CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS
«Lo más difícil de explicar es lo evidente que todo el mundo ha decidido no ver». Ayn Rand.
Raro es el día en el que los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas no nos hablan de la llegada a España, Europa, a los EEUU, etc. de forma ilegal de personas procedentes de otros lugares del mundo, de otras culturas, con otras costumbres muy diferentes a las “occidentales”, con otras religiones, con otros colores de piel…
La “inmigración ilegal” es un asunto que da mucho juego a quienes hacen profesión de la política, a las élites extractivas que viven de nuestros impuestos (de quienes somos saqueados por sus capos, oligarcas y caciques, claro). Hace pocos días el Partido Popular ha indicado que sería conveniente utilizar al ejército español para frenar la llegada masiva de personas de manera descontrolada a las Islas Canarias, a Ceuta y Melilla, a las costas españolas, e incluso ha propuesto que nuestros soldados actúen en los lugares de origen para impedir el tráfico de personas que promueven y del que se lucran las mafias locales… Por otro lado, no es un secreto que el gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez traslada constantemente a inmigrantes ilegales, mediante aviones u otros procedimientos y lo hace de forma caótica y sin control de clase alguna; y estos campan por sus fueros por todo el territorio nacional, siendo éste uno de los principales motivos de que en España haya aumentado enormemente la delincuencia en general y los crímenes sexuales en particular…
Esas masas de inmigrantes, una vez trasladados al territorio peninsular, pasan a depender de la “generosidad” del gobierno central o de los regionales, o municipales… Se sale de ojo que todo ello es intencionado, las autoridades españolas (también las europeas y las estadounidenses), fomentan la llegada masiva de forma caótica, sin control de clase alguna, sin restricciones de personas de otros países, a las cuales una vez llegadas financian con ayudas de todo tipo, apoyan, facilitan asistencia médica, farmacéutica, hospitalaria, les conceden accedo gratuito a los centros de enseñanza, les conceden acceso a viviendas de forma gratuita… Las autoridades están trasladando deliberadamente, ex profeso, a propósito, a grandes cantidades de personas con el dinero de los contribuyentes. Estamos hablando, sin duda alguna de un complot, de un plan premeditado para causar el máximo caos, promover el crimen en general, el robo e incluso violencia extrema. La inmigración masiva y descontrolada que sufre occidente es un evento de “bandera falsa” y una estrategia planificada, con premeditación y alevosía (y también nocturnidad) destinada a dividir aún más a la población, y promover el odio entre los ciudadanos de los países de acogida, al mismo tiempo que en otros lugares del mundo de donde proviene la inmigración ilegal…
La gente que afirma ser progresista y de izquierda (y a ratos la derecha boba, también progresista y socialdemócrata) proclaman que todos los gobiernos deben abrir las fronteras a todos los seres humanos independientemente de su origen o cualquier otra circunstancia personal, haciéndolos llegar en trenes, en barcos, en avión… y que se los apoye y ayude de por vida,… su objetivo es que los apoyen con sus votos y de esa manera poder promover un régimen social-comunista; lo que habitualmente llaman “estado del bienestar”.
La política de “fronteras abiertas” como filosofía de la libertad, el libre comercio y los mercados libres y como base de una sociedad abierta, hace quedar a los políticos como personas muy nobles, decentes, correctas… Pero, sin la existencia de mercados libres, libertad individual, derecho a la vida y a la propiedad privada, tales fronteras abiertas son una aberración, no puede funcionar en ningún lado, y más cuando quienes nos gobiernos son criminales cuyo único objetivo es controlar a la población, especialmente a los que producen y pagan impuestos, mediante un estado tiránico, despótico.
Las “fronteras abiertas” son viables, sólo pueden funcionar si el gobierno se reduce a la más mínima expresión y practica una política de mínima intervención, de no intromisión en la vida de los ciudadanos y se limita a procurar que los acuerdos entre particulares tengan garantía de cumplirse; cuando el gobierno protege a los ciudadanos decentes de cualquier forma de delincuencia y los protege, también, de cualquier intento de agresión procedente del extranjero.
