CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS
Pues sí, cuando una gran mayoría de la gente, una multitud, miles, cientos de miles, millones de personas piensan de igual modo no significa que tengan «razón»; lo único que ello demuestra es que esa «mayoría» piensa de ese modo y que puede estar equivocada.
Afirmar cincuenta años después de su fallecimiento que cuando murió el General Francisco Franco Bahamonde (en su cama, en un hospital de la red pública que creó su régimen), alrededor del 55% de los españoles de entonces se sintieron especialmente apenados y más del 30% lo consideraron una pérdida irreparable, como si se tratara de la pérdida de un familiar cercano; puede resultar enormemente sorprendendente, pero así eran entonces los sentimientos de los españoles. Mi abuelo materno, el único que entonces me quedaba, lloró como muchos la desaparición del «Caudillo», y conste que no era un «militante de la causa» ni nada parecido; igual era la circunstancia de la mayoría de los españoles de aquellos momentos.
Estudios de opinión realizados una década antes de su muerte, en 1967, daban como resultado que más del 77% de los españoles estaban «muy satisfechos» con su situación económica personal…
Pues sí, el General Franco murió en la cama y la oposición a su régimen político era ninguna o casi inexistente salvo cuatro gatos que apenas tenían relevancia y estaban escondidos, cobardemente y con un miedo terrible, o vivían exiliados, también otros cuatro gatos. Y, ahora quienes dicen ser herederos del bando perdedor de la guerra civil española y los antifranquistas sobrevenidos de todo pelaje, pretenden vencer a Franco, 50 años después de su muerte, aparte de aplicarle la damnatio memoriae, castigarlo al olvido, tarea de adoctrinamiento y manipulación de masas a la que se ha unido la derecha española en general que trata por todos los medios de que no se la señale y etiquete de franquista o heredera del régimen franquista…
Lo confieso, defender al General Franco y su régimen es casi con seguridad lo más «política y socialmente incorrecto» que se puede hacer en España y pecado por el cual uno puede ser condenado al ostracismo, a la muerte civil, o algo parecido.
Desde el momento mismo de su muerte, en 1975, aparte de que muchos se convirtieron en antifranquistas sobrevenidos y demócratas de toda la vida e hicieron todo lo posible para falsear sus currículos; comenzó un adoctrinamiento, una manipulación masiva, liderada por aquellos que nunca perdonaron ser vencidos en la Guerra Civil, llagando a tal extremo que hasta los descendientes de los más fervorosos devotos de Franco le niegan hoy el pan y la sal; cobardemente avergonzados de su propio pasado o el de sus familiares.
De veras que todo ello es absolutamente patético. Quienes ahora dicen ser antifranquistas, habiendo nacido después de morir Franco o eran amamantados por sus madrs cuando Franco murió (insisto, en al cama y sin oposición de clase alguna) harían bien en preguntarles a sus padres o abuelos y exigirles que les contestaran con sinceridad. Es seguro que muchos se sorprenderían enormemente y dejarían de repetir como loros lo que les cuentan sus detractores, la mayoría, como el presidente Pedro Sánchez, gente que no vivió ni «sufrió» ese régimen que ahora denostan y que califican de dictadura criminal, régimen policial, fascista, totalitaria y piropos por el estilo.
Algunos que hayan llegado hasta aquí me dirán que la incultura en general y la histórica en particular, en España son enormes y que tratar de corregirla es tarea inútil e imposible, pues son ya varias las generaciones adoctrinadas, manipuladas desde el parvulario hasta la universidad a las que es imposible hacer que cambien de opinión.
Yo, el abajo firmante, nací en 1957, dieciocho años después de la terminación de la guerra civil española y, por lo tanto, cuando murió el General Franco yo tenía dieciocho años; por lo tanto, aunque sólo viví la mitad del tiempo que duró el régimen, sí fue suficiente para saber que todo cuanto se cuenta en la actualidad es mentira tras mentira.
Por supuesto que conocí la efervescencia de la universidad en aquellos días finales del franquismo, contraria al régimen, e incluso corrí delante de los «grises», y más todavía, fui detenido y encarcelado (años después amnistiado). Pero, pese a aquello que era anecdótico, hay que ser un estúpido para negar los cambios que España experimentó bajo los diversos gobiernos del Generalísimo, la generación de riqueza y empleo, de bienestar… y la seguridad que reinaba en las calles. La insignificante oposición real al Régimen era sólo la del PCE y la de sus derivados terroristas, pero nada más, y por supuesto, apenas le hacían cosquillas al régimen de Franco.
