ESPAÑA SAQUEADA, POR QUÉ Y CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ. DÉCIMOCUARTA PARTE.-Y… ¿Después de la beneficencia pública, qué?

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN.

Según el estudio “Values and Worldviews”, de 2013 que la Fundación BBVA realizó, hace casi una década, en diez países europeos, la población española es la más estatista de Europa, la más partidaria del intervencionismo estatal con diferencia y  aspira a que el Estado le facilite una enorme cantidad de “derechos”, todo lo deseable… pues en España todo lo que es deseable es considerado como un derecho.

Un alto porcentaje de esas personas “adultas” -más correctamente habría que llamarlos “adultescentes”- partidarias del estatismo son víctimas del infame, malvado sistema educativo igualitario instaurado por Felipe González, José María Maravall y Alfredo Pérez Rubalcaba, que les ha permitido promocionar, ir pasando curso tras curso sin aprobar, y en el que la cultura del esfuerzo, la excelencia, estaban ausentes… No recibieron una enseñanza de calidad, y acaban manifiestándose en las calles, portando pancartas en las que, no por casualidad, aparecen garrafales faltas de ortografía, y quejándose de que sus currículos no les sirven para nada en España, y menos en el extranjero…

Reclaman todo tipo de “derechos” laborales y salariales y exigen a los malvados empresarios (y a la “Sociedad” de la que también dicen ser “víctimas”), que les faciliten una vida regalada, de la que ellos son incapaces.

Obviamente al entender de esta gente, ninguno de ellos tiene responsabilidad de clase alguna en su circunstancia personal, la culpa es de “otros” y, piensan que el que no encuentren trabajo en nada tiene que ver con su mayor o menor tendencia a la ociosidad, o a su incapacidad, o ineptitud, y se consideran merecedores del derecho a mamar de las ubres de Mamá-Estado, generalmente llamado “Estado del Bienestar” (que la mayoría ignora que fue “creado” por un tal José Antonio Girón de Velasco, por encargo del General Franco).

Están convencidos de que ellos son los más desgraciados e infelices,  y los más necesitados y merecedores de apoyo, amparo y protección, porque ignoran y además les trae sin cuidado, que otras personas, sin ir más lejos la generación del baby boom de los 60, estuvo obligada a «buscarse la vida» a pesar de cifras de desempleo semejantes a las actuales, y de profundas crisis económicas y políticas; sin olvidar la generación de los “años del hambre”, o la de “la leche en polvo americana”, que consiguieron salir adelante a pesar de la guerra, la posguerra y la emigración.

Todo ello se ha acentuado aún más, debido a los años del populismo narcotizante de los Gobiernos “progresistas”, como el de José Luis Rodríguez Zapatero que, logró convencer a los españoles de que no existe relación entre deberes y derechos, entre esfuerzo y resultado, con su política de prometer derechos a tutiplén; consiguiendo que nuestros conciudadanos olvidaran cuáles son las claves de la prosperidad y del progreso propiamente dichos: el trabajo y el esfuerzo. Desgraciadamente, a Zapatero le siguió un tal Mariano Rajoy que, siguió por el mismo camino (pretendiendo ser más socialdemócrata que los socialdemócratas), y el actual gobierno social-comunista tampoco se ha desviado ni un palmo de la senda…

Según la encuesta, el estudio de opinión al que hacía referencia al principio del texto, una gran mayoría de la población española desea que se mantenga intacto el denominado Estado del Bienestar, pese a que está en quiebra. La mayoría de la población es partidaria de aumentar el gasto público para salir de la crisis, y predomina la preferencia por un amplio sistema estatal de seguridad social (81%, frente al 66% del promedio europeo). Quieren que se incremente el gasto público en sanidad (78%), en atención a los ciudadanos dependientes (75%), mayores (73%) y desempleados (69%); en educación (65%) y en investigación científica (62%), con mayorías muy por encima de la media europea.

Mientras el 39% de los europeos está de acuerdo en hacer ajustes para cuadrar las cuentas públicas, en España sólo el 2,1% defiende los recortes de gasto público, para reducir el déficit y la deuda, frente a un 59% que está a favor de que la Administración Pública se endeude más todavía…

La encuesta concluye que los españoles somos unos “aprovechados vocacionales”, decididamente dispuestos a seguir viviendo a tope, mejor incluso pese a las malditas crisis… eso sí: siempre que sea a costa de los demás.

Ya que no paramos de hablar de “derechos”, veamos lo que de ellos opina la filósofa Ayn Rand:

Un “derecho” es un principio moral que define y sanciona la libertad de acción de un hombre en un contexto social. Sólo hay un derecho fundamental (todos los demás son sus consecuencias o corolarios): el derecho del hombre a su propia vida.

