe en su artículo que se trata solo de una «posibilidad» de muchas otras, se parece considerablemente a la situación que vemos actualmente en países como Iraq y Libia. Otra posibilidad, que incluso puede ser precipitada por el fundamentalismo, es lo que últimamente es de moda llamar «libanonización«. La mayoría de los estados de Oriente Próximo – Egipto es una evidente excepción – son de construcción reciente y artificial y son vulnerables a un proceso semejante. Si el poder central es suficientemente debilitado, no existe una verdadera sociedad civil para mantener la integridad de la organización política, ningún sentido real de identidad nacional común o una prioritaria lealtad a la nación estado. Lewis sigue diciendo: “Entonces el estado se desintegra – como sucedió en el Líbano – en un caos de peleas, enfrentamientos, sectas, tribus, regiones y partidos que se enfrentan. Si las cosas van mal, y los gobiernos centrales tambalean y se colapsan, lo mismo podría suceder, no solo en los países del actual Oriente Próximo, sino también en las recientemente independizadas repúblicas soviéticas, donde las fronteras artificiales creadas por los antiguos gobiernos europeos del siglo XIX dejaron a cada república con un mosaico de minorías y reivindicaciones de uno u otro tipo contra o de sus vecinos”
Fuente: Desconocida
Hablando en la Escuela Ford en 2013, el ex secretario de estado de EE.UU. y miembro del CFR, Henry Kissinger, revela su deseo de que Siria sea balcanizada en «regiones más o menos autónomas«, fuera de comparar la región con la Guerra de los Treinta Años en Europa:
“Existen tres posibles resultados. Una victoria de Asad. Una victoria suní. O un resultado en el cual las diversas nacionalidades acuerden coexistir juntas pero en regiones más o menos autónomas, para que no puedan oprimirse mutuamente. Es el resultado que preferiría ver. Pero no es la visión popular… También pienso que Asad debe partir, pero no pienso que sea la clave. La clave es: como Europa después de la Guerra de los Treinta Años, cuando los diversos grupos cristianos se habían estado matando mutuamente hasta que finalmente decidieron que tenían que vivir juntos pero en unidades separadas”
Creando una «principalidad salafista» en Siria
En mayo de 2016, Judicial Watch publicó documentos anteriormente clasificados del Departamento de Defensa y del Departamento de Estado de EE.UU. después que el grupo de vigilancia presentó una demanda según la Ley de Libertad de Información (FOIA) contra las dos agencias gubernamentales. Un documento importante contenido en la publicación fue un informe de 2012 de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA) que revela que las potencias que apoyan a la oposición siria – «Países occidentales, los estados del Golfo y Turquía» – querían crear un «principado salafista en Siria oriental a fin de aislar el régimen sirio«:
“Las fuerzas de la oposición están tratando de controlar las áreas orientales (Hasaka y Der Zor), adyacentes a las provincias iraquíes occidentales (Mosul y Anbar), además de las fronteras turcas vecinas. Los países occidentales, los estados del Golfo y Turquía apoyan estos esfuerzos… Si la situación se desembrolla existe la posibilidad de establecer un principado salafista declarado o no declarado en Siria oriental (Hasaka y Der Zor), y esto es exactamente lo que desean las potencias que apoyan a la oposición, a fin de aislar al régimen sirio, que es considerado la profundidad estratégica de la expansión chií (Iraq e Irán)”
El documento agrega:
“ISI [El Estado Islámico de Iraq] también podría declarar un estado islámico a través de su unión con otras organizaciones terroristas en Iraq y Siria”
Balcanizando Iraq
Fragmentar Iraq en tres regiones separadas ha sido el objetivo de muchos dentro del establishment estadounidense desde la invasión del país en 2003, aunque el miembro de la OTAN, Turquía se ha opuesto rotundamente a la creación de un estado kurdo en el norte. En 2006, un mapa potencial de un futuro Oriente Próximo fue publicado por el Teniente Coronel Ralf Peters en el que presentó Iraq dividido en tres regiones: un Iraq suní en el Oeste, un estado árabe chií en el Este y un Kurdistán Libre en el Norte.
