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España necesita una derecha decente unida en un sólo bloque y… con un programa reaccionario.

El penúltimo, hace apenas unas horas, en reclamar la unidad de la derecha para vencer al socialcomunismo, al globalismo, al separatismo, a quienes quieren destruir España ha sido Alvise Pérez, el portavoz de «Se acabó la fiesta»…

Somos muchos los españoles decentes que venimos planteando que la única forma de que la derecha -decente- gane unas elecciones es refundándose, unificándose en un sólo bloque y poniendo al frente a personas decentes de probada experiencia, exitosa, en la gestión de dineros ajenos, gente que no está en partidos como VOX o PP, y con un programa de gobierno claramente definido, con un buen diagnóstico de la terrible situación que vive España, con unos objetivos definidos corto, medio y largo plazo, también temporalizados, etc.

Somos muchos los que venimos insistiendo desde hace años en que Feijoo, Abascal y sus oligarcas y caciques deben echarse a un lado y dar paso a personas decentes, que no pretendan hacerse un patrimonio y hacer carrera en la política, servir a los españoles y no servirse de ellos y vivir de nuestros impuestos… Y, siempre insisto en que esa gente decente, buenos gestores con probada experiencia de éxito están en la empresa privada y entre los profesionales liberales. Y por desgracia, las élites empresariales, profesionales liberales e intelectuales de derechas siguen instalados en su zona de confort y dejan hacer a los Feijoo, Abascal y compañía y estos una vez tras otra se muestran incapaces de vencer en todas las elecciones que se convocan y Pedro Sánchez y sus secuaces siguen perpetuándose en el poder, mejor dicho en los tres poderes y copando todo lo poco que aún queda por ocupar del llamado Estado de Derecho.

Preguntaba hace unos días Luis Ventoso que si al PP le da vergüenza ser de derechas. No sólo es eso, sus dirigentes, salvo excepciones, son socialdemócratas fieles seguidores de la religión de «género». Evidentemente, esperar que el PP, si algún día vuelve al gobierno de España, derogue toda la legislación que ha ido aprobando la izquierda globalista en las últimas décadas es ser profundamente ingenuo.

Dice Luis Ventoso que entre los principios del PP sigue figurando el humanismo cristiano. Supongo que lo afirma porque aún no se ha enterado que los correligionarios de Feijoo y la presidenta de Madrid renunciaron a ellos en el congreso -convención- que realizaron en Sevilla en 2011, en la que abrazaron claramente el feminismo de género, la socialdemocracia, y multitud de cuestiones más que hacen que el PP sea idéntico al PSOE, aunque con un ligero retraso de tres o cuatro años. Esperar que el PP emprenda acciones encaminadas a frenar la inmigración ilegal, o para frenar a quienes pretenden destruir nuestra forma de vida, la civilización occidental, al mismo tiempo que se suma a la izquierda socialfeminista y globalista en su plan de destrucción de la familia convencional, tradicional y a todo lo que guarda relación con el homosexualismo como doctrina pues es pecar de algo más que de ilusos, más bien es cosa de estúpidos; y si hablamos de cuestiones como la defensa de la unidad de España y del libre mercado, y multitud de cosas más, hay que ser muy poco realista, o estar muy mal informado, o carecer de memoria, o sencillamente ser tonto. Del Partido Popular nada de nada puede esperarse dada su trayectoria de las últimas décadas.

Y algunos me dirán: «sólo nos queda VOX». Pues no, tampoco queda VOX, por la sencilla razón de que apenas se diferncia del PP, salvo en el discurso de sus dirigentes, su palabrería populista, vacía de contenido, pese a que se envuelvan en la bandera de España y hagan sonar el himno nacional.

