CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS
Según el Banco de España, la deuda pública en España ha crecido en el primer trimestre de 2024 en 39.289 millones de euros y se situó en 1.613.043 millones. En el momento que redacto este texto es de UN BILLÓN SEISCIENTOS TREINTA MIL MILLONES, o sea, TREINTA Y CUATRO MIL EUROS POR ESPAÑOL y OCHENTA Y DOS MIL EUROS POR FAMILIA…
Esta cifra implica que la deuda alcanzó el 109% del PIB en España, mientras que, en el trimestre anterior, cuarto trimestre de 2023, fue del 107,7%.
El volumen de deuda acumulado por las Administraciones Públicas pasó de menos del 40% a más del 110% del PIB entre los años 2008 y 2022.
Si comparamos la deuda en España en el primer trimestre de 2024 con la del mismo trimestre de 2023 vemos que la deuda anual se ha incrementado en 77.663 millones de euros.
España está entre los países con más deuda del mundo.
https://www.eurosci.net/deliverables/reloj-de-la-deuda-publica-espanola
Hace escasamente una semana, el Banco de España avisaba del colapso de Tesoro si el Gobierno continúa con el ritmo de endeudamiento público… y añadía que, si no se realizan ajustes, la deuda seguirá por encima del 100% del PIB en 2040. Por otro lado, el impacto del envejecimiento de la población es otro factor importantísimo que preocupa especialmente a los expertos del Banco de España. La presión demográfica incrementará significativamente los costes de pensiones, servicios sanitarios y cuidados a largo plazo, ejerciendo una presión que puede volverse insoportable para las finanzas públicas. Según las proyecciones, los gastos relacionados con el envejecimiento de la población podrían incrementar en 3,9 puntos porcentuales del PIB a lo largo de la década de 2040.
La única razón por la que el estado puede endeudarse de manera masiva es porque vive de las empresas y familias.
Sin el apoyo masivo de Europa y el BCE, España estará hoy quebrada. El gobierno, en vez de reducir los desequilibrios, se dedica a maquillar los datos y acordar con sus socios todavía más gasto.
El Instituto Juan de Mariana publica en el último trimestre del año un informe demoledor sobre la salvajada de deuda pública que acumula España. Lo llaman el día de la deuda, es decir, la fecha en la que el país ha consumido todos sus ingresos fiscales y empieza a endeudarse para pagar compromisos; el año pasado el «día de la deuda» se situó en el mes de noviembre…
Las cuentas públicas de España son las de un país quebrado sostenido porque la Unión Europea todavía lo tolera.
Y, ¡Ojo! si tenemos en cuenta las advertencias del profesor Roberto Centeno, basándose en los datos del Banco de España, la deuda de España llegaría al 141% del PIB oficial, ya que el Protocolo de Déficit Excesivo no contabiliza toda la deuda, sino solo una parte; el economista va más allá, y destaca que el PIB real de España es inferior a las cifras divulgadas, una posibilidad que viene especulándose desde hace años y que responde a la necesidad de no reflejar la realidad de la economía española. Roberto Centeno considera que el PIB real es un 18% inferior al oficial.
España quedará arruinada para los próximos 50 años, ya que un «español que nazca hoy tiene una deuda de 35.000 millones, si contamos nada más la deuda pública, o de 41.000 millones de euros, si contamos también la deuda del Banco de España con el ‘Eurosistema’». Centeno, junto a otros profesores y economistas independientes, envió a la Comisión Europea los cálculos del PIB real que habían hecho, pero la institución «pura y simplemente ha mirado para otro lado» …
Imaginen que hace tres o cuatro décadas yo hubiera decidido comprar una casa, o, mejor dicho -por aquello de las tres ideas-fuerza claves de la ideología “progresista” optar por un coche nuevo, una nueva casa… y nueva compañera- pedir un préstamo hipotecario, pongo por caso de 120.000 euros, y pactar con mi banco que durante los cinco primeros años solo pagaría intereses, no amortizando nada del capital…
Pero, sigan imaginando que, además de contratar el préstamo hipotecario, como antes les dije, pues, también, me compré un vehículo de marca, y… y no escatimé en gastos, pues como comprenderán no iba yo a ser menos que el vecino… ¿Recuerdan el tren de vida que se empezó a imponer en España, la “España que pasados unos años no iba a reconocer ni la madre que la parió…”? Alfonso Guerra dixit; para los que se hayan olvidado de él, el amigo más menos torpe de Felipe González Márquez…
Supongan que transcurridos los cinco años en los que, no se olvide que solamente pude pagar intereses, y no amorticé nada del capital que me prestó el banco, llegué a la conclusión de que, para seguir en la vorágine de consumo, frivolidad, fiestas y más fiestas… pues que mejor que renegociar con el banco. Así que pacté con mi entidad bancaria “amiga”, que me ampliara el préstamo, de manera que no tuviera dificultad para seguir asumiendo los pagos de las diversas “cosillas” que había adquirido, nuevo coche, nueva compañera… y ya puestos, pues invertí en una segunda residencia… Así que contraté un préstamo de 300.000 euretes, eso sí, a más largo plazo, de manera que me fuera fácil y cómodo de pagar… logré que el banco me redujera la cuota mensual, a condición de que se prolongara el tiempo en el que solamente pagaría intereses. Esta vez en lugar de cinco años en los que no amortizaría capital, serían ¡Diez!