Estamos ante la creación de un “Nuevo Oriente Próximo” La expresión “Nuevo Oriente Próximo” fue presentada al mundo en junio de 2006 en Tel Aviv por la secretaria de Estado Condoleezza Rice (que, según los medios occidentales, fue la inventora del término) para reemplazar la expresión más antigua e imponente de “Gran Oriente Próximo”.Este cambio en la terminología de política exterior coincidía con la inauguración de la terminal petrolífera Baku-Tbilisi-Ceyhan en el Mediterráneo Oriental. La expresión y el concepto de “Nuevo Oriente Próximo” fueron anunciados más tarde por la secretaria de Estado de EEUU y por el primer ministro israelí en la cumbre del conflicto entre Israel y el Líbano. El primer ministro Olmert y la secretaria Rice habían informado a los medios internacionales de que se había lanzado desde Líbano el proyecto de un “Nuevo Oriente Próximo”.Este anuncio confirmaba una “hoja de ruta militar” en Oriente Próximo. Este proyecto, que se había estado planeado durante varios años, consiste en crear un campo de inestabilidad, de caos y de violencia que se extienda desde Líbano, Palestina y Siria a Iraq, el Golfo Pérsico, Irán y las fronteras del Afganistán que mantiene la OTAN.Washington y Tel Aviv presentaron públicamente el proyecto del “Nuevo Oriente Próximo” con la esperanza de que Líbano fuera el punto de tensión para la reorganización total de Oriente Próximo y de ese modo desencadenar las fuerzas del “caos constructivo”.
Fuente: https://www.cais-soas.com/CAIS/Iran/pan_turkism_takes_aim_at_azarbaijan/part_vi.htm
Por su parte, este “caos contructivo” -que genera condiciones de violencia u de guerra en toda la región- será utilizado de manera que ciertas potencias occidentales puedan modificar el mapa de Oriente Próximo en función de sus necesidades y objetivos estratégicos. El Iraq ocupado por los anglo-norteamericanos, en particular el Kurdistan iraquí, parece ser un terreno de prueba para la balcanización (fragmentación) y para la finlandización (pacificación) de Oriente Próximo. Ya se ha creado el marco legislativo -en el parlamento iraquí y bajo el epígrafe de federalización- para la partición de Iraq en tres partes. Además, la hoja de ruta militar anglo-norteamericana parece rivalizar con una entrada en Asia Central vía Oriente Próximo. Afganistán y Pakistán son los pasos para extender la influencia de EEUU en la antigua Unión Soviética y sus ex repúblicas soviéticas de Asia Central. En cierta medida, Oriente Próximo es la línea sur de Asia Central. A su vez, ésta también se denomina “la línea sur de Rusia” o el “Extranjero Próximo” ruso. Muchos eruditos rusos y de Asia Central, planificadores militares, estrategas, consejeros de seguridad, economistas y políticos consideran que Asia Central (la línea sur de Rusia) es el “vientre blando” de la Federación Rusa. Hay que señalar que en su libro, “El gran tablero: La geopolítica norteamericana y sus imperativos geoestratégicos” Zbigniew Brzezinski, ex consejero de seguridad nacional, de EEUU, hacía alusión al moderno Oriente Próximo como una palanca de control de una región que él llama los Balcanes Euroasiáticos. Estos se componen del Cáucaso (Georgia, Azerbaiján y Armenia) y de Asia Central (Kazajstán, Uzbekistán, Kirguizistán, Tajikistán, Turkmenistán, Afganistán y Pakistán) y, en cierta medida, de Irán y Turquía. Estos dos últimos forman las líneas más al norte de Oriente Próximo (excluyendo el Cáucaso) que rodean Europa y la antigua Unión Soviética. ¿Existe relación entre el proyecto de los” Balcanes Euroasiáticos” de Zbigniew Brzezinski y el “Nuevo Oriente Próximo”? Brzezinski declara también que Turquía e Irán, los dos estados más poderosos de los “Balcanes Euroasiáticos”, situados en la línea sur, son “potencialmente vulnerables a los conflictos étnicos internos (balcanización)” y que “si se desestabilizara uno de los dos, los problemas de la región se harían incontrolables” Parece que un Iraq dividido y balcanizado sería en la mejor manera de llevar esto a cabo. Tomando lo que sabemos de las propias confesiones de la Casa Blanca, existe la creencia de que la “destrucción y el caos creadores” en Oriente Próximo son bazas benéficas para su remodelación, para reorganizar el “Nuevo Oriente Próximo” y promover la hoja de ruta en Oriente Próximo y en Asia Central:
“En Europa, la palabra ‘Balcanes’ evoca imágenes de conflictos étnicos y de rivalidades regionales de grandes potencias. Eurasia también tiene sus ‘Balcanes’, pero los Balcanes euroasiáticos son mucho más grandes, más poblados, más heterogéneos en religiones y etnias. Están situados en este gran rectángulo geográfico que delimita la zona central de la inestabilidad mundial (…) que abarca regiones del sudeste de Europa, de Asia Central y regiones del sur de Asia (Pakistán, Cachemira, oeste de India), la región del Golfo Pérsico y Oriente Próximo. Los Balcanes euroasiáticos forman el núcleo interior de este gran rectángulo (…); difieren de sus regiones externas de una manera particularmente significativa: son un vacío de poder. Aunque la mayoría de los estados del Golfo Pérsico y de Oriente Próximo sean tan inestables, la potencia de EEUU es el árbitro supremo de esta región. La región inestable en la zona externa es así una región bajo la hegemonía de una sola potencia, que es moderada por esta hegemonía. En contraste, los Balcanes euroasiáticos evocan verdaderamente los más antiguos y más familiares Balcanes del sudeste de Europa: sus entidades políticas no sólo son inestables sino que intentan, e invitan a ello, la intrusión de sus más potentes vecinos, cada uno de los cuales está decidido a oponerse al dominio de la región por otro. Es esta combinación familiar de vacío hegemónico y de aspiración al poder lo que justifica la denominación de “Balcanes euroasiáticos“.
Los Balcanes tradicionales representaban un potencial premio geopolítico en la lucha por la supremacía europea. Los Balcanes Euroasiáticos, a caballo en la inevitablemente emergente red de transporte que se supone van a unir más directamente a los más ricos y a las extremidades occidentales y orientales de Eurasia más trabajadoras, tiene también una importancia geopolítica. Además, son importantes desde el punto de vista de la seguridad y de las ambiciones históricas de al menos tres de sus vecinos más próximos y más poderosos, a saber, Rusia, Turquía e Irán, junto con China, que también muestra un creciente interés político por la región. Pero los Balcanes Euroasiáticos son infinitamente más importantes como potencial premio económico: en la región se localiza una enorme concentración de reservas de gas natural, además de importantes minerales, entre ellos el oro. Sin duda el consumo energético mundial aumentará extremadamente en las próximas dos o tres décadas. Los cálculos del Departamento de Energía de EEUU prevén que la demanda mundial aumentará más del 60% entre 1993 y 2020, con el aumento del consumo más importante en Extremo Oriente. El impulso del desarrollo económico asiático produce ya una enorme presión sobre la exploración y explotación de nuevas fuentes de energía, y la región de Asia Central y de la cuenca del Mar Caspio son conocidas por contener unas reservas de gas natural y de petróleo que eclipsan las de Kuwait, del Golfo de México o del Mar del Norte. El acceso a estos recursos y el reparto de su potencial riqueza representan los objetivos que agitan las ambiciones nacionales, motivan los intereses de las empresas, reavivan reivindicaciones históricas, reaniman aspiraciones imperiales y alimentan rivalidades internacionales. La situación se hace más volátil debido a que la región no solo es un vacío de poder sino que también es internamente inestable. (…) Los Balcanes euroasiáticos incluyen nueve países, que se adaptan a la descripción precedente de uno u otro modo, más dos otros candidatos potenciales. Los nueve son Kazajstán, Kirguizistán, Tajikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Azerbaiján, Armenia y Georgia – todos los cuales formaban antes parte de la antigua Unión Soviética-, así como Afganistán. Los potenciales añadidos a la lista son Turquía e Irán, ambos mucho más viables política y económicamente, ambos activos contendientes por la influencia regional en los Balcanes Euroasiáticos y también ambos importantes actores geoestratégicos de la región. Al mismo tiempo, ambos son potencialmente vulnerables a los conflictos internos. Si un, otro o ambos se desestabilizaran, los problemas internos de la región serían incontrolables, mientras que los esfuerzos para refrenar el dominio regional de Rusia podrían incluso volverse vano.
