Calvo Sotelo, in memoriam. Violencia revolucionaria del PSOE y el resto de la izquierda en España.

Aunque haya quien se empeñe en convencernos de lo contrario, en 1936 la Segunda República Española que, había nacido torcida, degeneró inevitablemente, convirtiéndose en un caos prerrevolucionario alentado, después de un fraude electoral, por el gobierno del Frente Popular, del que formaba parte un PSOE pro soviético y con pretensiones de imitar a Lenin, Stalin y compañía.

El PSOE, en vez de defender la libertad y la democracia y tratar de equipararnos a los regímenes de democracia liberal predominantes en nuestro entorno cultural (pese a que ahora afirme lo contrario, sin ruborizarse, casi un siglo después), había promovido el golpe de Estado contra la República en el año 1934 y abogaba por la violencia revolucionaria tras haber purgado al ala socialdemócrata que, encabezaba Julián Besteiro.

Eran constantes los tiroteos entre militantes de ideologías opuestas, las detenciones arbitrarias de opositores, la censura periodística, la quema de iglesias y conventos, las huelgas salvajes y las amenazas de muerte, anunciadas desde el Congreso contra diputados de la oposición. Como botón de muestra de lo que fue aquel período, un escuadrón de la muerte compuesto por policías del régimen (la guardia de asalto) y algunos escoltas de dirigentes del PSOE sacaron una noche de su casa al líder de la oposición, José Calvo-Sotelo, lo arrancaron de los brazos de su mujer mientras sus hijos pequeños dormían y lo asesinaron de un tiro en la nuca. Esto ocurrió en plena “normalidad democrática” de la II República, antes del comienzo de la guerra civil. Tal era la sensación de impunidad con que actuaron los magnicidas que lo hicieron en coche policial, a cara descubierta, identificándose y dejando numerosos testigos. Sabían que el gobierno no les perseguiría: en efecto, el gobierno nada hizo y algunos diputados socialistas los ocultaron en sus casas.

¿Se imaginan que ocurriera algo así en la España de hoy?

Hace unos días se ha cumplido el aniversario número 88 del asesinato de José Calvo Sotelo, líder del partido Renovación Española.

En la madrugada del 13 de julio de 1936 fue detenido irregularmente en su casa por La Motorizada, una especie de milicia de los socialistas madrileños, y durante el traslado fue asesinado mediante un tiro a la cabeza por el pistolero socialista Luis Cuenca, guardaespaldas del entonces líder del partido socialista Indalecio Prieto.

Un grupo de oficiales comandados por el capitán de la Guardia Civil Fernando Condés, se presentó en la casa de José Calvo Sotelo, en un coche del Gobierno. Eran alrededor de las 3 de la mañana del 13 de julio 1936. Cuando llegaron al portal, Condés encargó a varios guardias y paisanos que vigilasen los alrededores. Con el pretexto de efectuar un registro, este y algunos otros penetraron en casa del diputado monárquico Calvo Sotelo, a quien pidieron los acompañase a la sede de la Dirección General de Seguridad. Según su hija Enriqueta, Calvo Sotelo dijo sorprendido: “¿Detenido? ¿Pero por qué?; ¿y mi inmunidad parlamentaria? ¿Y la inviolabilidad de domicilio? ¡Soy Diputado y me protege la Constitución!”. Condés entonces se identificó como oficial de la Guardia Civil, lo que tranquilizó a Calvo Sotelo, quien, a pesar de las reticencias iniciales, finalmente aceptó ir.

Calvo Sotelo se despidió de su familia y prometió telefonear cuando llegara, “a no ser que estos señores se me lleven para darme cuatro tiros”. La camioneta se puso en marcha dirigiéndose hacia la Dirección General de Seguridad cuando, tras circular unos doscientos metros, se escucharon dos disparos; Calvo Sotelo se desplomó al suelo, sin vida. El autor de los disparos mortales había sido Luis Cuenca Estevas. A la mañana siguiente, su cuerpo aparecería la entrada del cementerio del Este.

Días antes, Calvo Sotelo había pronunciado un encendido discurso en el parlamento español denunciando a los comunistas. La conocida comunista española -de la que algunos dicen que era prostituta- Dolores Ibárruri se levantó y gritó “¡Has dado tu último discurso!”. Sotelo fue asesinado poco después. He aquí un relato del asesinato: “Ese mismo día, y tras esa intervención de Gil Robles, tomó la palabra el diputado José Calvo Sotelo, líder del partido derechista Renovación Española, señalando la responsabilidad del gobierno ante los desórdenes expuestos por el líder de la CEDA. Calvo Sotelo, que posiblemente ya estaba amenazado de muerte, se puso de pie: “Digo lo que Santo Domingo de Silos respondió a un rey castellano: ‘Señor, puedes quitarme la vida, pero no puedes hacer más. Y es preferible morir con gloria que vivir con vilipendio. ‘”  

Para que nos hagamos una idea del nivel de matonismo que se vivía en la izquierda en aquella época, en esa misma sesión parlamentaria, la diputada comunista Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”, sentenció a Calvo Sotelo…  Sus captores le tiraron hacia atrás de su cazadora americana para inmovilizar a Calvo Sotelo y que no pudiera defenderse.  Finalmente, un socialista que iba sentado en el cuarto banco del furgón, Luis Cuenca Estevas, miembro de las juventudes del PSOE y de ‘La Motorizada’, disparó un tiro en la nuca al diputado, con salida por el ojo izquierdo y pérdida de masa encefálica, según afirmaron los médicos forenses, doctores Piga y Águila, en la autopsia practicada en la mañana del día 14 de julio de 1936.

