Por David de Caixal : Historiador Militar. Director del Área de Seguridad y Defensa de INISEG. Director del Máster de Historia Militar de INISEG / Universidad Pegaso. Director del Grupo de Investigación del CIIA (Centro Internacional de Investigación Avanzada en Seguridad y Defensa de INISEG-Universidad Pegaso. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid). Miembro del Grupo de Investigación de INISEG y “The University and Agency Partnership Program » (UAPP) proyecto universitario para la difusión de la Cultura de la Defensa de Estados Unidos.
Durante el periodo primaveral Daesh se pronunció en varias ocasiones acerca de la crisis del coronavirus en aras de su beneficio, potenciando su mensaje con la intención de ganar más adeptos y amedrentar a la población. En su revista semanal Al-Naba, manifestaron que el impacto de la COVID-19 en lugares occidentales como Estados Unidos o Europa les era favorable, basándose en los problemas que está causando más allá de los sanitarios, como por ejemplo las dificultades económicas de diversas familias. En relación también a Occidente, proclamaron que la población de estos territorios se encontraba atemorizada ante la posibilidad de que sucediese un atentado en una gran ciudad, ya que los hospitales estaban colapsados por la pandemia y la falta de personal sanitario. La organización terrorista sabía que un atentado en este contexto aumentaría de forma indirecta el número de víctimas, al no haber recursos suficientes para hacer frente a todas los afectados de la misma forma que se haría en una situación normal. Igualmente, mostraron su alegría porque el personal militar de diversos países tuvo que replegarse en zonas de conflicto para ayudar a la contención de la COVID-19 en la medida de lo posible, y, a consecuencia de ello, han adquirido mayor libertad para realizar las actividades propias de la organización terrorista. Como punto a favor para los intereses terroristas, cuentan con el hecho de que al haber más efectivos orientados a la contención y cumplimiento de las nuevas normativas relativas a movilidad y seguridad, la posibilidad de detección e identificación de adeptos y seguidores se ha visto mermada temporalmente. Con ello, podemos observar que Daesh está capacitado para seguir dos estrategias diferentes: por un lado, respecto al repliegue de militares en zonas de conflicto o la disminución de autoridades policiales orientadas a lucha antiterrorista, pueden retomar sus intenciones de conquistar diferentes territorios o de cometer atentados, ya que las probabilidades de éxito aumentan. Y, por otro, los problemas económicos y sociales a los que se exponen los ciudadanos confinados de diversos países pueden derivar en un aumento del riesgo de captación, especialmente mediante internet y las redes sociales.
La última ola de retorno de yihadistas europeos es «más violenta e ideologizada que la anterior» que solo quería derrocar a Bachar al Assad en Siria y, por tanto, «mucho más peligrosa». La mayor parte de los combatientes de Daesh y Al Qaeda que regresan «son víctimas de traumatismos por haber matado a personas o haber asistido a muchos actos de violencia» subraya el informe de RAN, que propone un catálogo de medidas a las autoridades europeas. Entre ellas, hacer una evaluación rápida del nivel de peligrosidad de cada uno de los que retorna, para llevar a cabo «un tratamiento individualizado» que se dirija a la normalización y la integración social de los ex yihadistas. Después de haberse apoderado en 2014 de vastos territorios en Irak, Daesh perdió en los últimos dos años gran parte de sus conquistas tras la ofensiva del ejército iraquí, ayudado por la coalición internacional antiyihadista dirigida por Estados Unidos. La caída de Mosul, capital del «califato» en Irak, fue un duro golpe para el movimiento fundado por Al Bagdadi, que pierde gradualmente el control de Raqa, en el norte de Siria y capital de facto del grupo yihadista. El regreso de ex combatientes de