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España, además de un estado fallido es un estado corrupto: más del 70% de la obra pública tiene sobrecostes de alrededor del 20% respecto del gasto previsto.

Tanto Pedro Sánchez como sus socios socialistas, comunistas, etarras y separatistas, y los partidos de la supuesta oposición dedican a sus asesores y burócratas, miles, a detectar con presicisión cuáles son los lugares más apropiados y los sectores de la población en los cuales han de lanzar sus redes para captar votos, ciudadanos y territorios a los que arrojar carnada, cebarlos para luego atraer a las presas y que muerdan el anzuelo, como hacen los pescadores y cazadores…

Una vez localizados los caladeros de votos, los riegan generosamente, de forma espléndida con subsidios, subvenciones, «bonos de ayuda», «rentas básicas», «ayudas para alquiler de viviendas», trato de favor mediante «discriminaciones positivas» -obviamente dinerarias o de acceso a la función pública- ayudas de todo tipo a cual más «creativa» con el objetivo indisimulado de asegurarse, como mínimo, la conservación de las cotas de poder y la capacidad de influencia actuales en los próximos comicios.

Se trata claramente, sin rubor, sin recato de comprar descaradamente votos. Desde los jóvenes que cumplen 18 años hasta las parturientas, pasando por las personas «trans»… los más diversos sectores sociales, y preferentemente las minorías supuestamente marginadas reciben regalos, excepciones, trato de favor, privilegios, etc. de los gobernantes a escala municipal, provincial, regional, nacional… Si a esta política se une el gasto público descontrolado, el número de asesores, de guardaespaldas, de chóferes, el exceso de cargos en las tres administraciones, las innumerables, infinitas empresas públicas, los viajes suntuosos con la añadidura del catering más costoso y tantas y tantas partidas dinerarias con el pretexto del «estado del bienestar» (al que mejor hay que denominar «el bienestar del estado»), dan como resultado un aumento de la deuda pública algo más que abrumador, terrorífico y lleva aparejado el crecimiento incesante de los impuestos y la creación de otros nuevos.

El gran afán recaudatorio del gobierno central, de los regionales, de los provinciales, de los municipales se debe a su insaciable afán de derroche, de despilfarro.

Políticos sin la menor experiencia en la gestión de dineros ajenos han descubierto que colocarse en las diversas instituciones significa hacerse con una gallina que pone huevos de oro, a la que en muchos casos acaban estrangulando. Para poder seguir pagando sus barrabasadas, sus desmanes, sus despropósitos, su actitud de manirrotos y poder seguir comprando estómagos agradecidos, se necesita cada vez más y más dinero… por eso crean más y más impuestos, con el pretexto, con la justificación, con el subterfugio más peregrino inimaginable, y aumentan los ya existentes: impuestos que pagan los españoles que trabajan y crean riqueza y los políticos de toda calaña despilfarran. S

Se trata de una política despiadada, brutal, cruel, de saqueo, de robo a los españoles. Los diversos gobernantes, sus burócratas y paniaguados viven de la clase media, del ciudadano medio, que después de expropiado malvive de las rentas de su trabajo… No se olvide que quienes pagan impuestos, dedicamos alrededor de medio año a trabajar para las diversas administraciones.

A finales de 2023 el prestigioso economista Daniel Lacalle afirmaba que «España aumenta la deuda pública en 164 millones diarios», y añadía que «en estos tiempos de locura monetaria parece que el aumento salvaje de deuda no le preocupa nadie. Y debería. La acumulación constante de deuda pública significa menos crecimiento, menores salarios reales, menos empleo y más impuestos a pagar en el futuro…» La única razón por la que el estado puede permitirse el lujo de endeudarse de manera masiva es porque vive de las empresas y familias. Sin el apoyo masivo de Europa y el BCE, España estará hoy quebrada. El gobierno, en vez de reducir los desequilibrios, se dedica a maquillar los datos y acordar con sus socios todavía más gasto…»

En el momento que esto escribo, la deuda pública española según datos del gobierno, va camino de un billón setecientos mil millones de euros, casi treinta y cuatro mil euros per cápita. Lo cual representa alrededor del 108% del PIB. España, como puede verse en el ranking mundial de Deuda Pública, está entre los países con más deuda del mundo.

 Hasta el año 2008 permaneció estable, pero a partir de marzo de 2008, cuando España tenía una deuda de 380.270 M.€, comenzó a subir, primero lentamente y después de forma exponencial.

Desde entonces la deuda ha subido casi un billón y medio de euros. En 2008 la deuda suponía el 33,96% del PIB…

Pues sí, estamos instalados de manera permanente, en una maldita crisis… y algunos siguen sin querer darse por enterados. Y para remate del tomate, los gobiernos municipales, provinciales, regionales y el central salen constantemente indemnes, victoriosos, y vuelven a repetir una y otra vez en sus cargos a pesar de ser los responsables. Todas las administraciones sin excepción, todos los gobiernos municipales, mancomunidades, diputaciones, cabildos, regiones (da igual la denominación de la “taifa”) y los Gobiernos Centrales; independientemente de la agrupación política que ostente el poder, el cacique de turno, la oligarquía de que se trate, obra de igual manera…

En España hasta la más diminuta aldea posee un polideportivo municipal (y a algunos mandamases seguro que se les ha ocurrido también instalar jacuzzis) daba igual si era o no “rentable”, daba igual si podría ser luego conservado, o el municipio poder asumir su mantenimiento, daba igual si tendría o no en el futuro usuarios… En España tenemos unas autopistas de fábula (la mayoría “gratis total” que dirían los progres redundantes) lo de menos era si se necesitaban o no, si tendrían tránsito suficiente, o el coste de mantenimiento futuro… ¡Menuda red de asfalto que nos hemos dado!

