Los herederos ideológicos del nazismo están desterrados y su partido, prohibido. Los comunistas gobiernan España y su partido, subvencionado. Los descendientes ideológicos del ministro de Propaganda del Reich tienen prohibido presumir de los logros de Goebbels. Los descendientes de Stalin, no.
He hecho la foto con el móvil, ya sé que no es muy buena, pero pensé que tal vez tamaña muestra de majadería comunista 100% pata roja merecería tu atención.
Hoy te propongo un menú de confrontación de opuestos, como si nos creyéramos lo de la dialéctica marxista, tan fraudulenta ella, tan tramposa.
De un lado los comunistas que se proclaman defensores nada menos que de la vida y las libertades. Del otro, los cristianos.
Unos están presentes en nuestras vidas como lapas en las rocas de mi playa favorita. ¿Y los otros? ¿Dónde diantre se han escondido los cristianos?
¿Dónde están hoy los intelectuales cristianos? En un escenario marcado por la guerra cultural en el que cada identitarismo exhibe a sus representantes y activistas, el pensamiento específicamente cristiano se encuentra del todo ausente. (Diego S. Garrocho Salcedo: ¿Dónde están los cristianos?)
El comunismo que asesinó a millones de personas está por todas partes. En España mató cristianos a montones en el pasado y ahora mata niños, ancianos y deficientes, ora con el aborto, ora con la eutanasia.
El comunismo dice ser vida. Y eso es lo que entiende por vida: exterminar la existencia de los demás.
El francés Centre National de la Recherche Scientifique, equivalente a nuestro Consejo Superior de Investigaciones Científicas, señala que el comunismo ha asesinado a 100 millones de personas.
Investigaciones posteriores, como la de Rudolph J. Rummel (Death by Government, Transaction Publishers, 1997) aumentan la cifra hasta los 150 millones e incluso más.
Comunismo es vida perdida, asesinada, asfixiada.
Diego S. Garrocho es filósofo y profesor de Ética de la Universidad Autónoma de Madrid. Él lanzó la primera piedra, bendita piedra que ha desencadenado una reflexión en los medios acerca del papel del pensamiento cristiano en la España de nuestros días:
En la guerra por el relato hoy concurren todas las sensibilidades matizando con suma precisión cada una de las diferencias.
Hagan la lista: está la izquierda cultural, el marxismo talmúdico, la socialdemocracia, el populismo de izquierdas, el de derechas, el liberalismo erudito, el de audiolibro, los ecologistas, la izquierda de derechas, la Queer Theory, los conservadores estetizantes, la tardoadolescencia revolucionaria, el extremo centro, los del carné de un partido, los del otro carné…
Y está, por supuesto, el catolicismo excesivo y de bandería.
Están todos, absolutamente todos en un ejercicio de afinación sinfónica, todos menos la intelectualidad cristiana. (Diego S. Garrocho Salcedo: ¿Dónde están los cristianos?)
Reaccionaron algunos a la denuncia de Diego Garrocho argumentando que ellos están ahí, en primera fila, pero ay, el sistema los margina, los medios no los quieren, somos víctimas, buah buah…
Y llegó la respuesta por boca (o teclado) del también filósofo y profesor de Ética, Miguel Ángel Quintana Paz, que lanzó una bomba de napalm sobre los adormecidos líderes de la comunidad cristiana española:
¿De verdad pueden miembros de la Iglesia católica quejarse de que «otros» les acallan?
¿No tiene tal iglesia hoy en España una red de colegios, de universidades, una cadena de radio, una de televisión, editoriales, asociaciones, organizaciones, institutos, congregaciones, edificios, museos… suficientes como para no depender de si «otros» te otorguen o no la palabra?
¿De veras se están empleando estos enormes recursos del modo óptimo que permitiría ir bien pertrechados a la guerra intelectual? (Miguel Ángel Quintana Paz: ¿Dónde están (escondidos) los intelectuales cristianos?)
Quintana Paz es implacable con los dos grandes medios de comunicación de la jerarquía católica española:
Enciendo mi aparato de radio mientras redacto este artículo: se juega un partido de fútbol, así que los locutores lo narran exaltados, pespunteándolo todo de alguna que otra blasfemia (el término «hostia», no en su significado sacramental de «pieza redonda y delgada de pan ácimo», es la primera que detecto).