Daesh, y en menor medida de la rama siria de Al Qaida, es un aliciente para que los dos grandes movimientos terroristas islámicos -ambos suníes, la rama mayoritaria del islam- establezcan algún tipo de alianza, tanto en materia de propaganda como de logística para atentados. ¿Por qué no lo han hecho hasta la fecha? En realidad, Daesh y Al Qaeda comparten lo fundamental: aspiran a imponer el islam a nivel global tanto en los territorios de mayoría musulmana (Dar al Islam), como en los de mayoría «infiel» (Dar al Harb). Ambos movimientos armados son salafistas, es decir, seguidores de la interpretación literal y radical del Corán según el modelo de los primeros califas. El núcleo duro de Al Qaida y de Daesh se ha formado en las enseñanzas de la secta saudí wahabí, celosa del cumplimiento estricto de la ley islámica, la sharía. Las diferencias se han producido por los personalismos y la estrategia política. Desde los atentados del 11-S, el movimiento Al Qaeda ha privilegiado el impulso de franquicias mundiales, en África y en Asia, para extender su mensaje y desestabilizar regímenes. La Primavera Árabe le dio la oportunidad de intentar el asalto al poder en varios regímenes árabes, que considera infieles e ilegítimos por su colaboración con Occidente. En cambio, Daesh prefirió concentrarse en la conquista militar de territorio en Irak y en Siria, donde -tras proclamar el «califato», el primero desde su desaparición en Turquía- desarrolló desde 2014 los instrumentos burocráticos de un sucedáneo de Estado. De donde proceden los yihadistas? De Túnez han salido entre 6.000 y 7.000 combatientes del Estado Islámico con destino a Irak o Siria. Este es el país con un mayor número de milicianos extranjeros, según los recuentos oficiales. Tras el país norteafricano, Arabia Saudí (con 2.500), Rusia (2.400), Turquía (2.100) y Jordania (2.000) son los únicos Estados que superan el saldo de los dos millares. Estas cifras forman parte de una recopilación de varios estudios y recuentos, oficiales y no oficiales, publicada por dos investigadores norteamericanos en 2016, y que establece que son 85 los países de origen de los combatientes yihadistas. En varios casos, aunque se sabe que un país es origen de yihadistas, no ha sido posible cuantificar su aporte a las tropas del ISIS.
Fuente: Bolsamania
El Estado Islámico ha creado una gran campaña mediática a través de las redes sociales e Internet para difundir sus mensajes y acciones. Los vídeos con la decapitación de sus rehenes o el lanzamiento de reos desde las azoteas en Siria e Irak llegan a todos los rincones gracias a su gran presencia digital. Pero, ¿de dónde proceden los mensajes de apoyo al ISIS? Según un estudio de Brookings Institute recogido por The Independent, los tres países que más mensajes de apoyo a Estado Islámico comparten a través de Twitter son Arabia Saudí, Siria e Irak. Pero la gran sorpresa es la cuarta posición: Estados Unidos es el siguiente país en emitir mensajes de apoyo a las acciones del ISIS. De este modo, Estados Unidos se une a Reino Unido y son las dos únicas potencias de Occidente que se cuelan en el top 10 de los países que más apoyo muestran a las acciones de Estado Islámico en redes. El resultado del informe resulta paradójico sobre todo por la gran presión que ejerce Estados Unidos sobre el terrorismo islámico en la zona. El resto de países que configuran el listado se encuentran también situados cerca del área de acción de Estado Islámico: Egipto, Kuwait, Turquía, Palestina, Líbano y en el puesto décimo primero se encuentra Túnez, que precisamente ha sido uno de los últimos en protagonizar una acción del ISIS tras el asalto al museo del Bardo de la capital que le costó la vida a 23 personas, entre ellos un matrimonio español que estaba de turismo en la zona, en el año 2015