Por poner un ejemplo, especialmente llamativo: ¿Qué ha sido de lo que publicitaba VOX cuando su fundación como objetivo principal en su plan regenerador? Me refiero al desmantelamiento del Estado de las Autonomías y la recentralización de la sanidad, la enseñanza, la justicia y demás competencias transferidas a los gobiernos regionales, que han acabado destruyendo la igualdad de derechos y obligaciones de todos los españoles… Pues sí, VOX, después de una década mantiene su propuesta estrella encerrada en el baúl de los recuerdos con múltiples cadenas y candados . Lo mismo se puede afirmar de lo que entonces llamaron «manifiesto fundacional» que está tan recóndito, tan escondido que es casi imposible encontrarlo en su página web…

Dice el refranero que una cosa es predicar y otra dar trigo. Y, así es con VOX y PP, tanto monta, monta tanto. En realidad ninguno de ellos tiene un programa de gobierno realmente regenerador en el que se prevea una cirugía de choque como la que España necesita de forma urgente, y no lo tienen por la sencilla razón de que no piensan ni remotamente en poner solución a la actual situación que sufren España y los españoles, su única preocupación y ocupación es cómo aumentar, o como poco mantener, su presencia en las instituciones para seguir parasitando, viviendo de nuestros impuestos. No se dejen engañar amigos lectores.

En las elecciones generales de 2023 ganaron Sanchez y demás enemigos de España porque tanto VOX como PP compraron el discurso fantasioso de que había posibilidades de desalojar a Sánchez si asumían las propuestas de la izquierda, al carecer ambos de un programa de gobierno alternativo… Tanto VOX como PP pretendieron ser tanto o más izquierdistas que la izquierda y asumieron su agenda, su lenguaje, sus principales ideas: feminismo, ecologismo, cambio climático, y demás; dejando a un lado la defensa de la vida -desde la concepción hasta la muerte natural-, la defensa de la institución familiar, la defensa del derecho a la libertad individual y de la propiedad, la defensa de la unidad de España, etc. dando por sentado que la agenda de la izquierda era lo urgente y lo que deseaban mayoritariamente los españoles.

Sea lo que sea lo que nos aguarda a corto, medio o largo plazo, que no es nada halagüeño, lo que sí está claro es que ser de derechas y pretender ser más izquierdista que la izquierda es del género tonto, como el que pretendió asar la manteca… Practicar políticas de «centro derecha» es aplicar políticas socialdemócratas, apuntalar el sistema y no derogar nada de lo puesto en marcha por la izquierda en casi medio siglo lo único a lo qu ha conducido a sido a un mayor deterioro…  Al parecer, quienes dicen no ser de izquierdas en España no acaban de entender que a la izquierda no se le puede ceder un milímetro y que cuando está casi derrotada lo que hay que hacer es que apuntillarla en lugar de acudir a reanimarla…

Después de lo dicho, habrá quienes piensen que estoy olvidando que en España, como en el resto de Europa, los programas y las propuestas políticas han pasado a segundo plano, son secundarias y que las emociones son las que predominan el discurso de los políticos… y también que, las agrupaciones mafiosas que se hacen llamar partidos políticios son todos populistas y no intentan convencer sino conmover, que no apelan a la razón sino a la pasión… De acuerdo, también hay que añadir, entre otras cuestiones, que en España la corrupción moral es ya de tal magnitud que más de la mitad de los españoles apoyan a los corruptos, e incluso los admiran y ocultamente, y no tanto, desearían ser y comportarse como ellos.

Bien, de acuerdo, una vez llegados hasta aquí, toca decir que  en España se ha producido un cambio radical en los panoramas político y social que, inevitablemente, quien desee que el derecho a la vida, a la propiedad y a la libertad no sean derrotados por los colectivistas, intervencionistas, estatistas de toda clase y condición, debe reajustar su estrategia, reinventarse y cambiar el chip pues, como decía un tal Albert Einstein es de locos repetir, repetir y repetir las misma conducta y esperar resultados diferentes en la siguiente ocasión. Es por ello que ha llegado el momento de asumir que a quienes no se cobijan bajo el paraguas del progresismo el mejor vocablo que los define es el de «reaccionario», reaccionario en lo político y en lo económico… 

La palabra “reaccionario” es la más adecuada para denominar a quienes se oponen a la agenda progresista.

