PEDRO FERNÁNDEZ BARBADILLO
La que el socialista Felipe González bautizó como «la generación más preparada de la historia» empieza a llegar a puestos donde luce su preparación y, también, la de sus profesores de la enseñanza (pública en su gran mayoría).
En septiembre del año pasado, se mostró en Antena 3 un mapa del primer viaje de circunnavegación del mundo en el que se mostró la derrota del buque-escuela de la Armada española Juan Sebastián Elcano, quinientos años antes, en vez de la seguida por la nao Victoria.
Con motivo de la exhumación del cuerpo de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia del Valle de los Caídos, han sido muy frecuentes la confusión entre el fundador de Falange Española y su padre, el teniente general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, que fue dictador militar entre septiembre de 1923 y enero de 1930. Incluso en TVE, donde se dispone de un servicio documental, se confundieron la confusión de identidades entre ambos. No sólo han fracasado los funcionarios del ente, sino también los tertulianos, esos que cobran varios cientos de euros por sus ‘análisis’.
Una de las discusiones habituales en la España del franquismo y en la de la transición era la de si FE era o no fascista. En ella intervinieron arribistas unidos al partido en cuanto empezó la guerra y que luego trataron de que España se uniese al Eje y participase en la Segunda Guerra Mundial en el que luego fue el bando perdedor. Estos arribistas, como Pedro Laín Entralgo y Antonio Tovar, comenzaron un giro ideológico y económico que les llevó de admirar a la Alemania nacionalsocialista (y cobrar de ella) a repartir carnés de demócratas desde El País.
Para la historiografía dominante, no hay duda ninguna duda ninguna: Falange Española de las JONS era fascista y además su jefe nacional, José Antonio, estaba metido de hoz y coz en la preparación del alzamiento. Esto hace que algunos (véanse las redes sociales) lleguen a considerar justificado su asesinato legal. El ministro y secretario general del PCE, Alberto Garzón, escribió en 2019 que «el fascista José Antonio Primo de Rivera fue ejecutado por golpista».
Difícilmente pudo haber participado en la conspiración contra el Frente Popular «el hijo del dictador» cuando estaba encarcelado desde el 14 de marzo de 1936. Quizás la guerra civil se hubiera evitado si el Gobierno parlamentario y republicano hubiera aplicado a las cúpulas del PSOE, la UGT y el PCE, responsables de la revolución de 1934 y de sus 1.400 muertos, la receta de Garzón contra los golpistas: fusilamiento.
¿Pero se puede hablar de un «fascismo» en España idéntico al de Italia y Alemania y atribuir su encarnación a Falange Española de las JONS?
Para que exista un verdadero partido fascista (y no un movimiento conservador radical, como la Acción Francesa o el Frente Patriótico austriaco) son imprescindibles masas de cientos de miles de veteranos de la Gran Guerra frustrados y dirigidos por otro veterano como ellos. En España, la guerra de Marruecos no pudo engendrar esa fuerza nacionalizadora y movilizadora, pues no implicó a todas las clases sociales y afectó a un porcentaje pequeño de la población, incluso de los militares.Sus inquisidores le reprochan que durante su breve paso por las Cortes, agrediese a dos diputados. Olvidan que los parlamentarios, sobre de izquierdas, acudían armados.
Otros elementos que se dan en los años 30 son comunes a grupos de izquierdas y derechas en toda Europa, incluso en España, como el desencanto respecto a la democracia parlamentaria, triunfante en 1918 y luego desprestigiada por la crisis de 1929, y la habitualidad de la violencia.
Sobre el primero, basta leer la incendiaria prensa socialista y los discursos de Francisco Largo Caballero y Manuel Azaña para darse cuenta de que el parlamentarismo y las elecciones solo se aceptaban cuando vencían las izquierdas; en los demás casos, los partidos de derechas respondían al fascismo o la reacción y sus victorias electorales se debían a pucherazos.
Tan habitual era la violencia política que José Antonio Ruiz de la Hermosa, un asistente al acto fundacional de Falange en el Teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1933, fue asesinado el 2 de noviembre en un mitin socialista en Daimiel. Sus inquisidores reprochan a José Antonio que durante su breve paso por las Cortes, agrediese a dos diputados, broncas que citan como ejemplos de su predisposición a la violencia, pero olvidan que era frecuente en esos años que los parlamentarios, sobre todo los de izquierdas, acudiesen armados.
