Francisco Rubiales Moreno
Lo acaba de decir Fabián Picardo, el auto llamado “premier” gibraltareño: “Gibraltar es hoy por hoy una colonia únicamente porque España lo quiere”. Tiene razón por la cobardía y la desidia tanto del gobierno como del pueblo español. Cobardía, desidia y también bajeza española, sobre todo de su clase política, que lleva medio milenio sin dar la talla.
Gibraltar fue arrebatada a España por Gran Bretaña en 1704, con trucos de piratas, en nombre de un aspirante al trono español. En lugar de devolverla cuando terminó la guerra de Sucesión, los ingleses se la quedaron y la mantienen en su poder hasta nuestros días y, por lo que se ve, por muchos años más.
Gibraltar es la única colonia existente en Europa y cuando se habla del tema en Alemania, Francia, Austria o Italia, no se entiende y ellos no se explican cómo España no ha logrado recuperarla todavía.
Pero, a juzgar por el comportamiento de sus dirigentes, España se siente muy a gusto mutilada y parece que no quiere recuperar el trozo de tierra pirateado.
España ha desaprovechado todas las oportunidades que le brindó la Historia para recuperar Gibraltar. La última de ellas es reciente: La Unión Europea, con motivo del Brexit, entregó a España todo el poder para decidir el status de la colonia, pero en lugar de ponerle las cosas difíciles a los británicos, les ha dado todas las facilidades. Todo el mundo esperaba que Si Inglaterra salía de Europa, saliera también su colonia, pero el gobierno de España, sin ni siquiera ser forzado, se bajó los pantalones y nos llenó de vergüenza e indignidad a millones de patriotas decentes.
España es como una puta masoquista que, además de no cobrar, pone la cama y complace sonriente al maltratador que la fornica con brutalidad.
Además de porque España quiere que lo sea, Gibraltar es una colonia porque así figuraba en la lista de las mismas enviada por el Gobierno británico a Naciones Unidas en cumplimiento de la resolución 1,514 (XV) de la Asamblea General del 14 de diciembre de 1960, conocida como Carta Magna de la Descolonización, en la que se reconoce el derecho a autodeterminarse de todas las colonias. Y que sigue en tal situación lo demuestra que en todas las Asambleas Generales desde entonces vuelve a debatirse el tema, ya que en la resolución 2.353 (XXII) del 19 de diciembre de 1967 dicha Asamblea indicó cómo tenía que hacerse tal descolonización: «Por negociaciones entre los gobiernos español y británico», teniendo en cuenta que «toda situación colonial que destruya parcial o totalmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los principios y propósitos de la Carta de Naciones Unidas», Londres se niega. Es más, ha ampliado su colonia al Istmo con España.
La cobardía de nuestros políticos y su falta de amor a nuestra nación han hecho posible lo impensable, que Gibraltar se quede en el «espacio Schengen». España ni siquiera ha conseguido lo que Bruselas le ordenaba, controlar con sus aduaneros y policías las personas y mercancías que penetran en Europa por esa puerta trasera vergonzosa abierta por Pedro Sánchez.
El Tratado de Utrecht, firmado por España con Inglaterra mediante el cual cedía la colonia, ha sido mil veces violado por los piratas británicos, gente sin palabra y sin honor, pero con más valor y patriotismo que la chusma política española. El aeropuerto construido en Gibraltar es ilegal, como lo es también el territorio ganado al mar y las pretendidas «aguas territoriales» que Gibraltar exige y que la marina británica defiende, ante el acojonamiento de la cobarde y rastrera España.
Felipe González concedió a Gibraltar las miles de líneas telefónicas necesarias para que la colonia se convirtiera en un emporio mundial del juego y del blanqueo de dinero. Aquel fue otro acto incomprensible, junto con la apertura de la verja, después de que Franco puso de rodillas a los británicos con la verja cerrada durante años, logrando que la colonia costara dinero y estorbara a la Metrópoli, el camino adecuado para obtener la devolución.
Otro Felipe, el actual rey, nos ha regalado otra humillación al aceptar ser condecorado por la reina Isabel con la Orden la Jarretera, la máxima distinción británica, otorgada a los que han ayudado eficazmente a su Corona.
Reconozco que soy de los españoles que dan la razón a Blas de Lezo, el almirante español que derrotó y humillo a la mayor flota británica de todos los tiempos, en Cartagena de Indias. Tuvo dignidad y honor Blas de Lezo cuando dijo que «todo español debería mear mirando hacia Inglaterra». Pero los políticos español parece que hacen otra cosa: se bajan los pantalones y miran a los británicos con su trasero al aire.
Inglaterra ha sido nuestro gran enemigo a lo largo y ancho de la Historia y siempre obró contra nosotros con bajeza, suciedad y maldad, aunque con eficacia. Prueba de ello es que ellos son poderosos y nosotros somos el hazmerreir del mundo. Ellos fueron los principales creadores y difusores de la leyenda negra antiespañola, compuesta por una sarta de mentiras que no sólo logró denigrar nuestra conquista y gloria, sino que consiguió ocultar al mundo la sanguinaria brutalidad de los británicos, exterminadores de pueblos y etnias enteras por todos los continentes.
Para colmo de humillación, en el campo de Gibraltar está creciendo un sentimiento de acercamiento a los británicos y de repulsa a España. Toda esa comarca del sur de Cádiz depende de Gibraltar para encontrar trabajo y sustento, toda una vergüenza para España, que no ha sido capaz de crear allí suficiente riqueza y empleo.
Millones de españoles sentimos dolor ante la cobardía y traición de nuestros dirigentes en el asunto de Gibraltar y nos sentimos humillados cuando vemos a España invadida de turistas británicos cada verano. Muchos de nosotros no los dejaríamos entrar hasta que no devolvieran lo que robaron, aunque perdamos millones de turistas consumidores. Algunos preferimos ser más pobres y más dignos y honorables que mas ricos pero sin honor ni dignidad, humillados por la piratería de las islas del norte.
Soy consciente de que este artículo molestará a los cobardes, a los pragmáticos y a los tolerantes que prefieren cerrar los ojos ante lo que no les conviene, pero no somos pocos los que todavía, a pesar de la lluvia de indecencia que nos cae desde los palacios, ministerios y medios de comunicación sometidos, sentimos dolor cuando España es humillada y cuando nuestros dirigentes son indignos, sucios y traidores. Ojalá nuestro rey y nuestros ministros, al jurar sus cargos, incluyeran en el juramento la promesa de «hacer todo lo posible por recuperar el trozo de España llamado Gibraltar», robado por los piratas británicos.
FUENTE: https://www.votoenblanco.com/Gibraltar-es-hoy-una-colonia-porque-Espana-quiere_a8357.html
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