Como sabe cualquier persona medianamente informada, al igual que autopistas, se han construido aeropuertos (ninguno de ellos rentable, algunos aún por inaugurar…) se han puesto en marcha trenes de alta velocidad… Se crearon 17 miniestados, con sus correspondientes gobiernos, parlamentos, redes de funcionarios, asesores, enchufados, empresarios “amigos”… En fin, un largo etc. de despilfarro, malgasto, derroches miles, cientos de miles que llenarían una enciclopedia sobre la corrupción, el fraude, el mal-gobierno, el latrocinio, la infamia…

Como resultado, España tiene una deuda inmensamente grande, absolutamente impagable, por más ajustes, recortes… más y más impuestos que se suban o se creen (sean directos o indirectos), aparte de empobrecer a la clase media, como mucho van a ir a parar a pagar intereses. Nunca a amortizar el capital prestado, no se olvide.

Y, mientras todo esto sucede, al mismo tiempo se produce un enorme despilfarro. El Gobierno central, incluyendo proyectos cofinanciados por la Unión Europea, invierte en autopistas, autovías, ferrocarriles de alta velocidad, puertos, aeropuertos, desaladoras, equipamientos e instalaciones culturales, deportivas, con fines «científicos», parques temáticos, e inversiones para acoger «grandes eventos». Tampoco hay que olvidar las inversiones que se realizan en la construcción, o mejora-rehabilitación, de centros hospitalarios, de salud, y de enseñanza. A ello hay que añadir los sobrecostes, supuestamente por errores de cálculo, y la asunción de deudas contraídas» por las diversas administraciones… Muchas de esas inversiones acaban siendo fallidas, infrautilizadas y/o sin utilidad de clase alguna…

Hasta tal extremo se ha llegado, durante décadas, que los recursos dedicados al despilfarro y actividades corruptas han sido superiores al 20% -VEINTE POR CIENTO- del PIB. Sólo entre 1996 y 2007 el coste fue de más de 150.000 millones de euros. No está de más recordar que, más del 70% de la obra pública tiene sobrecostes de entre un 15% y un 20% respecto del gasto previsto.

Ni que decir tiene que, los sobrecostes respecto del gasto presupuestado en la contratación de bienes y servicios y obra pública en general, implican, además un aumento descomunal de la deuda pública que, hipoteca nuestro presente y nuestro futuro y el de futuras generaciones.

Y ¿Qué solución nos queda?

Algunos dicen que España habrá de negarse más tarde que pronto a pagar la deuda (que insisto, es impagable) declararse en suspensión de pagos, en bancarrota.

Evidentemente, mientras los acreedores sigan pensando en que aún les cabe la posibilidad de recuperar alguna parte del dinero que nos han prestado, seguirán consintiendo que permanezcamos en la “zona euro”, en la UE, pero lo más probable es que, más pronto que tarde, o nos vamos o nos echan… Posiblemente, aunque sería una opción especialmente “dolorosa” más nos valdría volver a la peseta, y “volver a empezar”, comenzando por iniciar un periodo constituyente en el que ser rediseñe el modelo de Estado, de administración, se inicie el camino de la regeneración y nos homologuemos a las restantes democracias de nuestro entorno cultural, y se instaure un régimen de democracia parlamentaria, un verdadero estado de derecho, con plena separación de los tres poderes.

Indudablemente, todo ello es impensable que lo haga la actual casta parasitaria que nos malgobierna, los cárteles mafiosos que se hacen llamar partidos políticos, organizaciones criminales que han establecido -y renuevan año tras año- acuerdos de autoprotección, de colaboración y reparto de terriotorios, para continuar apropiándose de nuestro patrimonio y nuestra capacidad de ahorro. Es impensable, sin duda, pues ellos han sido los causantes del desaguisado del que vengo hablando.

La deuda no es gratis. Es una enorme losa para la economía. Las cuentas públicas de España son las de un país quebrado sostenido porque la Unión Europea todavía lo tolera.

Llegados hasta aquí, al momento presente, más de uno habrá que, posiblemente piense que, lo más deseable sea que nos intervengan y nos tutelen hasta que se normalicen las cosas en la dirección que vengo describiendo…

En fin, vuelvo la reiterar:

¿A qué espera alguien, como MARCOS DE QUINTO, de la élite empresarial para lanzarse al ruedo, para salir a la palestra y erigirse en el «Javier Milei» español y encabezar una formación política regeneradora, que emprenda la intervención quirúrgica, el plan de choque que España necesita?

Para saber más, les recomiendo la lectura de mi libro «ESPAÑA SAQUEADA: POR QUÉ Y CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ… Y FORMA DE REMEDIARLO».

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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