En Europa, Francia (con 1.910), Alemania (915) Reino Unido (850), Kosovo (317), Suecia (300), Bélgica (478), Austria (296), Dinamarca (145), Países Bajos (280), Bosnia (248), Finlandia (80), Noruega (90), España (204), Suiza (70), Italia (110), Macedonia (140), Serbia (50). Son los principales países de origen de los combatientes extranjeros del ISIS. El recuento en España asciende a 204 según cifras oficiales, y a 250 según otras no oficiales, lo que sitúa al país en el lugar 26 de los que más combatientes envían a Irak y Siria. Si solo se toma en cuenta en el ranking a los Estados europeos, España ocupa el puesto número catorce de la clasificación. El informe refleja que se ha constatado la presencia de combatientes extranjeros en otros 20 Estados, aunque no se han publicado recuentos oficiales ni no oficiales. La existencia de yihadistas nacionales es casi testimonial en otros casos: Camboya, Moldavia, Rumanía y Sudáfrica aportan solo uno por país, según los recuentos. El estudio norteamericano concluyó que, contrariamente a algunas suposiciones, el número de combatientes extranjeros que un país aporta a las filas del ISIS no está relacionado con la pobreza o las condiciones económicas adversas. Al contrario, los investigadores se cercioraron de que muchos proceden de países con un nivel elevado de desarrollo económico, pocas desigualdades sociales e instituciones políticas sólidas. La ideología y la falta de asimilación cultural en los países de procedencia aparecen como las causas más probables de su deriva fundamentalista. La presencia de Daesh en Twitter ha disminuido enormemente en los últimos cinco años a medida que ha evolucionado la estrategia de difusión de propaganda de Daesh. Sin embargo, algunos partidarios del Estado Islámico han perseverado en su uso de Twitter, utilizando cuentas desechables para compartir enlaces externos a materiales pro-Daesh en otras plataformas. Se han analizado 892 enlaces externos encontrados en 11.520 tweets que contenían la palabra Rumiyah (revista en línea de Daesh). Evalúan la respuesta de Twitter a los intentos de usar su plataforma para señalar a los usuarios a Rumiyah. En el contexto del ecosistema más amplio de las redes sociales y destacar el papel que desempeña la actividad de las botnets en los esfuerzos por difundir la revista y el impacto de la cobertura de los medios de comunicación tradicionales.
Es necesario seguir enfrentando los mensajes radicales difundidos en la red y debe ser una prioridad para las fuerzas de seguridad de cara a evitar la radicalización de elementos terroristas o potencialmente terroristas. La campaña mediática de Daesh presenta un elemento distinto al de otras campañas propagandísticas de la historia: cuenta con la poderosísima arma de Internet y las redes sociales, que multiplican la rapidez y eficacia de la difusión de sus contenidos. Asimismo, los receptores de los mensajes pueden difundirlos y añadir otros. Al estudiar la campaña mediática de Daesh vemos que ha evolucionado en los últimos años y ha ido cambiando sus estrategias. El análisis de una serie de materiales audiovisuales (vídeos y revistas) de Al Hayat Center, brazo mediático de Daesh, permite exponer una serie de rasgos comunes de este material con un objetivo claro: el reclutamiento de nuevos combatientes para luchar frente a la coalición en contra del Estado Islámico. Si bien en los últimos años se llamaba a los combatientes a trasladarse al «califato», la campaña ha dado un giro reciente para instar a sus simpatizantes a combatir por sí mismos en los territorios enemigos (los atentados de Niza o Viena en 2020) presentan una metodología que sigue las recomendaciones de Daesh). Este giro se debe a tres razones principales: la internalización del conflicto, el cambio en los objetivos militares del «califato» y, por último, las dificultades para acceder a los territorios dominados por Daesh. Centenares de vídeos han llenado los telediarios y las plataformas multimedia online como YouTube. Las redes sociales se han inundado de mensajes y tuits apoyando a la causa yihadista. Navegando por la red podemos encontrar desde piezas audiovisuales grabadas