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ERDOGAN, TURQUIA Y LA PROLIFERACIÓN DEL ISLAMISMO EN EL MEDITERRANEO ORIENTAL. III PARTE

Por David de Caixal : Historiador Militar. Director del Área de Seguridad y Defensa de INISEG.  Director del Máster de Historia Militar de INISEG / Universidad Pegaso. Director del Grupo de Investigación del CIIA (Centro Internacional de Investigación Avanzada en Seguridad y Defensa de INISEG-Universidad Pegaso. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid). Miembro del Grupo de Investigación de INISEG y “The University and Agency Partnership Program » (UAPP) proyecto universitario para la difusión de la Cultura de la Defensa de Estados Unidos.

Batallones de islamistas han participado, junto al régimen de Kiev, en los combates contra las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Según el New York Times, se trata de los batallones Cheikh Manur y Jokhar Dudaev, que se componen principalmente de chechenos provenientes de Georgia y de Uzbekistán, así como del batallón Crimea, integrado por tártaros. Esos grupos están vinculados a los nazis de la organización ucraniana Pravy Sektor y no están cobrando salarios del régimen de Kiev. El New York Times afirmaba no haber encontrado indicios de implicación estadounidense. Sin embargo, como reveló el Profesor David de Caixal, en uno de sus artículos, hace más de un año, la coordinación de grupos neonazis e islamistas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Mientras que Estados Unidos e Irán acababan de firmar un acuerdo de paz en Oriente Medio, en 2015, Turquía y Ucrania han encontrado una salida para los yihadistas en Siria e Irak: luchar contra Rusia en Crimea. Los tártaros viven en Rusia, Tartaristán y Crimea, donde son 250.000, e incluso más en Turquía, donde son 5 millones. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, los tártaros de Crimea se unieron al fascismo y apoyaron a las tropas alemanas contra los rusos. Fueron puestos bajo la autoridad de Gerhart von Mende dentro del Ostministerium. Como resultado, fueron deportados en gran parte por el gobierno de Stalin y dispersados ​​en la Unión Soviética. Después de años de exilio, se les permitió regresar a Crimea. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la CIA recuperó a los musulmanes que trabajaban para el Reich y habían logrado escapar. Fueron incorporados a AmComLib, el Comité Estadounidense para la Liberación de los Pueblos de Rusia, que transmitía su propaganda a través de Radio Liberty. Posteriormente, la estación se fusionó con Radio Free Europe .Durante la Guerra Fría, la CIA utilizó numerosos agentes tártaros para sabotear la economía de la Unión Soviética. En la década de 1950, la CIA creó una mezquita en Alemania para que sirviera de base trasera para la operación. Luego, confió la gestión de esta mezquita a Saïd Ramadan y los Hermanos Musulmanes. En diciembre de 2013, islamistas tártaros regresaban inesperadamente del Medio Oriente, donde habían estado peleando contra la República Árabe Siria, para dar protección a los participantes en la revolución de color de la plaza Maidan  Por otro lado, en este momento, los antiguos oficiales del Emirato Islámico en Irak y el Levante han sido ampliamente reemplazados por chechenos, al extremo que el idioma ruso ha reemplazado el uso del idioma árabe en el seno del estado mayor del actual Emirato Islámico o Daesh.

El ejército ucraniano continúa utilizando mercenarios de Medio Oriente en las operaciones punitivas en Donbass, dijo el jefe de la Dirección de Milicia Popular de la República Popular de Lugansk, Yan Leshchenko, informó el 20 de marzo el Centro de Información Lugansk. Fuente: OCATRY (Observatorio contra la Amenaza Terrorista y la Radicalización Yihadista) www.ocatry.org

