Señor Presidente, D. Pedro Sánchez:
Hablemos de semántica. Hablemos de significado.
Anoche le oí una definición «pedrosanchesca» de la mentira. Permítame usar el término «pedrosanchesco» para que no haya posible confusión de autoría entre su patente garrulería y la profunda sabiduria de nuestro inmortal Sancho Panza.
Sr. Sánchez, mentir es un comportamiento inadecuado que viola mediante la falsedad la adecuación entre las palabras de un relato y un hecho ocurrido.
Si alguien me pregunta dónde estuve ayer a las ocho y le digo, mintiendo, que estaba en el trabajo, cuando en realidad estaba durmiendo en casa no hay coincidencia entre mi palabra y el hecho referenciado.
La mentira siempre se refiere a hechos ocurridos, a los denominados acta.
La rectificación, por el contrario, se refiere a los hechos futuribles, a los denominados (¡qué sabio es el latín!) agenda, «lo que va a hacerse».
Cuando Felipe González aseguró que España no entraría en la OTAN, pero después luchó por su entrada, no mintió. Cambió de opinión. Dio un volantazo.
Se miente sobre hechos del pasado. Se da un volantazo, se corrige, se rectifica, sobre comportamientos del futuro.
Los hechos, los “acta“, son inamovibles. Han ocurrido y no pueden cambiarse. Sólo puede mentirse sobre ellos.
Se miente sobre los «acta“, se usa el volante sobre los «agenda».
Usted, señor Presidente, miente. Por supuesto. Seguro. Dado su pelaje, no me cabe duda.
Pero, sobre todo, y en el tema que nos ocupa, da demasiados volantazos.
Por referirme a personas mencionadas por usted mismo, Aznar, Felipe González o Rajoy, no mintieron. Dieron uno o dos volantazos en su gestión política. Pero en un justificado número de casos y, sobre todo y lo que es más importante, sin haberse servido para conseguir los votos de los electores.
Eso, y en ese número, es rectificar. Y rectificar, sí, es de sabios.
Pero usted ha dado más de treinta volantazos. Y se ha desdicho de lo prometido a sus electores una vez ganado el poder. Y eso no es mentir. Ni rectificar. Eso es tomar el pelo para mantenerse en el poder como veleta al viento.
Cuando un dirigente pega tantos volantazos como usted en estos cuatro años simplemente demuestra, o su inmoralidad, lo que es grave, o su ineptitud e imprevisión, lo que es tan grave o más que lo anterior.
Y en ambos casos el emplumado, yo. Y millones de ciudadanos. Y usted el gallo plumífero.
Sr. Sánchez, usted no miente. Que también. Usted no rectifica. Usted conduce un coche loco de feria, llamado España, y no le importa colisionar con lo que sea con tal de mantenerse al mando.
Usted es un inmoral.
Y quien no le conozca que lo compre.
O le vote.
Francisco Garrudo
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