La reunión ministerial de la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África (TICAD), celebrada este pasado fin de semana en Japón, ha sido el escenario de la trifulca entre Marruecos y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Un delegado marroquí trató de arrancarle al representante saharaui el indicativo de la República Saharaui y provocó la suspensión del encuentro preparatorio.
El comunicado final, con la única objeción de Marruecos, afirma el derecho de todos los Estados miembro de la Unión Africana -incluido la RASD- a asistir a las reuniones. Una fotografía difundida por el ministerio de Exteriores nipón muestra al representante saharaui en la sesión de clausura, con su identificativo, como el resto de Estados miembro. La diplomacia marroquí fracasó en su intento de excluir a los representantes de la ex provincia española, un territorio no autónomo ocupado por Marruecos y pendiente del proceso de descolonización, el último del continente africano.
A pesar de sus denodadas tentativas, el régimen de Mohamed VI reconoció públicamente la entidad de la RASD. Lo hizo en enero de 2017 como paso previo a regresar a la Unión Africana, la organización se retiró en 1984 tras ser aceptada en el seno de la organización la RASD. La monarquía alauí retornó a la Unión Africana en 2017.
Para su vuelta, el Reino de Marruecos debió firmar el acta constitutiva de la Unión Africana y, de paso, reconocer a todos sus Estados miembro, incluido la República Árabe Saharaui Democrática. Así lo recoge el número 6359 del Boletín Oficial de Marruecos, fechado el 31 de enero de 2017, fácilmente accesible en la página web de la publicación. En la página 78, el documento cita al «presidente de la RASD», entre los miembros de la organización. No es, sin embargo, la primera vez que reconoce la existencia de la República Saharaui. Hasan II, padre de Mohamed VI, la reconoció en 1989 cuando aceptó la realización de un referéndum de autodeterminación para dirimir el contencioso.
El acta fundacional de la UA recuerda «las heroicas luchas libradas por nuestros pueblos y nuestros países por la independencia política, la dignidad humana y la emancipación económica». «Conscientes de que la lacra de los conflictos en África es un obstáculo importante para el desarrollo socioeconómico del continente, y de la necesidad de promover la paz, la seguridad y la estabilidad como requisito previo para la aplicación de nuestro programa de desarrollo e integración», subraya el documento publicado por el boletín oficial del reino alauí.
Sus firmantes se comprometen, además, al «arreglo pacífico de las controversias entre los Estados miembros de la Unión por los medios apropiados que decida la Conferencia de la Unión».
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