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ESPAÑA SAQUEADA, POR QUÉ Y CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ. DECIMONOVENA PARTE.- Acerca de la “mayoría silenciosa” que permanece pasiva ante la destrucción de la Patria y nunca se responsabiliza de su voto. Españoles no practicantes, no ejercientes, light, superficiales…

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN

La calamitosa situación que sufre España me recuerda inevitablemente que mi abuelo materno tenía como máxima para “triunfar en la vida”: «HAZME CASO, SÉ LISTO Y HAZTE EL TORPE», y calificaba a quienes no la seguían al pie de la letra como gente que “no sabe vivir”.

También recuerdo (aunque no sé a ciencia cierta si fue porque me lo contó mi abuelo, o porque lo he oído enésimas veces en la familia, a lo largo de mi vida) que, contaba que “así” logró sobrevivir al caos de la Segunda República, a la guerra y a la posguerra.

 Mi abuelo materno vivía cuando la República en un pueblecito de Badajoz (Arroyo de San Serván) en el que hubo sus más y sus menos cuando las revueltas campesinas y tomas de tierra promovidas por la UGT, y según contaba supo camuflarse convenientemente, aplicando su frase favorita: “sé listo y hazte el torpe”. También contaba que la llevó a la práctica en innumerables ocasiones, en múltiples momentos de su vida, cuando tuvo enfrentarse a situaciones de mayor o menor arbitrariedad, autoritarismo, prepotencia de caciques diversos. Su intención era no hacerse notar, pasar desapercibido a toda costa, evitar que alguien con malas intenciones le pusiera la vista encima,  no fuera a ser víctima de alguien que pudiera causarle daño, amargarle la existencia.

Es mucha la gente que trata de buscarse la vida, como se dice ahora, de manera similar, desentendiéndose de todo, permitiendo que los estúpidos y malvados mangoneen, e incluso adopten actitudes abusivas, vejatorias, de maltrato cruel, puro y duro… en la idea de “¡Ojalá no se fijen en mí!”, e incluso yendo más allá, uniéndose a ellos para tratar de evitar que puedan acabar siendo sospechosos de simpatizar con las víctimas de los malvados y estúpidos…

Estamos hablando de una “moral de obligación y sanción”, basada entre muchas cosas en el miedo, la desconfianza del prójimo (“personas próximas” en sentido etimológico) la falsedad, la simulación… Y fundamentalmente en una actitud casi permanente de servidumbre, más o menos voluntaria, sacrificando la libertad con el objetivo de conseguir una cierta “seguridad”, sea material, sea psíquica, o ambas.

La máxima de mi abuelo materno es un perfecto resumen de la situación de “meritocracia por lo bajo” que padece nuestro país, esa nación que siempre llevó por nombre España, y del que casi nadie desea acordarse, y menos nombrar, no sea que se le ponga el sambenito de “facha”, retrógrado, etc.

Cuando le preguntan a cualquier español acerca de sus «creencias», generalmente suele contestar que es “católico no practicante”, no ejerciente.

Guste más o guste menos, lo mismo me da que, me da lo mismo, la vida de los humanos es cíclica, un interminable retorno. El mito griego de Sísifo. Claro que, aunque la vida sea cíclica, hay círculos viciosos y también virtuosos.

Los españoles siguen una vida cíclica pero, vacía o casi sin contenido. Los españoles llevan una vida “light”, superficial, de pensamiento débil, sin apenas valores, relativista. Los españoles son propensos a dejarse influir por los demás, temerosos del “qué dirán”, pues la carencia de valores lleva a la carencia, también, de personalidad, o casi.

Lo que es realmente sorprendente es que, la gran mayoría de no practicantes, de no ejercientes, sea en cuestiones de religión o de otra índole, es que lo consideran motivo de orgullo, seguros de que lo suyo es un signo de modernidad, de progreso, o, como poco una actitud políticamente correcta. Pero, si ahondamos y no nos quedamos en la superficie acerca de lo que nos cuentan, acabamos encontrando a unas personas profundamente incoherentes, que afirman poseer unas determinadas ideas, y procuran que su vida no se ajuste a esas ideas, lo que no es ciertamente una actitud poco saludable.

