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El final de la Pascua

MARIANO CABANILLAS

1.- Introducción
Con las dos grandes fiestas de la Ascensión y Pentecostés , el 18 de mayo y el 28 de mayo, respectivamente cierra la Iglesia la liturgia de la Alegría del constante grito del “ALELUYA”.
Quiero comenzar mi reflexión con la narración de estos gloriosos hechos que nos hace Lucas en el prólogo de los Hechos de los Apóstoles, preludio a su labor apostólica; habla de la Ascensión y de la promesa del envío del Espíritu Santo: “Una vez que estaba comiendo con ellos les mandó que no
saliesen de Jerusalén, sino que aguardasen la promesa del Padre, de la que os hablé; porque Juan bautizó con agua pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días (…)Dicho esto, lo vieron subir hasta que una nube lo ocultó a su vista. Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras Él se iba, cuando se le aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: “Galileos ¿que hacéis ahí mirando al cielo? Este Jesús que acaba de subir al cielo volverá como lo habéis visto irse al cielo”.
Meditando en estos días del tiempo litúrgico la forma de vivir de los apóstoles se me ha borrado de mi mente la duda que pudieran tener los apóstoles por la añoranza de la marcha de su Pastor. Porque su fe en las promesas de Jesús no era para sentirse tristes y desconcertados sino que Las Sagradas Escrituras nos dicen que volvieron a Jerusalén llenos de alegría y alabando a Dios.

Para vivir, como los apóstoles, este tiempo litúrgico os comunico mis resonancias de estas dos grandes fiestas que cierran el tiempo pascual.
2.- La Ascensión
Nuestra fe en este hecho lo expresamos en el Credo con estas palabras: (Jesús) “Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso”.
Este dogma lo recoge Lucas en el último párrafo de su Evangelio con estas palabras: “Los sacó hasta cerca de Betania. Levantó las manos y los bendiijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos y subió al cielo. Ellos lo adoraron y se volvieron a Jerusalén llenos de alegría. Estaban continuamente
bendiciendo a Dios”.
La Ascensión de Jesús al cielo debe suponer para los que nos consideramos sus discípulos una certeza y un compromiso. Una certeza de que Jesús está vivo que no ha permanecido en el sepulcro y una misión que consiste en anunciar al mundo esta verdad de que Jesús es el VIVIENTE, LA VIDA MISMA. Jesús no se va ningún astro lejano. “No se ha marchado”, por su omnipresencia divina está siempre con nosotros. San Juan se hace eco de sus palabras: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”(Jn.14,28).
Nuestra misión la explicitó Él mismo con estas palabras: “Se me ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos” ( Mat. 28 , 18 y ss). En otra cita nos habla de la fuerza del testimonio: “Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y en Samaría, y hasta los
confines del mundo” ( Hechos,1,8). Dentro de estos confines está la parcela de nuestros ambientes que Jesús nos ha asignado.
Siempre en nuestra labor pastoral debemos sentir la presencia de Cristo Vivo y para realizarla el Dios Trinitario nos da de su Espíritiu Santo. Por eso ahora hablaremos de la gran fiesta Pascual de Pentecostés.
3.-Pentecostés
Etimologicamente “Pentecostés” es el día quincuagésimo , porque ese día se cumplen los 50 días después del domingo de la Resurrección de Jesús. En este día se cumple la promesa de Jesús a sus apóstoles diciéndoles que el Padre enviaría al Espíritu para guiarlos en su misión evangelizadora. Esta fuerza del espíritu es la que también nosotros necesitamos para continuar también nuestra misión omo discípulos de Cristo.

Paso ahora a reflexionar sobre todo el proceso según nos narran los Evangelio, tomando las referencias
del año litúgico en que nos encontramos.
Domingo VI de Pascua.- Recojo fragmentos de Jn 14,15-21) : “Si me amáis guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os de otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad (…) Dentro de poco el mundo no me verá,pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo (…).”
Quiero compartir con vosotros mis reflexiones sobre este texto:

La primer es la exigencia de Dios para considerarnos sus seguidores: amar y cumplir sus mandamientos.

La segunda qué significado tiene le expresión “otro Paráclito”, que está siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad: El “otro” es porque Jesús fue el primer Paráclito porque ÉL se definió “Camino, Verdad y
Vida”. Jesús sube a los cielos pero se queda como Paráclito, defensor de sus discípulos.
En cuanto al dogma del dogma del Dios Trinitario, la Santísima Trinidad, al Espíritu Santo se le atribuye la acción santificadora que derrama sobre los hombre a través de sus Dones y Frutos, que todos conocemos.
¿Cómo debe ser nuestra relación con el Espíritu Santo? Aquí quiero recordar una anécdota de Santa Teresa, que me refirió hace unos días, una amiga de la Orden del Carmelo, Patricia. Me dijo que santa Teresa en sus días de tibieza espiritual acudió a su director espiritual y y le recomendó que se encomendase al Espíritu recitando su himno 8: “Veni Creator Spiritus” y quedó transformada.
Para cerrar este párrafo os quiero testimoniar mi oración para ponerme en manos del Espíriitu, que mantengo desde mis años de Seminario, que la rezábamos antes de cualquier actividad, y que la titulábamos en Latín con sus dos primeras palabras (“Actiones nostras”) y que transcribo a continuación, en su texto original latino y con sus traducción:

“Actiones nostras quaesumus, Domine, aspirando preveni et adjuvando prosequeri ut cuncta nostra oratio et operatio a Te semper incipiat et per Te ecepta finiatur”. Amen. Paso continuación a la traducción para los que tengan necesidad de ella:
“Te suplicamos, Señor que,nuestras acciones sean frutos siempre de tu Espíritu y que contemos siempre con tu ayuda para llevarlas según tu Espíritu nos inspiró”.( Es un poco libre la traducción).
Para cerrar, he considerado oportuno hacerlo con mis reflexiones sobre las palabras que el Papa Francisco pronunció el domingo, 14 de mayo, en su Regina Coeli. Sólo por razones de brevedad, reproduzco los textos que más me interpelaron, pero os aconsejo la meditación de toda su intervención. Estas son las citas: “El Espiritu Santo nunca está junto a nosotros como un abogado que asiste al imputdo estando a su lado…Es un compañero de vida, una presencia estable, es Espíritu y desea morar en nuestro espíritu” .
No puedo terminar esas líneas sin tener unas palabras para nuestra Madre, María, que estuvo siempre presente con los apóstoles, como sigue estándolo con nosotros, como Ideal de Santidad y para contagiarnos la fuerza de su FIAT. Quiero hacerlo con una canción que rezamos con frecuencia en la
Parroquia de Santo Domingo:

“Madre de los creyente que siempre fuiste fiel, danos tu confianza danos tu FE”.


Mariano Cabanillas Entrena

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RedaccionVozIberica

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