Por David de Caixal : Historiador Militar. Director del Área de Seguridad y Defensa de INISEG. Director del Máster de Historia Militar de INISEG / Universidad Pegaso. Director del Grupo de Investigación del CIIA (Centro Internacional de Investigación Avanzada en Seguridad y Defensa de INISEG-Universidad Pegaso. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid). Miembro del Grupo de Investigación de INISEG y “The University and Agency Partnership Program » (UAPP) proyecto universitario para la difusión de la Cultura de la Defensa de Estados Unidos.
A estas alturas a nadie le resulta novedosa la participación de Turquía y Qatar en la Segunda Guerra Civil de Libia, sin embargo es de vital importancia conocer que estos hechos han facilitado tal intervención y como tal los problemas que pueden afectar a la Unión Europea.
Es comúnmente aceptado que en lo que los anglosajones llaman «MENA» (Oriente Medio y Norte de África) existen tres grandes bloques políticos en pugna por la hegemonía:
Bloque árabe: de carácter suní y árabe, y su principal potencia es Arabia Saudita e incluye a buena parte de las monarquías del Golfo y cada vez más a Egipto. Se trata del bloque que mantiene mejores relaciones con Occidente y de hecho tiene intereses convergentes con Europa, Grecia e Israel.
Eje de Resistencia: liderado por Irán que ha construido una red de actores estatales y no estatales que permiten controlar Irán, Siria y en cierta medida Iraq, Líbano y el antiguo Yemen del Norte.
Eje de los Hermanos Musulmanes: compuesto únicamente por Turquía, Qatar y ciertos países proxys.
En ocasiones al bloque Turquía-Qatar se ha dado en calificarlo de los Hermanos Musulmanes, porque el común denominador político está representado por la famosa organización transnacional terrorista de los Hermanos Musulmanes, cuya bandera ideológica es el panislamismo, esto es la constitución de un solo gran país Islámico que iría desde Marruecos hasta Pakistán e Indonesia. Turquía lleva desde hace más de una década en una senda que conduce al islamismo y al neo-otomanismo, lo que ha hecho de la política exterior de Ankara algo mucho más ambicioso y atrevido que nunca. Como Qatar es el gran valedor de los Hermanos Musulmanes y puesto que esta organización tiene adeptos en Libia se ha convertido en el vector natural de la intervención en Libia: una alfombra sobre la que construir una plataforma de influencia en libia y en el norte de África. El islamismo más recalcitrante de este eje se aprecia en personajes como Abdelhakim Belha, fundador del Grupo Islámico Combatiente Libio, organización que ha sido considerada por la ONU como parte de Al-Qaeda y que incluso habría tenido algún papel durante los atentados del 11-M en España, pero que por encima de todo es considerada por no pocos como parte del entramado de grupos afines a Qatar.
En las primeras elecciones democráticas de Libia el 2012, los partidos islamistas no lograron obtener la mayoría, y algunos partidos vinculados a los extremistas, como el Partido de la Patria (Hizb al-Watan), fundado por Abd al-Hakim Belhaj, un veterano de la Guerra de la yihad afgana y anteriormente líder del Grupo Libio de Lucha Islámica (GLLI) afiliado a Al-Qeda, no alcanzó ninguna representación. Pese a su fracaso, las milicias islamistas, incluyendo algunas vinculadas a organizaciones terroristas, continuaron ejerciendo considerable influencia. Fueron capaces de imponer un cerco sobre el parlamento electo para exigir la aprobación de leyes que les convenían y la designación de líderes prominentes en carteras ministeriales clave. En las elecciones parlamentarias, supervisadas por las Naciones Unidas de 25 de junio de 2014, las facciones más seculares ganaron la mayoría de las representaciones mientras que los islamistas consiguieron sólo 30 escaños de 200. Antes que conceder su derrota, los islamistas y sus aliados en la costa oeste de Libia formaron la coalición Amanecer Libio y lanzaron un golpe de estado. Los islamistas capturaron Trípoli tras una batalla de siete semanas. El parlamento recientemente elegido huyó hacia el pueblo oriental de Tobruk y, a la vez, nombraron a Haftar como su comandante del ejército.
