Europa se suicida e induce al suicidio mediante sanciones… Las sanciones matan.
Ron Paul
Una valla publicitaria suiza está circulando en las redes sociales que muestra a una mujer joven hablando por teléfono. El pie de foto dice: “¿El vecino calienta el apartamento a más de 19 grados? Por favor infórmenos.» Si bien el gobierno suizo ha descartado el cartel como falso, las sanciones a las que se arriesgan los ciudadanos suizos por atreverse a calentar sus hogares son muy reales. Según el periódico suizo Blick, ¡quienes violen el límite de temperatura de 19 grados podrían enfrentarse hasta a tres años de prisión!
¿Pena de cárcel por calentar tu casa? ¿En el mundo “libre”? ¿Cómo es posible en 2022, cuando Suiza y el resto del occidente político han logrado el mayor éxito económico de la historia, que el continente europeo se enfrente a un invierno como sacado de la edad oscura?
Si bien durante mucho tiempo han sido promovidas, a menudo por quienes se oponen a la guerra, como una alternativa menos destructiva a la guerra, las sanciones son en realidad actos de guerra. Y como sabemos el intervencionismo y la guerra suelen tener como resultado consecuencias no deseadas e incluso provocar nuevas guerras.
Las sanciones europeas y estadounidenses contra Rusia, por la decisión de Putin de invadir Ucrania en frebrero de este año, probablemente pasarán a la historia como un excelente ejemplo de cómo las sanciones pueden tener consecuencias no deseadas.
Mientras intentaban castigar a Rusia cortando las importaciones de gas y petróleo, los políticos de la Unión Europea olvidaron que Europa depende completamente de los suministros de energía rusos y que las únicas personas que sufrirán si se cierran esas importaciones son los propios europeos.
Los rusos simplemente giraron la vista hacia el sur y el este y encontraron muchos compradores nuevos en China, India y otros lugares. De hecho, la empresa energética estatal rusa Gazprom ha informado de que sus beneficios han aumentado un 100 por cien en el primer semestre de este año.
Rusia se está enriqueciendo mientras los europeos se enfrentan a un invierno helado y al colapso económico. Todo por la falsa creencia de que las sanciones son un procedimiento gratuito de obligar a otros países a hacer lo que tú quieres que hagan.
De veras hay que ser estúpido para pensar que, castigar a Rusia iba a salir gratis.
¿Qué sucede cuando la gente ve políticas gubernamentales tontas que hacen que las facturas de energía se disparen mientras la economía se detiene? Es posible que se desesperen y salgan a las calles a protestar.
- Este fin de semana miles de austriacos salieron a las calles en un “Freedom Rally” para exigir el fin de las sanciones y la apertura de Nord Stream II, el gasoducto a punto de inaugurarse a principios de este año.
- La semana pasada, aproximadamente 100.000 checos salieron a las calles de Praga para protestar contra la política de la OTAN y la UE.
- En Francia, los “chalecos amarillos” están de vuelta en las calles protestando por la destrucción de su economía en nombre de “derrotar” a Rusia en Ucrania. En Alemania, Serbia y otros lugares, las protestas se están preparando.
- Incluso el Washington Post se vio obligado a admitir que las sanciones a Rusia no están teniendo el efecto deseado. En un reciente artículo, el periódico se preocupa de que las sanciones estén infligiendo “daños colaterales» en Rusia y más allá, potencialmente incluso perjudicando a los mismos países que las imponen. A algunos incluso les preocupaba que las sanciones destinadas a disuadir y debilitar a Putin puedan terminar envalentonándolo y fortaleciéndolo.
Todo ello era predecible, lo que está sucediendo era lógico que acabara ocurriendo, pues, las sanciones matan.
A veces matan a inocentes en el país al que se pretende destruir y a veces matan a inocentes en el país que las impone.
La solución, como siempre, es la no intervención. Sin sanciones, sin “revoluciones de color”, sin intromisión. Es realmente así de simple.
El Dr. Ron Paul es un ex miembro del Congreso y Consejero Distinguido del Instituto Mises.