Carlos Aurelio Caldito Aunión.
He de confesar que yo fui de los incautos que, hace ya casi una década, apoyaron al PP que, entonces lideraba Mariano Rajoy Brey, y que con su voto lograron que el Partido Popular consiguiera una mayoría aplastante, como nunca antes había sucedido en España… El partido de Rajoy logró -tras la nefasta década del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero- volver a ilusionar, a esperanzar a un grandísimo número de españoles, yo entre ellos… Luego vendría la gran desilusión, pues, Rajoy y sus secuaces, además de abrirle la puerta a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, incumplió una tras otra la lista de promesas que les hizo a los españoles decentes en las elecciones del 20 de noviembre de 2011… Lamentablemente, Rajoy llevó a cabo políticas socialdemócratas y pretendió ser más socialista que los socialistas (lo mismo que hizo José Antonio Monago en Extremadura, con el apoyo de Izquierda Unida…) y claro, generalmente, la gente a la hora de depositar su voto no busca «marcas blancas», suele optar por las originales…
Entre otras muchas traiciones, felonías y ruindades, el Partido Popular abandonó el humanismo cristiano en lo concerniente a moralidad, el Partido Popular se olvidó de su compromiso con el derecho a la vida y se convirtió en un partido proabortista (pese a que hace ya más de una década presentó un recurso de inconstitucionalidad contra la ley «Aído», del que, también, el Tribunal Constitucional de España también se ha olvidado y guardado en el baúl de los recuerdos), el Partido Popular abrazó la ideología totalitaria, liberticida de nombre “perspectiva de género” cuyo objetivo es destruir la Civilización Occidental Judeocristiana, empezando por destruir a nuestras familias.
Pues, sí, el PP renunció a la defensa de la libertad y de la propiedad, y abrazó la socialdemocracia como modelo político a seguir; el PP comenzó a practicar políticas antiliberales en el ámbito económico; el Partido Popular dejó de defender la unidad de España y se alió con los separatistas para gobernar, y los subvencionó y permitió que entraran en las instituciones… y un largo etc. Y, para remate del tomate, ante el golpe de estado de los separatistas catalanes mantuvo una actitud de tibieza, hizo de «Don Tancredo»… y de aquellos polvos vinieron estos lodos.
A partir de entonces hay mucha, muchísima gente que se siente huérfana, gente que no se siente representada en el Parlamento, hablo de la gente cristiana y liberal-conservadora; aunque, algunos de esa gente apoya y vota al Partido Popular como “mal menor” y lo hace con la nariz tapada.
También algunos han optado por abstenerse y quedarse en casa en las diversas elecciones convocadas en los últimos años, y otros han acabado votando a Abascal y compañía que, no dejan de ser más de lo mismo, aunque usen una palabrería patriótica y se envuelvan en la bandera española y hagan sonar el himno nacional en sus mítines.
Fuimos muchos los que, ante tan terrible situación, llegamos a pensar que, tristemente, la única forma de salvar vidas, de salvar a nuestras familias, de recuperar la unidad de España, de acabar con los separatismos, de que terminen las políticas antiliberales… era dejando de votar al PP para que así “pierda las elecciones” y, tras una larga permanencia en la oposición, aunque sólo sea por cálculo político, empezaran a defender la vida, la familia, la libertad, el derecho a la propiedad y a la libre empresa…. Sí, fuimos muchos los que llegamos a la conclusión de que, tal vez mereciera la pena (nunca mejor dicho) no apoyar ni votar al Partido Popular… Si las políticas que practica el PP no difieren en nada o casi nada con las de los partidos que se hacen llamar de “izquierdas”, ¿Qué sentido tiene apoyar al PP y seguir votándolo, una vez tras otra?
Fuimos muchos, sí, los que considerábamos que había que evitar ser incoherentes, o incurrir en irracionalidad e incluso inmoralidad; pues, hasta entonces, votar al PP no había servido para reducir el número de abortos, ni para derogar las leyes “de género” apoyadas por el partido de Rajoy en el tiempo que gobernó el PSOE con Rodríguez Zapatero al frente… Recurrir a votar “mal menor” se había demostrado que no era la solución, y que acabó dando como resultado más problemas que los que supuestamente se pretendían resolver… Apoyar al Partido Popular no era la solución.
Y, en estas estábamos cuando Isabel Díaz Ayuso se convirtió en Presidente de la «Comunidad de Madrid»… y vino la maldita epidemia del coronavirus, del cobid 19… Y Díaz Ayuso demostró ser una buena gestora y tuvo la capacidad de rodearse de gente preparada y de probada experiencia (y de momento, salvo que alguien salga rana, también de probada decencia). Sí, asombrosamente Isabel Díaz Ayuso se ha acabado erigiendo en la única oposición al gobierno frente-populista, social-comunista de Pedro Sánchez, apoyado por etarras y separatistas.