y editadas en alta definición hasta revistas maquetadas de manera profesional, pasando por pistas de audio con discursos de los líderes ideológicos del movimiento, especialmente del «califa» Abu Bakr al-Baghdadi. Esta campaña ha activado las alarmas de Occidente, puesto que no solo está destinada a promover y justificar sus acciones, sino que también interpela de manera directa a ciudadanos de Occidente –ya sean musulmanes, inmigrantes o no–, a veces con el fin de convencerlos de unirse a su causa. En definitiva, se trata también de una campaña de reclutamiento. Es necesario recordar algunos antecedentes. Llamamientos al extranjero para luchar por una causa común ha habido siempre. En el pasado, miles de hombres y mujeres de distinta procedencia fueron a luchar a la Guerra Civil española con las Brigadas Internacionales. En la guerra entre Afganistán y la Unión Soviética, las milicias talibanas hicieron un llamamiento a la yihad para atraer combatientes musulmanes de toda la península Arábiga y Oriente Medio. La guerra de Bosnia en los noventa también fue otro ejemplo en cuanto a reclutamiento de extranjeros en el bando musulmán. A pesar de contar con varios casos a lo largo de la historia, es significativo que buena parte de los llamamientos se hayan producido en los bandos musulmanes. Stéphane Lacroix estudia los sectores del mundo árabe, especialmente de Arabia Saudí, que sucesivamente han apoyado logísticamente y enviado soldados voluntarios hacia Bosnia (entre 1992 y 1995) y Chechenia y para unirse a los talibanes de Afganistán.
De las cerca de 30.000 personas que dejaron su país para unirse al autodenominado ‘Estado Islámico’, al menos 5.600 ciudadanos o residentes de 33 países han vuelto a casa; al menos 1.700 de ellos, a Europa. Así lo asegura el informe Beyond the Caliphate; Foreign fighters and the threat of returnees (Más allá del califato; combatientes extranjeros y la amenaza de los retornados) del Soufan Center, una organización dedicada al análisis de asuntos de seguridad mundial y amenazas emergentes con base en Nueva York. La mayoría de los denominados “combatientes extranjeros” (o foreign fighters) del Daesh provenían de las antiguas repúblicas soviéticas (más de 8.700), seguidos de personas de Oriente Medio (más de 7.000) y en tercer lugar, de Europa Occidental (más de 5.700). Actualmente, son al menos 15 los países europeos -incluidos los Balcanes- los que han registrado la vuelta de estos presuntos terroristas a sus países.
El yihadismo en la UE
A falta de datos definitivos sobre 2016, el año anterior fue el de mayor impacto del yihadismo en la UE de la última década. Se contabilizaron 17 acciones de terrorismo islamista (incluyendo no solo las ejecutadas, sino también las fallidas y las frustradas). Los datos proceden de Europol y la Unidad de Cooperación Judicial de la Unión Europea (Eurojust), un organismo de cooperación entre países para abordar los grandes delitos que trascienden las fronteras. La cifra de arrestados por supuesto terrorismo islamista en los países de la UE se ha triplicado en solo dos años: de los algo más de 200 de 2013 a los casi 700 de 2015, más de la mitad en suelo francés, donde nueve de cada 10 detenciones por terrorismo estuvieron vinculadas con acciones de islamistas. El segundo país por número de detenciones fue España, con 75 detenidos vinculados al yihadismo, un 40% del total de arrestos por terrorismo. Bélgica contabilizó 61 arrestos por este mismo concepto. Todos, salvo uno, se debieron a acciones delictivas de corte islamista. En las estadísticas y gráficos de ataques y número de arrestados de este compendio no se tienen en cuenta las cifras de Reino Unido, ya que la Administración británica no publicó datos desagregados por tipo de terrorismo. Eurojust también recopila la duración de la detención impuesta en las sentencias judiciales. En el último año con datos publicados, los veredictos más duros se impusieron en Grecia (14 años de media) y España (11 años).
