«Estimados miembros y amigos de la UFM:
Me gustaría decir adiós al año 2020 y dar la bienvenida al 2021 compartiendo con ustedes algunas de las reflexiones acerca del momento histórico que, para bien o para mal, nos ha tocado vivir. La crisis del coronavirus ha puesto a prueba nuestra inventiva, nuestra resiliencia, nuestra coherencia y, sobre todo, nuestros valores. Todos hemos tenido que improvisar nuevas formas de hacer las cosas, desde la conducción de las relaciones sociales hasta la forma de continuar aprendiendo y educando. En marzo, el equipo de la Universidad Francisco Marroquín (UFM) dio un ejemplo de entrega y profesionalidad para lograr que, en cuestión de un par de días, todos los servicios de la universidad pudieran seguir ofreciéndose virtualmente. A lo largo de estos nueve meses, los profesores dieron una inspiradora muestra de su pasión por la enseñanza capacitándose para todo tipo metodologías de enseñanza en línea. Y los estudiantes, por su parte, mostraron una enorme madurez y una paciencia encomiable mientras asistían al proceso de prueba y error a través del que progresábamos en el nuevo entorno; e incluso se convirtieron en asesores tecnológicos de sus profesores. Las lecciones de esta experiencia disruptiva son múltiples y profundas, a nivel personal, a nivel familiar y a nivel colectivo. Cada uno tiene la perspectiva de sus aprendizajes y, en la gran conversación social, cada una de las lecciones individuales aprendidas marcará indirectamente el rumbo de nuestra sociedad en las próximas décadas.
Para todos, sin excepción, el año que terminó fue el año del virus que trastocó nuestras vidas. Para muchas familias el impacto ha sido profundo e irreparable. Este tiempo pasará a la historia como la época de la prevención distanciadora, de contactos sociales virtualizados, de crisis económica y de incertidumbre extrema. Algunos gobernantes usaron la pandemia para imponer sus sueños intervencionistas más salvajes, desde la prohibición a la sanidad privada de tratar pacientes contagiados o realizar pruebas de COVID, hasta los controles de precios o los cierres empresariales forzosos. La mentalidad intervencionista y autoritaria encontró en el virus la excusa perfecta para dirigir la vida de millones de ciudadanos. Y las consecuencias, en forma de desabastecimiento, caos y crisis económica no se hicieron esperar. La globalización se detuvo y todos conocimos de primera mano que impedir la libertad de intercambios a nivel mundial trae consigo empobrecimiento y miseria. Al mismo tiempo, millones de personas decidieron superarse ante la adversidad y dar lo mejor de sí mismos. Unos hicieron ventiladores de bajo costo a partir de todo tipo de recursos, otros buscaron la forma de cuidar de manera segura a sus mayores y hubo quienes lo arriesgaron todo por mantener en marcha sus negocios o por tratar de salvar a un enfermo. Como ya sucediera en el caso de la gripe del 1918, ha sido la iniciativa privada, ejerciendo su cercenada libertad con responsabilidad, la que ha llevado a cabo las acciones con las que ya se está empezando a superar esta crisis, desde la búsqueda de las ansiadas vacunas hasta el desarrollo de más y mejores sistemas de testeo o la producción masiva de mascarillas, pasando por las manifestaciones cívicas en las que los ciudadanos ejercían su libertad de expresión.
Son episodios como este los que han marcado los grandes cambios en el devenir de la historia. Desde comienzos del siglo XX, el estado ha crecido, de manera casi ininterrumpida, casi siempre a golpe de crisis y siempre con la justificación de defendernos de grandes amenazas contra la vida y la propiedad. Este efecto de las crisis no es una ley de la historia. No sucedió en los siglos XVIII y XIX, ni tiene por qué suceder en el siglo XXI. ¿Qué vamos a hacer? ¿Aceptaremos que nos impongan una solución desde arriba o exploraremos múltiples opciones desde abajo entre todos? ¿Delegaremos la búsqueda de la verdad en los supuestos expertos o nos responsabilizaremos personalmente de hacerlo? ¿Permitiremos que nos pastoréen como un rebaño de ovejas o asumiremos cada uno los retos que cada nueva crisis nos presente?
La interpretación histórica de la pandemia y nuestra actitud hacia las reacciones sociales y políticas marcarán el rumbo de lo mucho que queda del siglo XXI. Si vamos hacia una sociedad en la que la vida de los individuos y las familias estémás controlada por los políticos y las burocracias estatales, o si por el contrario nos encaminamos hacia una sociedad más libre como resultado de esta experiencia, no es algo que esté escrito en piedra. El progreso de la humanidad ha sido posible gracias a personas que desde su lugar en la sociedad se han atrevido a retar el status quo, las convenciones y lo que era políticamente correcto, para, así, hacer avanzar la libertad y la prosperidad de todos. El futuro de la libertad está en manos de quienes se atreven a defenderla en los momentos en los que es más cuestionada.
Comenzamos un nuevo año en el que continuaremos lidiando con los retos que nos ha dejado 2020. Un nuevo año que también trae consigo la oportunidad de volver a una normalidad en la que la libertad, y no la coerción, sea la que rija nuestras vidas. Desde la UFM seguiremos cultivando el estudio y la discusión de la importancia que la libertad y la responsabilidad individual tienen en el acontecer de la civilización. Esa es nuestra misión.
2021 será un año muy especial para nuestra familia universitaria ya que celebraremos el cincuenta aniversario de la fundación de la UFM. Han sido cinco maravillosas décadas en las que quienes hemos tenido la dicha de trabajar en la Marrolo hemos dado todo para forjar jóvenes que aprecien el valor de la libertad y sean ejemplares en el ejercicio de su profesión. Lo hacemos convencidos de que aún en los momentos más grises ellos se atreverán a defenderla con razón y pasión.
Este será un año para celebrar nuestra historia, reflexionar acerca de los valores sobre los que se fundó la UFM e imaginar el futuro de nuestra universidad. A lo largo del año habrá actividades, eventos y oportunidades para aprender de lo que nos hace únicos y nos une. Con el esfuerzo de todos seguiremos trabajando para construir una sociedad más libre y responsable. La ilusión de continuar esa labor es la que nos ha motivado a estar preparados para un regreso responsable a nuestras actividades cotidianas en la medida en la que la regulación nos lo permita. Nos llenará de entusiasmo recibir de nuevo a los estudiantes, que con su alegría, curiosidad intelectual e ilusión llenan nuestro campus de vida.
Les deseo a todos un nuevo año lleno de salud y prosperidad, y les invito a celebrar desde hoy ese medio siglo de trabajo por la libertad de todos, convencidos de que, como dijo Manuel Ayau en su discurso inaugural, «sólo las personas responsables pueden crear civilizaciones prósperas y pacíficas y que, donde no hay libertad, no florece la responsabilidad«.
Un abrazo desde la Casa de la Libertad,
«Gabriel»
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