Pasados los diez años (si las matemáticas no fallan, 15 años después de los “fastos del 92”) pues, yo seguía, no ya con el ritmo de consumo de cuando me compré la casa y el coche de marca, sino que lo había multiplicado por tres o cuatro… Cambié de coche, de casa… hasta de compañera, en múltiples ocasiones… Así que volví a renegociar el préstamo hipotecario… Y “así” varias veces durante más de treinta, o cuarenta años.
¿Se imaginan cuál sería el estado actual de mi economía? Evidentemente aún no habría amortizado nada de nada, tendría una deuda astronómica… un lastre del que nunca me libraría durante lo que me quedara de existencia, y lo que es peor: lo heredarían mis hijos, nietos, biznietos…
¡Dirán ustedes que para qué nos cuenta todo esto este buen hombre! Pues muy sencillo, todas las administraciones sin excepción, todos los gobiernos municipales, mancomunidades, diputaciones, cabildos, regiones (da igual la denominación de la “taifa”) y los Gobiernos Centrales; independientemente de la agrupación política que ostentara el poder, el cacique de turno, la oligarquía de que se tratara, han obrado de la manera que describo…
En España hasta la más diminuta aldea posee un polideportivo municipal (y a algunos mandamases seguro que se les ocurrió también instalar jacuzzis) daba igual si era o no “rentable”, daba igual si podría ser luego conservado, o el municipio poder asumir su mantenimiento, daba igual si tendría o no en el futuro usuarios… En España tenemos unas autopistas de fábula (la mayoría “gratis total” que dirían los progres redundantes) lo de menos era si se necesitaban o no, si tendrían tránsito suficiente, o el coste de mantenimiento futuro… ¡Menuda red de asfalto que nos hemos dado!
Como sabe cualquier persona medianamente informada, al igual que autopistas, se construyeron aeropuertos (ninguno de ellos rentable, algunos aún por inaugurar…) se pusieron en marcha trenes de alta velocidad… Se crearon 17 mini estados, con sus correspondientes gobiernos, parlamentos, redes de funcionarios, asesores, enchufados, empresarios “amigos” … En fin, un largo etc. de despilfarro, malgasto, derroches miles, cientos de miles que llenarían una enciclopedia sobre la corrupción, el fraude, el mal-gobierno, el latrocinio, la infamia…
En definitiva, España tiene una deuda inmensamente grande, absolutamente impagable, por más ajustes, recortes… más y más impuestos que se suban o se creen (sean directos o indirectos), aparte de empobrecer a la clase media, como mucho van a ir a parar a pagar intereses. Nunca a amortizar el capital prestado, no se olvide.
Y, mientras todo esto sucede, al mismo tiempo se produce un enorme despilfarro. El Gobierno central, incluyendo proyectos cofinanciados por la Unión Europea, invierte en autopistas, autovías, ferrocarriles de alta velocidad, puertos, aeropuertos, desaladoras, equipamientos e instalaciones culturales, deportivas, con fines «científicos», parques temáticos, e inversiones para acoger «grandes eventos». Tampoco hay que olvidar las inversiones que se realizan en la construcción, o mejora-rehabilitación, de centros hospitalarios, de salud, y de enseñanza. A ello hay que añadir los sobrecostes, supuestamente por errores de cálculo, y la asunción de deudas contraídas» por las diversas administraciones… Muchas de esas inversiones acaban siendo fallidas, infrautilizadas y/o sin utilidad de clase alguna… Hasta tal extremo se ha llegado, durante décadas, que los recursos dedicados al despilfarro y actividades corruptas han sido superiores al 20% -VEINTE POR CIENTO- del PIB. Sólo entre 1996 y 2007 el coste fue de más de 150.000 millones de euros. No está de más recordar que, más del 70% de la obra pública tiene sobrecostes de entre un 15% y un 20% respecto del gasto previsto.
Ni que decir tiene que, los sobrecostes respecto del gasto presupuestado en la contratación de bienes y servicios y obra pública en general, implica, además un aumento descomunal de la deuda pública que, hipoteca nuestro presente y nuestro futuro y el de futuras generaciones.