En ciertos aspectos, Oriente Próximo presenta un paralelismo sorprendente con los Balcanes y la Europa centro-oriental de los años que llevaron a la Primera Guerra Mundial. Tras ésta, se reubicaron las fronteras de los Balcanes y de la Europa centro-oriental. Esta región experimentó un periodo de agitación, de violencia y de conflictos, antes y después de la Primera Guerra Mundial, resultado directo de intereses y de interferencias económicas extranjeras. Las razones que hay detrás de la Primera Guerra Mundial son más siniestras que la explicación estándar de los manuales escolares, el asesinato del heredero del trono del Imperio Austrohúngaro (los Hausburgo), el archiduque Franz Ferdinand, en Sarajevo. Los factores económicos fueron la verdadera motivación de la guerra a gran escala de 1914.
Fuente: Verdad ahora
La evidencia omnipresente nos indicaría que existen planes de algunos estrategas norteamericanos de destruir la nación estado y balcanizar la región en restos de estados en disputa, micro-estados y mini-estados, que serán tan débiles y estarán tan ocupados combatiéndose entre ellos que serán incapaces de unificarse contra potencias coloniales extranjeras. Con lo que las gentes de Oriente Próximo estarán tan cansadas de los horrores de la guerra que aceptarán cualquier orden impuesto por Occidente como una medida de acabar con los combates y las amenazas terroristas. Cuando se inició la guerra secreta por el derrocamiento del presidente Assad numerosos combatientes que se hallaban en Libia llegaron a Siria, donde se unieron a otros, que en su mayoría no eran sirios sino que provenían de Afganistán, Bosnia y Chechenia, entre otros países. Fue precisamente en Siria donde el EIIL edificó gran parte de su fuerza. Y fue también en Siria donde los «rebeldes», infiltrados en ese país desde Turquía y Jordania, recibieron cargamentos de armas, provenientes también de Croacia, a través de una red organizada por la CIA (red cuya existencia ha sido incluso documentada en una investigación del New York Times- “Arms Airlift to Syria Rebels Expands, With Aid From C.I.A.”, por C. J. Chivers y Eric Schmitt, New York Times, 26 de marzo de 2013). ¿Es posible que la CIA y las demás agencias estadounidenses –que disponen de una vastísima red de espías, de eficaces drones y de satélites militares– no supieran que el EIIL estaba preparando una ofensiva de gran envergadura contra Bagdad, ofensiva por demás precedida por una serie de atentados? Es evidente que no podían ignorarlo. Entonces ¿por qué no dio Washington la alarma antes del inicio de esta ofensiva? Porque su objetivo estratégico no era defender el Estado iraquí sino controlarlo. Después de haber gastado más de 800 000 millones de dólares en las operaciones militares de la segunda guerra de Irak, Estados Unidos ve ahora como China está cada vez más presente en Irak. China está comprando cerca de la mitad de la producción petrolera iraquí, en pleno aumento, y está haciendo grandes inversiones en su industria de extracción. Pero eso no es todo. En febrero, durante la visita del ministro chino de Relaciones Exteriores, los gobiernos de China e Irak firmaron en Bagdad varios acuerdos para la entrega de equipamiento militar chino al gobierno iraquí. En mayo, el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki participó en la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia, realizada en Shanghai, en la que también participó el presidente de Irán, Hassan Rohani. Cabe recordar también que en noviembre de 2013, el gobierno de al-Maliki desafió el embargo estadounidense contra Irán al firmar con Teherán un acuerdo para la compra de armamento iraní por una suma total de 195 millones de dólares.
Fuente: http://newsjunkiepost.com/2013/01/10/syria-could-balkanization-prevent-all-out-sectarian-bloodshed/