¿Cuál es la alternativa del Partido Popular, cuál su programa de gobierno para frenar a los enemigos de España, a Pedro Sánchez y sus secuaces?

Se pregunta Agapito Maestre en «Libertad Digital» ¿Cuál es la alternativa del PP? Y, añade «Desconozco los planes del PP para retornar a la idea de nación española, base del Estado, y de cualquier Estado democrático que se precie de la división de poderes.» A continuación menciona a Jaime Mayor Oreja que, al parecer ha afirmado que es imprescindible «un proyecto global, total, de reversión de todo el proceso (revolucionario), o de una gran parte del mismo, y que se conozca antes de la celebración de las próximas elecciones».

Dice, también, Agapito Maestre que «la oposición -al gobiero socialcomunista de Pedro Sánchez- está bien cebada, casi abotargada, de comida rápida y barata del gobierno de Sánchez. No logra desperezarse de sus tumbonas autonómicas….

Termina Agapito Maestre afirmando que «En España sólo hay un debate político clave: democracia o revolución. Es obvio que está ganando la revolución, entre otros motivos, porque los defensores de la democracia no logra construir una genuina Alternativa democrática de carácter nacional.»

Acerca de todo ello, y mucho más, vengo hablando desde hace años desde VOZ IBÉRICA, haciendo hincapié en que, ni PP ni VOX poseen un programa de gobierno, con objetivos definidos a corto, medio y largo plazo; un programa en el que se diga cómo, mediante qué procedimientos, con qué medios -humanos y materiales- se va a poner en marcha el desmantelamiento de todo el entramado mafioso puesto en marcha por el PSOE y sus cómplices encaminado a destruir Nuestra Nación, acabar con nuestra forma de vida, etcétera, etcétera.

Claro que, para ello es imprescindible hacer un buen diagnóstico de la situación de partida, de la circunstancia terrible, caótica que sufre actualmente España y por ende los españoles.

Los dirigentes del PP, tampoco los de VOX, rehuyen hacer un diagnóstico preciso de la situación, por la sencilla razón de que ellos son cooperadores necesarios, imprescindibles, tóntos útiles de Pedro Sánchez y demás enemigos de España, de manera inconsciente o negligente, o por ignorancia inexcusable, o porque sencillamente son tanto o más parásitos que Sánchez y tienen como único objetivo vivir de nuestros impuestos y aquello del bien común, del interés general, les trae al pairo… les da igual, que les da lo mismo.

Al parecer, a la supuesta oposición a Pedro Sánchez le importa un bledo la deuda pública española: más de un billón ochocientos mil millones de euros, o lo que es lo mismo que treinta y siete mil euros por habitante, casi noventa mil euros por cada español que paga impuestos. Tal es así, la despreocupación de PP y VOX que no hacen nunca referencia a tal cuestión y menos todavía a cómo van a adelgazar el Estado, suprimir gastos supérfluos e innecesarios, disminuir el déficit, etc.

https://www.eurosci.net/deliverables/reloj-de-la-deuda-publica-espanola

Sin duda alguna, a río revuelto la ganancia es para los enemigos de España, los más peligrosos los del interior. Inevitablemente, en estos momentos me viene a la mente la frase de Cicerón relativa al asunto y que no me resisto a reproducir:

«Una nación puede sobrevivir a sus locos, e incluso a los ambiciosos. Pero no puede sobrevivir a la traición interna. Un enemigo a las puertas es menos formidable, porque es conocido y lleva su bandera al descubierto. Pero el traidor se mueve libremente dentro de los muros, propaga rumores por las calles, escucha en las mismas salas del gobierno. Porque el traidor no parece un traidor; habla de forma familiar a sus víctimas, tiene un rostro y unos argumentos parecidos; apela a la bajeza oculta en el corazón de todos los hombres. Pudre el alma de una nación, trabaja secreta y ocultamente en la noche para derrumbar los pilares de la ciudad, infecta el cuerpo político hasta que no pueda resistir más. Un asesino es menos de temer. El traidor es la peste».

Mientras los traidores, cómplices de quienes quieren destruir España: socialistas, comunistas, terroristas y separatistas tienen un programa claro y rotundo, diseñado con premeditación, alevosía e incluso nocturnidad, del que no se desvían ni un apíce y del que se jactan sin tapujos y nunca tratan de disimular o enmascarar; quienes dicen ser constitucionalistas, contrarios al proyecto de demolición de España se dedican al género epistolar y a amenazar a Sánchez y sus secuaces de sacar a sus fieles a la calle para «parar el golpe de estado» dicen y ocurrencias por el estilo, aparte de hacer declaraciones de buenas intenciones de las que está empedrado y asfaltado el camino del infierno. Mientras los malvados avanzan, a pasos agigantados, en su plan destructivo, la supuesta oposición, la derecha boba y la que dice ser de «extrema necesidad», siguen sin enterarse, ya sea por falta de entendederas, porque no dan para más, o porque no quieren… y se sienten muy cómodas instaladas en la zona de confort en la que parasitan y viven de nuestros impuestos.