Evidentemente, ser “católico practicante, ejerciente” no consiste -sin más- en ir a misa los domingos y fiestas de guardar, sino sentirse concernido por el mensaje evangélico, de tal manera que lleve a la persona a implicarse, arriesgarse, a comprometerse en su vida cotidiana, a traducir en actos las ideas en las que dice que cree, dar testimonio de su fe.

Al fin y al cabo, muchos ateos o los que afirman de sí mismos que son agnósticos, en cierto modo tienen una actitud más decente. Pues, en el fondo, los que afirman ser “católicos no practicantes”, están diciendo de paso que, se avergüenzan de sus creencias.

Por supuesto, afirmar lo de “no soy practicante”, en el ámbito religioso, es lo mismo que decir: yo soy demócrata, pero… mi forma de entender la democracia no consiste en “ser demócrata militante”.

¿Y, entonces en qué consiste?

Efectivamente, estamos hablando de hombres y mujeres de “moral gris”, gente que considera que no hay que ser “rotundo” al hablar de compromisos éticos, de comportamientos moralmente aceptables.

Si una persona es educada en “la virtud”, en el pensamiento racional, el conocimiento de lo que es correcto, inevitablemente debería acabar actuando bien, pues “no le debería quedar otra opción”, pues si conoce qué es lo correcto, en coherencia no debería elegir lo incorrecto, ser incoherente e inmoral, y dejarse llevar por el capricho y el deseo.

Y, evidentemente, si uno actúa de forma justa, éticamente correcta, su actuación le tiene que llevar a ser feliz, a sentirse a gusto consigo mismo, a disfrutar de la alegría de hacer lo correcto.

¿Y qué responsabilidad tiene la Iglesia Católica en todo esto?

Pues, indudablemente mucha, muchísima.

Las enseñanzas de la Iglesia dicen con rotundidad que, la familia es la unidad básica de la convivencia y de evangelización. La Iglesia Católica afirma sin tapujos que el lugar en el que se educa a los miembros de la comunidad es la familia, en la cual, supuestamente ha de vivirse cristianamente (no olvidemos el compromiso adquirido por los cónyuges respecto de cómo ha de ser su convivencia y respecto de cómo han de educar a los hijos). Debemos suponer que, cuando los hijos pasan a ser catecúmenos, sea para prepararse para la primera comunión, como la enseñanza que reciben en los centros de estudios; lo que se pretende es reforzar y profundizar en lo ya “sembrado” en la familia…

Pues, algo está fallando, sin duda. Cualquiera que sepa qué se está “vendiendo” en las clases de religión católica de los diversos centros de estudio (enseñanza primaria, secundaria, bachillerato, e incluso enseñanza universitaria), también sabe que los conocimientos que se imparten son light, superficiales, y forman parte de lo que vengo narrando desde más arriba.

¿Para qué sirve la presencia de profesores de religión católica en los centros de estudios, si lo único que hacen es poner películas y documentales más o menos entretenidos, divertidos, o actividades de manualidades, o periódicamente llevar a los alumnos de excursión si “se portan bien y no molestan”?

Llama poderosamente la atención que, la jerarquía de la Iglesia Católica, poseyendo documentos valiosísimos, en los que se proponen acciones muy concretas para evangelizar, estar presentes en la vida de los españoles, y en suma, tener una mayor capacidad de influencia; se limite a conformarse con la presencia de profesores, sin más, en los centros de enseñanza, aparte de asegurarse que el gobierno de turno recaude dinero de los católicos en la casilla de la declaración anual de la renta…

Al paso que vamos, la Iglesia Católica será en España algo intrascendente, insignificante, sin capacidad influencia de clase alguna… Es posible que para alguno sea motivo de regocijo, pero, para otros una triste noticia, en esta España nuestra que camina sin rumbo, hacia el abismo.

En relación con lo que vengo exponiendo, pienso que viene a cuento citar algo que suelo comentar con gente, católicos practicantes, de los que participan en “cursillos de cristiandad” y similares; me refiero a la Pastoral Familiar de Iglesia Española, documento del año 2003, de plena actualidad. En él, entre otras muchas cuestiones, como la necesidad de implantar y generalizar la custodia compartida en los casos de divorcio; se plantea la necesidad de crear Centros Diocesanos de Orientación y Mediación Familiar.

¿Imaginan la enorme aceptación que estos Centros de Orientación y Mediación Familiar tendrían si se pusieran realmente en marcha, y funcionaran a pleno rendimiento, ante la profunda crisis que atraviesa la institución familiar, el enorme problema de los divorcios (para menores y adultos), el ridículo número de nacimientos, los embarazos no deseados, las terribles cifras anuales de abortos, etc.?