Desde hace ya mucho tiempo soy de los que, tienen el pleno convencimiento de que España necesita sin aplazamientos que se cree una «Coalición de Españoles Decentes», de buenos españoles, para poder derrotar al gobierno social-comunista de Pedro Sánchez y sus secuaces. Es por ello que, después de lo ocurrido el 10 de marzo de 2021: moción de censura del PSOE y C`s para arrebatarle el poder al PP en Murcia, disolución de la Asamblea de Madrid, por parte de su presidente, Isabel Díaz Ayuso, y convocatoria anticipada de elecciones, adelantándose a la moción de censura que tenían planeada los socialistas y comunistas; y todas las que, previsiblemente van a ir sucediéndose, para jolgorio y alegría de socialistas, comunista, separatistas y etarras; cualquiera que se considere un buen español estoy seguro de que pensará, hoy más que nunca, que si se quiere vencer a los gángsteres que nos mal-gobiernan y que nos llevan a la ruina, hay que evitar por todos los medios que, la derecha española vaya desunida en las elecciones que se realizarán en Madrid el próximo día 4 de mayo, y las próximas elecciones generales que, se acabarán convocando cuando menos nos lo esperemos…
Es importante señalar que, si algo viene demostrando el gobierno de Isabel Díaz Ayuso (aparte de que un buen gobierno es el que aplica el principio de «mínima intervención» y evita inmiscuirse, entrometerse en la vida de los ciudadanos) es que, para gestionar dineros ajenos, bienes y servicios públicos de forma eficaz, no hacen falta fórmulas mágicas, «ideología», sino gente de buena voluntad, honesta, sensata, gente capaz de actuar de forma racional, sin dejarse llevar por ocurrencias, caprichos, etc… aparte de cualificación y experiencia.
Pues sí, como yo no paro de repetir, cualquier municipio, cualquier provincia, cualquier región, la nación española es una “macro-comunidad de propietarios y de vecinos”, en el cual el equipo de gobierno, presidido por el Alcalde, o el presidente de la región, o del gobierno de España, debe hacer las veces de “Administrador de fincas”…
Los propietarios de viviendas en España, en régimen de propiedad horizontal tienen la obligación de contribuir al mantenimiento de los servicios o elementos comunes en la proporción que establecen las escrituras de sus casas, que fija el porcentaje de participación de la vivienda en las cargas de la comunidad.
Las personas que viven en una ciudad, en una determinada provincia, o región,… en cualquier parte de España, también están obligadas a contribuir al mantenimiento de los servicios y elementos comunes, en proporción a lo que establecen los gobernantes de forma generalmente arbitraria.
Tal como ocurre en algunas comunidades de vecinos, son muchos los lugares de España en los que, los ciudadanos pagan cuotas elevadísimas, porque se elaboran presupuestos que suelen estar inflados y los gestores de sus dineros son unos despilfarradores y manirrotos.
Las comunidades de vecinos habitualmente están administradas por un profesional que cobra sus honorarios y presta un servicio a todos los propietarios, y a todos ellos debe de rendir cuentas, pues son quienes lo eligen. En un gran número de municipios, provincia, regiones, en España, los administradores de fincas -o sea, los gobernantes y sus legiones de asesores- cobran unos honorarios que al parecer de muchos no hacen méritos suficientes para ganárselos, no suelen estar al servicio de quienes los eligen, y además no tienen la sana costumbre de rendir cuentas.
Poseer un buen “administrador de fincas” es una pieza clave en cualquier comunidad de vecinos y priopietarios. Si es un buen profesional, velará por los intereses y los dineros de los dueños de las casas. ¡Ojo!, estas personas son administradores de dineros ajenos, no propios, y su trabajo obedece a un “mandato” de la Junta de Propietarios, que es el único órgano soberano de gobierno de las comunidades de vecinos, que decide sobre el destino de los fondos comunes.
Quienes nos mal-gobiernan en España, quienes hacen las veces de “administradores de fincas”, demuestran día tras día que no son buenos profesionales. Tampoco se rodean de un grupo de buenos gestores, ni los eligen teniendo en cuenta su capacidad o mérito de alguna clase; por el contrario, el único criterio de selección que aplican es ser “amigos suyos” o miembros de su agrupación política; y para recochineo no velan por los intereses de quienes vivimos en España y menos por el buen uso de los dineros que todos aportamos a las arcas públicas, pues al parecer aún no se han enterado de que son administradores de dinero que no es suyo.
Un buen gobernante –como haría un buen administrador de fincas- sigue criterios contables uniformes y comúnmente aceptados para la elaboración de los presupuestos de la comunidad y la llevanza de los libros de ingresos y gastos.