El concepto de “derecho” se refiere sólo a la acción – específicamente, a la libertad de acción. Libertad de tomar todas las medidas requeridas por la naturaleza de un ser racional para mantener, mejorar, realizar y disfrutar de su propia vida. Tal es el significado del derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. El Derecho a la Búsqueda de la Felicidad quiere decir el derecho del hombre a vivir por sí mismo, a elegir lo que constituye su propia felicidad privada, personal, individual, y a trabajar para conseguirla, siempre que respete el mismo derecho en los demás.

Todo ello nos lleva conclusiones tales como que, no existe el denominado  “derecho a un trabajo” (pese a que la Constitución Española de 1978 diga lo contrario),  sólo existe el derecho al libre comercio, es decir: el derecho de las personas a aceptar un empleo si otra persona decide contratarla.

Tampoco existe el “derecho a una vivienda digna,” sólo el derecho de libre comercio: el derecho a construir una casa o a comprarla.

Ni tampoco el “derecho a un salario justo o a un precio justo” si nadie está dispuesto a pagarlo, por contratar a una persona, contratar sus servicios, o a comprar el producto de su trabajo.

Evidentemente, también hay que afirmar que no existen los denominados “derechos de los consumidores” a la leche, o al calzado, o a cualquier clase de espectáculo, o a consumir un buen vino… salvo que haya alguien que decida fabricar tales artículos (sólo existe el derecho a fabricar esos productos uno mismo).

Los “derechos” de grupos especiales, derechos de campesinos, de trabajadores, de empresarios, de hombres de negocios, de los jóvenes, de los ancianos, de las mujeres,… son una falacia. Sólo existen los Derechos Humanos – derechos que posee cada persona individual y todos los humanos como individuos.

Obviamente todo lo anterior esta reñido con la posibilidad de que algún individuo pueda arrogarse el derecho a imponer a otro una obligación que éste no haya elegido –libremente- un deber no recompensado o una servidumbre involuntaria. Sería reconocer que existe algo parecido al  “derecho a esclavizar”.

Aunque pueda parecer una perogrullada, estamos obligados a recordara la tan manida frase de “el fin no justifica los medios”: Los derechos de uno no pueden obtenerse mediante la violación de los derechos de otros.

El ser humano no es un lobo solitario ni tampoco es un animal social. Es fundamentalmente un “animal contractual”, necesita planificar su vida a largo y medio plazo, tomar sus propias decisiones, y tratar con otros humanos a través de acuerdos voluntarios (y tener la garantía de que los otros cumplan los compromisos que han asumido).

Sin todas estas premisas, la posible regeneración de la que tanto está necesitada España nunca vendrá, o por lo menos a medio plazo… si nos atenemos a lo que piensa la generación de jóvenes,  y no tan jóvenes, que se hacen llamar progresistas, de izquierdas, y demás… y que coinciden con la forma de pensar de la reiterada encuesta “Values and Worldviews”, aviados estamos; habrá que pensar muy seriamente en exiliarse.

Niños son usados para mendigar en las calles de Manta - El Comercio

Y ya para terminar, he aquí otro asunto que tampoco tienes desperdicio: A los españoles no les gusta que se recompense el esfuerzo. En general, los europeos están de acuerdo en que haya diferenciación en los ingresos a partir del esfuerzo individual, percepción que se acentúa en países como Dinamarca y Holanda. Sin embargo, los españoles se alejan del promedio europeo: un 55% aboga por unos ingresos más equilibrados, con independencia del esfuerzo personal, frente al 45% que cree que los ingresos deberían diferenciarse en función del esfuerzo.

Finalmente, los españoles son los más dispuestos a “movilizarse”, a salir a la calle, a armar follón, algarabías… a protestar, a bloquear las calles y carreteras, a vocear a los viandantes… en defensa del denominado Estado del Bienestar y a culpar de todo lo que les pasa al capitalismo, a la economía de mercado.

Por eso los españoles estamos como estamos… y como preguntaba en el título:

¿Y después de los subsidios y de la beneficencia públicos… “qué”?

¿Alguien está dispuesto a cambiar la organización territorial del Estado, o la forma de financiación de las diversas regiones,  o a meterle mano al sector energético, o hacer una reforma laboral medianamente decente, o promover un nuevo sistema de pensiones, o eliminar los privilegios de los colegios profesionales, o eliminar trabas burocráticas inútiles, o promover la innovación y el crecimiento empresarial en lugar de seguir subvencionando estúpidamente a las dichosas PYMES?

Hay que insistir, por enésima vez: Es hora de regeneración, es hora de que un cirujano (o un equipo médico de urgencia) haga algo, y lo haga ya, sin más aplazamientos. No caben pretextos de ninguna clase, el pueblo español no se lo merece; no podemos seguir aceptando, como si fuera inevitable, de forma fatalista aquello de “tenemos los gobernantes que nos merecemos”.

¿Acaso hemos hecho algo por lo que tengamos que purgar, o tal vez nuestros ancestros?

España necesita reformas, necesita profundos cambios; y los cambios no vendrán con más estado, más burocracia, más despilfarro, pese a que la mayoría de los españoles así lo piense…

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