En la década de 1960, los tártaros antisoviéticos se reagruparon detrás de Mustafa Djemilev, conocido con el nombre turco de Mustafa Abdülcemil Cemiloğlu. Dentro de la Unión Juvenil de Tártaros de Crimea. En 1969, se unió al grupo de Andrei Sakharov que le dio la usurpada reputación de ser hostil a la violencia. Condenado siete veces por sus vínculos con la CIA, fue encarcelado por un total de 10 años, luego autorizado por Mikhail Gorbachev para regresar a Crimea. En 2004, participó en la «revolución naranja«, organizada por la CIA con el consejo de Gene Sharp. Se convierte en diputado de los tártaros en el Parlamento de Ucrania. El 8 de mayo de 2007, aniversario de la derrota nazi, su organización participó en el Congreso Constituyente del Frente Antiimperialista, convocado por la CIA en Ternopol (oeste de Ucrania). En él participan todas las organizaciones nazis e islamistas de Europa. Dokou Oumarov, el Emir del Cáucaso y presidente del Emirato Islámico de Ichkeria (Chechenia), no pudo ir allí, pero se le leyó una carta de bienvenida y apoyo. El Frente elige al nazi Dmytro Yarosh como presidente, quien jugará un papel central en el golpe y se convertirá en subsecretario del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania. En 2013, Mustafa Djemilev hizo campaña contra el reconocimiento del genocidio armenio y amenazó al estado con las peores represalias si violaba así el honor de Turquía. Durante el golpe de Estado en la plaza Maidan a finales de 2013 y principios de 2014, apoyó al gobierno golpista. Los jóvenes tártaros, abandonados a la yihad en Siria, son rápidamente transportados a Kiev por los servicios secretos turcos para garantizar el orden en la plaza junto a los grupos nazis. Se une al bloque de Yulia Tymoshenko y se opone al referéndum para unir Crimea con la Federación de Rusia. Da una conferencia de prensa conjunta con Ahmet Davutoğlu, en Ankara, para pedir su boicot. El 14 de marzo fue recibido por el Atlantic Council en la sede de la OTAN en Bruselas. El 3 de junio de 2014, durante el viaje del presidente Obama a Polonia, recibió del gobierno polaco el premio Solidarność, valorado en 1 millón de euros. El premio le fue entregado por el presidente polaco Bronisław Komorowski, en presencia de John Kerry, el presidente ucraniano Petro Poroshenko y el viceprimer ministro turco Bülent Arınç. El 1 de agosto de 2015, preside el Congreso Mundial de Tártaros en Ankara. A su lado estaban el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Pavlo Klimkine, y el viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmuş. Participaron más de 700 personas en representación de casi 200 organizaciones. Al final del Congreso, Mustafa Djemilev anunció la creación de una Brigada Musulmana Internacional para retomar Crimea. Tendrá su sede en Kherson, donde ya hay un gobierno provisional de Crimea en el exilio, e incluirá voluntarios de Tartaristán y Chechenia (Rusia), Uzbekistán, Azerbaiyán y Meskhetia (Georgia). Finalmente, el Sr. Djemilev y su adjunto Refat Abdurakhmanovich Choubarov – en turco Refat Abdurahmanoğlu Çubarov – fueron recibidos por el presidente Erdoğan. La historia no dice si Recep Tayyip Erdoğan tiene la intención de asignar combatientes actuales de Daesh a esta Brigada o si asignará nuevos allí. Lo cierto es que una Brigada Internacional no está allí para defender los derechos de los tártaros de Crimea, sino para atacar a Rusia con este pretexto inestable. Más que nunca, Erdogan se está afirmando como supervisor del terrorismo islamista global.

Lobos Grises: Los escuadrones de la muerte al servicio de Erdogan

El grupo los Lobos Grises fue fundado a fines de la década de 1960 por Alp Arslan Türkç, quien fue uno de los impulsores del golpe de Estado de 1960 en Turquía. La organización es el brazo armado no oficial del MHP (Partido Acción Nacionalista) encabezado por Devlet Bahçeli, aliado del presidente Recep Tayyip Erdogan. Los Lobos Grises están clasificados como uno de los grupos fascistas fanáticos del nacionalismo turco. Anteriormente, habían sido catalogados como una organización terrorista en Turquía hasta 2018, año en que se celebró la “Alianza Republicana” entre el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) y el MHP para las elecciones presidenciales.

Lobos Grises es una organización racista, xenófoba, paramilitar de extrema derecha nacionalista originaria de Turquía y ligada al Partido del Movimiento Nacional (Milliyetçi Hareket Partisi, MHP), fundado por Alparslan Türkeş en 1961. Su nombre oficial en turco es ülkücüler (idealistas) y Ülkücü Hareket («Movimiento Idealista»). En noviembre de 2020 fue ilegalizada en Francia. Fuente: OCATRY (Observatorio contra la Amenaza Terrorista y la Radicalización Yihadista) www.ocatry.org

La denominación de «lobos grises» procede de una antigua leyenda turca, que se pierde en los orígenes túrquicos de las estepas de Asia Central, previa a la adopción del Islam, en la que una legendaria mujer-loba llamada Asena salvó y condujo a cautivos turcos hacia la libertad. Se organizaron bajo muchos nombres como el TIT (Brigada Turca de la Venganza) y ETKO (Ejército para la Liberación de Cautivos Turcos) durante los turbios y agitados años de finales de la década de 1970 y principios de la década de 1980. Así, la fragmentada escena política y una pobre economía condujeron a una violencia en auge entre los Bozkurt, fomentada por el MHP y los comunistas en las calles de las ciudades de Turquía. Un parlamento paralizado y un gran número de víctimas de estos trágicos sucesos desembocaron en otro golpe de Estado por parte de los militares en 1980. Fueron acusados de estar implicados en el asesinato de miembros de la minoría aleví de Turquía en 1978, en la ciudad de Maraş, pero las acusaciones fueron sobreseídas en aquel entonces. Mehmet Ali Ağca, el ciudadano turco que protagonizó el intento de magnicidio del Papa Juan Pablo II en 1981, era un simpatizante de esta organización ultranacionalista. A su vez algunos de sus miembros y simpatizantes han sido acusados del asesinato, el 6 de julio de 1996, del destacado periodista turcochipriota Kutlu Adali, debido a su crítica de la política de gobierno de Rauf Denktash en la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre y, en especial, de las directrices políticas de Turquía sobre Chipre. En 2004 los Lobos Grises impidieron con éxito la proyección de la película Ararat de Atom Egoyan, un largometraje sobre el genocidio armenio de 1915, respecto al cual el nacionalismo turco y particularmente los Lobos Grises practican el negacionismo generalizado. En su origen los Lobos Grises no eran en modo alguno de ideología islamista, sino que preconizaban una vuelta a los orígenes turcos de las remotas estepas euroasiáticas, con un tengrianismo más allá de toda influencia extranjera, todo ello dentro de una afiliación política de extrema derecha y neofascista. La particularidad religiosa con el Islam de este grupo nacionalista fue más tarde adoptada por el MHP con el fin de ganar más votos en el amplio espectro de votantes de la Turquía actual, preeminentemente musulmana.

