Entiendo a Carvajal

Lo que voy a escribir es una pura especulación. No conozco a Carvajal más allá de lo futbolístico, ni a su padre, policía nacional.

De conocerlos personalmente, podría hacerme una idea de la visión política y sentimental de ambos, lo cual me permitiría escribir con mayor conocimiento de causa.

Pero también es cierto que, aunque no profundamente, conozco el sentir de los viejos policías que han visto morir asesinados a 149 de sus compañeros. Y han sentido en sus carnes, el dolor de esposas y huérfanos.

Lo que ocurre es que la gente de uniforme, suele ocultar sus sentimientos y a veces pudiera dar la sensación, de que no sienten ni padecen. Y esto, para mucha gentuza que solo vive de los vaivenes del IBEX y de poltronas y mamandurrias varias, es un chollo.

Alguien dijo una vez “dulce et decorum est pro patria mori”, y a partir de ahí, la jodimos.

También Carlos III, contribuyó al amansamiento de la gente de uniforme “No se quejará el soldado de que es poco el haber o el pan y mucha la fatiga”.

Y ahí estamos, aguantando carros y carretas porque llevamos el patriotismo en la sangre de una forma que yo empiezo a considerar infantil.

Un tratadista francés denominó a los ejércitos como “la grande muette”. El gran mudo.

Después, el pensamiento correcto y único convencieron hasta el agotamiento a la gente del común, que por encima de todo, debía preponderar el poder civil sobre el militar. Lo cual es práctico, tranquilizador y superfluo.

Pero hay cosas que se adquieren por ósmosis de “mesa camilla”, y que nos impregnan el alma, muchas veces de forma imperceptible.

Si ves a tu padre cambiar de color cuando la maldita televisión te dice que un policía, un guardia o un militar, “han sido abatidos por la banda armada”, pues vas almacenando bilis y rencor histórico, que no hay acuerdo, convención o apaño, que te puedan resultar necesarios o balsámicos.

Para “restañar viejas heridas”, profieren algunos eufemísticamente.

No tengo ni idea de lo que piensa o siente Carvajal, ni su padre, veterano policía, pero no me extrañaría que, sobre todo al segundo, se le revolviesen las tripas viendo a Otegui, apuntalar a Sánchez en la gobernabilidad de un país en el que no cree y al que odia.

De manera, que si no me equivoco, es posible que en Carvajal primara una vertiente del sentido de la educación y el protocolo, que consiste en mostrar tu desafecto en este caso, a una persona que se codea con los que, o apretaron el gatillo, o ampararon o señalaron (Mertxe Aizpurua y su Gara).

Bien por Carvajal. Debemos seguir a Martín Fierro cuando dijo que “seamos gallos en corral ajeno”.

Hay muchas veces que el silencio no es elegante, puede ser práctico, pero no elegante.

Jugar en casa o mirar para otro lado es cosa de cobardes y en España no lo somos. Solo que estamos anestesiados y no lo sabemos.

Dejaos de hablar de Carvajal que no cuela. Sánchez habló al rey con las manos en los bolsillos y aquí no pasó nada. O lo relegó en la entrada a un tren. Etc.

No sé si el magnifico lateral derecho habrá pensado en todo esto o habrá tenido un sentimiento de hastío, de hartazgo. O quiso hacer un homenaje a los 149 policías asesinados por ETA y que ahora estarán preguntándose en la frialdad de la tumba, de qué coño sirvió todo aquello.

Las periodistas progres están indignadas, algo hemos ganado.

Felipe García Casal. Coronel de Infantería (R) XXIX Promoción de la Academia General Militar.

felipegarciacasal@gmail.com

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