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¡El social-comunismo ha sido la ideología más mortífera con diferencia, ha matado a más personas que cualquier enfermedad, o epidemia, o guerra, o hambruna…!

Los gobiernos existen porque han llegado al poder por la fuerza y ​​la violencia o porque han sido elegidos y el pueblo les ha dado el poder. Los partidarios de la fuerza y ​​la violencia suelen tener sus raíces en el ejército y nos gusta llamarlos dictadores. Ha habido un montón de ellos a lo largo de la historia: Hitler, Stalin, Mao, Kim Jong Il y ahora su hijo, Saddam, Gadafi, la lista sigue y sigue. A los dictadores no les importa el pueblo y suelen matar a cualquiera que se interponga en su camino. Es un hecho que el gobierno ha matado a más personas que cualquier otra causa, enfermedad o circunstancia con consecuencias letales que ustedes puedan imaginar…

En el libro “Genocide: A world history” de Norman M. Naimark, en el capítulo dedicado a los “Genocidios comunistas” se menciona que la Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Genocidio de 1948, el documento legal fundacional que define el genocidio, limitó las categorías de sus víctimas a grupos nacionales, étnicos, religiosos o raciales. Los intentos de incluir grupos sociales y políticos en la convención fracasaron en gran parte debido a la oposición de la delegación de la Unión Soviética (URRSS) ante las Naciones Unidas, que temía que su represión de grupos sociales y políticos en el país pudiera considerarse genocida. Desde entonces, ha sido difícil pensar en el genocidio como un crimen contra un grupo social o político o, en su caso, de otros grupos identificables de connacionales como, por ejemplo, homosexuales o minusválidos en el caso de los nazis.

Sólo un ignorante retrograda puede negar que el comunismo, el marxismo-leninismo y sus variantes, significa en la práctica terrorismo sangriento, purgas mortales, gulags letales y trabajos forzados, deportaciones fatales, hambrunas provocadas por el hombre, ejecuciones extrajudiciales y juicios espectáculo, y genocidio. También es ampliamente conocido que, como resultado, millones de personas inocentes han sido asesinadas a sangre fría con el pretexto de esta ideología.

Las muertes generadas es uno de los puntos en los que el fracaso del comunismo es  más visible. Diversos libros dan cuenta de que los experimentos con el comunismo tienen una preocupante tendencia a convertirse en asesinatos en masa. Como explica Kristian Niemietz en su excelente libro “Socialismo: la idea fallida que nunca muere”, los intelectuales tienen una relación de tres etapas con el socialismo. Surge un régimen socialista y tal vez tenga algunos éxitos. Durante esta fase de luna de miel, los defensores del socialismo señalan que los detractores están equivocados y que esta vez es diferente. La luna de miel pasa a ser un período de «excusas y cosas por el estilo» en el que los defensores del régimen intentan explicar los crecientes problemas en el paraíso de los trabajadores. Durante esta fase, podríamos aprender que las causas del fracaso económico son el mal clima o algo así como el sabotaje deliberado de la CIA, y no las torpezas de la planificación central.  Finalmente, una vez que los fallos del experimento se vuelven demasiado obvios para ignorarlos o explicarlos, ingresamos a la tercera etapa, la etapa del “socialismo no real”. ¿La Unión Soviética? No es socialismo real. ¿China bajo Mao? No es socialismo real. ¿Cuba?¿Venezuela? No es socialismo real. Etcétera. Y es por ello que al paso del tiempo llega un nuevo líder en alguna otra para del mundo diciendo que ahora si funcionará porque ahora si lo van a poner en funcionamiento bien.

Entre las teorías de porque los regímenes comunistas se mueven tan rápidamente hacia la opresión y el asesinato en masa, Bryan Caplan nos dice que el comunismo «nació en la maldad» en el sentido de que «los primeros socialistas eran de hecho ‘idealistas’» pero «su ideal era el totalitarismo». En un nivel fundamental, las revoluciones comunistas no se han tratado simplemente de producir cosas de manera más eficiente o de garantizar que la producción se comparta equitativamente. Los experimentos comunistas han sido esfuerzos para rediseñar fundamentalmente a la humanidad. Han sido proyectos de transformación social, y su brutalidad a veces ha sido excusada como una desafortunada necesidad histórica. El historiador Eric Hobsbawm, por ejemplo, estuvo de acuerdo, sin dudarlo, en que millones de muertos serían un precio aceptable a pagar por una sociedad comunista. Después de todo, Lenin dijo célebremente “no se puede hacer un omelette sin romper los huevos”.