En Trípoli se formó un “Gobierno de Salvación Nacional” (GSN), compuesto por quienes habían perdido las elecciones del 2014. El GSN recibió el apoyo de la Hermandad Musulmana. En un intento por resolver el problema de las autoridades en pugna, las Naciones Unidas mediaron el establecimiento del GPN en diciembre de 2015. Al-Sarraj fue elegido para liderar el GPN y en abril de 2016 éste retornó a Trípoli, imponiendo cierta autoridad. El GSN se disolvió efectivamente poco más tarde, si bien la autoridad del GSN fue invocada cuando su antiguo líder, Khalifa al-Ghawil, dirigió un intento de golpe contra el GPN meses más tarde, una jugada que ha desencadenado enfrentamientos intermitentes desde entonces. No obstante, varias instituciones establecidas bajo el plan de las NN.UU. no han funcionado adecuadamente. El Alto Consejo del Estado (ACE), un órgano no electo asesor del parlamento, se formó como un compromiso de corto plazo entre el GPN y el gobierno de Tobruk; el ACE tiene ahora una influencia importante, sin control alguno, sobre el funcionamiento del sector público en Trípoli y es liderado por Khalid al-Meshri, un conocido antiguo líder de la Hermandad Musulmana. El parlamento basado en Tobruk se ha negado a reconocer al GPN, y el papel de las Naciones Unidas en ratificar de hecho la toma de poder por parte de personas que habían perdido las elecciones ha sido muy controvertida
Pese a que el GPN ha sido reconocido por la mayoría de los protagonistas internacionales más importantes, incluyendo los EE.UU., la U.E. y las Naciones Unidas., éste carece de legitimidad y es percibida por algunos libios como una imposición extranjera. Adicionalmente, el GPN ha sido incapaz de ejercer su soberanía en los hechos, ni siquiera en Trípoli, que ha quedado dividida entre cuatro grandes milicias locales que se han infiltrado en las instituciones estatales, vaciándolas por completo. En un intento por poner fin al estancamiento entre los dos gobiernos, se han diseñado varias propuestas de paz, siendo las más conocidas las de la conferencia en Paris en mayo de 2018 y de una conferencia internacional en noviembre de 2018 organizada por el gobierno italiano en Palermo, Sicilia. En ambas conferencias, el GPN y el ENL acordaron celebrar elecciones, las que fueron aplazadas por varias razones de diciembre de 208 hasta una fecha por definir en 2019. En la guerra civil libia, Qatar -que también es acusado de estar vinculado a los Hermanos Musulmanes- ha mostrado su apoyo explícito al GNA, al igual que Turquía, siendo los dos únicos países en la esfera internacional que se han posicionado del lado de esta facción. Sin embargo, cabe resaltar que, recientemente, parece que Túnez ha ido virando cada vez más hacia este eje. El primer signo de este posible alineamiento tuvo lugar el pasado 18 de febrero de 2020, cuando cuatro buques de guerra turcos atracaron en el puerto tunecino de La Goulette.
AFP/MAHMUD TURKIA. Combatientes leales al GNA reconocido por las Naciones Unidas aseguran la zona de Abu Qurain, a medio camino entre la capital Trípoli y la segunda ciudad de Libia, Bengasi, contra las fuerzas de Jalifa Haftar
Aunque se desconocía si llevaban o no cargamento de armas, su sola presencia en aguas del país norteafricano hizo saltar las alarmas. La segunda y última muestra, hasta ahora, se ha producido, con motivo de la reunión bilateral que han mantenido el presidente tunecino, Kais Saied, con el emir qatarí, Tamim bin Hamad al-Thani. Los dos dirigentes acordaron “invitar a varias tribus a celebrar una segunda reunión ampliada en Túnez para poner fin a las peleas, guerras y divisiones”. La primera se celebró tras una petición del jefe de Estado del Consejo Supremo de las tribus de Libia, con el objetivo de frenar el derramamiento de sangre y propiciar la reunificación entre gente de la misma patria.
