CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN
España se enfrenta a una profundísima crisis política, social, moral y económica; la situación es parecidísima, por no decir idéntica, a la que vivió la Monarquía Española en el primer cuarto del Siglo XX, durante el reinado del bisabuelo de Su Majestad, Don Alfonso XIII.
Los malos gobernantes de aquellos momentos, de la España de hace un siglo, tal como ahora ocurre con el desgobierno de Pedro Sánchez, estaban poniendo en riesgo la supervivencia de España como Nación. El gobierno social comunista de Pedro Sánchez es el mejor ejemplo a escala mundial de ineptitud, y que su impericia, su mal hacer, su negligencia, su arrogancia… están consiguiendo que en España no sólo se viva con miedo al presente y desconfianza ante un futuro que, amenaza ruina.
Ya es posiblemente un clamor popular que España está necesitada de una política quirúrgica de urgencia, España necesita que, un “cirujano experimentado” emprenda una profunda regeneración, regeneración que debería ir más allá de pequeñas reformas que, se limiten a apuntalar el sistema, sin ir a la raíz de los problemas; e incluso, ya metidos en faena, España está urgentemente necesitada de iniciar un periodo “reconstituyente”… Tal como hizo Don Alfonso XIII, nuestro Rey, Don Felipe VI debe dar un paso al frente y ejercer de Jefe del Estado, con contundencia y sin complejos. Es seguro de que los españoles se lo agradeceremos infinito.
En el Manifiesto firmado, hace cien años, por Miguel Primo de Rivera y sus colaboradores, se invocaba la salvación de España de los profesionales de la política. Se suspendió temporalmente la Constitución, se disolvieron los ayuntamientos, y se prohibieron los partidos políticos…
Primo de Rivera se consideraba a sí mismo el «cirujano de hierro» que debía lograr el «descuaje del caciquismo» del que hablaba Joaquín Costa a principios de siglo. Su objetivo era «regenerar» la vida pública poniendo fin a las redes caciquiles, una vez que la «oligarquía» de los políticos del turnismo ya hubiera sido desalojada del poder...
La pretensión del General Primo de Rivera era que su sistema político -transitorio- fuera el germen otro posterior, democrático y redactar una nueva constitución que debería legitimar el nuevo régimen político. Durante el tiempo que Primo de Rivera estuvo en el poder, llevó a cabo una política de saneamiento económico, atrajo a inversores, fomentó las obras públicas. También acabó con «el problema de Marruecos». Para todo ello, para emprender una «política nueva», Miguel Primo de Rivera se apoyó en «gentes de ideas sanas» y hombres «de buena fe»…
Sin duda alguna, la actual situación de España es casi idéntica a la de hace un siglo, aunque no serían necesaria acciones tan extremas. Bastaría con que Don Felipe VI se ponga en contacto con los españoles decentes, que haberlos es de suponer que haylos, en el Congreso de los Diputados y les proponga que le den su confianza a una persona independiente, ni diputado ni miembro de ningún partido, para presidir el nuevo consejo de ministros, un gabinete de salvación nacional encabezado por un “hombre bueno”, un “Cincinato” que, no busque su interés ni su beneficio personal y que con certeza no tenga la tentación de abusar del poder, ni perpetuarse en él, y que se rodee de personas de demostrada experiencia de gestión.
En estos instantes, a poco más de una semana para que tomen posesión los diputados salidos de las últimas elecciones generales, sería bueno que Don Felipe iniciara la ronda de entrevistas a las que le faculta la Constitución Española de 1978, y fuera explorando la posibilidad de, transcurrido el tiempo conveniente, proponer al Congreso que le den su confianza al candidato que él (ésta es la potestad que lo otorga la Constitución a nuestro Rey) considere más idóneo para presidir el nuevo gobierno. E, insisto, no es necesario que sea miembro de ningún partido ni diputado.
Algunos que hayan llegado hasta este párrafo, me dirán que si Don Felipe adoptara tal decisión provocaría un enfrentamiento con gran parte de los diputados; sí, tal vez, pero no les quedaría más remedio que aceptarla, aunque fuera a regañadientes… Si, una mayoría de los diputados se opusieran y no aprobaran el nombramiento de la persona propuesta por el Rey, se produciría un bloqueo, España estaría sine die sin gobierno, y posiblemente acabarían convocándose nuevas elecciones… Por supuesto, si Don Felipe volviera a ejercer de Jefe del Estado y volviera a repetir la misma «jugada», volveríamos a la casilla de salida y vuelta a empezar… Si los diputados no aceptaran la propuesta de nuestro Rey, tendrían que atenerse a las consecuencias…
Pero, no lo olviden: Su Majestad, Don Felipe VI acturaría en tal caso dentro de la legalidad más absoluta, por mucho que los capos, oligarcas y caciques de las agrupaciones mafiosas que se hacen llamar partidos políticos puedan opinar lo contrario, e incluso si llegaran a utilizar a los periodistas, tertulianos, bufones, trovadore y demás «bienpagaos» de los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas para ridiculizar a nuestro Rey, difamarlo, calumniarlo, y un largo etc.
Así que, no lo dude, Don Felipe. Es seguro que si interviene y nombra a un Cirujano de Hierro los españoles aplaudirán a rabiar, de manera entusiasta. Es la única manera de impedir que Pedro Sánchez u otro de la misma calaña nos lleve a la ruina y ponga en serio riesgo la supervivencia de la Nación Española.
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