Fuente: Vozpopuli
Europol confirma las sospechas: el terrorismo yihadista está en pleno auge. Un total de 142 personas han perdido su vida y otras 379 han resultado heridas en ataques terroristas a lo largo y ancho de Europa tan solo durante el 2016. En esta cifra no se incluyen las víctimas de los ataques recientes, por ejemplo, de Londres y Manchester. Ni tampoco los que tienen lugar cada día en países de Oriente Próximo, África o Asia, donde el yihadismo tiene su mayor número de víctimas. Durante el año pasado, Europol recibió informes sobre 142 ataques o intentos de ataque por parte de ocho países europeos, 10 de los cuales fueron en España. El Reino Unido lidera las cifras que la policía europea presenta en su último informe sobre el terrorismo yihadista. Ese país ha reportado 76 ataques durante 2016. Le siguen Francia con 23, Italia con 17 o España con 10. «También hubo un gran número de ataques terroristas no conectados con el yihadismo, aunque este último es de las formas más graves de actividades terroristas«. Los explosivos siguen siendo una de las armas más utilizadas por los terroristas debido a «su alto impacto y poder simbólico«. El 40% de los ataques fueron con bombas, a pesar de que los terroristas tienen acceso a una amplia gama de armas, como los drones con explosivos, ya utilizados en Siria e Irak por el autodenominado Estado Islámico (IS). También podrían utilizarlos en Europa. ¿Sus objetivos? Desde grandes multitudes de personas confiadas a pequeños grupos o personas que representan valores que ellos consideran contrarios a los suyos, como en las iglesias, sinagogas o mezquitas. Los yihadistas «puede estar dirigidos» por el grupo terrorista o simplemente «inspirados en su ideología». Para sus ataques usan cada vez más «una variedad de arma punzantes, rifles automáticos, explosivos y vehículos«, advierte el informe. Estos ataques pueden ser «preparados con tiempo» o «llevados a cabo espontáneamente«. Los terroristas que actúan bajo la bandera del Estado Islámico «han demostrado ser capaces de planificar ataques relativamente complejos de forma rápida y eficaz«. Las mujeres, los jóvenes e incluso los niños, «desempeñan papeles cada vez más operativos para cometer actividades terroristas de forma independiente» en la UE. Los países europeos detuvieron a 1.002 terroristas durante el 2016, de los cuales 718 eran yihadistas y un 25% fueron mujeres, especialmente en el Reino Unido. Y más de 40 niños holandeses, de entre 0 y 12 años, han viajado a Siria en los últimos años con sus padres. En total, unos 5.000 europeos están en Siria o Irak para luchar en las filas de los yihadistas.
El Estado Islámico está sobreviviendo y expandiéndose porque se alimenta de un potente cóctel de sentimientos antioccidentales muy arraigados, odio a los musulmanes chiíes, y debilidad de los Estados que lo rodean. Las Operaciones militares tienen un papel importante en esta lucha, que es la de apoyar a los actores que están dedicando grandes esfuerzos a combatir al EI sobre el terreno. Pero la forma de resolver el problema en Siria tiene que ser muy distinta a la de Irak. Mientras que en este último país, la presencia de un gobierno legítimo permite a EEUU abastecer de material a las fuerzas que luchan contra el EI, en Siria no existe ese mecanismo. EEUU tiene que buscar socios locales, pero estos escasean. Entre ellos, están las Unidades de Protección Popular (YPG) de los kurdos de Siria, cuyo avance en el norte del país ha hecho retroceder al EI en cientos de pueblos desde hace 6 meses. Pero contar exclusivamente con los kurdos es una estrategia complicada. Fuera de sus bases territoriales, las YPG despiertan pocas simpatías y carecen de la voluntad necesaria para adentrarse en zonas de mayoría árabe que albergan los bastiones del EI. El resto es una combinación variopinta de grupos rebeldes. Durante los últimos 3 años, ninguno de ellos ha sido capaz de ponerse de acuerdo con ninguna agrupación política reconocida internacionalmente que pueda representar sus intereses.