Los mercenarios, fundamentalmente sirios, enviados por Turquía a Libia, y de los cuales una parte está huyendo hacia Europa, están siendo apoyados por Qatar y por los Hermanos Musulmanes, una organización considerada como terrorista por Egipto, país en el que surgió. Así lo ha revelado recientemente el medio local Libya Akhbar, que cita a la Agencia Federal de Noticias de Rusia. La investigación, titulada ‘Detalles del envío de terroristas de Turquía a Libia’, expone que las armas que envió Turquía a Libia fueron compradas con dinero procedente de Qatar, así como que los milicianos que llegaron a territorio libio fueron trasladados a través de la empresa de seguridad turca Sadat, propiedad de Adnan Tanri Verdi, una figura cerca al presidente Recep Tayyip Erdogan. En esta línea, Radio France International (RFA) ya reveló, hace aproximadamente un mes, que Turquía estaba utilizando las aerolíneas Belhadj Airlines Company y Afriqiyah Airlines para transferir a los mercenarios. En el caso de la primera, la fuente revelaba que “desde sus inicios, Belhadj ha estado trabajando para servir los intereses de Turquía y Qatar”.
En esta línea, cabe destacar que el medio Al-Ain desveló que los Hermanos Musulmanes habían sido responsables del desmantelamiento y del traslado de una fábrica farmacéutica de Trípoli a Turquía, lo que ofrecía una prueba más de la capacidad de la organización egipcia para sabotear al pueblo libio, en un momento marcado por el deterioro de la salud pública, el repunte de enfermedades y la falta de medicamentos. Las fuentes libias consultadas aseveran que, con acciones como las anteriores, se han saqueado “millones de fondos públicos libios”, que han sido “transferidos a los bancos de Turquía”. Esto ha sido confirmado por uno de los directivos del Banco Central de Libia, con sede en Trípoli y gestionado por el GNA, Ramzi Agha, quien ha reconocido que se han enviado 4.000 millones de sus reservas en efectivo al Banco Central de Turquía, “como un depósito sin obtener un rendimiento”. El funcionario explicó, entonces, que esta transacción se correspondía con una “garantía de los acuerdos celebrados entre Ankara y el GNA sobre el suministro de armas, vehículos blindados, drones y los costes para tratar a los milicianos heridos”. Cabe recordar, en este punto, que los planes de Ankara en la contienda libia son muy ambiciosos. Su objetivo es obtener una presencia en dicho país de cerca de 11.000 “voluntarios”, como ha revelado recientemente Al-Ain, que cita al coronel del LNA Khaled Al Mahjoub.
Hasta el momento, el Observatorio sirio ha informado de que, en total, casi 2.600 combatientes han sido enviados a Trípoli, mientras que otros 1.790 reclutas han entrado en Turquía para someterse a cursos de capacitación, antes de ser desplegados en Libia. Según reveló entonces The Guardian, el primer envío de 650 milicianos se produjo en el pasado mes de diciembre de 2019, todos ellos pertenecientes a la segunda división del Ejército Nacional Sirio (SNA, por sus siglas en inglés), un conglomerado de grupos rebeldes sirios islamistas financiados por Turquía. Además, el pasado 29 de enero, se registró por primera vez la llegada del Ejército turco a Libia, con dos buques de guerra acompañados por un helicóptero. También hay que recordar que 150 mercenarios de nacionalidad siria, financiados por Turquía y Qatar han llegado a Europa procedentes de Libia, país al que fueron enviados a combatir bajo las órdenes del presidente de la nación euroasiática, Recep Tayyip Erdogan, según diversos informes del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés). Si bien se desconoce hasta el momento cuáles han sido sus movimientos en territorio comunitario, todo indica a que habrían ingresado en Italia, dada su proximidad con el país norteafricano. Cabe recordar, en este punto, que el pasado 23 de enero de 2019, la organización con sede en Londres ya documentó la llegada de 17 milicianos a la nación italiana, así como que otros 147 habían pagado un anticipo para ir al viejo continente utilizando esta ruta. Tan solo 4 días antes, el Ejército de Liberación Nacional libio (LNA, por sus siglas en inglés) -una de las dos facciones en la guerra- comunicó que 41 mercenarios habían salido de Libia en dirección a Europa a través de puertos ubicados en la parte noroeste del país norteafricano. El medio Al Watan reveló, entonces, que “los combatientes aceptaron intencionalmente el despliegue a Libia para luego escapar a Italia”, puesto que “no creen que podrán regresar a Turquía o a Siria, por lo que tratar de llegar a Europa es la opción más lógica para ellos”.
