FANGO Y PODREDUMBRE DEL «ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS». – ACERCA DE LA MALDAD DE LOS OLIGARCAS Y CACIQUES QUE NOS MALGOBIERNAN.
CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS
No está de más recordar que ya, hace más de 2.500 años, Platón y su discípulo Aristóteles, nos alertaban de que la democracia es el peor de los modos de gobierno porque el poder queda en manos de una mayoría ignorante.
Una de las principales conclusiones a las que uno puede llegar tras la terrible tragedia sucedida en Valencia y las provincias limítrofes ocasionada por las riadas producidas por la gota fría es que, la forma de elegir a nuestros gobernantes cada cuatro años no es la mejor, no es la más eficaz, pues no elegimos a los mejores, a los más sabios, a los más preparados, los más “buenos” moralmente, personas que sólo actúen en beneficio de la comunidad, por el bien común y que no busquen su interés personal y el de sus parientes y amigos.
Sin duda alguna, España posee un régimen podrido, corrompido, nauseabundo en el que los españoles se limitan, de manera bastante conformista, a tolerar con resignación la ineptitud, la incompetencia, la negligencia y la inacción criminal de los gobernantes, el parasitismo de las agrupaciones mafiosas que se hacen llamar partidos políticos y cuyo único fin es vivir de nuestros impuestos, del saqueo al que nos someten, todos sin distinción, aunque luego tengan la cara dura de afirmar que ellos gestionan mejor que los rivales… Pues sí, los españoles somos saqueados y callamos, se nos mean encima y nos dicen que está lloviendo. Los españoles aguantamos con nos mientan con absoluto cinismo, nos engañen sistemáticamente, nos prometan y prometan multitud de acciones mágicas y los partidos incumplan la totalidad o casi de lo que prometen en periodo electoral y acaben amnistiando a delincuentes y golpistas, como los catalanes, o excarcelando a violadores y delincuentes sexuales o rebajándoles las penas, o excarcelando, también, a los asesinos etarras; y para recochineo la mujer y el hermano del presidente campen por sus fueros y… aquí nunca pasa nada, todos ellos se van de rositas, después de haberse hecho de un patrimonio enorme… Y todo se resuelve con un chiste de barra de bar, o en las comidas familiares, o de empresa, o mediante algo más que un exabrupto entre amigos, y comentarios de «habría que…» Y, al día siguiente, nos olvidamos y seguimos dejando que nos saqueen con absoluta impunidad.
Retomando a Aristóteles, éste nos decía que el ser humano es un ser social, es decir que necesita vivir en sociedad para sobrevivir y para desarrollar todas sus potencialidades, sus capacidades y ser una persona “virtuosa”, honrada, buena y decente que actúa de forma correcta, que hace lo que debe hacer y se abstiene de hacer lo que no se debe, y afirma que ésta es la única manera de alcanzar la felicidad, para lo cual hay que tomar decisiones racionales, lógicas… Aristóteles añade que la persona virtuosa no puede abandonar su compromiso social ni su compromiso ético y está obligado a participar en la comunidad de la que forma parte y que no puede abstenerse a la hora de elegir a los gobernantes, a quienes acaban tomando decisiones que luego nos afectan a todos en la vida diaria. Para lo cual, es imprescindible que esté suficientemente formado e informado, si lo que se pretende es que esté acertado a la hora de elegir a los mejores.
Pues bien, tras desgracias tales como la de Valencia no nos podemos encoger de hombros, mirar para otro lado, hacer como que no va con nosotros y seguir a lo nuestro. No nos podemos conformar con mirar con desprecio a los gobernantes, decir que son unos hijos de la gran puta y todos ellos son responsables, por acción u omisión, y que merecen el mayor de los castigos y que deberían comparecer ante los tribunales y ser sancionados… no, no podemos seguir soportando un régimen tan corrupto como el que sufrimos los españoles.
El momento tan terrible que sufren los españoles que viven, ahora sobreviven como buenamente pueden, en Valencia nos demuestra sobradamente a qué conduce el votar cada cuatro años a unos individuos malvados, ignorantes y analfabetos que sólo sirven para sacarse fotos, despilfarrar, y malversar las arcas públicas al mismo tiempo que no emprenden las acciones necesarias para procurar el bien común, hacer que los españoles lleven una buena vida, etcétera.
