Luis Rivas
El ‘show’ electoral norteamericano puede empezar. Joe Biden ya ha elegido a su vicepresidenta y nadie esperaba otra cosa. Kamala Harris, además de mujer, es negra y una pizca de asiática. La feria multicultural se impone como añagaza electoral.
En tiempos de Black Lives Matter hubiera sido un contrasentido que el candidato demócrata no hubiese elegido pareja de cartel a una afroamericana. Además de la gestión del COVID-19, los demócratas y sus redes han insistido en aprovechar las acusaciones de violencia policial y, en especial, el caso George Floyd, como parte de la campaña de desprestigio del presidente y candidato a la reelección, Donald Trump.
Nada sorprendente en la situación política que vive Estados Unidos y menos sorprendente aún si se tienen en cuenta todos los aspectos que rodean los mensajes de la feria electoral norteamericana.
Biden y los «verdaderos negros»
Joe Biden, con 78 años, se disfrazó de candidato «woke» y deshojó una margarita en la que figuraban cinco mujeres negras. Los Republicanos no han dudado un instante en contrarrestar el «efecto Floyd» recordando múltiples declaraciones y acciones del aspirante demócrata, en las que pasa por ser un racista de tinte moderado. Un racista «con buenas intenciones», como demostró cuando, en un programa de radio, se dirigió a una afroamericano señalándole que si dudaba en votarle «no era un verdadero negro».
Un ejemplo de «esencialismo racial», o lo que para muchos progresistas norteamericanos equivaldría a «un hombre negro, un voto demócrata», aunque en el panorama políticamente correcto de ese país, habría que decir «una mujer negra, un voto demócrata».
Los archivos no se desempolvarán para denunciar que Biden impulsó una ley contra la delincuencia, en 1994, que dio pie a la encarcelación de miles de ciudadanos negros. Ni se le reprochará su falta de corrección política cuando declaró que Obama era «el primer afroamericano brillante y guapo».
Biden y el sexo
Hablando de mujeres y votos, los medios que apoyan a Biden como si la vida comercial les fuera en ello, o como si su voto contara, preferirían no recordar cómo el movimiento MeToo pasó por alto las acusaciones de su excolaboradora, Tara Reade, que acusó al senador demócrata de «haberle introducido los dedos en el sexo», en un lugar tan romántico como el subsuelo de Capitolio, en 1993. Es decir, a Biden, según su víctima, también le gustaba —como a Trump— agarrar el «pussy».
La actitud de Biden con las mujeres ha producido en el pasado reciente hectólitros de tinta. «Joe el sobón» protagonizó varios casos de manoseos. No se trata de tocamientos de carácter sexual; tampoco se le acusaba directamente de acoso. Pero las mujeres que denunciaron su actitud afirman haberse sentido «incómodas». Tocar los hombros, la espalda o las manos… Biden se convirtió durante el periodo preprimarias en objeto de bromas no solo de Donald Trump, sino de los principales programas de humor en las cadenas de televisión que desde hace años solo fijan como víctima de sus burlas al actual inquilino de la Casa Blanca.
Pelillos políticos a la mar también en el tándem demócrata. Los medios «progresistas» tampoco querrán recordar los insultos que se intercambiaron Biden y Harris en el duelo demócrata. Para la antigua fiscal general de California, Biden «no es muy listo». Para Biden, Kamala Harris, además de demasiado radical, es «falsa». Necesidad electoral obliga, en pocas semanas de las ofensas se ha pasado al amor, en busca del voto perdido por Hillary Clinton.
En busca de la minoría perfecta
Dar por hecho que «utilizar» la candidatura de una persona procedente de una minoría étnica ayuda a ganar votos no deja de ser una forma de racismo, a pesar de lo que defiendan algunos sociólogos u otros especialistas en técnicas electorales.
¿Los afroamericanos van a votar más a Biden porque su «vice» es negra? ¿Los blancos van a votar menos a Biden por ello?
Más preguntas ingenuas: Si la actualidad en Estados Unidos no lo exigiera hoy, ¿algún candidato habría osado proponer la vicepresidencia a un hispano? ¿Si un latino hubiera sido apaleado y muerto por estrangulamiento a manos de un policía y frente a las cámaras, Biden habría optado por Julián Castro, único candidato demócrata de esa minoría? ¿Un (una) afrolatino (afrolatina) sería el (la) compañero (compañera) ideal del (de la) aspirante blanco (blanca) a la Presidencia de Estados Unidos?
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