Según el Instituto Nacional de Estadísticas, las mujeres viven de media 86 años, mientras que los hombres sólo llegan a los 80. Es algo que, además, sabemos que ocurre de forma generalizada en todos los países, por ejemplo: la esperanza de vida en Rusia en 1950 era de 60 años para los hombres y 67 para las mujeres, en 2014 eran 66 y 76 respectivamente. Esto es así en Suecia, en la India o en los Estados Unidos, en todas partes en las que existen registros.
Lo que no está tan claro es a qué se debe esa diferencia. Pero las últimas investigaciones realizadas, han ayudado a vislumbrar algunas teorías al respecto.
En parte debido las por tasas más elevadas de tabaquismo y enfermedades cardíacas en los hombres, aunque la brecha varía entre países, según una nueva investigación en publicada en Revista de la Asociación Médica Canadiense, sugiere que los hombres mayores de 50 años un 60 % más de probabilidad de morir respecto a las mujeres. Los datos incluyeron a más de 179.000 personas en 28 países.
El estudio examinó diferentes factores socioeconómicos (educación, riqueza), estilo de vida (tabaquismo, consumo de alcohol), salud (enfermedades cardíacas, diabetes, hipertensión y depresión) y sociales (cónyuge, vivir solo) que podrían contribuir a la brecha de mortalidad entre hombres y mujeres.
Las razones de esta brecha son biológicas, porque tienen lugar en países con diferentes estilos de vida y culturas, pero también tienen un factor social, porque estas discrepancias son mayores o menores en función del país estudiado. Según explica Yu-Tzu Wu, del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia. King’s College London:
Los efectos del sexo en la mortalidad deben incluir no solo la variación fisiológica entre hombres y mujeres, sino también la construcción social del género, que difiere entre sociedades. En particular, la gran variación entre países puede implicar un mayor efecto del género que del sexo. Aunque la biología de los sexos es consistente en todas las poblaciones, la variación en los contextos culturales, sociales e históricos puede conducir a diferentes experiencias de vida de hombres y mujeres y variaciones en la brecha de mortalidad.
Los investigadores recomiendan que las políticas de salud pública tengan en cuenta las diferencias basadas en el sexo y la influencia de los factores sociales y culturales en la salud.
Otros factores que, tampoco debemos olvidar, relacionados con las formas de vida, la educación, la cultura es que, los hombres se han encargado históricamente en mucha mayor proporción de trabajos de riesgo; y que, tal cual demuestran las estadísticas, los hombres cuidan peor de su salud, debido a cómo se les ha socializado-educado, enseñándoseles que no hay que quejarse, lo cual conduce, inevitablemente, a diagnósticos más tardíos que en caso de las mujeres.
Además, en países como Estados Unidos, las muertes por desesperación (Deaths of despair), las originadas básicamente por suicidios o abusos de drogas y alcohol, están aumentando en los blancos no hispanos, pero se están reduciendo en los blancos no hispanos con estudios universitarios, así como el resto de segmentos de población (sean universitarios o no).
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