En los tiempos que corren no es nada extraño escuchar a nuestras autoridades políticas y sanitarias hablándonos de las bondades de las vacunas, que tantas vidas han salvado durante el siglo pasado y en los veinte años que llevamos recorridos este siglo. Es más, famoso, por desgracia, ha llegado a convertirse este movimiento, el negacionismo, que de manera tozuda y ofuscada rechaza este y otros grandes avances de la humanidad que hoy conocemos y se encuentran a nuestro alcance. Esta introducción previa a la historia que quiero contarles viene a cuento y no está, como podrán comprobar enseguida, en absoluto fuera de lugar.
Y es que, hablando de lugares, asistí a la consulta del doctor don Sergio Matito, tras previa cita, en la mañana del 17 de noviembre de 2020 con la intención de ponerme un recuerdo de la vacuna antitetánica una vez pasado su plazo de acción. El motivo principal es mi colaboración con protectoras de animales, así como mi labor en mi casa de Gévora, debido a lo cual no es infrecuente que sufra heridas de diverso tipo, como le expliqué al citado doctor. Tras media hora de espera con su consulta vacía, ante mi absoluta sorpresa, niega la conveniencia de tal vacuna y me dice textualmente: “Bajo ningún concepto voy a prescribirle esta vacuna”. Le pregunto por la causa y le pido explicaciones, pues me habla con insolencia y soberbia, y me responde literalmente que “no le busque las cosquillas, porque no me la va a prescribir”, ante lo cual abandono la consulta anonadado.
Después de haber entregado la correspondiente reclamación a la Consejería de Sanidad de nuestra querida Junta de Extremadura, como soy persona que no suele desesperanzarse a la primera, volví a pedir cita en Clideba con la misma intención, aunque esta vez me la dieron directamente en Enfermería, obviamente, supuse que con el objetivo de ponerme la vacuna sin pasar por manos de ningún doctor, lo cual, visto lo visto, me alegró, tal vez en demasía. Tras dos horas de espera, ciento dieciocho minutos exactamente, soy por fortuna atendido por la enfermera de turno, que amablemente me indica que no puede ponerme la vacuna sin una prescripción médica. Le pregunto entonces cuál es el motivo por el que en la oficina principal de entrada a la clínica me han dado esta cita, pues entiendo que en ningún caso sería el de su desconocimiento, al trabajar en el propio centro sanitario, pero la joven, insisto, realmente amable, me contradice al señalarme que “las dependientas de administración muchas veces no se enteran…”. De nuevo, anonadado, abandono por segunda vez Clideba sin la vacuna puesta.
Juan Miguel Collado Campos, DNI número 08.816.028J
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