El movimiento cree en la superioridad étnica de los turcos y busca restaurar sus glorias e historia, además de unificar a los pueblos turcos en un Estado y de antagonizar con otras nacionalidades como los kurdos, griegos y armenios. Según los Lobos Grises, las fronteras del Estado turco se extienden desde Los Balcanes hasta Asia Central, inspiradas en la historia del Imperio Otomano. Los kurdos son el principal eje de hostilidad de la organización, que se ocupa de luchar contra el establecimiento de cualquier Estado o autonomía de los kurdos por diversos medios. La organización cometió operaciones criminales, ya que fue la principal fuerza involucrada en actos de violencia política en Turquía en la década de 1980 del siglo pasado. En la década de 1980, fueron considerados una organización anti-turca. Como el objetivo del movimiento en su hostilidad hacia los kurdos, las autoridades del Estado tomaron la iniciativa de involucrarlo en batallas contra el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Los Lobos Grises eran famosos por llevar a cabo muchas operaciones terroristas dentro y fuera de Turquía. Se los acusa de matar a un piloto ruso en 2015, luego del derribo de un avión Sukhoi; también del secuestro de un avión ruso en Egipto, de apoyar a terroristas, asesinar a los kurdos, además de otros actos criminales para revivir las glorias del Imperio Otomano. Hay que destacar Alparslan Celik, uno de los integrantes de los Lobos Grises, apareció en un video tras el incidente del avión ruso derribado en el campo de Latakia en 2015. Celik habló sobre los detalles de matar a los pilotos rusos. Como resultado, Moscú exigió a Ankara que entregara Alparslan Celik.

Turquía admite tropas en Libia y se prueba su cooperación con los Hermanos Musulmanes. Túnez continúa acercándose a la postura de Ankara y Qatar en la contienda libia, al mismo tiempo que se prueban los vínculos de este eje con la organización egipcia. Fuente: AFP/AREF TAMMAWI –   Un soldado turco muestra el signo de los Lobos Grises (una organización ultranacionalista de extrema derecha turca) mientras las tropas patrullan la ciudad de Atareb en la zona rural occidental de la provincia siria de Alepo, controlada por los rebeldes, el 19 de febrero de 2020.

Hoy en día, los Lobos Grises realizan campañas de acoso con regularidad. También se sospecha que están vinculados al asesinato de tres activistas kurdos en París en 2013. También se sabe que están cerca de los círculos de la mafia. La lucha contra el terrorismo yihadista en Francia y la defensa de las caricaturas de Mahoma por parte del presidente Macron como un signo de ‘libertad de expresión’ no gusta a Erdogan, que ha animado a su población a llevar a cabo un boicot económico al país galo. El presidente francés ha declarado en múltiples ocasiones su decisión de “no renunciar a la publicación de las caricaturas” de Mahoma y a defender la laicidad del Estado francés frente al radicalismo islamista. Francia planea disolver a los Lobos Grises, un grupo ultranacionalista afiliado a los aliados políticos del presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Los lobos grises ya están prohibidos en Austria desde 2019, mientras que en Alemania, varios partidos pidieron que el grupo fuera prohibido en 2018. El grupo de los Lobos Grises está afiliado al Partido del Movimiento Nacionalista (MHP) de Devlet Bahceli de Turquía, que tiene una alianza política con el Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan. De hecho, los Lobos Grises son considerados el ala militante del MHP. El violento asesinato al profesor francés reabrió el debate en Francia sobre el “separatismo islamista”. “Debemos atacar el separatismo islámico. El laicismo está en los cimientos de Francia”, dijo Macron en un discurso el pasado 2 de octubre de 2020. El pasado 29 de octubre de 2020, tres personas fueron asesinadas a manos de un radical islamista en la iglesia de Notre Dame en el centro de Niza, en la costa azul francesa.