La creación brutal de Karl Marx, el Manifiesto Comunista, prometía una utopía en la Tierra. Todo lo que había que hacer era derrocar a la sociedad y deshacerse de la clase dominante mediante una revolución violenta. El camino al paraíso era rojo, construido sobre un nuevo orden social construido mediante la destrucción de creencias tradicionales, estructuras sociales, propiedad y gobierno.

El terrible Holocausto de Adolf Hitler es un horror más conocido para la mayoría, pero los sombríos recuentos de muertes causadas por las revoluciones comunistas en Rusia y China superan con creces sus esfuerzos genocidas. Mientras Hitler apuntaba principalmente en contra del pueblo judío, los comunistas apuntaban a todas las religiones y clases enteras de la sociedad.

¿Es cierto que el comunismo ha matado a entre 100 y 150 millones de personas?

Es una frase que se ha repetido una y otra vez. La cifra puede variar de 20 a 50, 100 o incluso 200 millones, generalmente dependiendo de la adhesión a la escuela ortodoxa de la historiografía de la Guerra Fría.

Según El libro Negro del Comunismo de Stéphane Courtois, el social-comunismo es responsable de más de 100 millones de muertes, un número que supera con creces al nazismo, que dejó 16.3 millones de asesinados, y eclipsa las cifras de muertes por cáncer de pulmón, diabetes y homicidios del siglo XX. Al llevar a cabo la implementación de esta ideología, los regímenes políticos del siglo XX encabezados por dictadores como Mao Zedong, Joseph Stalin y Pol Pot, entre otros, fueron responsables de una rápida destrucción de vidas humanas como nunca se había visto en la historia.

Según la mayoría de las estimaciones, el más asesino de varios dictadores del siglo XX fue Mao Zedong de China. El número estimado de muertos de Mao oscila entre 60 y 80 millones, lo que supera las vidas cobradas por la Primera Guerra Mundial (37 millones) y posiblemente la Segunda Guerra Mundial (66 millones). La composición de estos más de 60 millones de muertes en China incluye, pero no se limita a: guerras civiles, terratenientes que fueron asesinados bajo la política de reforma agraria comunista y guardias rojos durante la Revolución Cultural que torturaron y mataron a supuestos «enemigos de clase».

Courtois ubica el número total de muertes del dictador ruso Joseph Stalin en 20 millones, aunque este número fluctúa de 10 a 60 millones dependiendo de la fuente. Stalin, el infame autor de la cita «la muerte de una persona es una tragedia, un millón de muertes es una estadística», arrojó a los campos de concentración y persiguió a millones de ciudadanos «desleales». También ejecutó a intelectuales y figuras políticas consideradas como amenaza a su poder para establecerse como la única autoridad de Rusia. Incluso pudo hacer “desaparecer” a estas personas eliminando sus fotos y registros de la historia. Con 20 millones, el total de muertes de Stalin supera los recuentos de todas las muertes causadas por cáncer de páncreas (17 millones), VIH/SIDA (12.5 millones) y epilepsia (10 millones) del siglo XX.

Una de las formas más comunes en que los comunistas matan y quebrantan para siempre la voluntad de los ciudadanos en sus “repúblicas populares” ha sido el hambre.

“El Gran Salto Adelante” de Mao se presentó como una forma de modernizar la economía de China. Sacó comunidades de trabajadores de las granjas y los obligó a fundir metales como el hierro y el acero en hornos de traspatio. Esta eliminación de la mano de obra dedicada a la producción de alimentos finalmente resultó en la gran hambruna de China, que según los expertos se cobró entre 30 y 40 millones de vidas.

En Ucrania, la colectivización y la industrialización soviética provocaron el Holomodor, una hambruna que causó entre 2.5 y 7.5 millones de muertos.

Aquellos que han escapado de Corea del Norte a menudo les dicen a los gobiernos que envíen ayuda alimentaria allí y que si realmente quieren ayudar a aliviar la hambruna perpetua allí, sería mejor enviar alimento para animales, ya que es más probable que llegue a quienes realmente lo necesitan.