Programa, programa, programa… decía, repetía hasta el hartazgo un tal Julio Anguita (ya fallecido), un hombre coherente, honesto y capaz, hasta el extremo de conseguir ser alcalde su ciudad, Córdoba, mediante una coalición formada por el Partido Comunista de España, el PSOE, la UCD de Adolfo Suárez, y el Partido Socialista de Andalucía. 

Sí, Julio Anguita era un hombre cabal, íntegro, justo, recto, honrado, decente… y siempre que se le presentaba la posibilidad de formar coaliciones para gestionar lo público, siempre, siempre repetía que lo importante no es la ideología, sino el programa: «Programa, programa, programa», y lo repetía tres veces para evitar confusiones y que no cupiera duda de clase alguna.

Y, cuando Julio Anguita repetía su frase hasta aburrir, estaba afirmando claramente que en España son necesarios gobernantes, gestores que estén dispuestos a servir a los españoles y no a servirse de ellos, personas con afán de servicio y no personas cuyo objetivo sea parasitar, hacerse un patrimonio, hacer carrera de la política, mientras saquean a los españoles y se apropian del resultado de su trabajo o intervienen sus propiedades y castigan el ahorro, a quienes tienen éxito… y sancionan la capacidad, el mérito, el esfuerzo…

Anguita nunca dejó de insistir en que para sacar a España adelante, regenerarla, era y sigue siendo necesario poseer un buen programa de gobierno, voluntad de aplicarlo y asumir los resultados de las acciones emprendidas… y para ello no existen fórmulas mágicas. En estos tiempos de sentimentalismo tóxico en el que los políticos de toda calaña recurren a mover al personal a través de las emociones, es más imprescindible que nunca poseer un buen programa de gobierno. Programa del que PP y VOX carecen, y evidentemente, careciendo de proyecto difícilmente se puede desalojar del gobierno a Sánchez y sus secuaces. Aparte de torpezas cientos, una de las principales causas de que Sánchez y los enemigos de España sigan en el poder es que la derecha española no posee un programa de gobierno.

Un programa de gobierno tiene que empezar por realizar un buen diagnóstico de la situación de partida, para lo cual es necesario realizar un análisis preciso, ajustado a la realidad, sin sesgos ideológicos, etc. Diagnóstico del que VOX y PP carecen. Un buen diagnóstico de la situación tiene que describir de forma minuciosa por qué y cómo hemos llegado hasta aquí. De lo cual ni PP ni VOX apenas suelen hablar.

Una vez hecho el diagnóstico, el siguiente paso es formular los objetivos, a corto, medio y largo plazo, para poner remedio a la situación de la que se parte. Por supuesto, los objetivos deben, también, ser realistas y para ello es necesario recurrir a personas con probada experiencia de éxito en la gestión de dineros ajenos, y esas personas no están en la actualidad ni en VOX ni el PP.

Otro aspecto importantísimo de un buen programa de gobierno es la temporalización, hay que fijarse unos objetivos limitados en el tiempo, también con realismo, sabiendo que lo único seguro es la permanencia en el poder una legislatura, como máximo, salvo que se consigan grandes éxitos y los españoles vuelvan a depositar su confianza en quienes gestionen lo público.

Ni que decir tiene que lo siguiente es definir claramente con qué medios humanos y materiales se pretende contar para llevar a cabo el proyecto de gobierno (también con los pies en el suelo) y qué procedimientos se van a emplear… Luego, también es importante que el programa de gobierno incluya la forma a utilizar para evaluar el cumplimiento del mismo y las posibles acciones a emprender si, por alguna razón, se produjeron errores de cálculo al elaborar el proyecto, o cómo abordar imprevistos…

Para todo lo que menciono se necesita a personas decentes, experimentadas, con probada experiencia exitosa en la gestión de dineros ajenos y esas personas decentes no están actualmente en las agrupaciones mafiosas que se hacen llamar partidos políticos, están en el sector privado, esas personas decentes forman parte de las élites empresariales, de los intelectuales que decentes haberlos haylos y de los profesionales liberales.