Después de que Turquía y sus mercenarios ocuparon el cantón kurdo de Afrin, en el norte de Siria, elementos de la organización se trasladaron a la zona. El Centro Europeo de Derechos Humanos confirmó que los Lobos Grisis “apoya a los turcomanos en Siria con ayuda militar y combatientes, que son miembros del MHP”. A su vez, el Centro reveló que muchos de ellos murieron en batallas contra las fuerzas del gobierno sirio. Los periódicos turcos también confirmaron que Ankara usó milicias de Lobos Grises junto con militantes del Estado Islámico (ISIS) y grupos mercenarios en el norte de Siria. La organización trabaja para gestionar operaciones en Libia. La agencia de noticias Hawar (ANHA) pudo confirmar que un oficial de inteligencia turco llamado Fatih Inal Tarkan y su compañero, Maher Mustafa Pasha, son los principales responsables de la mayoría de los movimientos de mercenarios y extremistas, a los que se suman más de 18 oficiales de distintos rangos. El verdadero nombre del oficial de inteligencia turco es Fateh Tarkan Inal, quien tiene un papel clave en los desarrollos militares en Libia. Es considerada una figura misteriosa y peligrosa. Uno de los amigos más destacados de Tarkan es Maher Mustafa Pasha, que es el líder de los mercenarios de la División Al-Muntesir Billah, integrada por turcomanos, que está luchando con los mercenarios del Ejército Nacional Sirio (ENS). Maher Pasha, un turcomano-sirio de Alepo, habla árabe y turco, y colabora con el servicio de inteligencia turco. Publicó una foto con el oficial de inteligencia turco Fatih Inal, y tiene fotos del interior de Turquía, específicamente de la sede del gobernante AKP y dentro de la sede de los Lobos Grises. Pasha está acusado de lanzar operaciones militares en coordinación directa con la inteligencia turca y los Lobos Grises en Afrin. Su facción turcomana atacó y asedió deliberadamente el barrio de Sheikh Maqsoud y el Ashrafieh, de mayoría kurda, en la ciudad de Alepo durante muchos años. Durante esos ataques, se utilizaron armas prohibidas internacionalmente en los intentos de asaltar el barrio. Según el Ejército Nacional Libio, Pasha es el principal responsable del envío mensual de 300 mercenarios de cada facción siria a Libia, en virtud de un acuerdo que firmó por un período de tres meses con el servicio de inteligencia turco y supervisado por Tarkan. El Ejército Nacional Libio también reveló que Ankara ha cambiado claramente la forma en que sus asesores, incluidos militares y hombres de inteligencia, operan en Libia en las últimas semanas. Esos planes los implementa a través de Tarkan y dependen de la comunicación y coordinación con los líderes de los grupos armados, a espaldas del primer ministro libio Fayez Al Sarraj. Además, otorga a cada grupo lo que quiere con la condición de implementar las directivas turcas en territorio libio. La inteligencia del Ejército libio reveló que Tarkan y sus colegas nunca se han reunido con las milicias y sus líderes en una mesa desde su llegada a Trípoli, y que él maneja la mayoría de las operaciones de guerra en tierra, en comunicación directa por radio y teléfonos satelitales con el embajador turco en Libia, Serhat Aksen.

El envío de tropas trucas a Libia, en apoyo de los Hermanos Musulmanes y otros grupos islamistas

Las tropas de Turquía comenzaron a desembarcar el 6 de enero de 2020 en Libia, con el objetivo de sostener al Gobierno reconocido por la ONU en Trípoli (GNA) y ampliar la misión de las unidades de drones turcos clase Bayraktar TB2 que combaten en el país norteafricano al mariscal Jalifa Hafter, que pasado mes de abril de 2020, lanzó una ofensiva contra la capital. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan anunció el despliegue, pero evitó aclarar el volumen de tropas previsto, su posible intervención en combate y el eventual empleo de mercenarios sirios, vinculados a grupos islamistas. El Parlamento turco votó a favor de un permiso, con un año de vigencia, para enviar militares a Libia, pero dejó en manos del presidente la capacidad de decidir todos los aspectos de la misión. ¿A quién apoya Turquía en Libia? A Faiez El Sarraj, jefe del Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA), establecido en Trípoli y reconocido por Naciones Unidas, debilitado por el avance de las milicias del general Jalifa Hafter, que tiene su feudo en el este de Libia y controla gran parte del país. ¿De qué tamaño será el despliegue militar? No hay datos. Es probable que sea reducido, porque Erdogan ha insistido en que el papel de los soldados turcos en Libia será de «coordinación» y de «compartir conocimientos técnicos y experiencia». Si bien ha precisado que los militares «ya están yendo gradualmente» a Libia, no podemos saber si es con buques o en avión. ¿Habrá mercenarios sirios en el despliegue? Es probable. Desde que la cadena libanesa Mayadeen TV afirmó hace dos semanas que Ankara estaba reclutando a combatientes entre diversas milicias sirias islamistas, para llevarlos a través de Turquía a Libia, se han sucedido ratificaciones anónimas y desmentidos, pero Erdogan pareció confirmarlo con estas palabras: «Como fuerza de combate tendremos a diferentes equipos allí. No serán soldados nuestros. Estos diferentes equipos trabajarán como fuerza de combate. Pero la coordinación estará en manos de militares nuestros de alto rango«.  ¿Habrá ataques de la aviación turca? Es improbable. Los F-16, el avión de combate de las Fuerzas Aéreas turcas, no tienen alcance para misiones en Libia si despegan desde una base turca. Turquía tampoco tiene portaaviones. Para intervenir con cazas, Turquía debería establecer una base en Libia, algo difícil ya que Hafter también dispone de cazas. ¿Por qué le interesa Libia a Turquía? Las enormes reservas de petróleo y gas sirios son un atractivo campo de inversión para empresas turcas y una importante fuente de energía alternativa al gas ruso e iraní, del que Turquía depende ahora. Si gana Hafter, las concesiones y los contratos irán a parar a los países que lo respaldan, enfrentados con Turquía en el ruedo diplomático. ¿Cuáles son los ejes geopolíticos? Arabia Saudí, el jugador dominante en Oriente Próximo, busca el enfrentamiento con Irán y cultiva buenas relaciones con Israel. Puede contar con Egipto y con casi todos los países del Golfo, especialmente Emiratos. Turquía, por su parte, mantiene buena vecindad con Irán y una relación más crispada con Israel, se alinea con Catar y desde las elecciones de octubre de 2019 intenta ganarse también a Túnez. ¿Qué papel desempeña el islam en este reparto? Ambos bloques cuentan con países que promueven la versión ultra-rigorista wahabí: Arabia Saudí en un bando y Catar en el otro. La piedra de toque es la organización islamista de los Hermanos Musulmanes, perseguidos en Egipto y Arabia Saudí, pero bien relacionada con Catar, Turquía, El Sarraj y el nuevo Gobierno tunecino. ¿Influye la pugna por los hidrocarburos del Mediterráneo? Sí. En diciembre de 2020, el Parlamento turco ratificó un acuerdo con Libia que delimita las zonas económicas exclusivas (EEZ) de ambos países en el Mediterráneo oriental. Tiene un valor más bien simbólico -la línea acordada no supera los 30 kilómetros-, pero ha servido para proclamar las aspiraciones turcas de adjudicarse un importante espacio marítimo, provocando airadas protestas de Grecia y Chipre. Ambos países están alineadas con Egipto e Israel en sus esfuerzos de rentabilizar los hidrocarburos al sur de Chipre. Ankara ha asegurado que las islas -ya sea Creta o la propia Chipre- no pueden generar una EEZ, algo más que discutible desde un punto de vista legal, pero espera que el acuerdo libio refuerce su posición frente a Grecia.

