Miguel Hedilla de Rojas
Por culpa de las pasadas elecciones del 23 de julio soportamos los españoles otra campaña electoral ¡qué horror!, los partidos políticos se metieron otra vez en faena, faena electoral que, como todo el mundo debería de saber, vale para bien poco y ese poco lo podemos calificar como circo, dicho sea con el debido respeto para los trabajadores y artistas circenses.
Ese circo tenía y tiene a su vez un valor añadido, el posible cambio de gobierno que ya veremos cómo queda, aunque lo previsible es que Sánchez y sus aliados comunistas, separatistas y exterroristas continúen en el poder. Por desgracia una mayoría de los votos conseguidos por los partidos lo han sido a base de populismo, lo que no es otra cosa que la falsificación de la democracia pues se busca el favor del votante mediante adulaciones y sentimentalismos.
La mecánica de los partidos durante la campaña se podría concretar en:
He de reconocer que no toda la prensa es así y existen magníficos profesionales que escriben con objetividad e independencia, pero por desgracia abunda lo contrario.
Como cinéfilo aficionado me permito recomendar al respecto dos películas, de 1952 “El Cuarto Poder” dirigida por Richard Brooks y protagonizada por Humphrey Bogart, Ethel Barrymore y Ed Begley. En ella se cuenta como el director de un periódico no cede ante las presiones de anunciantes y mafiosos al objeto cambie la línea editorial del periódico así como determinad información; y de 1962 “El hombre que mató a Liberty Valance” del gran John Ford, protagonizada por James Stewart, John Wayne, Lee Marvin y Edmónd O,Brien que hace el papel de un periodista, Dutton Peabody, inquebrantable, fiel a la verdad y borrachín fordiano. Con periodistas de esta talla todo sería más fácil y la democracia más verdadera.
Las elecciones han servido también este año para fastidiar las vacaciones de mucha gente que las tenía programadas para julio.
Por desgracia hay una gran bolsa de electores que ya funcionan como los partidos, trayéndoles sin cuidado los programas, las promesas y los insultos, votando a tal o a cuál por una supuesta afinidad ideológica o por meras simpatías, o por agradecimiento, ya que tienen intereses económico-laborales alimentados por los unos y los otros.
Se dice que las elecciones son la mayor demostración (y festividad) de democracia. Esa es la cultura dominante del parlamentarismo, sin embargo nadie se equivocaría en demasía si en vez de ello las calificase como el mayor engaño del sistema, dado que los partidos pasan de sus programas, incumplen sus promesas y para colmo hacen ver al votante que son decisorios. Y si lo son en cuanto a que gobierne tal o cual grupo, pero para nada en lo que harán los partidos cuando gobiernen.
La democracia entendida ideológicamente es el poder del pueblo, sin embargo esa no es la realidad porque ese poder se diluye en los representantes a través de los partidos, que van desvirtuando ese poder y esas aspiraciones. Entre el sentido del voto que emite el votante y el ejercicio del poder que llevará a cabo el vencedor, hay un largo recorrido que va, poco a poco, variando los deseos de los votantes acomodándolos a los de los partidos políticos. Con lo cual nos encontramos ante una democracia manipulada pues a la postre lo que vale es lo que decide cada partido, es decir sus dirigentes de turno.
Por lo tanto democracia SI, sin genero de dudas, pero esta que tenemos es mas que dudosa. Habría que profundizar en democracia pero son necesarias dos cuestiones fundamentales para ello: Una la formación, la formación y la formación, hay que educar a los niños en democracia, explicándoles lo que es, lo que representa y lo que supone, pero no haciéndolo por encima, sino en profundidad y con todas sus consecuencias; y dos promoviendo otras formas de participación y toma de decisiones.
Los partidos políticos deberían dejar paso a representaciones corporativas más conocedoras de la problemática de la nación y más cercanas a la realidad social de la ciudadanía. Nadie duda de su derecho a existir, otra cosa es de su verdadera capacidad de representación y sus torticeras intenciones. Que nadie se lleve a engaño y piense lo que no es, la democracia orgánica del franquismo aunque se llamó de tal forma, ni fue democracia ni fue orgánica.
El organicismo tiene su origen en el Krausismo alemán y hasta la II República Española tuvo una comisión constitucional que estudió la posibilidad de crear una cámara legislativa de tipo orgánico. El histórico dirigente socialista Julián Besteiro fue organicista, y también lo fue Francisco Giner de los Ríos, fundador entre otros de la Institución Libre de Enseñanza. Y, sorpresa, la comisión citada la presidió Francisco Largo Caballero.
FUENTE: https://posmodernia.com/habia-una-vez-un-circo/
Miguel Hedilla de Rojas, Abogado y Graduado Social. Director Jurídico y Fundador de Hedilla Abogados.
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