Un buen gobernante –como haría un buen administrador de fincas- pide siempre varios presupuestos a diversos profesionales del ramo cuando hay que ejecutar obras o mejoras en elementos comunes y, por supuesto, no se gasta un euro sin pedir autorización previa a los propietarios de esos dineros, o sea, a los contribuyentes.
Un buen gobernante –como haría un buen administrador de fincas- no negocia para sí mismo, y su grupo de asesores-colaboradores, comisiones con los proveedores de bienes y servicios, porque es absolutamente inmoral, además de ser delictivo.
Un buen gobernante –como haría un buen administrador de fincas- es el que gestiona de manera transparente, clara y veraz las cuentas y los dineros ajenos, sin que pueda generarse la más mínima sombra de sospecha sobre su honestidad.
Un buen gobernante –como haría un buen administrador de fincas- ahorra costes a los ciudadanos, evita conflictos, resuelve problemas y es un gran mediador a la hora de solucionar discrepancias o asuntos que se enredan por la sana disparidad de criterios entre quienes habitan en el territorio, y quienes nos honran con su presencia y nos visitan diariamente.
Por supuesto, cuando el administrador de los dineros ajenos se convierte en un problema para los administrados, la mejor opción es prescindir de sus servicios y buscar otro profesional, que sin duda los hay.
En estos momentos en los que los españoles decentes, están amedrentados, acobardados; vuelvo a reiterar que cada vez son más los que tienen el convencimiento de que las terribles circunstancias que sufren España y los españoles, se podían haber evitado si en las últimas, las penúltimas y las antepenúltimas elecciones generales, regionales y municipales, las diversas “derechas” hubieran ido juntas, coaligadas. Lo cual no sucedió porque quienes encabezan el PP, VOX y C`s anteponen intereses particulares al interés general y dan rienda suelta a sus ruindades, sus filias y sus fobias y en suma, no poseen una actitud de servicio a los ciudadanos, a pesar de que cuando solicitan que se les vote afirman que les mueve el bien común.
Hoy más que nunca, urge que alguien, algunos, encabecen una agrupación política, un bloque de derechas, con aspiración de ser una organización de masas, con el objetivo claro y rotundo de ser una opción de gobierno, de manera que España vuelva al buen camino, recupere la sensatez, y abandone la ruta emprendida por el gobierno frente-populista, social-comunista, de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Esa organización, resultante de la refundación de la derecha española, debería estar dirigida por personas capaces de ilusionar, de seducir y de movilizar a los buenos españoles, a los españoles decentes. En estos instantes, no me cabe la menor duda (espero no tener que arrepentirme en el futuro) de que una de las personas más capaces de ilusionar, seducir y movilizar a los españoles decentes se llama Isabel Díaz Ayuso.
Isabel Díaz Ayuso es posiblemente la persona que posee mayor valentía (junto con Cayetana Álvarez de Toledo), mayor coraje, para sin ningún reparo, sin ningún complejo cuestionar, y enfrentarse al consenso socialdemócrata, al acuerdo, más o menos tácito, respecto de que los derechos individuales pueden ser violados en nombre del “bien común”, del “interés colectivo”, como viene sucediendo durante el estado de alarma que sufrimos desde hace un año, debido a la epidemia del coronavirus. Coraje para encararse con ese maldito consenso de los diversos partidos con representación en el parlamento que, cuando gobiernan les lleva a violar los derechos individuales -el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad- a través de impuestos, redistribución de riqueza, y regulaciones de todo tipo, aunque hasta ahora ningún gobierno haya llegado a los extremos de los regímenes totalitarios del siglo XX, pese a que algunos como PSOE y Podemos no tengan recato alguno en manifestar claramente sus simpatías hacia ellos.
Si lo que se pretende, una vez superada la pandemia del coronavirus, es volver a poner en marcha nuestro sistema productivo, y crear riqueza; poner a España en el camino de lograr un desarrollo sólido y perdurable (“sostenible” lo llaman ahora), es imprescindible promover la salud de las instituciones “democráticas”, y evitar/erradicar situaciones de dependencia asistencial, de clientelismo-servilismo, “estómagos agradecidos”, servidumbres más o menos voluntarias, como el “ingreso mínimo vital” o cosas por el estilo… Y para ello, sólo posible gente capacitada, con experiencia exitosa, sobradamente probada, en gestión de dineros ajenos, y que, no tenga intención de hacer carrera en la política, para hacerse de un patrimonio.
¿Quién mejor que Isabel Díaz Ayuso y su equipo de colaboradores para emprender tamaña aventura?
Si quienes están al frente de las agrupaciones políticas no socialistas, no comunistas, son tal como afirman, patriotas, decentes, etc. deberían dar un paso al lado, apartarse para dejar paso a personas como Isabel Díaz Ayuso que, tal como vienen demostrando no tienen como objetivo hacer de la política su medio de vida y acrecentar su patrimonio…
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