Por su parte, el SOHR explicó que “una vez que llegaron a Libia, entregaron sus armas y se fueron a Italia. Algunos de ellos partieron hacia Argelia, también con el objetivo de llegar a Europa”. Para la esfera comunitaria, la presencia de estos milicianos en su territorio podría suponer la apertura de una nueva brecha de seguridad. Hace dos meses, se constató que la ruta empleada por los mercenarios (Trípoli-Italia o Argel-Italia) también había sido utilizada por, al menos, un miembro de la organización terrorista Daesh. El yihadista, sin embargo, no logró alcanzar las costas italianas, ya que fue detenido por el LNA. Esto provocó que saltaran las alarmas en el seno europeo. Así, la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) comenzó a preparar una coordinación sirio-europea para registrar una lista de los mercenarios sirios financiados por Turquía transferidos a Libia. Fuentes diplomáticas recogidas por el diario local Libya Akhbar expusieron que se estaba trabajando en una estrategia de seguridad entre Siria y la órbita europea para monitorear a los mercenarios que han llegado a Libia.
La Asamblea Nacional de Turquía aprobó el jueves 2 de enero de 2020, la ley que permite el despliegue de militares en Libia. La medida impulsada por el gobierno la semana pasada fue aprobada con 325 votos a favor y 184 en contra.El plan del presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su equipo es enviar tropas en apoyo del Gobierno de Acuerdo Nacional, que controla el noroeste del país, incluida la capital Trípoli, y cuenta con el apoyo de Occidente. Fuente: https://www.diarioarmenia.org.ar/turquia-enviara-tropas-a-libia/
El objetivo sería “tomar todas las medidas de seguridad necesarias en las fronteras de todos los países comunitarios, especialmente en aquellos fronterizos con el Mediterráneo”. Ya en el año 2015, el diario The Telegraph publicó una exclusiva sobre los planes de Daesh de usar a Libia como “una puerta de entrada” a la guerra en todo el sur de Europa. “Los yihadistas esperan inundar al país norteafricano de milicianos procedentes de Siria e Irak, a los que posteriormente enviarían a Europa camuflándolos como migrantes en las embarcaciones de las mafias”, se pudo deducir de los documentos del grupo terrorista a los que tuvo acceso Quilliam, la organización británica contra el extremismo. En esta línea, cabe destacar que el director del SOHR, Abdel Rahman, ha denunciado recientemente que “miles de yihadistas han sido transferidos a Libia bajo el manto turco”. En una entrevista concedida al medio Al-Hadath, ha asegurado que “combatientes de nacionalidades del norte de África, la mayoría de ellos miembros de Daesh, habían sido deportados desde Siria a Libia hace meses”. Desde la Primavera Árabe, Turquía se ha convertido posiblemente en el principal patrocinador del radicalismo i terrorismo islamista, principalmente en Siria, donde sus políticas impulsaron a ISIS y a grupos afiliados a Al-Qaeda.
Libia podría ser considerada otro país donde Turquía, y su aliado Qatar, han invertido fuertemente en patrocinar grupos vinculados con organizaciones terroristas. Durante el levantamiento contra Gaddafi del 2011, Qatar equipó con armas a algunos facilitó grupos extremistas dentro de Libia, especialmente a aquellos aliados a Al-Qaeda. Uno de estos grupos es la facción liderada por Belhaj. Algunas de las armas enviadas por Doha a Libia fueron más tarde utilizadas en Mali por militantes vinculados con Al-Qaeda. Qatar ha estado implicado en el financiamiento de organizaciones terroristas en Libia, como ISIS y Ansar al-Shariah, lo que aumentó la capacidad de estos grupos para pagar a los combatientes salarios mensuales de USD 100 o más, y de esa manera incrementar sus facilidades de reclutamiento. Turquía ha establecido relaciones con grupos afiliados a Al-Qaeda en varios lugares a través de la región. Uno de esos casos fue el del ciudadano irlandés nacido en Libia, Mahdi al-Harati, quien desde abril hasta agosto de 2011 manejó la “Brigada Trípoli”, una unidad armada que participó en la batalla final por expulsar al dictador libio Muammar al-Gaddafi fuera de la capital.