Como decía más arriba, los partidos que supuestamente se oponen a quienes pretenden destruir España, desgraciadamente no poseen un programa de gobierno, motivo por el cual deberían abrir la puerta a los buenos gestores que están en la empresa privada y echarse a un lado; pero como tal cosa es impensable, la única opción, si de veras se quiere acabar con el socialcomunismo y sus socios es que las élites empresariales se lancen al ruedo y elaboren un proyecto de gobierno realmente regenerador y lo hagan llegar a los buenos españoles, poniendo al frente a líderes también decentes.

Antes de terminar, se me ocurre que es importante subrayar que ese programa de gobierno debe incluir varios objetivos a abordar de forma inmediata: la corrupción y el desmantelamiento del llamadao «estado de las autonomías».

Para combatir la corrupción, a los corruptos y a quienes están en disposición de dejarse corromper, hay que crear mecanismos disuasorios y perseguir y castigar a los corruptos; qué mejor para ello que reinstaurar una institución nétamente española: «el juicio de residencia».

Una de las primeras prioridades del nuevo gobierno, si se logra desalojar a Pedro Sánchez y demás enemigos de España, debería ser aprobar una ley de «Responsabilidad de los funcionarios y de los cargos electos», para frenar la corrupción y disuadir y castigar a los corruptos».

Por supuesto, la reinstauración de los juicios de residencia debería ir acompañada de otras acciones, como las que cito a continuación:

  • Para empezar, es imprescindible una administración de justicia independiente de lobbies y de partidos políticos que, actúe de forma rápida y con contundencia, sin arbitrariedad.
  • Por otro lado, es imprescindible eliminar la posibilidad de que los gobiernos concedan indultos a personas condenadas por corrupción. Los corruptos y quienes estén tentados de corromperse deben saber que no van a tener ninguna posibilidad futura de ser perdonados e indultados.
  • Hay que reducir el número de aforados a su mínima expresión (ningún país en Europa tiene tantos aforados como España), y disminuir también, las situaciones de aforamiento, limitándolo exclusivamente a las actividades y actuaciones relacionadas con el ejercicio del cargo público.
  • Para hacer frente al clientelismo político, es urgente disminuir el número de cargos de libre designación, y que sean ocupados por empleados públicos, mediante algún procedimiento de concurso-oposición.
  • Es, también, inaplazable la aprobación de una Ley de protección a los denunciantes, de manera que los ciudadanos se sientan protegidos legalmente cuando sepan de hechos delictivos, y deseen presentar denuncias por corrupción.
  • Otro asunto inaplazable es la necesidad de regulación de los lobbies, los grupos de presión e interés: Es necesario que se legisle sobre los lobbies, se les exija transparencia, y se creen Registros de grupos de interés en las distintas instituciones públicas y asambleas parlamentarias.
  • También, es necesario el cumplimiento de la normativa legal sobre publicidad de contratos de obras y compra de bienes y servicios, por parta de las diversas administraciones.
  • Igualmente, es imprescindible reformar la actual ley de «régimen local” para que los alcaldes y concejales dejen de tener la enorme capacidad de decisión que poseen en la actualidad, y particularmente lo que respecta a intervenir en el mercado inmobiliario, recalificando terrenos, aprovechando ellos y sus allegados y testaferros la información privilegiada que les da el ser alcaldes y concejales; e igualmente, es necesario desposeer a las corporaciones locales de su capacidad de contratar bienes y servicios con la arbitrariedad que actualmente lo hacen, evitando por todos los medios que favorezcan a empresarios amigos, e incluso creen empresas ad hoc, en la idea de que los ayuntamientos son su cortijo particular y que lo de menos es el interés de los administrados.
  • Y, ya para no extenderme demasiado, es importante mencionar que deberíamos tomar ejemplo de Suiza: sus diversos gobiernos no tienen la manía de decidir aumentar constantemente los impuestos, y menos todavía la deuda pública, y por lo tanto, no hipotecan a sus ciudadanos ni tampoco el futuro de las generaciones venideras.

Estas circunstancias son las que favorecen que sus ciudadanos y sus empresas prosperen sin parar. Los suizos tienen muy claro que es la iniciativa privada la que crea riqueza y puestos de trabajo y que, la nación y sus ciudadanos prosperan cuando los recursos están en manos de la gente y no en manos de un gobierno. Para lo cual, no se olvide, es imprescindible que el país posea un alto grado de estabilidad y de seguridad jurídica, la única manera de atraer inversiones de todo tipo.

Respecto de todo lo anterior, no está de más hablar de Suiza y compararla con España. Suiza es el país europedo con menor número de empleados públicos que apenas llega al 10% de la población activa… En España se acerca al 20% y en algunas regiones, como Extremadura, hace ya mucho que se superó la cifra del 25%con alrededor de un millón de habitantes, existen más de 100.000 personas que trabajan para la Administración Públicauno de cada cuatro adultos con empleo.