El odio que se atribuye hoy al término “reacción” o “reaccionario” se debe estrictamente a su uso polémico por parte de los ideólogos marxistas. Fuera de la política, el término tiene una connotación positiva en muchos contextos. En particular, la reacción antígeno-anticuerpo “es la reacción fundamental en el cuerpo mediante la cual el cuerpo se protege de moléculas extrañas complejas, como patógenos y sus toxinas químicas”.  El sistema inmunitario humano es reaccionario. Reacciona  contra los invasores  y los aniquila y restaura el cuerpo humano a su saludable status quo anterior… En Física se habla de acción y reacción y conservación del movimiento, y un largo etc. 

Reaccionar significa responder o actuar de una manera determinada como respuesta a un estímulo, defenderse de un ataque, responder a una agresión, oponerse a algo que se considera inadmisible, según el diccionario de la Real Academia Española.

Por lo tanto, ser un reaccionario político-económico es tener como objetivo enderezar los entuertos, lo que no funciona de nuestras instituciones económicas, sociales y culturales perpetrados por políticas progresistas, poner remedio a lo que los socialdemócratas-progresistas hacen que no funcione correctamente; hacer retroceder «su reloj» expulsando a los cárteles mafiosos y su burocracia de los territorios que controlan, de sus posiciones de poder e influencia y restaurando, regenerando el cuerpo social para que recupere la salud.

Un movimiento reaccionario necesita “un líder carismático que tenga la capacidad de cortocircuitar a las élites de los medios y llegar y despertar a las masas directamente”. Para ser efectivo, aparte de ser decente (pues se pretende que agrupe en torno a sí a los ciudadanos decentes) el líder de un movimiento político disidente debe presentar la verdad en un lenguaje simple, eficaz, pero emotivo, y asumir el riesgo de ser tildado de demagogo y populista… Y esto conecta con aquello de que «en España, como en el resto de Europa, los programas y las propuestas políticas han pasado a segundo plano, son secundarias y que las emociones son las que predominan el discurso de los políticos… y también que, las agrupaciones mafiosas que se hacen llamar partidos políticios son todos populistas y no intentan convencer sino conmover, que no apelan a la razón sino a la pasión.»

Los intelectuales progresistas, socialdemócratas lo tienen muy claro, es por ello que atacan severamente, con furia, violentamente cualquier iniciativa reaccionaria que vaya en la dirección de lo que se viene exponiendo

l problema es que los malos, las clases dominantes, han conseguido que las élites intelectuales y los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas sean sus aliados, para que asuman la tarea de engatusar, embaucar a la mayoría de los ciudadanos para que se sometan a sus gobiernos y consientan que los adoctrinen hasta adquirir “falsas conciencias”, como diría un marxista.

¿Qué es posible hacer para romper este inmenso monopolio y destruir la alianza del estado del bienestar, del consenso socialdemócrata y sus apologistas intelectuales privilegiados?

Pues, sólamente cabe una estrategia de audacia y confrontación, de dinamismo y entusiasmo, una estrategia, en definitiva, de despertar a los españoles de su letargo y desenmascarar a las élites arrogantes que nos gobiernan, las controlan, las gravan y las estafan.

No se olvide que lo que las élites gobernantes temen es un populismo reaccionario, de gente decente. Prefieren una discusión supuestamente cordial, con comedimiento, solemne y sin acritud. Los políticos progresistas temen especialmente y advierten contra la llamada política del resentimiento, precisamente porque el resentimiento estaría dirigido hacia ellos por parte de aquellos a quienes saquean y de los que parasitan. La única alternativa es regresar a la política ferozmente ideológica y altamente partidista de tiempos pretéritos con un componente claro y rotundo de amargo resentimiento personal hacia los progresistas y socialdemócratas diversos.

La estrategia de los decentes-reaccionarios debe apuntar, debe estar orientada a denunciar las mentiras, la corrupción y los escándalos de miembros concretos de los capos, oligarcas y caciques que forman parte del consenso socialdemócrata y especialmente de los miembros de la coalición gobernante. 

El principal objetivo debe ser conseguir que los decentes y reaccionarios comprendan una idea simple, asimilada hace mucho tiempo por la izquierda, de que la política es la guerra. 