Fuente: Mil21
Creo que el Estado Islámico tiene éxito porque no se enfrenta a un esfuerzo coherente y coordinado para destruirlo. De hecho esto nos demostraría que los últimos ataques realizados por la aviación rusa y el Ejército sirio demuestran que el grupo terrorista no es invencible, aunque también es verdad que combatirlo tampoco resulta fácil, ya que se trata de combatientes muy bien entrenados y bien armados. Además debemos recordar que las fuerzas iraníes crearon un centro estratégico en Bagdad para intercambiar información y elaborar la táctica de la operación contra el Estado Islámico junto a Rusia y otros socios aliados en Oriente Medio. Para poder derrotar al terrorismo necesitamos un acuerdo internacional que ponga en vigor una actuación militar coordinada entre EEUU y Rusia con el resto de potencias y países aliados de la región, como la reunión entre tuvieron Putin y el anterior presidente de Francia Hollande, los cuales acordaron “tres puntos principales” para luchar contra el terrorismo, según anunció el jefe del Estado galo.
1. Nuestros organismos de seguridad intensificaran el intercambio de información
2. Como resultado de la coordinación de nuestras acciones, reforzaremos los ataques contra el Estado Islámico y otras facciones terroristas
3. Centraremos nuestros ataques contra las posiciones del Estado Islámico y el resto de grupos o facciones terroristas que hay en Siria e Irak
Además Gran Bretaña también ha establecido un acuerdo de cooperación militar con Irán y Rusia para llevar a cabo los ataques contra objetivos terroristas en Sira e Irak. Evidentemente, esto nos permite el trabajar conjuntamente con Rusia e Irán, para alcanzar un consenso que permita ejecutar una campaña internacional más eficaz y coordinada contra los yihadistas. La coalición creada para luchar contra el Estado Islámico (EI) tiene dificultades para lograr victorias: tan pronto como expulsan a los combatientes de una zona de Siria e Irak, estos se reagrupan y cambian el blanco de sus ataques. El EI está mostrando una extraordinaria mezcla de resistencia y capacidad de adaptación táctica que le ha permitido consolidar su posición en gran parte de esos dos países, a pesar de los nueve meses de incursiones aéreas de la coalición. Los mensajes de los aliados se apresuran a destacar los elementos positivos: desde el comienzo de la Operación Determinación Inherente, han muerto alrededor de 10.000 militantes del EI, sus actividades de contrabando se han reducido a la mitad y el territorio que controlan en la actualidad es un 40% inferior al de su momento de apogeo, en agosto de 2014. Pero los principales centros del EI siguen intactos, aunque las operaciones militares han disminuido la dimensión del problema. Por más que se hable del declive del poder de Estados Unidos, es importante recordar que sigue siendo una superpotencia militar hegemónica: si EEUU quisiera hacer una demostración de fuerza en Irak y Siria, podría haber expulsado rápidamente al EI de sus guaridas. Ahora bien, para cualquier ejército, lo difícil llegaría después, con la probable oleada de atentados y guerra asimétrica que seguramente duraría años y tendría enormes costes.
