Ángel Mas
El linchamiento que se ha producido contra israelíes y judíos en Barcelona, en Cataluña y en toda España en los años de gobierno de la presente coalición hubiese sido imposible sin la entusiasta e instrumental dirección de los socialistas.
Me preguntaba la semana pasada una persona por las razones de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau para “romper relaciones” y deshermanar la Ciudad Condal con la ciudad israelí de Tel Aviv. ¿Qué gana con ello? Mas allá de lo patético de que Colau se extralimite de este modo en sus competencias (un día podría declararle la guerra a EEUU), mi interlocutor no comprendía que en la naturaleza del sectario no hay razones, sólo la ceguera de su agenda de resentimiento y prejuicio.
Y no hay odio más obsesivo, compulsivo y enfermizo que el del antisemita contra los judíos. En ellos singularizan la causa de todos los males, en ellos proyectan la frustración de sus miserias y sus mediocridades, y a ellos se permitirán juzgar con evidente doble rasero.
Porque, no sé si saben, pero de todas las ciudades con las que está hermanada Barcelona, no decidió Colau romper con Gaza, madriguera del terrorismo islamista. Ni San Petersburgo, en manos de los agresores rusos en Ucrania. Tampoco con La Habana, convertida en el gran burdel del comunismo tropical. Con todas ellas mantiene Barcelona el hermanamiento. Lo rompe con una ciudad vibrante, tolerante, diversa, próspera, en plena efesvercencia cultural y tecnológica. Una ciudad a la que Barcelona debería buscar emular en muchas cosas.
Culmina un proceso largo de hostigamiento, de coacción, de incitación contra los judíos, en Barcelona y en toda Cataluña, ante el que muchos han permanecido pasivos y callados
El sectarismo de Colau es tan evidente, su gestión tan nefasta, en este como en tantos otros asuntos, que corremos el riesgo aquí de ponernos todos violentamente de acuerdo en el diagnóstico sobre esta infeliz y olvidarnos de dos factores clave:
El primero es que esta última medida del Ayuntamiento, que convierte la segunda ciudad de España en territorio abiertamente hostil, no sólo contra los israelíes, sino contra los judíos que la visitan, y más evidentemente contra la comunidad judía local, no es una ocurrencia aislada.
La reciente resolución no es la primera, tan sólo culmina un proceso largo de hostigamiento, de coacción, de incitación contra los judíos, en Barcelona y en toda Cataluña, ante el que muchos han permanecido pasivos y callados, y que ha envalentonado a los agentes del odio.
En los últimos años, el Ayuntamiento barcelonés ha aprobado al menos dos resoluciones más en las que hostigaba sólo a un estado, al estado democrático de los judíos, al único estado judío. Pero también se han aprobado resoluciones semejantes en el Parlamento de Cataluña. Los grupos que han promovido estos actos discriminatorios se han beneficiado de millones y millones en subvenciones públicas. Y, con la pátina de legitimidad que le ofrecía su relación con esas instituciones, han promovido en ayuntamientos de Cataluña resoluciones más graves que esta última de Colau. Mociones que, de modo efectivo, excluían a los judíos, afines a Israel, de la vida civil, económica y social de sus pueblos y ciudades.
El principal partido de la oposición en la ciudad de Barcelona, el partido que gobierna la Generalitat, es Esquerra., profundamente antisemita
En estos años se ha impedido que selecciones nacionales israelíes pudieran jugar sus partidos oficiales contra selecciones españolas en instalaciones deportivas públicas de la región. Y se ha glorificado el terrorismo, invitando con todos los honores a terroristas de sangrientas organizaciones palestinas. Grupos que cada día planean y ejecutan asesinatos contra judíos, en Israel y en todo el mundo, y por eso están en la lista de la UE en la Unión Europea.
En segundo factor clave es el error que todos cometeremos al limitar la responsabilidad de estos desaguisados a Colau y a su partido, la franquicia local de Podemos. Colau gobierna con y gracias al PSC, igual que el PSOE gobierna gracias a Podemos. El principal partido de la oposición en la ciudad de Barcelona, el partido que gobierna la Generalitat, es Esquerra., profundamente antisemita. Y además tenemos a las CUP, ese detrito de cualquier sociedad democrática que se precie. Todos ellos han competido por liderar estas acciones judeófobas en las instituciones catalanas, con el frecuente apoyo de otros separatistas como Junts y PdeCat. No lo digo yo: lo dicen sus votos en cada pleno municipal y en el Parlamento de Cataluña. Sólo el constitucionalismo, del que se autoexcluye el PSC con iniciativas como esta, contrarias a nuestra Carta Magna, ha resistido esta marea discriminatoria.
Porque mención especial merece el PSC. En estos días, tras la ola de rechazo que ha provocado esta medida, mucho más evidente en los medios internacionales que en los nacionales, su candidato a alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, intentó desmarcarse, declarando que buscaría revertirla.
Sorprendido. Ofendido. Escandalizado. Ofreciendo a los crédulos trampas sentimentales, simbolismos inconsecuentes. Se trata de uno de los intentos cínicos y groseros de lavado de cara de los socialistas que observaremos en los periodos electorales que se sucederán hasta fin de año. En línea con el señuelo que nos ha venido ofreciendo el gobierno de Sánchez, responsabilizando a los ministros de Podemos de decisiones que evidentemente consintieron, votaron y aplaudieron.
Bien por Madrid, por su presidenta que advirtió en el día de recuerdo del Holocausto que la Solución Final no empezó en los hornos crematorios sino en el señalamiento y la discriminación de judíos
Afirmo que el linchamiento en forma de lluvia fina que se ha producido contra israelíes y judíos en Barcelona, en Cataluña y en toda España en los años de gobierno de la presente coalición de izquierda, extrema izquierda y separatismo, hubiese sido imposible sin la connivencia, el apoyo y, en ocasiones, la entusiasta e instrumental dirección de los socialistas. En todas y cada una de las votaciones, en cada una de las mociones, en cada una de las iniciativas. Allí estaba el PSC de Collboni. El PSOE de Sánchez.
Bien por Madrid, por su presidenta que advirtió en el día de recuerdo del Holocausto que la Solución Final no empezó en los hornos crematorios, ni en los campos de exterminio, sino en el señalamiento y la discriminación de judíos usando el poder del estado. Bien por el alcalde de la capital, que ha ofrecido el hermanamiento a Tel Aviv como respuesta a la medida del ayuntamiento de Barcelona. Ayuso y Almeida muestran el camino a la Ciudad Condal y a toda Cataluña. Frente al derrotismo y el fatalismo de algunos, el sectarismo puede sufrir con el voto informado, consciente y moral de cada ciudadano. En los próximos meses habrá muchas oportunidades para demostrarlo.
Ángel Mas
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