El Sáhara Occidental entre el olvido y la traición… Reactivación de un conflicto congelado

Pocos conflictos reúnen tantos elementos de hipocresía internacional, cinismo diplomático y abandono moral como el del Sáhara Occidental. Y pocos permiten entender, con igual claridad, la descomposición del orden internacional surgido tras la Guerra Fría, la doble vara de medir de las democracias occidentales y la facilidad con la que se sacrifica el derecho internacional cuando choca con intereses geoestratégicos mayores. En este contexto, el pueblo saharaui se ha convertido en una nación suspendida en el tiempo: traicionada por España, ignorada por Europa, instrumentalizada por Argelia y enfrentada a un Marruecos cada vez más agresivo y legitimado por sus alianzas con Israel y Estados Unidos.

El origen del conflicto: descolonización frustrada y promesas incumplidas

El Sáhara Occidental fue una colonia -mejor dicho, provincia- española hasta 1975. A pesar de las resoluciones de Naciones Unidas que exigían la celebración de un referéndum de autodeterminación, España se retiró del territorio mediante los ilegales Acuerdos de Madrid, cediendo de facto la administración a Marruecos y Mauritania. Esta cesión, no reconocida por el Derecho Internacional, permitió la ocupación militar marroquí del territorio y desencadenó una guerra entre Marruecos y el Frente Polisario, el movimiento de liberación nacional saharaui fundado en 1973. Cabe precisar que, en rigor histórico y jurídico, calificar al Frente Polisario como «movimiento separatista», como algunos hacen en la actualidad, carece de fundamento, pues el Sáhara Occidental nunca formó parte de Marruecos. Si en algún momento fue un movimiento «separatista» fue respecto de España, cuando el territorio era una provincia española.

El Tribunal de Justicia Internacional ya dictaminó en 1975 que Marruecos no tenía vínculos de soberanía con el territorio. A pesar de ello, Rabat continúa su ocupación y ha colonizado progresivamente el territorio y lo ha ocupado con cientos de miles de colonos marroquíes, en clara violación del IV Convenio de Ginebra. La ONU, por su parte, ha mantenido una postura ambigua, enviando una misión de paz (MINURSO) cuya tarea principal —organizar el referéndum de autodeterminación— jamás se ha cumplido.

La traición española y la claudicación europea

España no solo abandonó el territorio en 1975, sino que ha mantenido desde entonces una política exterior errática, cobarde y contradictoria. En 2022, el gobierno de Pedro Sánchez consumó la traición al pueblo saharaui al avalar públicamente el plan de autonomía propuesto por Marruecos, rompiendo con décadas de neutralidad diplomática española y alineándose de facto con la ocupación. Esta decisión, adoptada sin consultar al Congreso de los Diputados de España ni al pueblo español, fue celebrada en Rabat y condenada por el Frente Polisario y por Argelia, principal valedora del pueblo saharaui.

La carta enviada por Sánchez al rey Mohamed VI en marzo de 2022, revelada por medios como El País, supuso un giro histórico en la política exterior española, que tradicionalmente había defendido la legalidad internacional y el derecho del pueblo saharaui a decidir su futuro. El contenido de esa misiva, en la que se calificaba el plan marroquí como “la base más seria, creíble y realista” para la resolución del conflicto, fue ocultado inicialmente al Parlamento español y generó una crisis diplomática con Argelia, que suspendió el tratado de amistad y cooperación con España y redujo drásticamente sus exportaciones de gas natural.

La Unión Europea, por su parte, ha seguido una línea de sumisión progresiva a los intereses marroquíes, especialmente en materia de control migratorio. Marruecos ha utilizado sistemáticamente a los emigrantes como arma política, chantajeando a Europa con la apertura o cierre de sus fronteras a cambio de apoyo político y económico. La reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que invalidó los acuerdos pesqueros entre la UE y Marruecos por incluir aguas saharauis en el pacto, no ha impedido que varios Estados miembros —incluido España— busquen fórmulas para burlar dicha decisión.

A esta claudicación se suma el papel ambiguo de Francia, principal valedora de Marruecos en el seno de la UE y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. París ha bloqueado de manera sistemática cualquier avance en la ONU que implique presionar a Rabat, y ha sido clave para impedir la ampliación del mandato de la MINURSO a la vigilancia de los derechos humanos. Este blindaje diplomático permite a Marruecos mantener su ocupación sin costes internacionales significativos, a pesar de las continuas denuncias por violaciones de derechos humanos en los territorios ocupados.

El regreso de la guerra y el silencio internacional

Desde noviembre de 2020, el alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario está roto. Las hostilidades se reanudaron tras la incursión militar marroquí en la zona desmilitarizada de Guerguerat. Desde entonces, el Frente Polisario —reconocido por más de 80 países y por la Unión Africana como legítimo representante del pueblo saharaui— ha declarado el estado de guerra total. Sin embargo, los combates se desarrollan en un silencio mediático casi absoluto, sin que la comunidad internacional muestre interés alguno en relanzar un proceso político real.