La principal prioridad de Estados Unidos en Siria ha sido derrotar al grupo yihadista Estado Islámico (EI), antes de estabilizar el país. Derrotar al Estado Islámico y su califato autoproclamado eliminaría no solo una amenaza para Estados Unidos sino para «la estabilidad en la región entera» Recordemos que el 23 de septiembre de 2014, Barack Obama declaró el inicio de una nueva guerra contra el terrorismo en Irak y Siria para combatir al Estado Islámico. Hasta el momento, un alto porcentaje de estadounidenses apoya el inicio de esta nueva guerra. Este ha sido un patrón constante en las guerras en las cuales Estados Unidos se ha visto involucrado en las últimas décadas: Corea, Vietnam, Irak y Afganistán. La opinión pública, en un inicio, ha favorecido la decisión de iniciar ataques militares. Sin embargo, ésta no ha sido una tendencia que se ha mantenido mientras estas guerras han seguido avanzando y sus costos han ido aumentando. La guerra de Irak es un claro ejemplo de lo mencionado; en el 2003, cuando la guerra inició, el 70% de la ciudadanía apoyaba la decisión del gobierno, mientras que en el 2013, 13 años más tarde, solamente un 35% de la población seguía considerando que la guerra era necesaria. A pesar de que la opinión pública no parece ser relevante para quienes diseñan las estrategias de seguridad nacional en Estados Unidos, resulta interesante analizar que entre la ciudadanía sí existe debate, discrepancia y cuestionamientos sobre la intervención militar en Siria e Irak ¿Cuáles son los factores que generan cambios en el apoyo hacia las acciones militares? ¿En la guerra contra el Estado Islámico, influenciarán estos factores de la misma manera que lo hicieron en guerras pasadas de similar naturaleza? Abundan los rumores sobre la creación de tierras de nadie: una zona de seguridad en el sur, una zona turca en el norte, otra iraní y de Herzbolá alrededor de Damasco y un enclave druso de influencia israelí en el suroeste. De hacerse realidad, el EI quedaría rodeado por potencias externas, lo cual permitiría contenerlo en Siria, y, poco a poco, estrangularlo, pero supondría el fin de la Siria que conocemos. El ejército iraquí ha sido incapaz de dar la respuesta adecuada a la amenaza del EI, y han sido más bien las milicias chiíes, bajo control iraní, las que se han encargado de hacerlo. El norte los kurdos han logrado diversos triunfos, pero, como en Siria, les interesa, sobre todo, defender su patria, más que luchar por el Irak árabe. La clave es encontrar algún grupo iraquí que esté dispuesto a luchar, no por su identidad étnica, sino por todo el país.
El autodenominado Estado Islámico ha perdido todo su territorio, aquel que había controlado desde que se declaró el califato de Siria e Irak, en 2014. El grupo terrorista ha cedido 22.500 kilómetros cuadrados ante fuerzas hostiles, que incluyen 56 emplazamientos y 12 poblaciones y ciudades. En este sentido, el paso atrás del Daesh en la zona original alerta a Occidente sobre la llegada de terroristas.
¿Cuáles son pues los parámetros realistas para que una estrategia militar contra el EI obtenga resultados?
Primero: Es la paciencia; el problema no puede resolverse de la noche a la mañana, y debemos aceptar de que pueden pasar años antes de que la ideología que proyectan muestre sus carencias y pierda su atractivo
Segundo: Es ser conscientes de que los actores locales son fundamentales para derrotar al EI de manera definitiva.
Tercero: Es comprender que por ahora, seguramente, Occidente puede hacer poco más que ofrecer su poder aéreo y proporcionar formación.
Según los datos de la inteligencia de EE.UU., cada mes a la organización se unen al menos 1.000 voluntarios extranjeros, al margen de la movilización de la población en Irak y Siria, y hasta la fecha el número total de extranjeros supera los 25.000 terroristas de 80 países. De acuerdo con un ex miembro del grupo islamista, en todos los países occidentales operan divisiones clandestinas del EI, cuyo objetivo es desestabilizar la situación en los Estados europeos y organizar atentados si así se lo ordenan Al mismo tiempo, desde el principio el Estado Islámico se ha basado el control y la vigilancia para evitar que la organización se convierta en otra Al-Qaeda, sin una jerarquía y sin que esté claro quién manda y quién obedece. Se estimó que la cifra de combatientes extranjeros dentro del EI