Olvidaba decir que, ningún cargo electo suizo vive de la política. Sus tareas legislativas se retribuyen con dietas, por la asistencia a las sesiones de las cámaras federal, cantonal o municipal. Salvo los ministros, nadie cobra en Suiza un sueldo, ni desempeña en exclusiva labores representativas, tareas que, raramente alcanzan dedicación superior a la mitad de una jornada laboral normal.

En Suiza, la nación con democracia representativa que lidera los principales índices de progreso social y económico del planeta, diputados y senadores han de contar con su propio trabajo para sobrevivir, al no existir políticos profesionales.

Por otro lado, este régimen de representación facilita el acceso a la vida pública de los ciudadanos que tienen vocación de servicio a la comunidad y que no pueden permitirse el lujo de abandonar del todo sus trabajos habituales. Además, todo ello brinda la oportunidad, tanto a los electores como a las diversas agrupaciones políticas, de confeccionar listas abiertas, con candidatos que, demuestran a diario en su ejercicio profesional, experiencia, méritos y condiciones apropiadas para contribuir a la gobernabilidad de un territorio.

Sería maravilloso trasladar ese esquema a España, el país con mayor número de cargos -y cargas- públicos de Europa. Pero, por el contrario, en España existe la opinión de que los políticos deben ser «profesionales» y vivir exclusivamente de lo que perciban por ejercer su cargo; esa es la razón por la cual, de vez en cuando se resucita del discurso aquel de las dichosas «puertas giratorias», que lleva implícito la la idea de que, no es moralmente admisible que un cargo electo pueda luego, tras marcharse, utilizar su presencia en la política como un trampolín para conseguir una mejor colocación.

No cabe duda de que Suiza es buen ejemplo a seguir, para conseguir que la democracia liberal no sea cara, gravosa para el ciudadano, y sobre todo se ajuste a un gasto razonable. Y, aparte de ello, también sería una oportunidad para emprender la cirugía regeneradora de la que está urgentemente necesitada España, de manera que la «res pública» esté gestionada por personas que aspiran a servir a los ciudadanos y no a servirse, a parasitar de ellos.

Y… aprovecho la ocasión para hablar también, aunque sólo se de pasada, de desmantelar el «estado de las autonomía», recentralizar las competencias de enseñanza, sanidad, justicia, de acabar con el enorme despilfarro que todo ello supone, aparte de ser una enorme, mastodóntica burocracia ineficaz y recuperar el estado unitario y el mercado único en España y la igualdad de derechos y obligaciones de los españoles independientemente de donde nazcan y donde habiten.

La recentralización de todas las competencias transferidas a los gobiernos regionales -según los cálculos que hizo el profesor Roberto Centeno hace ya un lustro- supondría un ahorro de cerca de los 40.000 millones de euros anuales – 36.000 millones Sanidad y Educación y 4.000 todo lo demás – y 110.000 millones la sustitución del Estado autonómico por un Estado Unitario.

España, la Patria común de todos los Españoles está en grave peligro, como nunca lo ha estado desde hace siglos, como lo estaba a principios del siglo XIX, cuando el alcalde de MÓSTOLES decidió redactar el “bando de la independencia” el dos de mayo de 1808. Entonces el estado español, el jefe del estado y el presidente del gobierno, pecaban de pasividad e inacción, habían hecho absoluta dejación de sus funciones y obligaciones, en definitiva eran casi inexistentes. Sin duda alguna estamos en unas circunstancias similares a las que España sufrió hace dos siglos.
La única diferencia es que la situación no es de agresión desde el extranjero, sino desde dentro, por parte de oligarcas y caciques que quieren romper España, destruir la Unidad de la Patria.

La única salida para el pueblo español pasa por no volver a confiar en las instancias que causan su desgracia e iniciar una «revolución nacional».
Estoy hablando de una revolución que nos conduzca a un régimen constitucional que siente las bases de una nación de ciudadanos libres e iguales y destierre la perpetuación de privilegios y prebendas. Estoy hablando de un cambio profundo que conduzca a una democracia liberal, con estricta separación de poderes, en la que exista una justicia independiente. Hablo de una revolución nacional que devuelva a todos los españoles el orgullo de serlo. Hablo de sentar las bases de un nuevo régimen que priorice el bienestar de los españoles como primer objetivo de la acción política, de la gestión pública. Hablo de un cambio social profundo, de una intervención quirúrgica de urgencia que implante en España una verdadera democracia, y que no quede el más mínimo rastro de la actual partitocracia corrupta y criminal.
Por supuesto, que nadie se asuste, hablo de una revolución nacional no-violenta, inspirada en el patriotismo.

Y, para ello es necesario refundar y unificar a la derecha española decente…

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