Los combatientes del Gobierno de Serraj se cubren del fuego enemigo en la línea del frente de A Khalla. AMRU SALAHUDDIEN / EUROPA PRESS. La presencia turca no supone una novedad: además de los aviones no pilotados desplegados en una base de la ciudad-estado de Misrata, único gran aliado local del Gobierno encabezado por Fayez al Serraj, agentes de los servicios de inteligencia de Ankara asesoran desde hace meses a la operación Volcán de la Ira y unidades de élite encubiertas apoyan a las milicias sobre el terreno.

Ankara también ha ido enviando barcos con equipos militares a Libia para apoyar al bando del GNA. El último movimiento de este calibre tuvo lugar, cuando la otra facción del conflicto, el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés), encabezado por el mariscal Jalifa Haftar, detectó un buque con bandera de Liberia, llamado Hansa Rottenber, en el puerto libio de Misrata -ubicado a unos 200 kilómetros al este de Trípoli-, también controlado por el GNA. La embarcación procedía del puerto turco de Mersin y, de acuerdo con fuentes locales, iba cargado con armamento. 

AFP PHOTO / IHLAS NEWS AGENCY / HUSEYIN KAR – Fotografía de archivo. El buque Lady Leyla, con bandera de Panamá, partiendo del puerto turco de Mersin, el 1 de julio de 2016. Otra publicación local, Libya Akhbar, ha revelado, en esta línea, que “Sarraj se ha aliado con las milicias terroristas de los Hermanos Musulmanes y otras organizaciones armadas para garantizar su estadía en Trípoli”, de acuerdo con el miembro del parlamento nacional Saeed Mugheeb.

Dicha infraestructura portuaria -situada en el sur del país y en la costa nororiental del mar Mediterráneo- es la más grande de Turquía. En las últimas semanas, ha cobrado un protagonismo especial al conocerse que otros barcos también habían partido desde allí con dirección a Libia. Fue el caso de la embarcación con bandera de Líbano, Bana, que nunca llegó a su destino, Trípoli, porque fue interceptada por las autoridades italianas de la ciudad de Génova. En esta línea, cabe destacar que el portavoz del LNA, Ahmed al-Mismari, ha denunciado que Turquía está transfiriendo armas y equipo militar a Libia a través del puerto de Misrata. “Las unidades de reconocimiento e inteligencia confirman la llegada de armas y equipo militar de Turquía al puerto marítimo de Misrata para apoyar a organizaciones terroristas y grupo armados en la región occidental”, ha señalado en la página de Facebook del LNA. “Queremos hacer público este apoyo a la comunidad internacional, porque es una violación de la tregua declarada en la región”, ha manifestado al respecto.

El eje Turquía-Qatar-Túnez (Qatar y los Hermanos musulmanes han contribuido al envío de mercenarios terroristas a Libia)

En las primeras elecciones democráticas de Libia el 2012, los partidos islamistas no lograron obtener la mayoría, y algunos partidos vinculados a los extremistas, como el Partido de la Patria (Hizb al-Watan), fundado por Abd al-Hakim Belhaj, un veterano de la Guerra yihad afgana y anteriormente líder del Grupo Libio de Lucha Islámica (GLLI) afiliado a Al-Qeda, no alcanzó ninguna representación. Pese a su fracaso, las milicias islamistas, incluyendo algunas vinculadas a organizaciones terroristas, continuaron ejerciendo considerable influencia. Fueron capaces de imponer un cerco sobre el parlamento electo para exigir la aprobación de leyes que les convenían y la designación de líderes prominentes en carteras ministeriales clave. En las elecciones parlamentarias, supervisadas por las Naciones Unidas de 25 de junio de 2014, las facciones más seculares ganaron la mayoría de las representaciones mientras que los islamistas consiguieron sólo 30 escaños de 200. Antes que conceder su derrota, los islamistas y sus aliados en la costa oeste de Libia formaron la coalición Amanecer Libio y lanzaron un golpe de estado. Los islamistas capturaron Trípoli tras una batalla de siete semanas. El parlamento recientemente elegido huyó hacia el pueblo oriental de Tobruk y, a la vez, nombraron a Haftar como su comandante del ejército. En Trípoli se formó un “Gobierno de Salvación Nacional” (GSN), compuesto por quienes habían perdido las elecciones del 2014. El GSN recibió el apoyo de la Hermandad Musulmana. En un intento por resolver el problema de las autoridades en pugna, la NN.UU. mediaron el establecimiento del GPN en diciembre de 2015. Al-Sarraj fue elegido para liderar el GPN y en abril de 2016 éste retornó a Trípoli, imponiendo cierta autoridad. El GSN se disolvió efectivamente poco más tarde, si bien la autoridad del GSN fue invocada cuando su antiguo líder, Khalifa al-Ghawil, dirigió un intento de golpe contra el GPN meses más tarde, una jugada que ha desencadenado enfrentamientos intermitentes desde entonces. No obstante, varias instituciones establecidas bajo el plan de las NN.UU. no han funcionado adecuadamente. El Alto Consejo del Estado (ACE), un órgano no electo asesor del parlamento, se formó como un compromiso de corto plazo entre el GPN y el gobierno de Tobruk; el ACE tiene ahora una influencia importante, sin control alguno, sobre el funcionamiento del sector público en Trípoli y es liderado por Khalid al-Meshri, un conocido antiguo líder de la Hermandad Musulmana. El parlamento basado en Tobruk se ha negado a reconocer al GPN, y el papel de las NN.UU. en ratificar de hecho la toma de poder por parte de personas que habían perdido las elecciones ha sido muy controvertida. La administración Tobruk ha estado operando con su propio Primer Ministro, Abdullah al-Thani.