Como decía el filósofo alemán Carl Schmitt, “el adversario intenta negar el estilo de vida de su oponente y, por lo tanto, debe ser rechazado o combatido para preservar el propio”. Está en juego nuestra forma de vida, nuestra civilización, nuestra existencia. Además de lo anterior, la política implica lo que Schmitt llama “enemistad” o la distinción entre “amigo y enemigo”, conceptos “que deben entenderse en su sentido concreto y existencial, no como metáforas o símbolos”. Pues, citando de nuevo a Schmitt: “La guerra se sigue de la enemistad. La guerra es la negación existencial del enemigo»,  Sin duda alguna, se trata de una guerra en el sentido existencial. Las élites gobernantes, en virtud de su control del aparato del Estado, no solo amenazan con violencia física e incluso la muerte (muerte física o muerte civil) contra los gobernados por no someterse a sus impuestos y normas, sino que también practican la violencia y el asesinato contra los disidentes o insumisos entre los gobernados.

Y, en la misma dirección, tomemos en consideración las siguientes palabras de Murray Rothbard:

«Estamos comprometidos, en el sentido más profundo… en una «guerra religiosa» y no solo cultural, religiosa porque el liberalismo de izquierda-socialdemcrata es una visión del mundo sostenida con pasión, religión en el sentido más profundo, sostenida por la fe: la visión de que el meta inevitable de la historia es un mundo perfecto, un mundo socialista igualitario, un Reino de Dios en la Tierra…. Es una cosmovisión religiosa hacia la cual no debe haber cuartel; debe ser opuesta y combatida con cada fibra de nuestro ser…. Y la metáfora es propiamente militar. La lucha que se avecina es mucho más amplia y profunda que la indexación de las ganancias de capital (ajustar pagos de ingresos mediante un índice de precios, para mantener el poder adquisitivo de los ciudadanos). Es una lucha a vida o muerte por nuestras propias almas y por el futuro de nuestra civilización, de nuestra forma de vida… La guerra de la reacción, el alzamiento de la gente decente requerirá sobre todo coraje, las agallas para no doblegarse ante la respuesta difamatoria, vejatoia, calumniosa… casi segura, predecible de los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas, los opinadores, trovadores, bufones y toda la legión de «todólogos»… Y, sobre todo, necesitamos lo que la izquierda teme especialmente: una adhesión a la metáfora militar, al concepto de nosotros contra ellos, los buenos contra los malos, me refiero a luchar para preservar un orden social en el que todos —cristianos y no cristianos, nativos e inmigrantes, blancos y de todas las razas y minorías de toda clase y condición, hombres y mujeres— encuentren su lugar “adecuado” en la sociedad . . Debemos empujar para hacer retroceder todo lo que guarda relación con la socialdemocracia y el progresismo, no sólamente para salvarnos del Estado depredador que nos saquea y priva diariamente de los más elementales derechos (a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la búsqueda de la felicidad…) sino para frenar la cultura nihilista y el relativismo moral, y restaurar nuestras tradiciones. Debemos clavar la estaca de madera en el corazón del Enemigo, para matar de una vez por todas el monstruoso sueño del nuevo orden mundial en el que sus promotores pretenden que todos seamos pobres, deshumanizados y «felices»…

La lección para las personas decentes-reaccionarias es que sólo hay dos bandos en la lucha política actual. No hay término medio. O eres progresista o reaccionario. O te unes al socialismo en sus múltiples variantes, o te unes a la reacción, a la lucha para hacer retroceder el progresismo, el estado del bienestar -mejor dicho: el bienestar del estado, el «estado de las autonomías», sus cárteles mafiosos, sus capos y su red clientelar y de burócratas-.

O te sumas al progresismo o te sumas a la guerra contra la socialdemocracia para hacerla añicos.

Y por supuesto, no se olvide que con la realidad política de la que venimos hablando solo queda esperar, salvo que las élites empresariales y los buenos profesionales liberales den un paso adelante, que España siga profundizando en su camino de decadencia, acercándose cada vez más al abismo… camino que el centro derecha y la derecha que dice ser de «extrema necesidad» han contribuido a empedrar, adoquinar y asfaltar…

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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