El PSOE y demás demócratas de toda la vida nunca existieron, y el que afirme lo contrario, como Pedro Sánchez y sus cómplices empeñados en destruir España, miente descaradamente.
El pueblo español respaldaba a Franco y su régimen, consciente de la política económica y social que había transformando España a pasos agigantados, hasta convertirla en la potencia económica número 10 del mundo.
Ya digo, a pesar de ser política y socialmente incorrecto, es hora de defender a Franco y su régimen, ahora que transcurridos 50 años de su muerte, los socialistas, comunistas, etarras y separatistas, con la complicidad de la derecha boba y la que cobardica que dice ser de «extrema necesidad», pretenden vencer a Franco después de muerto y condenar al olvido su legado.
En estos momentos, también viene a cuento resaltar que la Iglesia Católica Española debería mostrar su agradecimiento y -a riesgo de ser tildada de franquista- reconocer que si aún existe y conserva cierta presencia y capacidad de influencia en España es gracias al General Franco.
La ignorancia de una parte y de otra sumado al odio de muchos de nuestros compatriotas nos impide ver la realidad de la Historia pasada, reciente de nuestra Patria.
Los españoles deben saber, y enseñárseles en los centros de estudio, para que se sientan orgullosos, que la España de Franco venció al comunismo. Por otro lado, el General Franco paró a Hitler en la frontera, y supo maniobrar hábilmente con Churchill y Roosevelt, evitando la entrada de España en la segunda guerra mundial… Sólo por estas razones se puede afirmar que Franco cambió la historia de nuestra Patria y la de Europa. Motivo por el cual deberíamos sentir orgullo y agradecimiento.
Es fácil imaginar qué hubiera pasado en España si Stalin, que no el bando republicano, hubiera ganado la guerra civil española; o si Hitler hubiera ocupado España y accedido a Gibraltar. Franco cambió la historia del mundo.
En estos momentos de tergiversación, de manipulación, de condena al olvido… es necesario que alguien se lo diga a los españoles, es necesario que se les cuente a nuestros jóvenes la verdad y sólamente la verdad pues, no se olvide que la ignorancia conduce al miedo, el miedo al odio y el odio a la violencia, todo ello promovido de manera premeditada por Sánchez y sus secuaces.
Para empezar, lo primero es desenmascar las patrañas y embustes de socialistas, comunistas, separatistas y terroristas:
El régimen del General Franco no era un régimen «fascista» ni totalitario.
Cuando se trata de hablar de Historia, ya sea en un nivel académico o no tanto, lo que importa es lo que verdaderamente pasó, no lo que a unos «interesadamente» les gustaría que hubiese pasado. Llamar al pan, pan y al vino, vino, conduce a enemistarse con los progres, antifranquistas sobrevenidos, demócratas de toda la vida y un largo etc. pero, la realidad fue la que fue, por más que a algunos no les guste que así fuera.
Como dijo Platón, cuando el hombre sale de la caverna y ve lo que hay más allá de las sombras y contempla el sol y comenta, al volver a la caverna, a los que no han salido de la caverna, que la caverna no es todo cuanto hay, a este hombre pretenden matarlo. Muchos han sido los historiadores decentes a los que han querido matar por ello, o al menos los han amenazado de muerte; ese es el caso de Pío Moa que estuvo también en la caverna -como el abajo firmante y muchos más, por no decir la mayoría, de los españoles- y tras un período de larga reflexión, investigación y documentación logró salir de esa cavernícola concepción que ha impregnado las conciencias de falsedad: me refiero a la versión progre-sectaria-negro-legendaria de la mal llamada «memoria histórica» que ha contagiado a todo quisqui, desde la iglesia a la supuesta oposición a Pedro Sánchez y demás enemigos de España, pasando por las Universidades y un larguísimo etcétera.
Evidentemente, aunque sea de Pero Grullo decirlo, decir que alguien hoy, en el primer cuarto del siglo XXI es «franquista» es algo absolutamente estúpido por la sencilla razón de que Franco y su régimen desaparecieron hace ya 50 años. Por el mismo motivo, es igualmente estúpido afirmar que se es «antifranquista»; lo mismo se puede afirmar del «antifascismo» o del «fascismo» pues difícilmente se puede ser fascista ni antifascista cuando el fascismo fue vencido hace ya muchísimas décadas.