Si bien Rusia y China encabezan el recuento de muertes, las cifras en otros países comunistas son igualmente trágicas.

En Camboya, Pol Pot, quien anteriormente fue miembro del Partido Comunista Francés, intentó crear su versión de una sociedad comunista utópica al llevar a millones de personas de las ciudades a las áreas rurales para realizar trabajos manuales. Esta fue una práctica común después de las revoluciones comunistas también en otros países, al igual que su asesinato de miembros educados de la sociedad, como abogados, médicos y filósofos, a quienes llamó “la raíz de todo el mal capitalista”.

Durante su reinado de 1975 a 1979, murieron entre 1.5 y 2 millones de una población total de 7 millones de camboyanos, ya sea por matanza directa o por hambruna debido a la intensa mano de obra y la escasez de alimentos en los campos.

La hambruna rusa de 1921 suele citarse como resultado directo de las políticas soviéticas, pero lo que conviene recordar es que ocurrió aproximadamente al mismo tiempo que la Guerra Civil Rusa, que, con un saldo de entre 7 y 12 millones de muertos, es conocida como una de las guerras civiles más costosas de la historia.

Durante la guerra civil, todas las facciones —los ejércitos Rojo, Blanco, Negro, etc.— alimentaron a sus ejércitos y a sus partidarios confiscando los alimentos de muchos de los campesinos de su territorio, ya que muchos de esos soldados estaban desnutridos y la guerra era su principal prioridad. Sin embargo, el Ejército Rojo solía confiscar parte de los alimentos si los campesinos de la zona ya tenían un suministro decente de alimentos. Algunos agricultores destruyeron deliberadamente parte de sus reservas de alimentos y cultivaron menos para que los ejércitos no pudieran llevárselos.

Los kulaks, los campesinos más ricos, empleaban a campesinos sin tierra para trabajar las grandes extensiones de tierra agrícola que poseían, que eran más de las que podían trabajar. Retenían su excedente de grano para ocultarlo del Ejército Rojo o para venderlo en el mercado negro.

Otros dos millones fueron asesinados por comunistas en Corea del Norte y Etiopía.

¿Cómo podemos entender todos estos asesinatos por parte de los comunistas? De acuerdo con R.J. Rummel, es el matrimonio de una ideología absolutista con el poder absoluto. Los comunistas creían que sabían la verdad, absolutamente. Creían que sabían a través del marxismo lo que traería el mayor bienestar y felicidad humana. Y creían que el poder, la dictadura del proletariado, debe usarse para derribar el viejo orden feudal o capitalista y reconstruir la sociedad y la cultura para realizar esta utopía. Nada debe interponerse en el camino de su logro. El gobierno, el Partido Comunista, estaba por lo tanto por encima de cualquier ley. Todas las instituciones, normas culturales, tradiciones y sentimientos eran prescindibles. Y la gente era como madera y ladrillos, para ser usados en la construcción del nuevo mundo.

Para los comunistas, la construcción de esta utopía es vista como una guerra contra la pobreza, la explotación, el imperialismo y la desigualdad. Y por el bien mayor, como en una guerra real, se mata gente. Y así esta guerra por la utopía comunista tuvo sus necesarias bajas enemigas: el clero, burguesía, capitalistas, saboteadores, contrarrevolucionarios, derechistas, tiranos, ricos, terratenientes y no combatientes que lamentablemente quedaron atrapados en la batalla.

Datos de los archivos desclasificados por el gobierno postsoviético de Yeltsin indican que el número total de sentencias de muerte durante el intervalo de 1921 a 1953, que abarcó más de unos pocos años de la época de Stalin en el poder, fue de entre 775.866 y 786.098. Además, aunque Stalin sin duda desempeñó un papel en las Purgas, los funcionarios locales desempeñaron un papel importante en la instigación del Terror, a veces incluso más que el propio Stalin. Aproximadamente el 90% de todas las ejecuciones (700.000 de 800.000) tuvieron lugar durante los dos años en que Yezhov fue líder de la NKVD. Más tarde fue ejecutado por abuso de cargo público en 1940.