El bloqueo del conflicto también se explica por el juego de equilibrios regionales. Marruecos ha logrado consolidar una suerte de impunidad geoestratégica gracias a su colaboración en temas clave como la lucha antiterrorista, el control migratorio y el reconocimiento del Estado de Israel, todo ello premiado con inversiones extranjeras, tratados preferenciales y respaldo diplomático. Mientras tanto, Argelia y el Frente Polisario denuncian una traición global al pueblo saharaui, víctima de una ocupación ilegal avalada de hecho por las potencias occidentales.

Irán, Hezbollah y el Frente Polisario: ¿guerra por delegación o propaganda interesada?

Lejos de tratarse de un conflicto estancado y periférico, el Sáhara Occidental ha sido presentado en los últimos años por algunos sectores como un nuevo frente de la guerra asimétrica global, en el que actores estatales como Irán y no estatales como Hezbollah estarían utilizando al Frente Polisario como vehículo para desestabilizar Marruecos y erosionar la arquitectura de seguridad occidental en África del Norte y el Mediterráneo. Esta tesis, sin embargo, es objeto de fuerte controversia y debe ser analizada con cautela.

Un informe reciente de la Foundation for Defense of Democracies (FDD), publicado el 17 de abril de 2025, sostiene que Teherán ha establecido una red de apoyo logístico, militar y diplomático al Frente Polisario a través de su embajada en Argel, en coordinación con Hezbollah. Esta colaboración, de ser cierta, habría facilitado la transferencia de armamento avanzado, incluyendo misiles tierra-aire SAM-9, SAM-11 y Strela, así como drones de origen iraní, empleados en ataques documentados contra posiciones marroquíes, como el ocurrido en noviembre de 2024 en Mahbès.

No obstante, otros analistas consideran que este tipo de informes deben leerse en clave de propaganda diplomática y alineamiento geoestratégico. Marruecos mantiene una estrecha alianza con Estados Unidos e Israel, y su interés en presentar al Polisario como una amenaza vinculada al eje Irán-Hezbollah responde también a una estrategia de legitimación internacional de su posición. La falta de pruebas independientes verificadas, el uso de fuentes opacas y el historial de instrumentalización política de ciertas think tanks justifican al menos una lectura crítica de estas denuncias.

El informe de la FDD subraya también los supuestos vínculos entre el Frente Polisario y el terrorismo yihadista, especialmente a través de figuras como Adnan Abou Walid al-Sahraoui, ex alto cargo del Polisario que acabó liderando el Estado Islámico en el Sahel. Además, los campamentos de Tinduf son descritos como semilleros de ideologización y fanatización, con presencia de reclutadores de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y el ISIS. Sin embargo, diversas misiones de la ONU y ONG independientes no han encontrado evidencia concluyente de que estas dinámicas respondan a una política sistemática del Frente Polisario, y advierten del riesgo de criminalizar indiscriminadamente a una población refugiada de más de 200.000 personas que vive desde hace décadas en condiciones extremas.

Frente a esta supuesta escalada, el informe de la FDD plantea dos recomendaciones claras al gobierno estadounidense:

  1. Apertura urgente de una representación consular en Dajla, reafirmando la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara.
  2. Designación del Frente Polisario como organización terrorista extranjera, en virtud de sus ataques armados contra civiles y su colaboración con estructuras yihadistas.

Ambas medidas, sin embargo, podrían hacer que se reavive y recrudezca aún más el conflicto y bloquear cualquier vía diplomática. Además, no han sido respaldadas por Naciones Unidas ni por la mayoría de aliados europeos de Washington. La creciente polarización del conflicto entre bloques geopolíticos antagónicos amenaza con convertir el drama saharaui en un rehén más de la guerra de influencias global, alejando aún más cualquier solución justa, duradera y conforme al derecho internacional.


Cronología del conflicto del Sáhara Occidental

  • 1884: España declara un protectorado sobre el Sáhara Occidental.
  • 1965: La ONU exige a España la descolonización del territorio.
  • 1973: Fundación del Frente Polisario.
  • 1975: España firma los Acuerdos de Madrid. Comienza la ocupación marroquí.
  • 1976: El Frente Polisario proclama la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
  • 1991: Alto el fuego auspiciado por la ONU y creación de la MINURSO.
  • 2020: Marruecos rompe el alto el fuego. Reanudación de hostilidades.
  • 2022: El gobierno español, presidido por el socialista Pedro Sánchez, respalda el plan de autonomía marroquí.
  • 2024-2025: Aumenta la acusación de implicación iraní y de Hezbollah. FDD plantea medidas contra el Polisario.

About Author

Spread the love
                 
   

Deja una respuesta