Ramiro Grau Morancho
Tres siglos y cuarto reinando sobre España, desde 1700, una guerra civil ocasionada por sus luchas dinásticas, la guerra carlista, la pérdida de Menorca y Gibraltar…, son el triste balance de esta dinastía extranjera, los Borbones.
Los matrimonios endogámicos, con los graves problemas genéticos que ello ocasiona, han producido una estirpe familiar con múltiples taras de salud, no siendo menores las intelectuales y morales, más bien de amoralidad, pues creen ser un regalo de Dios, y que todo les está permitido, sin tener que dar cuentas de nada ni a nadie.
Estos vicios genéticos se han acentuado en las últimas décadas, o tal vez sea, simplemente, que los modernos medios de comunicación y de información, internet, las grabaciones, redes sociales, etc., impiden poner puertas a las noticias, y lo que antes eran solo rumores, ahora son del dominio general.
Las últimas tropelías de Juan Carlos I, por ejemplo, primero como “informador” al servicio de USA, pretendiendo así asegurarse el Trono, su traición al Caudillo Franco, entregando el Sáhara a Marruecos, en contra de los dictámenes de la ONU, la “negociación” para “ceder” Melilla a los moros, que finalmente no se ejecutó, posiblemente porque no se pusieron de acuerdo en el precio…, evidencian que para los Borbones, España no es una nación libre, independiente y soberana, sino su cortijo, del que se aprovechan, benefician y mercadean a su gusto y capricho.
El último Borbón, espero, Felipe VI, representa la culminación de la raza Borbón, un personaje anodino, totalmente manejado, más bien manipulado, por su todavía mujer, la arpía Letizia Ortiz, en una clara demostración de que la familia ha ido degenerando, y cada sucesor es todavía peor que el anterior.
Del rey actual, podríamos decir que es “el rey pasmado”, visto que pasa de todo, no vemos, al menos públicamente que no se preocupa de nada, salvo de asegurar la sucesión en manos de su hija, esa militar de opereta, que usa y abusa de los uniformes militares, que además le sientan bien…
¿Y Leticia, o Letizia, Ortiz, la todavía consorte real…?
De ella podríamos decir muchas cosas, y ninguna buena, pero vamos a callarnos, por caridad cristiana.
Ítem más, son del dominio público..
De sus hijas, la Princesa heredera -¿heredera de qué…?-, y la Infanta, no hablo, por simples razones de respeto a su edad, y a qué están todavía en periodo de formación, excepto el comentario anterior sobre su afición a llevar uniformes militares.
¡Debe de penar que le sientan muy bien, y la verdad es que no está equivocada!
También a Felipe VI, llamado por muchos Felpudo VI, le encanta “disfrazarse” de Capitán General, aunque todos sabemos que no pinta nada, ni en el los Ejércitos, ni en ninguna parte.
O su afición a andar besando la Bandera Nacional, a todas horas y en todas partes, aunque luego no haga nada para evitar que esa Patria a la que dice que tanto ama, se siga desangrando, víctima de los eternos enemigos de España, internos y externos…
Para no remontarnos a los diez reyes que le precedieron, a cual peor, voy a repasa, someramente, la ejecutoria del décimo, Juan Carlos I.
Comenzó “trabajando” para Estados Unidos, facilitándoles valiosa información sobre asuntos sensibles, y traicionando de paso a la persona a quien le debe todo, el General Franco, a los españoles y a los saharauis, para poder afianzarse en el Torno, y recibir la especial protección de USA, los amos del mundo, por aquel entonces.
Entre otros “méritos”, estuvo a punto de regalar Melilla a Marruecos, como si de una finca de su propiedad particular se tratase.
Desconozco porque no finalizó satisfactoriamente esa regalo para los moros, pero tengo la hipótesis de que no se pudieron de acuerdo en el precio, regalo o mordida a cobrar.
Su afición a cobrar por todo lo que hacía en beneficio de empresas españolas es pública y notoria. Parece que ser el Rey de España, y Jefe del Estado, no llevaba implícito esos deberes, y que tenía “derecho” a cobrar comisiones por la compra de barriles de crudo a los reyezuelos árabes, sus amigos, etc.
Sus 39 años de reinado consistieron en no hacer nada por España, y eso sí, pegarse la gran vida, saltando de cama en cama, y utilizando al servicio secreto para tapar y proteger sus múltiples escándalos de faldas, que al final han acabado estallándole en la cara.
Llegó a España con una mano delante y otra detrás, pues su padre, Juan de Borbón, se pasó la vida sableando a sus amistades y a los nobles españoles, a los miembros de su Consejo Privado, etc., pese a lo cual, cuando falleció, resultó poseer una considerable fortuna en Suiza.
¡Porque los Borbones son patriotas de hojalata, de los que no pagan impuestos, y mueven sus fortunas en paraísos fiscales, o bancas discretas, como la Suiza!
Juan Carlos ha llegado a acumular, según la prensa extranjera, una fortuna que valoran entre dos mil y dos mil quinientos millones de euros, no sé sabe cómo, o sí, por los métodos anteriormente expuestos, y otros asuntos que, seguramente, desconocemos.
Debe ser tan negro su origen, que Felipe VI hizo pública su declaración de que iba a renunciar a esa posible herencia, él sabrá porqué.
De cualquier forma, renunciar a una herencia que todavía no se ha producido, no deja de ser un sinsentido jurídico, muy propio de un “Licenciado en Derecho” como él.
La intervención de Juan Carlos, y de la reina consorte, Sofía, en el pronunciamiento militar del 23-F., mal llamado “golpe de estado”, como instigadores del mismo, según los más reputados historiadores, dando marcha atrás en el último momento, y dejándoles tirados a los pies de los caballos, sin mover un dedo en su defensa, dice mucho de su catadura moral…
La mayor parte de su mandato, igual que la de Felipe, han convivido con gobiernos socialistas. ¡Y están encantados!
No solo eso, sino que les comen de la mano, y permiten las mayores atrocidades contra la Constitución y el ordenamiento jurídico en su conjunto, haciendo la vista gorda ante el tsunami de corrupción que inunda al gobierno, mientras vacían las arcas públicas, que dentro de poco solo tendrán telarañas.
Felipe es todavía peor que su padre, pues éste al menos tenía un cierto poder moderador y arbitral, como predica el artículo 56 de la Constitución, mientras que al rey actual, da la impresión de que nadie le hace caso, y el presidente del gobierno actúa como si fuera, de facto, el Jefe del Estado.
Resumiendo y concluyendo, ¿aportan algún valor añadido estos Borbones a España…?
(Texto:Prólogo del Libro Felipe VI: el último Borbón, publicado en octubre de 2024 por Grau Editores, a la venta en Amazon AQUÍ).
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