A situaciones como la que sufren nuestros conciudadanos en Valencia y el resto de la costa mediterránea, nos conduce ponernos de perfil, silbar y mirar para otro lado como si la cosa no fuera con nosotros… Decir que nos solidarizamos con ellos, o ponerse tras una pancarta, o guardar un minuto de silencio no sirve para nada. Como decía Edmundo Burke los malvados, el mal, triunfan debido la inacción de los buenos. Y eso es lo que está ocurriendo en España: casi medio siglo eligiendo a los peores, poniendo al frente del gobierno, de los ayuntamientos, de las diputaciones, de los cabildos insulares, de los gobiernos regionales; eligiendo a los peores legisladores, etc. permitiendo que ocupen los puestos de responsabilidad en las instituciones en las que se toman decisiones que nos afectan a nuestras vidas cotidianas a lo más canalla.
Pero, lo peor de lo peor está en las diversas taifas, en los 17 mini estados, en sus 17 gobiernos regionales, en sus 17 parlamentos, en sus múltiples consejerías, departamentos y más departamentos, asesores, en sus enormes burocracias, en sus absurdas normas, en las contradictorias competencias de unos y otros gobiernos, que han conducido a la negligencia e inacción criminales que han acabado con la vida de varios cientos de nuestros compatriotas.
Pues sí, no nos engañemos, el Régimen del 78 perpetró el mayor engaño a un pueblo de la historia de Europa. Los «padres de la Constitución» se jactaron, se pavonearon de traer la democracia cuando no había otra opción para equipararnos y homologarnos al entorno cultural y civilizatorio del que formamos parte, como se vio posteriormente en el este de Europa tras la caída del muro de Berlín. Pero, lo que hicieron en realidad fue secuestrarla y nos impusieron una oligarquía de partidos sin separación de poderes ni representación política, y cuya única finalidad era: ¡todo por la pasta, a ver quién pilla el mejor trozo del pastel!
Para conseguir sus objetivos dividieron España en 17 trozos contrarios a la realidad histórica y geográfica de nuestra nación, de manera que el gasto quedó a merced de ignorantes y corruptos, y todo se supeditó al clientelismo y a la inmoralidad, y para colmo de los colmos, quienes manejan nuestros dineros ni responden por el endeudamiento, ni rinden cuentas a nadie… Lo malo es que los españoles en general no relacionan la situación que sufre España con el despilfarro público, el desgobierno y menos aún con la inacción y la negligencia que nos han llevado a tragedias tales como la ocurrida en Valencia y el resto de la costa mediterránea.
Pues sí, como decía más arriba, los españoles como mucho se pasan la mayor parte del tiempo quejándose en los bares, en las tabernas, en las reuniones familiares, las plazas públicas, los ámbitos laboral, político, educativo, etc. y añaden: “Habría que hacer esto, habría que hacer aquello, habría que hacer lo de más allá…” y olvidan que el movimiento se demuestra andando, que se hace camino al andar y que la realidad sólo se puede cambiar actuando, en lugar de quejarse y decir “habría que…”
Hay una frase que atribuyen al diablo que, dice algo parecido a esto: “Deja que se reúnan, que hablen, que propongan ideas. Pero nunca permitas que las lleven a cabo…” Evidentemente, esto está en la direccion contraria a salir de nuestra zona de confort, ser más nosotros mismos, implicarnos, adquirir un mayor compromiso comunitario (tal como decía Aristóteles) ante los desafíos y las grandes, medianas o pequeñas pruebas a los que nos reta la vida; pues, esa es la única forma de cambiar nuestra circunstancia, nuestro entorno; la única forma de progresar, de avanzar a mejor, de llevar una buena vida, de que nuestras vidas tengan sentido y estén bien organizadas. ¿Existe otra forma de expulsar a los canallas, a los malos gobernantes, a los delincuentes, de las instituciones?
La única forma de salir de la terrible situación que sufre España es pasar de las palabras a la acción; y no nos engañemos: o acabamos con el régimen del 78 y las autonomías o ellos acabaran con nosotros.