Así que los progres que consideran a Franco como un necio y un bobo deberán de estar muy acomplejados, después de estar bajo el caudillaje y «cruel» dictadura de «un necio y un bobo» durante cuarenta años; ¡qué vergüenza!
Pese a que a los antifranquistas sobrevenidos, como Pedro Sánchez y sus secuaces, opinen lo contrario, Franco era un hombre de profunda cultura, y no sólo militar, sino también política y económica (véase su experiencia económica en la Legión, en la Academia Militar de Zaragoza, en el Estado Mayor Central de la República, y por supuesto en la guerra, por no hablar de los logros «milagrosos» de su régimen).
Los progres piensan y están convencidos de que el régimen de Franco fue puramente fascista, pero lo cierto es que en los mismos años de la guerra las lecturas políticas de Franco se orientaron hacia una especie de corporativismo católico, más basado en el corporativismo portugués o austriaco que en la Italia fascista.
Viene a cuento resaltar que quienes saben de historia de las ideas políticas y de su práctica, califican al régimen de Franco como «derecha socialista» en la misma dirección del maurismo (Antonio Maura) y la dictadura de Don Miguel Primo de Rivera (no confundirlo con su hijo, José Antonio). Al franquismo hay que considerarlo «derecha» por su cercanía al altar, esto es, su clara influencia católica y también por aquello de «Francisco Franco, Caudillo de España por la G. de Dios», como rezaban las monedas. Pero desde el punto de vista de la cuestión social hay que denominarlo «socialista». Hablamos de un socialismo revolucionario realizado desde arriba, esto es, desde la maquinaria del Estado y desde la paz político-militar franquista. Hay que advertir que el término «socialismo» no es sólo aplicable a regímenes como el de la Unión Soviética y ni mucho menos al PSOE. Hablar de socialismo es hablar de intervencionismo, de planificación centralizada de la economía (en mayor o menor grado), hablar de antiliberalismo y anti economía de libre mercado; también en mayor o menor grado.
Se ha señalado desde las izquierdas que el franquismo supuso la máxima expresión de la derecha (de la «extrema derecha») en España. A raíz de eso se ha identificado, ¡cómo no!, con el fascismo. Dicha posición se basa en señalar la estructuración de las organizaciones obreras en «sindicatos verticales», olvidado que dicha estructuración de sindicato no sólo era fascista, sino también soviética y nacionalsocialista.
Ningún historiador serio tilda a la derecha española en general y al franquismo en particular como fascista. Tanto la izquierda como los separatistas y terroristas utilizan el vocablo fascista, como peyorativo, para descalificar ad hominen al mismo tiempo que tratan de justificar sus acciones golpistas, terroristas antes, durante y después del franquismo. No fue el fascismo el que acabó con la Segunda República, porque éste en España era prácticamente fue inexistente, fueron el PSOE, el PCE (entonces marginal), los anarquistas y los separatistas.
Por otro lado, tampoco está de más resaltar que aquello de que la Segunda República fue una época de prosperidad, de progreso y de bienestar para España es un camelo, una cosa que la propaganda izquierdista se ha sacado literalmente de la manga. Esa imagen idílica, progresista, armónica y pánfila de la Segunda República que los progres nos han pintado es históricamente falsa; y hay que decirlo de una vez por todas con plena rotundidad: «No es esto. No es esto». Pero eso sí, hay que reconocer que los comunistas, los socialdemócratas y los progres en general son unos auténticos maestros en el arte de la propaganda (y que conste que los llamo «progres» porque disfrutan fervorosamente cuando ven que su cuenta corriente progresa adecuadamente; pues si a los del PP les encanta el dinero, a los del PSOE les conmueve).
En esa república ni hubo reforma agraria, ni reforma bancaria ni una auténtica revolución y transformación de la sociedad española. Por el contrario, de todo ello hubo durante el régimen del General Franco.
Los progres con su propaganda lo han tergiversado y manipulado casi todo, la única mentira que les ha quedado por decir es que el Frente Popular ganó la guerra, ¡sólo faltaría eso!
Desde principios de 2025 se repetirá hasta aburrir, como figura en el Diario de Sesiones de las Cortes democráticas de 1999, la afirmación de que el alzamiento del 18 de julio de 1936 fue un golpe militar fascista, dado contra la legalidad republicana. El tal golpe es una mentira de igual calibre que la legalidad republicana; aquello fue un alzamiento general de media España que no se resignaba a morir. La guerra civil española no fue un conflicto entre la democracia y el fascismo.