Poco después de la caída de Trípoli, Harati fue nombrado comandante suplente del Consejo Militar de Trípoli (CMT), que en ese entonces era encabezado por Belhaj. Harati renunció en octubre de 2011 y, con el apoyo de los gobiernos qatarí y turco, se unió a la insurgencia siria. Por este mismo tiempo, Belhaj se dirigió igualmente a Turquía y se reunió con líderes de la oposición siria. En abril de 2012, Harati y su cuñado, Houssam Najjair, establecieron Liwa al-Ummah, basada en la gobernación Idlib al noroeste de Siria. Ankara ha continuado apoyando a grupos extremistas en Libia, en Trípoli y en Misrata, con armas, pese al embargo de armas impuesto por las NN.UU. En diciembre de 2018, un cargamento de armas provenientes de Turquía fue capturado en el puerto de Khoms, cerca de Trípoli. El cargamento contenía 3.000 pistolas de fabricación turca, así como también algunas otras pistolas, rifles de cacería y municiones. Turquía se comprometió a poner fin a estos cargamentos y abrió una investigación conjunta con el GPN. Y sin embargo, apenas dos meses más tarde, en febrero de 2019, otro cargamento de armas turcas fue confiscado en el mismo puerto marítimo. Este incluía nueve vehículos de asalto armados Toyota Sierra Leone 4X4 y tanques de combate fabricados en Turquía. Estas armas estaban destinadas a las Fuerzas Especiales de Disuasión (FED) y al Batallón Nawasi Battalion, que son dos de las cuatro milicias que conforman la Fuerza de Protección de Trípoli. Cabe reiterar aquí que las milicias de Trípoli están ligadas a figuras clave del GLL. La lucha por Trípoli es clave para el futuro de Libia. El régimen nominal del GPN está basado en milicias predadoras que compiten entre sí dentro de la ciudad, y un fin a esta situación podría restaurar la estabilidad. Sin embargo, la batalla será larga, especialmente dado que los islamistas pueden contar con el apoyo de Turquía y Qatar. Algunos críticos afirman que la ofensiva del ENL contra Trípoli exacerbará la inestabilidad antes que traer orden a Libia.
No obstante, ellos desconocen el hecho que Trípoli ya es inestable y precisamente debido a sus actuales autoridades, los varios jefes militares y milicias, que se benefician de la economía de la guerra, con sus continuos secuestros y escaramuzas para expandir sus feudos. El interés principal de los estados vecinos en África del Norte y Europa son el contraterrorismo y la contención del flujo migratorio. El GPN está aliado estrechamente con la Brigada de Defensa de Benghazi, una milicia terrorista listada por los EE.UU. y la U.E. Salah Badi, un caudillo extremista buscado por debilitar la estabilidad en Libia, tiene vínculos cercanos con el GAN, como los tiene también Abdul Rahman al-Milad, un líder miliciano buscado por tráfico de inmigrantes. En resumen, el GAN, y las milicias en las que recae su autoridad, son más un obstáculo que una ayuda en lo que se refiere a alcanzar estabilidad en Libia, que pueda reprimir al terrorismo y al flujo de personas. La inteligencia qatarí lleva desde 2011 intentando crear milicias y grupos armados para influenciar el trascurso del conflicto en Libia a través de los Hermanos Musulmanes. Qatar ha firmó el pasado mes de octubre de 2020, un acuerdo de seguridad con el Gobierno de Acuerdo Nacional de Libia (GNA) encabezada por Fayez Sarraj.
