El Majzén (autoridad suprema) el verdadero poder marroquí

Koldo Salazar López

El majzén marroquí es la estructura de poder marroquí por antonomasia, comparable al “estado profundo” de otros países y que se organiza en círculos concéntricos implicando a diferentes niveles a toda la oligarquía de Marruecos, constituida de forma piramidal cuyo vértice es el rey de Marruecos (Mohamed VI).

De forma inmediata implica a la familia real (madre, esposa, hijos, hermanos etc… del rey), líderes del país junto con los servicios secretos, la alta cúpula militar, el cuerpo diplomático y la oligarquía empresarial de alto peso, entre otros, que constituye el motor del poder real del estado y donde prima el interés de la corona, que es la organización común que les mantiene en el poder.

El majzén es una organización oscura de la que se sabe poco de su estructura, componentes y sólo se deja ver por la manifestación del poder económico de la élite marroquí y por su capacidad sancionadora dentro del círculo a través de destierros, asesinatos, expulsiones, exilios, caídas en desgracia etc… sin contar con la consabida omertá que circunda este anillo de poder.

Con respecto al sistema político parlamentario en Marruecos, el majzén establece un estrecho control a través de una relación de sumisión del poder ejecutivo, legislativo y judicial hacia el poder de la corte real oligárquica, sin embargo esta relación se traduce cada vez más en una colaboración necesaria y en el sostenimiento de una imagen de estatus quo por el cual el majzén ejerce un poder de supervisión sobre estos tres poderes aunque muy especialmente del legislativo (Parlamento) y del ejecutivo (Gobierno) pero con especial obsesión por el control religioso habida cuenta de los conflictos en los cuales los grupos religiosos han tumbado muchos países y dejado muy deteriorados a otros.

Estos poderes tienen capacidad de actuar de forma independiente siempre y cuando no entre en la esfera de influencia del majzén ni compita, sino que, por el contrario, estos poderes sean un instrumento en las manos del poder real y su entramado social de tal forma que se entremezclen. El majzen es un grupo elitista y separado de la sociedad, incluso de los políticos salvo de los que están en el alto rango. Debido a esto puede controlar el funcionamiento del estado conforme a sus intereses.

Sin embargo a pesar de esa relación y de las formas (al majzén lo le gusta ni ser nombrado ni ser intuido más allá de las muestras públicas monárquicas) es el que posee el poder real debido a que, en última instancia, es el majzen el que condena o salva, dirige el poder sancionador o el monopolio de la fuerza especialmente hacia sus propios ciudadanos buscando opositores de cualquier signo y castigándolo o, en muchos casos, haciéndolos desaparecer como en el caso del político marroquí Mehdi Ben Barka. Pero, también, la amistad del rey puede impulsar la vida de cualquiera más allá de su máximo natural como en el caso de los hermanos Azaitar.

Si su brutalidad aterroriza a los marroquíes dentro de su país no lo es menos fuera, donde el complejo entramado de los servicios secretos marroquíes monitoriza las actividades de sus conciudadanos a través de asociaciones, fundaciones, mezquitas, donde el servicio de inteligencia de Marruecos tiene muchos ojos, bocas y oídos que cubren toda Europa Occidental.

Cuando en 2016 se produjo la revuelta en Alhuceimas al principio el majzén intentó restar importancia al hecho, pero con la profundización de la protesta la organización desplegó todo su poder y abortó la protesta deteniendo a los organizadores, Nasser Zefzafi sigue en prisión condenado a veinte años.

Desde 1975 también el Majzén se ha encargado de controlar las regiones del ocupado Sáhara Occidental poniendo especial ímpetu en la represión de cualquier elemento saharaui, nacionalista, a simpatizantes del Polisario y demás opositores que contestaran la invasión y ocupación de la región.

Pero al mismo tiempo que ataca a los saharauis apoya y protege a los colonos que sirven a Rabat. Sin olvidarnos que la cuestión del Sáhara no es una «ocupación blanda» ya que allí se han producido masacres como la del campo de refugiados de Um Draiga en 1976 con napalm y fósforo blanco, lo que constituye un crimen de lesa humanidad y, al mismo tiempo, el ataque a los trescientos saharauis que fueron quemados vivos por parte de soldados marroquíes y mauritanos o los bombardeos de las columnas de refugiados que huían a Argelia.

Otro de los rasgos del majzén es la respuesta desproporcionada a la hora de desmantelar los campamentos saharauis de El Aaiún en 2010 cuando protestaban para conseguir la independencia. Crímenes sin respuesta llevados a cabo por el auténtico poder de Marruecos, el que se esconde en los recovecos del Parlamento y detrás del presidente. Esa oligarquía que emana de la Corte Real compuesta por espías, militares, políticos, aristocracia palatina, líderes tribales y religiosos, hombres de negocios y ciertos asesores extranjeros difíciles de identificar que controla todo el destino de una nación.

Sin embargo, el majzén ha visto un cambio generacional. Los militares y demás cortesanos cuyo objetivo era sostener el trono a toda costa dentro de Marruecos y vivir una vida de élite está siendo sustituida por una élite más joven, menos absolutista en las formas, pero no en el fondo, pero sobre todo con una clara voluntad internacional. Formados lejos de los palacios y el aislado grupo elitista marroquí estos nuevos líderes, muchos de ellos anónimos, han sido formados en las mejores universidades de Francia, Reino Unido y Estados Unidos.

Conocen el derecho internacional, sus limitaciones y ventajas y saben crear espacios de diálogos ofreciendo lo mejor que tienen a cambio de ser considerados aliados indispensables. Su geopolítica viene claramente inspirada por los estados del Golfo, especialmente por las labores diplomáticas de estados pequeños pero muy ricos como Emiratos, Qatar o Bahrein by ellos hacen lo mismo.

Marruecos va camino, y lo tiene claro, de ser el hegemón del Mediterráneo Occidental y ve a Turquía como su reflejo en el Oriente Mediterráneo y saben que poseen el apoyo de Francia, ya totalmente infiltrada por Marruecos, y de Israel donde la población judía sefardí de origen marroquí les apoya. ¿Sus demonios internos?, los islamistas y los saharauis… ¿sus rivales?, Argelia y España, este último país totalmente dominado y despreciado constantemente forzado hasta el límite para beneficiar las tesis que el majzén ha tomado como suyas…las de El Fassi pero actualizada para nuestros tiempos y la Comunidad Internacional del Siglo XXI.

FUENTE: http://www.elespiadigital.org/index.php/noticias/politica/40019-2023-02-11-21-53-24

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