El número de personas en las cárceles y campos de trabajo soviéticos entre los años 1930 y 1950 fue aproximadamente de 18 millones de personas…

Se estima que el número de muertos durante la Revolución Cultural en China fue de casi 500.000, y Mao mató a más de 6 millones de personas en el Gran Salto Adelante.

Stéphane Courtois dice lo siguiente sobre la hambruna china:

«La hambruna que se produjo entre 1959 y 1961 ocasionó entre 20 y 43 millones de muertes. El límite inferior de este rango es la cifra oficial que utiliza el gobierno chino desde 1988.»

Según el Anuario Estadístico de China, la producción agrícola disminuyó de 200 millones de toneladas en 1958 a 143,5 millones de toneladas en 1960. En 1961, las provincias del norte sufrieron años de sequías, mientras que las del sur soportaron aún más inundaciones.

Entre las medidas adoptadas para hacer frente a la hambruna se encuentran, por ejemplo, la organización de “comunas populares”, colectivos que permitieron a los agricultores trabajar de manera más eficaz que con las técnicas que utilizaban anteriormente, lo que dio lugar a la construcción de grandes obras de irrigación y a una producción de fertilizantes a gran escala.

Camboya (Kampuchea Democrática).- El régimen de Pol Pot

Pol Pot afirmaba que no era comunista. 

“No somos comunistas… somos revolucionarios” que no “pertenecemos al grupo comúnmente aceptado de la Indochina comunista”.

La primera admisión pública de que el partido dirigente de Kampuchea era un partido marxista-leninista fue revelada públicamente en un discurso de Pol Pot en un servicio conmemorativo a Mao Zedong, en 1977. La razón fue obtener el apoyo de China, y la razón por la que China los apoyó fue su hostilidad hacia Vietnam, independientemente de su ideología.

En la práctica, los Jemeres Rojos practicaban una forma de nacionalismo kampucheano y rechazaban rotundamente el internacionalismo. Además, expropiaban toda la plusvalía de los trabajadores que intentaban alcanzar su objetivo de “tres cosechas al mes”.

Eran extremadamente antiintelectualistas y defendían una idea llamada “Año Cero”, que básicamente establecía que toda la cultura y las tradiciones dentro de una sociedad debían ser demolidas y ser reemplazadas por una nueva cultura. Esto es muy contradictorio con el concepto marxista básico del materialismo histórico, que establece que la historia es el resultado de sucesivos desarrollos tecnológicos y mejoras en el modo de producción/condiciones materiales. Básicamente, no se puede construir el socialismo sin otro sistema (el capitalismo) que lo preceda, y no se puede tener capitalismo sin mercantilismo, feudalismo, etc.

Tras este repaso y la lista de las más atroces consecuencias de la puesta en práctica de la ideología social-comunista durante el siglo XX que, si fuéramos más exahustivos daría no para uno sino para varios libros, sólo cabe concluir recordardando que mientras gobernaban bajo el pretexto de la libertad y la prosperidad para todos, los regímenes comunistas, los regímenes del «socialismo real» han causado miseria y destrucción en todas las naciones en las que han reinado. A través de regímenes en Europa, Asia y África, el comunismo se ha cobrado más de 100 millones de vidas en 100 años (son muchos los que hablan de 150 millones), lo que lo convierte en un asesino ideológico sin precedentes. El social-comunismo ha sido el mayor experimento de ingeniería social que jamás hayamos visto. Fracasó por completo con un enorme costo en vidas para millones de hombres, mujeres y niños. Sin embargo, hay una lección más grande que aprender de este horrendo sacrificio a una ideología, y esa es que a NADIE se le puede confiar todo el poder. Cuanto más poder tiene el tirano o dictador para imponer las creencias de una élite ideológica o religiosa o imponer sus caprichos, más probable es que se sacrifiquen vidas humanas. Esta es solo una razón, pero quizás la más importante, para fomentar la democracia liberal.

Y nunca olviden la frase de Ayn Rand:

«No hay diferencia entre comunismo y socialismo, excepto en la manera de conseguir el mismo objetivo final: el comunismo propone esclavizar al hombre mediante la fuerza, el socialismo mediante el voto. Es la misma diferencia que hay entre asesinato y suicidio.»

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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