No me parece algo definitivo (aunque la próxima vez que los obispos se quejen de que un artista o una revista satírica se mofa de su fe, me preguntaré por qué no ponen en su sitio también a sus propios empleados de Cope, por muy millonarios que sean los contratos de estos).
Apago la radio, enciendo la tele, y mi sensación empeora. Trece TV ha decidido, por razones misteriosas, que repetir películas del Oeste antiguas constituye una excelente introducción al pensamiento cristiano actual. (Miguel Ángel Quintana Paz: ¿Dónde están (escondidos) los intelectuales cristianos?)
De esta revisión de la conducta pública del pensamiento cristiano no se salva tampoco la educación:
¿Salen preparados en el legado cristiano los jóvenes que pasan hasta 10, 12, 15 años en colegios católicos? ¿Conocen al dedillo (¡diez años dan para mucho!) los relatos bíblicos, las metáforas de los evangelios, los personajes del Antiguo Testamento? ¿Saben responder si se les pregunta por las virtudes teologales o, al menos, las cardinales?
Las universidades católicas. Son 16 en total, más dos facultades eclesiásticas. Y sin duda todas ellas cuentan con profesores e investigadores de nivel más que apreciable.
Pero, de nuevo, ¿consiguen imbricarse en el debate social? ¿Generan discusiones que tengan repercusión fuera de ellas? ¿Introducen asuntos en redes sociales? (Miguel Ángel Quintana Paz: ¿Dónde están (escondidos) los intelectuales cristianos?)
Pregunta impertinente sobre las enormes y exitosas concentraciones contra la ley de ¿educación? de Pedro Sánchez & Celaá: ¿el primer objetivo de esta batalla es una escuela cristiana que irradie verdad y luz a su alrededor?
Volvamos a los comunistas. Y aquí la comparación es inevitable:
Pablo Iglesias Turrión contó con una televisión, pequeña, financiada por la teocracia iraní, comenzó enseguida a producir debates en que exhibir sus ideas extremistas. Y en los que ir contactando con intelectuales afines o netamente adversarios.
Debatir, incluso con gente muy contraria a ti, te da visibilidad (y bien que se la acabaron dando las teles de derecha a Iglesias). ¿Ha pensado alguna vez Trece TV en hacer algo tan sencillo como copiarles? (Miguel Ángel Quintana Paz: ¿Dónde están (escondidos) los intelectuales cristianos?)
El tercer interviniente en este afortunado intercambio de ideas ha sido José María Torralba, profesor de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Navarra. El profesor Torralba parte de una reflexión desde la fe que en absoluto justifica la inacción:
Solo puedo alegrarme de que haya tantos alumnos que elijan Religión y que los padres sigan confiando en el Evangelio y en esos profesores para enseñar a vivir. No se equivocan.
Pero la cuestión inquietante es, ¿qué queda después de todos esos años de instrucción religiosa o de la educación recibida en centros de ideario cristiano?
En ocasiones me he reunido con directivos de esos colegios. Lógicamente, compartían la preocupación. Y también coincidíamos en el diagnóstico: lo que falta es que la maduración en la fe vaya acompañada de la correspondiente profundización existencial e intelectual, es decir, ayudar a los jóvenes a vivir y a pensar por sí mismos. (José María Torralba: ¿Dónde estamos los cristianos?)
Estoy deseando que la polémica continúe y podamos gozar de nuevas reflexiones respecto a la presencia del pensamiento cristiano.
Los comunistas exterminan, el genocidio forma parte de su ideología más genuina y profunda. Y uno de sus grupos a exterminar preferidos son los cristianos.
Y muchos de esos cristianos han votado comunista y socialista, porque si no, no salen las cuentas.
Los herederos ideológicos del nazismo están desterrados y su partido, prohibido. Los comunistas gobiernan España y su partido, subvencionado.
Algo estamos haciendo pero que muy mal.
Mi pensador cristiano preferido es Francisco José Contreras. No solo porque aprendo de él en cada una de las líneas que escribe sino a través de su ejemplo. No es de los que se lavan las manos escondiéndose en la biblioteca, sino que es capaz de ser un pensador brillante y un activista político dispuesto a sacrificarse por el bien de España.
Y eso, Carlos Aurelio, es oro puro.
Puedes leer sus artículos aquí y te recomiendo calurosamente la lectura de sus libros.
También te recomiendo sacar pecho. ¡Somos más!
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