Hacer grande Europa otra vez

Los tiempos están cambiando. Se percibe, se siente la necesidad de un cambio de rumbo. Europa y Occidente iban encaminados hacia el abismo de la negación de su propia esencia e identidad, en contra de su desarrollo económico, de su seguridad, de sus libertades y, en definitiva, de los principios e intereses de sus ciudadanos. Eso hoy está cambiando.

Ese viaje suicida, resultado de la aplicación de políticas carentes de sentido común, autolesivas, absurdas e incluso antinaturales, tarde o temprano termina, tiene fecha de caducidad. Y este cambio deseado por la inmensa mayoría de los hombres y mujeres de bien, ya ha comenzado

El cambio de rumbo simplemente significa la vuelta a la senda de la cordura para terminar con las políticas absurdas envueltas en tópicos buenistas que ocultan un colectivismo liberticida e intolerante

Una muestra de ello ha sido la conferencia “MEGA: Make Europe Great Again”, realizada a finales de enero en el Parlamento Europeo e impulsada por el grupo parlamentario ECR (Conservadores y Reformistas Europeos) y AUR (Alianza para la Unión de los Rumanos).

La segunda edición de MEGA -la primera que tuvo lugar fue el pasado año en Bucarest- ha contado con la participación de Mateusz Morawiecki, presidente de ECR y ex primer ministro de Polonia; Carlo Fidanza, vicepresidente ejecutivo de ECR, europarlamentario de Fratelli d’Italia; Marion Maréchal, europarlamentaria de Identité Libertés; y George Simion, vicepresidente ejecutivo de ECR y diputado de AUR. Todos ellos han encabezado los paneles de debates acerca de “los verdaderos valores fundamentales de Occidente y su papel en la remodelación del futuro de Europa”.

Más de 400 líderes políticos y sociales, académicos, intelectuales, divulgadores y periodistas del ámbito del pensamiento conservador, fueron convocados al encuentro en el que abordaron asuntos tales como le lucha contra el wokismo, por la libertad de expresión, los problemas derivados de la inmigración ilegal, las consecuencias de la aplicación de las políticas verdes, el afianzamiento de los lazos culturales de Europa con América y Occidente, la preservación de las identidades nacionales y la soberanía. En definitiva, todos temas enlazados con la recuperación de la normalidad, las tradiciones y el respeto de los derechos y libertades fundamentales.

Iniciativas como MEGA, y otras similares que ya recorren occidente, son el fruto de mucho tiempo de trabajo y la respuesta a millones de ciudadanos que reclaman recuperar el tan mentado sentido común, nada más ni nada menos. Ese clamor, esa necesidad ontológica de supervivencia de millones que comienzan a alzar la voz, ese «¡basta, ya está bien!» surge como respuesta a la deriva suicida impulsada por las élites del poder sustentada en minorías, lobos con piel de cordero.

El cambio de rumbo simplemente significa la vuelta a la senda de la cordura para terminar con las políticas absurdas envueltas en tópicos buenistas que ocultan un colectivismo liberticida e intolerante. Hay muchas señales que indican que el cambio está en marcha, tanto en Europa como en América y, lo más importante, en el marco del Estado de derecho y el respeto de la voluntad popular y la democracia.

Esa ola de sensatez ya recorre la República Argentina, pasando por los Estados Unidos de América, Italia, Países Bajos, Austria, Finlandia, República Checa y Hungría. También comienza a verse el crecimiento de conservadores, patriotas y soberanistas en Rumania, Francia, Alemania, Suecia y el resto de Europa.

El MEGA nos recuerda también que los países que conforman la Unión Europea son el resultado de siglos de historia, de culturas y tradiciones de pueblos diferentes, pero que han sido forjados en el legado de la cultura griega, romana y judeo-cristiana con los principios morales que conforman la civilización occidental. Desde la Unión Europea se debería bregar de manera inquebrantable por el respeto a la soberanía de cada nación, de acuerdo con su espíritu fundacional.

Entre los temas tratados en los paneles de la conferencia hubo uno de vital importancia: las naciones europeas no deberían aspirar a formar parte de un súper Estado uniforme, sino aspirar a la construcción de una alianza de naciones fuertes. Este criterio acerca del futuro común debería estar basado en el respeto mutuo y en la libertad, sin implicar la erosión de las particularidades culturales ni la imposición de valores ajenos a las realidades nacionales ni el sacrificio de la soberanía. Este enfoque llevaría a la reconstrucción del equilibrio en la Unión Europea. Para una Europa fuerte los europeos necesitan naciones fuertes capaces de recorrer el camino de paz, prosperidad y desarrollo tan deseado.

Hoy existen alternativas políticas que aspiran a todo esto en la Unión Europea, alternativas que gobiernan y gestionan por el bien de sus ciudadanos en sus países. Existen familias políticas afines que coinciden en las cuestiones importantes para cambiar el actual rumbo político de la Unión. Millones de ciudadanos han expresado este deseo mediante el voto en las últimas elecciones europeas. Los líderes políticos deberían tomar nota y asumir el desafío con determinación y audacia, pero también voluntad política y responsabilidad para no dejar pasar una oportunidad histórica, tal vez irrepetible. El cambio de rumbo y de era está en marcha. Parafraseando al músico, poeta y Premio Nobel de Literatura Bob Dylan, “Los tiempos están cambiando” y “La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento”.

José Papparelli

José Papparelli

Periodista y analista de la vida política, social y cultural. Articulista en diversos medios españoles, europeos e hispanoamericanos. Director del programa radiofónico “Una Hora En Libertad”.

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