Y ¿Qué solución nos queda?
Algunos dicen que España habrá de negarse más tarde que pronto a pagar la deuda (que insisto, es impagable) declararse en suspensión de pagos, en bancarrota.
Evidentemente, mientras los acreedores sigan pensando en que aún les cabe la posibilidad de recuperar alguna parte del dinero que nos han prestado, seguirán consintiendo que permanezcamos en la “zona euro”, en la UE, pero lo más probable es que, más pronto que tarde, o nos vamos o nos echan… Posiblemente, aunque sería una opción especialmente “dolorosa” más nos valdría volver a la peseta, y “volver a empezar”, comenzando por iniciar un periodo constituyente en el que ser rediseñe el modelo de Estado, de administración, se inicie el camino de la regeneración y nos homologuemos a las restantes democracias de nuestro entorno cultural, y se instaure un régimen de democracia parlamentaria, un verdadero estado de derecho, con plena separación de los tres poderes.
Indudablemente, todo ello es impensable que lo haga la actual casta parasitaria que nos mal gobierna, los cárteles mafiosos que se hacen llamar partidos políticos, organizaciones criminales que han establecido -y renuevan año tras año- acuerdos de autoprotección, de colaboración y reparto de territorios, para continuar apropiándose de nuestro patrimonio y nuestra capacidad de ahorro… Es impensable, sin duda, pues ellos han sido los causantes del desaguisado del que vengo hablando. Llegados hasta aquí, al momento presente, más de uno habrá que, posiblemente piense que, lo más deseable sea que nos intervengan y nos tutelen hasta que se normalicen las cosas en la dirección que vengo describiendo…
De todos modos, para no perder la esperanza, los invito a que vean qué se hizo en Suiza hace dos décadas:
La experiencia suiza y el «freno de la deuda»
En 2001, Suiza tomó una decisión trascendental en materia fiscal. Mediante referéndum y con un contundente 85% de votos a favor, se aprobó un mecanismo denominado “freno de la deuda”. Esta medida dictamina que el crecimiento del gasto gubernamental no puede superar al de los ingresos, ajustándose a las fluctuaciones del ciclo económico. Como resultado, desde su puesta en funcionamiento, el gasto público suizo ha experimentado un crecimiento anual medio del 2,2%.
Este tipo de reglas fiscales ofrecen una flexibilidad prudente. Es decir, no imponen recortes abruptos y consideran situaciones excepcionales, como conflictos bélicos o crisis económicas, permitiendo un gasto gubernamental más elevado en esas circunstancias.
La lección que nos brinda Suiza es clara. Más allá de la mera contención del gasto, estas directrices fomentan una gestión pública orientada a invertir de manera eficiente, en lugar de simplemente incrementar el gasto.
La crisis de deuda pública en España no es solo un desafío gubernamental, sino una responsabilidad compartida que requiere acción colectiva. Cada decisión fiscal tiene un impacto en el bienestar presente y futuro de la sociedad española.
La responsabilidad fiscal no solo garantiza la estabilidad económica, sino que también refleja el compromiso con las generaciones futuras, por eso, es esencial que tanto los responsables políticos como los ciudadanos comprendan la importancia de tomar decisiones financieras perdurables.
Antes de finalizar con el asunto, se me ocurre hacer una reflexión/pregunta:
¿Cómo es posible que, si la caótica situación que estamos sufriendo ha sido resultado de las políticas colectivistas, socializantes, intervencionistas, derrochadoras… en nombre del interés general, siga todavía conservando un prestigio inmerecido la denominada “izquierda”? ¿Cómo es posible que habiendo gobernado en España la izquierda, más de las dos terceras partes del tiempo transcurrido desde la muerte del General Franco, insisto, como es posible que la izquierda siga siendo capaz de salir airosa, salvar su prestigio, salir indemne y culpar a la derecha de la crisis económica, política, y de toda clase en las que estamos inmersos?
Para saber más, les recomiendo la lectura de mi libro «ESPAÑA SAQUEADA: POR QUÉ Y CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ… Y FORMA DE REMEDIARLO».
CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS Ayer, conversando con un amigo "filósofo", éste me corrigió respecto de…
Además, la previsión de crecimiento del PIB del 3% está dopada por el gasto público.…
CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS No está de más recordar que ya, hace más de 2.500…
SHIMSHON ZAMIR Quien observa los distintos videos que son publicados en YouTube relacionados con la…
David Gómez FUENTE: https://elordenmundial.com/blitz-trump-nombramientos-politica-exterior-estados-unidos/ Los últimos nombramientos en su gabinete reflejan el camino que seguirá…
Fernando del Pino Calvo-Sotelo La estrategia de los promotores del fraude climático es siempre la…