en 2014 era de entre 16 000 y 17 000 hombres y algunas mujeres de unos 80 países, según un análisis estimado de una fuente occidental independiente. Dentro de ellos se encontraban 1.550 voluntarios franceses, que en 2015 aumentaron un 82% respecto del año anterior. El Estado Islámico creó campos de entrenamiento donde debían reunirse los islamistas radicales de diferentes países. Después de dos meses en un campo así, los reclutas se convierten en unidades de batalla perfectas que obedecen cualquier orden del líder. A pesar de su odio hacia Occidente, el Estado Islámico está haciendo un gran esfuerzo por reclutar a occidentales y así aumentar su influencia propagandística. Por ejemplo, tan solo durante el mes de enero de 2016, unos 100 estadounidenses viajaron al extranjero presuntamente para unirse a los yihadistas en Siria e Irak, sumándose a los cerca de 6.000 occidentales que ya lo habían hecho. El Estado Islámico comenzó haciendo ostentación de su origen árabe. Esta organización surgió de Al-Qaeda en Irak, los cuales no luchaban contra las tropas estadounidenses sino contra los chiíes iraquíes. Luego se convirtió en “Emirato Islámico en Irak” y posteriormente en “Emirato Islámico en Irak y el Levante” (ELIL). El Ejército árabe sirio ha estimado cifras realmente muy reveladoras sobre los yihadistas que han estado combatiendo en Siria en los últimos 3 años, que sumarían entre 150.000 y 200.000 combatientes, de los cuales un 41% de estos terroristas serían saudíes, un 18,8% libios y solamente un 8% eran sirios. También yihadistas georgianos y chinos han combatido y combaten en Siria. Tales como Abu Omar Al-Shishani, un ex sargento de la inteligencia militar georgiana, entrenado por las Fuerzas Especiales de EEUU, en la guerra de Independencia contra Rusia en 2008, cuyo verdadero nombre es Tarkhan Batirashvili, que se convirtió en uno de los principales jefes del Estado Islámico. O el propio Abu Anisah al-Khazahi, el primer yihadista del Estado Islámico de origen kazajo y muerto en los combates en Siria.
Fuente: Sputnik Mundo
El listado aproximado de los voluntarios terroristas que han llegado a Siria e Irak, y ahora muchos de ellos están combatiendo en Libia son: Reino Unido: 700; Francia: 1.550; Marruecos: 1.400; Túnez: 5.000: Jordania: 2.000; Alemania: 700; España: 204; Turquía: 1.400; Rusia: 1.700; EEUU; 420; Líbano: 900; Arabia Saudita: 2.275; Bélgica:400; Holanda: 200; Dinamarca 150; Noruega: 100; Finlandia: 50; Suecia: 100; Austria 100;: Italia: 130; Albania 160; Kosovo 130; Bosnia: 90; Egipto: 400; Palestinos; 200; Kazakhstan: 300 y otros países de Asia Central, Sudeste Asiático y Oceanía serían unos 1.700 voluntarios yihadistas. Aunque estas cifras van aumentando cada mes con lo cual el número de yihadistas combatiendo en Siria e Irak sería varios miles de mercenarios islamistas. Sin contar los cerca de 200.000 combatientes armados de diversas facciones terroristas que tenemos ubicados en Libia. Hay muchos bosnios musulmanes y chechenos curtidos en combates contra Rusia, así como fanáticos religiosos sin experiencia de combate pero dispuestos a morir por su fe, que quieren extender su lucha a Europa. Entre los terroristas se cuentan unos 6.000 europeos occidentales y alrededor de más de 400 estadounidenses, según el Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (CIER), realizado por un grupo de analistas del King’s College de Londres. Se cree que entre el 10% y el 15% han muerto en combate. Cientos más han sobrevivido y regresado a sus países, y sus gobiernos se preocupan lo que puedan hacer allí. También se tiene datos de combatientes provenientes de países del extremo asiático con una considerable población musulmana, tal como Indonesia y Pakistán aproximadamente 300 por ahora. El Estado Islámico atacó París, Francia, el 13 de noviembre de 2015, con un saldo de 129 muertos, en su mayoría franceses. El presidente Hollande declaró el 14 de noviembre que los ataques fueron organizados desde el extranjero. El Presidente Hollande declaró estar en guerra contra el terrorismo. De tal manera, Estados Unidos a cargo de su presidente Barack Obama y al igual la Federación Rusa por Vladimir Putin, decidieron establecer una coalición internacional y apoyarse entre estos países para atacar el terrorismo y así acabar con el Estado Islámico (ISIS)
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