Quienes afirman que son partidarios de las fronteras abiertas e ignoran o no tienen en cuenta esta realidad, y confían en las buenas intenciones de los gobiernos, pecan absolutamente de ingenuidad y están perdidos en un enorme océano de confusión.
Los gobiernos europeos, el español, el estadounidense, etc. por supuesto que deberían estar dispuestos a acoger a todas las personas que deseen venir, pero… Y he ahí la cuestión: los inmigrantes no poseen ningún derecho a ocupar propiedades privadas, ni tampoco públicas (respecto de las cuales, las públicas, los gobiernos deben decidir su uso y qué hacer con ellas), y menos aún derecho a vivir de las rentas que generan los nacionales del país, o de las prestaciones y servicios que se pagan con sus impuestos, sea cual sea la nación de la que hablemos.
En estos momentos, promover políticas de “fronteras abiertas” es lo mismo que dar entrada a ejércitos hostiles, gente, la mayoría con mentalidad de siervo -no de ciudadano- cuyo objetivo es arrebatarle lo máximo al estado de acogida y no contribuir con su trabajo, con su esfuerzo al sostenimiento de esas prestaciones y servicios a las que consideran que tienen derecho.
Por otro lado, esas minorías culturales, religiosas, raciales son el perfecto pretexto para las agrupaciones mafiosas que se hacen llamar partidos políticos (y sus correas de transmisión: sindicatos, fundaciones, oenegés, etc.), para emprender acciones afirmativas y otras acciones para robar, saquear a los ciudadanos. ¿Por qué nuestro dinero de impuestos duramente ganado debería destinarse a apoyar a personas que no tienen vínculos con nuestro país?
Si ya de por sí, es terrible que el estado, los gobernantes nos roben, nos saqueen, nos humillen, nos esclavicen, el colmo es que con nuestros impuestos también se esté pagando la destrucción de nuestra nación, de nuestra forma de vida, de la civilización judeocristiana-grecolatina…
Es evidente, evidentísimo que miles, millones de personas procedentes de culturas y formas de vida radicalmente diferentes a la de Occidente (en las que no se respeta el derecho a la vida, a la libertad individual; donde no se respeta a las mujeres, a los homosexuales o a las religiones que minoritarias, o el libre pensamiento, culturas y formas de vida en las que no existe libertad de prensa…), cuando se practican políticas de “fronteras abiertas” acuden con la intención clara de beneficiarse inmediatamente del estado de bienestar, de la asistencia social… No se olvide que una gran mayoría de quienes acuden a España, o a Europa, o a los EEUU u otros lugares de Occidente lo hacen a sabiendas de que serán tratados de forma espléndida, se les dará alojamiento en hoteles, se les trasladará en aviones. Todos, salvo excepciones, personas jóvenes, e incluso adolescentes, con sus tables, sus iPhone y que cuando acaban en el territorio peninsular español, o el de otros países occidentales publicitan, se jactan y pavonean de lo fácil que les ha sido llegar al paraíso de la opulencia, en el que tendrán todo gratis… Cualquiera que tenga suficiente información llega a la conclusión de que es imposible mantener tal “estado de bienestar” y que siga existiendo libre mercado y sociedad abierta. Sin duda, vivir de los pagos de la asistencia social de los países occidentales es un buen negocio para millones de potenciales inmigrantes y seguirá provocando el “efecto llamada”. La inmigración sin límites ni controles es un peligro que amenaza la supervivencia de los estados de bienestar de Occidente, aparte de otras cuestiones.
Algo especialmente llamativo es que en estos momentos hay “oficialmente” en España alrededor de 2 millones de inmigrantes inactivos, es decir que ni trabajan ni buscan empleo y viven de ayudas públicas. Muchos de ellos con derecho al voto…
Y todavía son muchos los españoles a los que los progresistas han convencido, mejor dicho, lavado el cerebro que piensan que la solidaridad debe ser obligatoria y que paguen los que más tienen.