El acuerdo, según informa el medio de comunicación Al-Ain que, es considerado como una herramienta para destruir los intentos de poner fin a la guerra civil libia y, a su vez, ayuda a perpetrar la presencia turca en el país. La firma se produjo después de que las partes enfrentadas alcanzaran un acuerdo de alto el fuego en Ginebra. Este alto el fuego estipula la necesidad de disolver las milicias existentes y frenar los acuerdos turcos con Sarraj. Los observadores internacionales de Al-Ain consideran el acuerdo como un intento de Qatar y Turquía de continuar patrocinando organizaciones terroristas y milicias armadas, así como de disponer de un medio de penetración en las instituciones oficiales en Libia. La intervención de Qatar en Libia comenzó en 2011, cuando Doha patrocinó fuertemente a los Hermanos Musulmanes a través de la cobertura del movimiento popular en Libia. El canal qatarí Al-Jazeera comenzó a presentar y simbolizar a la Hermandad como uno de los cuadros más importantes del movimiento popular en el este del país. Qatar pronto lo apoyó con sustento económico, armas y medios de comunicación para formar una milicia llamada «17 de febrero«.
Turquía pretende enviar unos 6000 terroristas sirios a Libia para luchar contra el Ejército Nacional Libio (ENL), encabezado por el mariscal de campo Jalifa Haftar. “Casi 2400 combatientes ya han sido enviados a Trípoli, mientras que otros 1700 reclutas llegaron a Turquía para someterse a cursos de entrenamiento”, informó el domingo el opositor Observatorio de Sirio de Derechos Humanos (OSHD). Fuente: OCATRY (Observatorio contra la Amenaza Terrorista y la Radicalización Yihadista9 de INISEG. www.ocatry.es
Esto coincidió con la distorsión y el debilitamiento del general libio Abdel Fattah Younes, quien declaró su parcialidad hacia el movimiento popular. A través de un grupo de inteligencia qatarí, la milicia “17 de febrero” se instaló en Tobruk con el pretexto de facilitar la llegada de ayuda humanitaria al pueblo libio durante su calvario. Este grupo, según afirma Al-Ain reunió en sus filas “elementos terroristas internacionales que fueron enviados a los territorios libios”. Paralelamente, hubo otro grupo qatarí que llegó a Bengasi para supervisar la entrada de armas medianas y misiles térmicos portátiles «Milán» por aire y mar. Según fuentes de inteligencia libias, entre los oficiales y elementos qataríes que supervisaban el proceso de envío de armas a Libia y entrenamiento de los operativos, se encontraban Nasser Abdulaziz al-Mannai y Jasem Abdullah al-Mahmoud, además de Abdul Rahman al-Kuwari, que estaba destinado en Sudán con otros oficiales qataríes. Tras el asesinato del coronel libio Muammar El Gaddafi, las ambiciones de la Hermandad aumentaron para formar un Ejército que se apoyó en las antiguas milicias, monitoreadas en ese momento por la inteligencia turca.
Estas milicias se denominaron «Escudo de Libia» y, después de que el terrorista Wissam bin Hamid consiguiera anexar nuevos elementos terroristas internacionales de las organizaciones de Al-Qaeda, la milicia liquidó a la mayoría de los líderes civiles y militares nacionales en el este de Libia. Esto, según afirma Al-Ain, supuso una amenaza para la finalización del proyecto terrorista qatarí. Después de varias acusaciones, la Hermandad tomó la decisión de utilizar estas milicias. Para ello añadieron nuevas tropas bajo el nombre de «Guardia Nacional», formadas por los miembros más destacados del Libyan Fighting Group, que es uno de los afluentes de Al-Qaeda liderado por los terroristas Abdel Hakim Belhadj, Khaled al-Sharif y Abdel-Wahab Qaid, así como otras milicias ideológicas de Misurata y Al-Zawiya. Youssef al-Manqoush (originario de Misrata) y afín a Qatar fue puesto al mando del Estado Mayor en 2012, donde desempeñó un papel importante y peligroso al engañar al pueblo libio. Al-Manqoush asumió la tarea de proporcionar fondos y cobertura política a las milicias de Misrata, y así desembolsar miles de millones de dólares a las milicias con dinero público de los libios. Esto provocó que la mayoría de los jóvenes participaran en las milicias, lo que proporcionó un entorno adecuado y una cobertura para la propagación de Daesh y Al-Qaeda en el país.
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