Tropas turcas en Libia. Para justificar la intervención, Turquía se basa en que el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), al que apoya militarmente, está reconocido por la ONU, mientras que el mariscal Haftar no tiene ninguna legitimidad internacional aunque cuente con el apoyo de ciertos países. Fuente: OCATRY (Observatorio contra la Amenaza Terrorista y la Radicalización Yihadista) www.ocatry.org

Pese a que el GPN ha sido reconocido por la mayoría de los protagonistas internacionales más importantes, incluyendo los EE.UU., la U.E. y las NN.UU., éste carece de legitimidad y es percibida por algunos libios como una imposición extranjera. Adicionalmente, el GPN ha sido incapaz de ejercer su soberanía en los hechos, ni siquiera en Trípoli, que ha quedado dividida entre cuatro grandes milicias locales que se han infiltrado en las instituciones estatales, vaciándolas por completo. En un intento por poner fin al estancamiento entre los dos gobiernos, se han diseñado varias propuestas de paz, siendo las más conocidas las de la conferencia en Paris en mayo de 2018 y de una conferencia internacional en noviembre de 2018 organizada por el gobierno italiano en Palermo, Sicilia. En ambas conferencias, el GPN y el ENL acordaron celebrar elecciones, las que fueron aplazadas por varias razones de diciembre de 208 hasta una fecha por definir en 2019. En la guerra civil libia, Qatar -que también es acusado de estar vinculado a los Hermanos Musulmanes- ha mostrado su apoyo explícito al GNA, al igual que Turquía, siendo los dos únicos países en la esfera internacional que se han posicionado del lado de esta facción. Sin embargo, cabe resaltar que, recientemente, parece que Túnez ha ido virando cada vez más hacia este eje. El primer signo de este posible alineamiento tuvo lugar el pasado 18 de febrero de 2020, cuando cuatro buques de guerra turcos atracaron en el puerto tunecino de La Goulette. Aunque se desconocía si llevaban o no cargamento de armas, su sola presencia en aguas del país norteafricano hizo saltar las alarmas. La segunda y última muestra, hasta ahora, se ha producido, con motivo de la reunión bilateral que han mantenido el presidente tunecino, Kais Saied, con el emir qatarí, Tamim bin Hamad al-Thani. Los dos dirigentes acordaron “invitar a varias tribus a celebrar una segunda reunión ampliada en Túnez para poner fin a las peleas, guerras y divisiones”. La primera se celebró tras una petición del jefe de Estado del Consejo Supremo de las tribus de Libia, con el objetivo de frenar el derramamiento de sangre y propiciar la reunificación entre gente de la misma patria. Los mercenarios, fundamentalmente sirios, enviados por Turquía a Libia, y de los cuales una parte está huyendo hacia Europa, están siendo apoyados por Qatar y por los Hermanos Musulmanes, una organización considerada como terrorista por Egipto, país en el que surgió. Así lo ha revelado recientemente el medio local Libya Akhbar, que cita a la Agencia Federal de Noticias de Rusia. La investigación, titulada ‘Detalles del envío de terroristas de Turquía a Libia’, expone que las armas que envió Turquía a Libia fueron compradas con dinero procedente de Qatar, así como que los milicianos que llegaron a territorio libio fueron trasladados a través de la empresa de seguridad turca Sadat, propiedad de Adnan Tanri Verdi, una figura cerca al presidente Recep Tayyip Erdogan. En esta línea, Radio France International (RFA) ya reveló, hace aproximadamente un mes, que Turquía estaba utilizando las aerolíneas Belhadj Airlines Company y Afriqiyah Airlines para transferir a los mercenarios. En el caso de la primera, la fuente revelaba que “desde sus inicios, Belhadj ha estado trabajando para servir los intereses de Turquía y Qatar”.  En esta línea, cabe destacar que el medio Al-Ain desveló que los Hermanos Musulmanes habían sido responsables del desmantelamiento y del traslado de una fábrica farmacéutica de Trípoli a Turquía, lo que ofrecía una prueba más de la capacidad de la organización egipcia para sabotear al pueblo libio, en un momento marcado por el deterioro de la salud pública, el repunte de enfermedades y la falta de medicamentos. Las fuentes libias consultadas aseveran que, con acciones como las anteriores, se han saqueado “millones de fondos públicos libios”, que han sido “transferidos a los bancos de Turquía”. Esto ha sido confirmado por uno de los directivos del Banco Central de Libia, con sede en Trípoli y gestionado por el GNA, Ramzi Agha, quien ha reconocido que se han enviado 4.000 millones de sus reservas en efectivo al Banco Central de Turquía, “como un depósito sin obtener un rendimiento”.  El funcionario explicó, entonces, que esta transacción se correspondía con una “garantía de los acuerdos celebrados entre Ankara y el GNA sobre el suministro de armas, vehículos blindados, drones y los costes para tratar a los milicianos heridos”. Cabe recordar, en este punto, que los planes de Ankara en la contienda libia son muy ambiciosos. Su objetivo es obtener una presencia en dicho país de cerca de 11.000 “voluntarios”, como ha revelado recientemente Al-Ain, que cita al coronel del LNA Khaled Al Mahjoub. Hasta el momento, el Observatorio sirio ha informado de que, en total, casi 2.600 combatientes han sido enviados a Trípoli, mientras que otros 1.790 reclutas han entrado en Turquía para someterse a cursos de capacitación, antes de ser desplegados en Libia. Según reveló entonces The Guardian, el primer envío de 650 milicianos se produjo en el pasado mes de diciembre de 2019, todos ellos pertenecientes a la segunda división del Ejército Nacional Sirio (SNA, por sus siglas en inglés), un conglomerado de grupos rebeldes sirios islamistas financiados por Turquía. Además, el pasado 29 de enero, se registró por primera vez la llegada del Ejército turco a Libia, con dos buques de guerra acompañados por un helicóptero. 