Mientras los inmigrantes no aporten nada a la sociedad de acogida, no se les debería dar acceso a prestaciones sociales o servicios o beneficios de clase alguna, a los cuales sólo, exclusivamente deben tener derecho quienes contribuyen con sus impuestos.
Otro factor importantísimo, del que apenas nada o casi nada se habla es el hecho de que los inmigrantes (da igual si son o no “legales”), generalmente ocupan puestos de trabajo a costa de los trabajadores españoles u otros lugares de acogida, pues incluso los empleos de los españoles, europeos, etc. con salarios muy bajos son normalmente mucho mejores que los que los que se pueden conseguir en sus países de origen.
Tampoco se puede olvidar que, en países como Marruecos, los gobernantes vacían las cárceles de delincuentes comunes o presos por terrorismo, generalmente islamistas, que acaban llegando a Europa, a través de España, siguiendo la ruta de Canarias. No es de extrañar que, en España, como en otros lugares de Europa, haya aumentado enormemente el número de acciones criminales, de violencia sexual, etc. pese a que los medios de información afines al gobierno, siguiendo sus directrices, traten de ocultárselo a la opinión pública.
Tampoco podemos dejar a un lado la posibilidad, nada remota, de que en Francia acaben gobernando personas que están en contra de las actuales políticas migratorias promovidas por Enmanuel Macron y otros líderes occidentales, lo cual conducirá a que España se convierta en un “estado tapón” en el que se concentren cada vez más inmigrantes ilegales, del tipo que venimos hablando, con el consiguiente aumento de la inseguridad ciudadana y el crimen en general. Para recochineo, dada la política “buenista” del gobierno de Pedro Sánchez, todos esos inmigrantes ilegales, una vez llegados a territorio español, tras haber sido eficazmente aleccionados, se declaran homosexuales, o perseguidos por los gobiernos de sus lugares de origen, o menores de edad, o que han sufrido torturas o violencia doméstica, o provenientes de lugares donde existen conflictos bélicos…de manera que así consiguen un trato preferente de las autoridades españolas. Y, como remate del tomate, todos ellos cuentan con el apoyo entusiasta de oenegés supuestamente de apoyo a refugiados, todas ellas altamente subvencionadas con el dinero de nuestros impuestos, que entre otras cuestiones se encargan de agilizar los trámites de asilo.
Así pues, no se trata de crear centros de internamiento, y menos dispersarlos por todo el territorio nacional, como hace el gobierno social-comunista de Pedro Sánchez, sino de impedir que los inmigrantes entren, no se trata de encarcelarlos, sino de rechazarlos, de expulsarlos. Y, por descontado, si hay que construir muros, pues es cuestión de ponerse manos a la obra.
Hay que poner fin al engaño de las “fronteras abiertas”. Hacerlo es un paso en la preservación de la civilización occidental y de la forma de vida de España, de Europa, de Occidente.
Los invito a que lean y reflexionen acerca de la siguiente cita:
Queremos introducir una nueva lógica de trabajo en la que las personas tienen el deber de hacer una contribución y ser útiles, y si no pueden encontrar un trabajo regular, tendrán que prestar algún otro tipo de servicio para obtener sus subvenciones.
¿Qué pensarían si les digo que son palabras de la primera ministra socialdemócrata Mette Frederiksen de Dinamarca?
Las medidas que ha tomado Frederiksen son exactamente las mismas que ha anunciado Le Pen para Francia o viene poniendo en funcionamiento la primera ministra italiana Giorgia Meloni… En primer lugar, retirar las ayudas públicas y subsidios a los inmigrantes que no estén trabajando y cotizando en el sistema público.
Es seguro que los tertulianos de los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas afines al gobierno social-comunista de Pedro Sánchez tacharán de fascistas las pretensiones de la socialdemócrata Mette Frederiksen.
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