Franco fue el hombre que libró a España del estalinismo (en realidad, es decir, sobre el campo de batalla, ¡fue el único que venció a Estalin en su proyecto de imperialismo generador!). Franco fue el hombre que libró a España de la Segunda Guerra Mundial haciendo verdadero virtuosismo diplomático entre los Aliados y el Eje (nada que ver con alianzas de civilizaciones ni tonterías por el estilo): el caudillo tuvo talento político para moverse, sin perjuicio de sus complicaciones, entre la espada nazi-fascista y la pared capitalista (ya sólo por eso merece todo el respeto del mundo). Franco fue el hombre que libró a España de una Segunda Guerra Civil (me refiero el intento de invasión del Maquis comandado por Santiago Carrillo a las órdenes de Stalin). Franco fue el hombre que hizo que España pasase a ser un Estado inmerso en los problemas industriales, y a transformarse en la novena potencia mundial económica, un desarrollo industrial y económico sin precedentes (el mal llamado «milagro económico español»), el primer país más desarrollado de la segunda mitad del siglo XX después de Japón, ¡ahí es nada! Y lo que es más importante: Franco fue el hombre que transformó España en un tierra de paz.
Hay que reconocer que el balance francamente es positivo.
Y sí, no se puede olvidar que el Régimen del General Franco fue una dictadura, sin duda, pero no una dictadura depredadora, sino una dictadura generadora y regeneradora; sin perjuicio de la represión de los primeros años, represión que a la postre fue inevitable y no muy sangrienta si la comparamos con otras represiones, ya que fueron sólo unas 28.000 personas las que la padecieron de forma mortífera…
En los actos que tiene previsto «celebrar» Pedro Sánchez durante el año 2025 es seguro que se olvidarán de hablar de que las checas y de la represión del Frente Popular durante la guerra terminaron con la vida de unas 60.000 personas, sin contar los crímenes que se cometieron entre los propios izquierdistas, ya que hubo dos guerras civiles dentro de la guerra civil general, lo cual dice mucho de cómo eran esos «republicanos».
Franco, pues, sale bien parado, en cuanto a crueldad, si lo comparamos con, por ejemplo, Churchill, Roosevelt o Truman, y no digamos Hitler o Stalin.
Por otro lado, Franco fue el hombre que tuvo todo el poder en sus manos y no robó absolutamente nada; cosa de la que no pueden presumir los «socialistas» (más bien «socialistos»), que llevan 138 años de «honradez» en esto de la política, por no hablar de los escándalos de corrupción delictiva y no delictiva que últimamente asolan a España un telediario sí y otro también.
Hay que subrayar también que los casos de corrupción delictiva en el franquismo fueron escasos, minúsculos y además ridículos; hubo un caso en el que un funcionario robó una máquina de escribir… ¡bueno, aquello fue un auténtico escándalo!
Los progres y quienes dicen ser antifranquistas -sobrevenidos- socialistas, comunistas, separatistas y etarras tienen una concepción de la historia de la Segunda República, de la Guerra Civil y del franquismo de cuento de Caperucita, es decir, la concepción más simplista e infantil de una historia, y por tanto la más afín a un pensamiento Alicia del que hablaba el profesor Gustavo Bueno:
«Érase una vez Caperucita (Caperucita roja) que había sido encomendada por su madre, la ciudadanía española (el Frente Popular), para que le llevase leche y miel a su abuelita España. Entonces la abuelita fue atacada por un lobo feroz llamado Franco. El lobo se comió a la abuelita y estuvo la abuelita en la panza del lobo durante 36 años. Pero al final llegó la democracia (el leñador) y le rajó la panza al lobo y la abuelita en su libertad (gracias al consenso y el común acuerdo de los dialogantes españoles) nos dio una democracia por emergencia metafísica.»
Puro cuento infantil, pero así es como más o menos ha calado esta historia en las conciencias de la mayoría de los españoles (sobre todo jovencitos y jovencitas) y con la que son manipulados y adoctrinados desde el parvulario hasta la universidad y que se refuerza por parte de las diversas televisiones y el resto de medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas.
¡Hay que ver cómo nos han engañado! ¡Qué maestría en el arte de la propaganda, sí señor!
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