EL ENORME PELIGRO DE LA IZQUIERDA EN SUDAMÉRICA.

Vivimos tiempos de cambios extremos, en los que cada segmento político ofrece los mejores caminos y alternativas para el desarrollo humano hoy.

América del Sur está experimentando estos cambios políticos y se proponen utopías que, astutamente ofrecen a su pueblo, a sus ciudadanos, pero siempre quedan lejos de los resultados prometidos. Tenemos como ejemplo a Venezuela, Chile, Brasil, Ecuador y Argentina. Sus gobiernos de izquierda han sido verdaderos desastres económicos y políticos y han traído profundos traumas y pérdidas a la sociedad de estos pueblos.

América del Sur tiene posee importantes recursos naturales y una enorme capacidad productiva que, resultan muy atractivos para los mezquinos intereses de estas políticas de gobierno autoritarias que, tanto daño han hecho a los pueblos donde se han aplicado.

Los izquierdistas de estas naciones, obedecen un plan de la Izquierda Internacional, muy bien ideado por el Orden Mundial para el control de los pueblos y para convertir a la China Comunista en el máximo poder económico, social y político del planeta.

Las personas de izquierda hablan de democracia y no son democráticos, esconden, camuflan el totalitarismo. Corrompen a los jóvenes con la libertad sexual y otros mecanismos que, utilizan como medios de comunicación, cultura y programas que tienen a su alcance, para corromper la sociedad.

Sus gobiernos se caracterizan por su alta corrupción económica y política. Como lo fueron los gobiernos de Lula en Brasil, Chávez y Maduro en Venezuela, Morales en Bolivia y el kirchenerismo en Argentina. También hablan de Justicia Social, pese a estar muy lejos de ella.

En fin, sólo son maestros de la demagogia, de la simulación, con la máscara de la hipocresía. Sus gobiernos son autoritarios, liberticidas, déspotas, sanguinarios, controladores de la mente humana, sus almas y sus territorios.

Ningún gobierno de izquierda ha traído al pueblo sudamericano el beneficio prometido por quienes promueven estos sistemas de gobierno.

Solo miserias, hambre, enfermedad… y abusos de la dignidad humana.

Rómulo H. M. Campos

Chile Santiago.

Chile.