El Ejército de Liberación Nacional comandado por Jalifa Haftar advierte de que la ruta Libia-Italia está siendo aprovechada por los yihadistas. Fuente: AP/RICARD GARCIA VILANOVA –   Fotografía de archivo del 31 de agosto de 2019. Combatientes leales al GNA en la línea de frente del barrio de Salah-addin en Trípoli, Libia

También hay que recordar que 150 mercenarios de nacionalidad siria, financiados por Turquía y Qatar han llegado a Europa procedentes de Libia, país al que fueron enviados a combatir bajo las órdenes del presidente de la nación euroasiática, Recep Tayyip Erdogan, según diversos informes del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés). Si bien se desconoce hasta el momento cuáles han sido sus movimientos en territorio comunitario, todo indica a que habrían ingresado en Italia, dada su proximidad con el país norteafricano. Cabe recordar, en este punto, que el pasado 23 de enero de 2019, la organización con sede en Londres ya documentó la llegada de 17 milicianos a la nación italiana, así como que otros 147 habían pagado un anticipo para ir al viejo continente utilizando esta ruta. Tan solo 4 días antes, el Ejército de Liberación Nacional libio (LNA, por sus siglas en inglés) -una de las dos facciones en la guerra- comunicó que 41 mercenarios habían salido de Libia en dirección a Europa a través de puertos ubicados en la parte noroeste del país norteafricano. El medio Al Watan reveló, entonces, que “los combatientes aceptaron intencionalmente el despliegue a Libia para luego escapar a Italia”, puesto que “no creen que podrán regresar a Turquía o a Siria, por lo que tratar de llegar a Europa es la opción más lógica para ellos”. Por su parte, el SOHR explicó que “una vez que llegaron a Libia, entregaron sus armas y se fueron a Italia. Algunos de ellos partieron hacia Argelia, también con el objetivo de llegar a Europa”. Para la esfera comunitaria, la presencia de estos milicianos en su territorio podría suponer la apertura de una nueva brecha de seguridad. Hace dos meses, se constató que la ruta empleada por los mercenarios (Trípoli-Italia o Argel-Italia) también había sido utilizada por, al menos, un miembro de la organización terrorista Daesh. El yihadista, sin embargo, no logró alcanzar las costas italianas, ya que fue detenido por el LNA.  Esto provocó que saltaran las alarmas en el seno europeo. Así, la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) comenzó a preparar una coordinación sirio-europea para registrar una lista de los mercenarios sirios financiados por Turquía transferidos a Libia. Fuentes diplomáticas recogidas por el diario local Libya Akhbar expusieron que se estaba trabajando en una estrategia de seguridad entre Siria y la órbita europea para monitorear a los mercenarios que han llegado a Libia. El objetivo sería “tomar todas las medidas de seguridad necesarias en las fronteras de todos los países comunitarios, especialmente en aquellos fronterizos con el Mediterráneo”.

Ya en el año 2015, el diario The Telegraph publicó una exclusiva sobre los planes de Daesh de usar a Libia como “una puerta de entrada” a la guerra en todo el sur de Europa. “Los yihadistas esperan inundar al país norteafricano de milicianos procedentes de Siria e Irak, a los que posteriormente enviarían a Europa camuflándolos como migrantes en las embarcaciones de las mafias”, se pudo deducir de los documentos del grupo terrorista a los que tuvo acceso Quilliam, la organización británica contra el extremismo.  En esta línea, cabe destacar que el director del SOHR, Abdel Rahman, ha denunciado recientemente que “miles de yihadistas han sido transferidos a Libia bajo el manto turco”. En una entrevista concedida al medio Al-Hadath, ha asegurado que “combatientes de nacionalidades del norte de África, la mayoría de ellos miembros de Daesh, habían sido deportados desde Siria a Libia hace meses”. 