Sin duda alguna, la Iglesia Católica de España conseguiría un enorme éxito…

¿Por qué calla la Iglesia ante realidades tan importantes y terribles como las que nombro?

En la actualidad, quienes acuden a misa son “cuatro gatos” (mejor dicho “gatas”) de avanzada edad y algunos jóvenes que aún les atrae juntarse para acompañar al cura con canciones e instrumentos musicales; pronto todo ello será una reliquia del pasado.

Tampoco debemos olvidar el factor añadido de la crisis de vocaciones sacerdotales…

Así que, preparémonos que vienen malos tiempos.

Bien, volvamos a la “mayoría silenciosa” que permanece pasiva ante la destrucción de la Patria y nunca se responsabiliza de su voto.

España es una nación gobernada por gente mediocre, saqueadores que no paran de aprobar leyes y más leyes, dicen que por nuestro bien, para hacer más felices a los ciudadanos,… pero ¿quienes nos gobiernan en verdad desean que las leyes sean obedecidas por quienes ellos denominan la “ciudadanía”?

Pues no, lo que realmente desean es que las leyes no sean acatadas, quienes nos malgobiernan, pese a que proclaman que persiguen el interés de la colectividad, solo buscan el provecho personal, conseguir el poder y perpetuarse en él a toda costa.

Pero el “poder” no consiste en gobernar a gente “inocente”, ¡No! Consiste en dirigir a “criminales”, y cuando no existen, pues, hay que inventárselos… El gobierno acaba declarando delictivas tantísimas actuaciones que es casi imposible no acabar delinquiendo por parte de la gente de buena voluntad y cumplidora.

Los diversos gobiernos que se han ido sucediendo desde la muerte del General Franco, no han parado de aprobar una ley tras otra, todas casi imposibles de cumplir (por supuesto, ni ellos mismos las cumplen) y una de las claves es que casi ninguna puede ser interpretada de forma suficientemente “objetiva”, de manera que están creando una “nación de transgresores”, de insumisos… Así, acabarán teniendo “culpables” contra los que actuar y a los que perseguir y sancionar; y por tanto motivos suficientes para seguir saqueándonos, expropiándonos,…. Y, por supuesto, enriqueciéndose ellos.

Quienes nos malgobiernan saben sobradamente de las consecuencias de las sucesivas acciones que emprenden, no improvisan, tal como cabría suponer; ¡No! Su actuación forma parte de un plan minuciosamente planificado. Saben que con sus leyes conducen a los españoles a una situación de golfería, de profundo cinismo, de conseguir que cada vez sea mayor el número de personas que crea que las normas se hacen para no cumplirse.

Y mientras tanto nos dicen que legislan, que gobiernan para los más humildes, para los más desfavorecidos, los mansos, los enfermos, “los discapacitados”, que son los que más merecen atenciones y cuidados… Crean más y más normas que les aseguren poder seguir recaudando, para así poder seguir –dicen- atendiendo al bienestar público, para preservar lo que denominan “el estado del bienestar”. Evidentemente, la creación de más normas supone la creación, también, de más y más burocracia, más y más funcionarios, más y más “clientes” con los que asegurarse el voto en futuras elecciones,… una perversa, mafiosa red de favores y servidumbres.

Las diversas proclamas de libertad a las que esta pandilla de golfos acostumbra a apelar para argumentar en sus enésimas normas, se convierten de facto en una burla, pues siempre van acompañadas de peticiones de renuncia a las cosas que generalmente hacen la vida agradable a la gente, en este mundo que nos ha tocado vivir… Las diversas leyes, supuestamente encaminadas a mimar, reconfortar y compensar a los más desfavorecidos (y saldar, dicen también, supuestas “deudas históricas”); así como las normas diversas de “rediseño e ingeniería social” encaminadas a implantar un nuevo modelo de relaciones interpersonales, y en suma un “nuevo hombre” y una “nueva sociedad”, al final solamente acaban ocasionando una mayor degradación moral.

Los españoles no podemos seguir aplicando la máxima de mi abuelo, “sé listo y hazte el torpe”, debemos tomar las riendas y dejar de silbar y mirar para otro lado, como si no fuera con nosotros,…

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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