Del Primer Consejo Nacional de Falange Española de las JONS, que se celebró en Madrid en octubre de 1934, cuando las izquierdas perpetraban su sangriento golpe de Estado contra el Gobierno de Alejandro Lerroux («huelga general pacífica», según Paul Preston), salió la presentación del programa definitivo del partido: los Veintisiete Puntos. En él, el más radical es «la tendencia a la nacionalización del servicio de Banca y, mediante las corporaciones, a la de los grandes servicios públicos».
Este otro punto tampoco es muy totalitario: el Estado Nacionalsindicalista «reconocerá la propiedad privada como medio lícito para el cumplimiento de los fines individuales, familiares y sociales, y la protegerá contra los abusos del gran capital financiero, de los especuladores y de los prestamistas». La vigente Constitución (art. 128) va más lejos al establecer que «toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general».En las elecciones de 1936 en que FE de las JONS se presentó como tal, no alcanzó ni 50.000 votos y su líder perdió el escaño y con él la inmunidad parlamentaria
También se proponía la abolición de los partidos políticos, declaración en la que los falangistas coincidían con los carlistas, los socialistas y los comunistas. Los republicanos burgueses como Azaña y Casares Quiroga se limitaban a prohibir los partidos que no les gustaban. El socialista Luis Jiménez de Asúa presentó en las Cortes en junio de 1936 un proyecto de ley para construir cárceles especiales para los presos políticos… que no iban a ser los de izquierdas.
Todo movimiento fascista es, por definición, un movimiento de masas. Atrae no sólo a veteranos de la guerra, sino a jóvenes, a campesinos, a obreros y hasta a clases medias. José Antonio sólo fue diputado una vez, en la legislatura de 1933 a 1935, como miembro de una coalición conservadora y monárquica por Cádiz. En las elecciones de 1936 en que FE de las JONS se presentó como tal, no alcanzó ni 50.000 votos y su líder perdió el escaño y con él la inmunidad parlamentaria. Sólo se convirtió en una organización de masas gracias a su condición de partido único del régimen franquista y ya como FET de las JONS.
El socialista Indalecio Prieto, a quien los pistoleros de su camarada Largo Caballero trataron de asesinar el 31 de mayo de 1936 en Écija, trató de aportar un poco de sensatez en el incendio que él había contribuido a iniciar. El 15 de junio La Petite Girondine (Burdeos) publicó unas declaraciones suyas:
«Es injusto considerar a todos los derechistas como fascistas. El peligro fascista no existe, salvo que venga generado por la izquierda».
Pero el PSOE necesitaba ogros fascistas para justificarse. Entonces y ahora.
El francés Arnaud Imatz, autor de la biografía José Antonio: entre odio y amor, niega su similitud con Benito Mussolini, Adolf Hitler y otros políticos verdaderamente fascistas:
«Me parece muy revelador que los historiadores más rigurosos y honestos, especialmente molestos ante el caso José Antonio, recurran a toda una serie de eufemismos para definirle. El fascismo de José Antonio, dicen, era «intelectual», «racional», «moderado», «civilizado», «idealista», «ingenuo» o «poético». ¡Quizás! Pero estos atributos no se encuentran generalmente entre las características comúnmente aceptadas del fascismo».
España es la nación europea donde más importancia ha tenido el terrorismo y el golpismo de las izquierdas en el siglo XX: asesinatos de presidentes del gobierno, golpes y rebeliones, manipulación electoral, milicias armadas, terrorismo de estado, torturas, corrupción… Y de manera incomprensible (quizás por miedo a perder la integridad física… o las subvenciones) la monarquía, la jerarquía católica, los profesores, los políticos y los periodistas ‘de derechas’ aceptan que el PSOE marque los asuntos de los que se puede hablar y señale las exclusiones de la vida pública con el sambenito de «fascista».
La ‘memoria histórica’ va a proseguir hasta que alcance a los Reyes Católicos o hasta que los españoles la paremos aplicándosela a los socialistas, cuyo partido no ha devuelto ni un céntimo de toda la riqueza robada a los españoles.
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