Desde la Primavera Árabe, Turquía se ha convertido posiblemente en el principal patrocinador del radicalismo i terrorismo islamista, principalmente en Siria, donde sus políticas impulsaron a ISIS y a grupos afiliados a Al-Qaeda. Libia podría ser considerada otro país donde Turquía, y su aliado Qatar, ha invertido fuertemente en patrocinar grupos vinculados con organizaciones terroristas. Durante el levantamiento contra Gaddafi del 2011, Qatar equipó con armas a algunos facilitó grupos extremistas dentro de Libia, especialmente a aquellos aliados a Al-Qaeda. Uno de estos grupos es la facción liderada por Belhaj. Algunas de las armas enviadas por Doha a Libia fueron más tarde utilizadas en Mali por militantes vinculados con Al-Qaeda. Qatar ha estado implicado en el financiamiento de organizaciones terroristas en Libia, como ISIS y Ansar al-Shariah, lo que aumentó la capacidad de estos grupos para pagar a los combatientes salarios mensuales de USD 100 o más, y de esa manera incrementar sus facilidades de reclutamiento. Turquía ha establecido relaciones con grupos afiliados a Al-Qaeda en varios lugares a través de la región. Uno de esos casos fue el del ciudadano irlandés nacido en Libia, Mahdi al-Harati, quien desde abril hasta agosto de 2011 manejó la “Brigada Trípoli”, una unidad armada que participó en la batalla final por expulsar al dictador libio Muammar al-Gaddafi fuera de la capital. Poco después de la caída de Trípoli, Harati fue nombrado comandante suplente del Consejo Militar de Trípoli (CMT), que en ese entonces era encabezado por Belhaj. Harati renunció en octubre de 2011 y, con el apoyo de los gobiernos qatarí y turco, se unió a la insurgencia siria. Por este mismo tiempo, Belhaj se dirigió igualmente a Turquía y se reunió con líderes de la oposición siria. En abril de 2012, Harati y su cuñado, Houssam Najjair, establecieron Liwa al-Ummah, basada en la gobernación Idlib al noroeste de Siria. Ankara ha continuado apoyando a grupos extremistas en Libia, en Trípoli y en Misrata, con armas, pese al embargo de armas impuesto por las NN.UU. En diciembre de 2018, un cargamento de armas provenientes de Turquía fue capturado en el puerto de Khoms, cerca de Trípoli. El cargamento contenía 3.000 pistolas de fabricación turca, así como también algunas otras pistolas, rifles de cacería y municiones. Turquía se comprometió a poner fin a estos cargamentos y abrió una investigación conjunta con el GPN. Y sin embargo, apenas dos meses más tarde, en febrero de 2019, otro cargamento de armas turcas fue confiscado en el mismo puerto marítimo. Este incluía nueve vehículos de asalto armados Toyota Sierra Leone 4X4 y tanques de combate fabricados en Turquía. Estas armas estaban destinadas a las Fuerzas Especiales de Disuasión (FED) y al Batallón Nawasi Battalion, que son dos de las cuatro milicias que conforman la Fuerza de Protección de Trípoli. Cabe reiterar aquí que las milicias de Trípoli están ligadas a figuras clave del GLL

 

Fotos 1 y 2 de los pasaportes de los combatientes turcos capturados en Trípoli por el ejército libio combatiendo en las filas del gobierno de Al-Sarraj. Fuente: OCATRY (Observatorio contra la Amenaza Terrorista y la Radicalización Yihadista) www.ocatry.org

La lucha por Trípoli es clave para el futuro de Libia. El régimen nominal del GPN está basado en milicias predadoras que compiten entre sí dentro de la ciudad, y un fin a esta situación podría restaurar la estabilidad. Sin embargo, la batalla será larga, especialmente dado que los islamistas pueden contar con el apoyo de Turquía y Qatar. Algunos críticos afirman que la ofensiva del ENL contra Trípoli exacerbará la inestabilidad antes que traer orden a Libia. No obstante, ellos desconocen el hecho que Trípoli ya es inestable y precisamente debido a sus actuales autoridades, los varios jefes militares y milicias, que se benefician de la economía de la guerra, con sus continuos secuestros y escaramuzas para expandir sus feudos. El interés principal de los estados vecinos en África del Norte y Europa son el contraterrorismo y la contención del flujo migratorio. El GPN está aliado estrechamente con la Brigada de Defensa de Benghazi, una milicia terrorista listada por los EE.UU. y la U.E. Salah Badi, un caudillo extremista buscado por debilitar la estabilidad en Libia, tiene vínculos cercanos con el GAN, como los tiene también Abdul Rahman al-Milad, un líder miliciano buscado por tráfico de inmigrantes. En resumen, el GAN, y las milicias en las que recae su autoridad, son más un obstáculo que una ayuda en lo que se refiere a alcanzar estabilidad en Libia, que pueda reprimir al terrorismo y al flujo de personas.

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David Caixal

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