«Nos han quitado de encima a un enemigo peligroso… hay que estar agradecidos a los de Asalto». Largo Caballero, máximo líder del PSOE de entonces.

El Decálogo contra la democracia del «sujeto vulnerable» Largo Caballero

Hay un decálogo de pronunciamientos contra la democracia por parte de Largo Caballero que llevan años corriendo por las redes, sin que hasta ahora conste que las hayan leído José Luis Rodríguez Zapatero, Felipe González, Alfonso Guerra… u Óscar Puente, Pachi López o Pilar Alegría. Como es muy de temer que Sánchez acabe publicándolas como suyas, vale la pena señalar que éste fue el argumentario para llevarnos a la Guerra Civil:

«La clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo y, como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución». Largo Caballero en un mitin en Linares, el 20 de enero de 1936.

«La transformación total del país no se puede hacer echando simplemente papeletas en las urnas. Estamos hartos de ensayos de democracia, que se implante en el país la nuestra». En el Cinema Europa, el 10 de febrero de 1936.

«Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución, tendremos que conquistarlo de otra manera». Febrero de 1933.

«Quiero decirles a las derechas que, si triunfamos, colaboraremos con nuestros aliados. Pero, si triunfan las derechas, nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la Guerra Civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos». Escribió en El Liberal, el 20 de enero de 1936.

«No creemos en la democracia como valor absoluto. Tampoco creemos en la libertad». En 1934, Ginebra.

«Hay que apoderarse del poder político, pero la revolución se hace violentamente: luchando y no con discursos». Congreso de las Juventudes Socialistas.

«El Partido socialista no es reformista, cuando ha habido necesidad de romper con la legalidad, sin ningún reparo y sin escrúpulo. El temperamento, la ideología y la educación de nuestro partido no son para ir al reformismo». Discurso en el XIII Congreso del PSOE, en 1932, siendo Largo Caballero ministro de Trabajo y Previsión Social.

En El Socialista, en 1933: «Se dirá: ¡Ah esa es la dictadura del proletariado! Pero ¿es que vivimos en una democracia? Pues ¿qué hay hoy, más que una dictadura de burgueses? Se nos ataca porque vamos contra la propiedad. Efectivamente. Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada. No ocultamos que vamos a la revolución social. ¿Cómo? -Una voz en el público: ‘Como en Rusia´-. No nos asusta eso. Vamos, repito, hacía la revolución social… mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas habrá que obtenerlo por la violencia… nosotros respondemos: vamos legalmente hacia la revolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente -Gran ovación-. Eso dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil… Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil… No nos ceguemos camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar. El 19 vamos a las urnas… Mas no olvidéis que los hechos nos llevarán a actos en que hemos de necesitar más energía y más decisión que para ir a las urnas. ¿Excitación al motín? No, simplemente decirle a la clase obrera que debe preparase… Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista».

«Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos». 10 de febrero de 1936, en el Cinema Europa.

«Tenemos que recorrer un periodo de transición hasta el socialismo integral y ese periodo es la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos». 1 de noviembre 1933…

Debido a que la derecha sociológica ha renunciado a defender sus ideas y al combate y a la confrontación intelectual, entendiendo que es innecesario, o casi, y que se defienden por sí solas; los que dicen de sí mismos que son progresistas, han monopolizado todo, y si no todo, poco les falta, y lo han conseguido fundamentalmente adoctrinando a la gente desde los primeros años de vida… la izquierda ha ganado la batalla en la enseñanza institucionalizada, controla las universidades, controla y censura la ciencia y la investigación, está presente en los medios de información y creadores de opinión, y todo ello lo ha conseguido por la inacción, la apatía, el miedo, el complejo de culpa, el complejo de inferioridad y algunos factores más que, caracterizan a la derecha intelectual y sociológica -que, haberla hayla- rendición que lleva implícita el reconocimiento de una supuesta superioridad moral de la izquierda.

Quienes consideran que hay terrorismo bueno y terrorismo malo, quienes pretenden romper España con la complicidad de socialistas y comunistas, quienes consideran que existen violencias progresistas y violencias reaccionarias, y por tanto víctimas de diferentes categorías, dependiendo de quién sea el victimario y quién sea violentado; quienes consideran que la segunda república española era el Edén y que una pandilla de energúmenos (que por supuesto, según ellos ni eran gente, ni pueblo, ni representaban al pueblo, sino que eran enemigos del pueblo) acabó con aquella sociedad perfecta, en la que se olvidan de decir que quienes ellos alaban y ensalzan practicaban la violencia, llevaban un revólver al cinto y ponían bombas, asaltaban cuarteles, promovían insurrecciones como el golpe de estado de 1.934 (revolución de Asturias la llaman); pretenden imponernos su verdad sea como sea, y de paso ganar la guerra que, aquellos de los que dicen ser herederos, no fueron capaces.

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